
Chile: hermana y socia de la Derecha de 1973, la Derecha 2012 defiende a ultranza lucro y expoliación
SIEMPRE HE DICHO que ser viejo y tener buena memoria constituye una de las principales herramientas para combatir la frescura de cutis de algunos políticos… pero, también esa característica puede convertirse en un obstáculo a la hora de analizar la situación reinante en el país. Es lo que me está ocurriendo en este preciso momento debido a la sucesión de hechos que la masa política nacional ha venido protagonizando.
De un tiempo a esta parte, algunos acontecimientos que emanan de actuaciones y dichos de ciertos dirigentes derechistas me han obligado a recordar –con lujo de detalles- variadas situaciones que viví durante la época de
Si usted, amigo lector, tenía corta edad en años de dictadura pinochetista y no recuerda maldita la cosa de lo que allí sucedía, permítame decirle que todo aquello que la oposición al Presidente Hugo Chávez está realizando hoy en Venezuela -para que el proceso de revolución bolivariana fracase y los predadores transnacionales vuelvan a hincar sus colmillos en la patria de Bolívar y Bello-, es una copia de los hechos acaecidos en Chile en el período 1970-1973. Parece que el Departamento de Estado norteamericano no ha cambiado un ápice su programa de intervención, corrupción y asesinato diseñado por Richard Nixon, Henry Kissinger y un tal Richard Helms el año 1970, con el que convirtieron a Chile en un baño de sangre y clasismo repugnante, Exactamente lo mismo es lo que los ‘escuálidos’ venezolanos utilizan hoy contra el régimen democrático de ese país.
Después que la dictadura fracasó en su intento de alargar el período de gobierno de Augusto Pinochet , ya que el plebiscito de octubre de 1988 le negó tal posibilidad, la derecha política decidió jugar al “bandido bueno” aceptando –a regañadientes, claro- la restauración del sistema democrático institucional, pero colocando especial cuidado en que a
¿Usted cree que a nuestra derecha criolla le interesa, realmente, estar siempre en el gobierno soportando bandazos, críticas, palos e incluso insultantes chistes provenientes de la masa mayoritaria de chilenos, así como también de mucha prensa independiente y, aún más, saber que en el exterior la crítica y la mofa por sus desatinos son el cominillo político diario? Los escasos dirigentes derechistas que tienen real capacidad política, son conscientes de que lo importante no es estar en el gobierno, sino mantener el poder –el verdadero y total poder- en sus manos.
Jaime Guzmán –quizá uno de los líderes conservadores más inteligentemente malvados en toda la historia de esa corriente económica social en Chile- tenía clarísimo el panorama, y por ello estructuró una Carta Fundamental que aherrojó a la democracia transformándola en adorno de vitrina. Si el sistema binominal es perverso, también lo es el derecho a veto que asiste a los conservadores en el Congreso, con el cual derriban todo proyecto de ley que intente adosar justicia social a algún asunto.
Así, lo que interesa a los sectores ultra neoliberales es, simplemente, mantener incólumes –por la vía del veto- todas las leyes paridas por los Chicago Boys durante la dictadura militar. En tal tarea, ciertamente
La característica de efectivo totalitarismo y statu quo de la actual Carta Fundamental es tan profunda que el entonces Presidente del Consejo de Estado, Jorge Alessandri Rodríguez, renunció a seguir al mando de esa institución en julio de 1980, dado que más del 50% de sus propuestas e indicaciones habían sido desestimadas por el ‘niño genio del mal’, Jaime Guzmán, quien era el verdadero jefe del gobierno interior en Chile en esa época. Los artículos que motivaron la renuncia de Alessandri a ese Consejo fueron los Nº 93, 95 y 196, porque radicaban el poder no en el pueblo soberano, sino en las FFAA y de Orden.
Al hacer abandono de la presidencia de aquel Consejo, Alessandri manifestó que “ningún civil que se respete, podrá ser Presidente de la república con tales antecedentes que contiene esta Carta Fundamental”. Por su parte, el destacado cientista político norteamericano Robert Barros emitió en su oportunidad un juicio tan severo y contundente como el expresado por el ex mandatario chileno, Alessandri. Dijo Barros:
“Tanto en sus orígenes como en su forma de ratificación,
Seguramente, usted, amigo lector, dirá que las opiniones de un cientista extranjero valen poco y nada, ya que para comentar hechos políticos chilenos es necesario haberlos vivido in situ. Pues bien, siéntese cómodamente porque lo que a continuación va a leer, estoy seguro, le dejará con un palmo de narices. Esto opinaba -hace algún tiempo- el actual ministro de defensa y precandidato presidencial, Andrés Allamand (“Las paradojas de un legado”, Andrés Allamand en “El modelo chileno, Democracia y Desarrollo en los noventa”; Paul Drake/Iván Jaksic, compiladores; LOM ediciones):
“La ‘arquitectura política’ de
Entonces (y la pregunta salta con fuerza propia desde el escenario de la duda), ¿qué defiende el señor Allamand, y con él, seguramente, muchos otros derechistas que tienen absoluta claridad respecto a la invalidez jurídica y política de la actual Constitución?
Me parece que la respuesta es solamente una. Se trata de defender a rajatabla la permanencia del actual salvaje sistema económico, por lo que Allamand y los suyos ven necesario mantener -cual problema menor- una Constitución que no se ajusta a Derecho, pero que permite simular ser un documento moderno y ‘venderlo’ como tal a una desavisada ciudadanía para, de tal modo, conservar a ultranza leyes y articulados cuyas únicas pretensiones eran (y siguen siendo) la consolidación del proyecto neoliberal mediante el ‘derecho a veto’, el sistema binominal y, muy particularmente, conservar aquel paso antidemocrático consagrado por
Pues bien, en la actual Constitución dictatorial, ello está ‘consagrado’ en beneficio de las FFAA y del poder económico, verdadero patrón de los uniformados. Esas son las cuestiones de fondo que
Así fue ayer, así sigue siendo hoy. Mi buena memoria, al igual que mis dudas razonables, lo avalan.