Chile. Ese pobre millonario poca cosa
Ambicioso, mitómano, narcisista, torpe, convencido que es el mejor de todos, se propuso pasar a la historia como el más importante presidente de la historia
Medir el valor de una persona por la cantidad de miles de millones de pesos/dólares que tiene, equivale a considerar como más hombrecito a quien ha tenido muchas mujeres. O ser un buen padre por la vía de tener hartos hijos.
Contrariando el sentido común, el ejemplo de la naturaleza y extendidos conceptos espirituales y religiosos, los mega millonarios lucen sus galas como si fueran un ejemplo a seguir y no atinan siquiera a sospechar que son personas enfermas y que traicionan a diario aquello que rezan en la misa del domingo.
¿Qué trauma originario puede explicar la existencia de gente codiciosa que junta dinero hasta lo no inexplicable?
¿Qué paliza ancestral les modificó el sentido del valor de las cosas y las personas?
El actual orden concebido y montado a imagen y semejanza de los imbéciles millonarios omite mostrar los estragos que causa esa anomalía no solo en las personas, muchas de ellas enfermas de querer ser como ellos, sino en el único planeta que tenemos.
Abusado hasta lo irracional, el desgastado planeta va camino a deshacerse de la especie que lo sobreexplota y envenena. No se crea que el planeta va a sucumbir y a estallar en un destello final por causa del humano. No, el planeta tierra seguirá girando por siglos estelares con o sin nosotros en su grupa.
Este geoide que quizás tenga la única vida inteligente que existe en el universo, ha sido capaz de soportar impactos cataclísmicos que han eliminado todo rastro de vida, ha superado inviernos que han durado siglos, terremotos de magnitudes tales que han cambiado la forma de sus continentes y sucesos estelares de magnitudes inconcebibles.
Podemos suponer que podrá con un bicho tan endeble como el ser humano.
Según el genial George Carlin, la tierra desarrolló al ser humano solo para que hiciera plástico porque era el único material que naturalmente no podía sintetizar. Luego que el plástico ya nos ahoga en su abundancia, cumplida la misión para la que llegó, al planeta solo le resta deshacerse de esa bulliciosa especie.
El caso es que, para tragedia de los habitantes, un ignaro de los que colaboran a la extinción humana, dirige al país.
Ambicioso, mitómano, narcisista, torpe, convencido que es el mejor de todos, se propuso pasar a la historia como el más importante presidente de la historia, cuyo legado sería comparable solo a los padres fundadores.
Y he ahí la certeza que de esa apuesta ególatra no quedará sino la memoria de un pobre millonario torpe, aconchado en la sentina de la historia como un tirano más, manipulador y egoísta, que se sostiene solo por la fuerza bruta, la amenaza de las armas, la represión y el miedo.
Un pobre rico poca cosa que ha hecho su fortuna sin dios ni ley, un avivado que no ha creado un puesto de trabajo, convencido que así deben ser hechas todas las cosas y que los estúpidos que trabajan por un sueldo son perdedores que no merecen sino ese destino de carencias y sufrimientos.
Su supuesta inteligencia no es mayor que la del Loco Pepe, el Cabro Carrera, el Lauchón, el Perilla o el Indio Juan, ladrones que alguna vez también creyeron que el mundo era de ellos. La diferencia, como sabe todo el país, es que Piñera fue salvado de la cárcel por la intercesión de todos los miedos, desde la DINA, hasta la CIA, pasando por la iglesia católica, la prensa, los jueces y las policías.
Piñera será sepultado en el fondo oscuro de la historia donde van a caer las vergüenzas colectivas de los pueblos, como un presidente fracasado, quizás el peor de la historia. Y, como sucede con los tiranos, jamás habrá una calle con su nombre y si es acaso alguien recordará que así se nombró alguna vez un sándwich fome, desabrido y sin gracia.