Chile. Cristina Vergara: “El Poder Judicial acaba de entregarle a Carabineros el poder para hacer desaparecer a cualquier ciudadano en completa impunidad”
El 13 de septiembre de 2015, José Antonio Vergara Espinoza sufrió un ataque de esquizofrenia. Su familia llamó a carabineros de la tercera comisaría de Alto Hospicio para pedir apoyo y trasladarlo a un servicio de urgencia. Los cuatro funcionarios que llegaron, en lugar de ayudar, detuvieron a José; lo esposaron, a la fuerza lo subieron al carro policial y lo hicieron desaparecer.
El Caso de José Vergara: Detenido por carabineros y, hasta ahora, un desaparecido en democracia
Dos años y seis meses después no hay noticias de él ni de su cuerpo. La fiscalía reunió los antecedentes necesarios para acusar a los cuatro, ahora ex uniformados, por secuestro calificado con agravante discriminatorio y falsificación de instrumento público, pero los jueces del Tribunal Oral en lo Penal de Iquique decidieron exculparlos y dejarlos en libertad, aceptando la tesis de que a Vergara lo dejaron vivo en el desierto.
La siguiente es una entrevista realizada Cristina Andrea Vergara Espinoza, hermana de José Vergara. Nunca antes la quisieron escuchar, dice. Su relato no solo evidencia la discriminación y el desprecio con que las autoridades políticas y policiales han tratado a los Vergara, también narra un episodio, hasta ahora desconocido, sobre el caso de las niñas asesinadas en Alto Hospicio y su relación con las fiestas que carabineros realizaban en la ya mencionada comisaría.
«Me siento mal, pasada a llevar por toda la justicia chilena. Comienzo a convencerme de que la justicia no vale nada, hay inocentes en las cárceles mientras los ladrones y asesinos están en libertad.
Este juicio me pareció una vulgar farsa, una mala decisión de los jueces que se dejaron convencer con una mentira. Dijeron que dos funcionarios de la fiscalía de Santiago habían visto a mi hermano en Bolivia y que él les había pedido un cigarro o un pito. Yo me pregunto, si sabían que hay una orden de búsqueda internacional por José y son funcionarios del Estado ¿Por qué no se lo trajeron?
Estaba difícil la cosa porque las mentiras llevan a muchos lados. Esas mentiras también dañan porque te dan esperanza, aunque yo siento, en el corazón, que mi hermano ya no está en esta tierra.
Estoy mal, destrozada, hecha mierda, porque no sé lo que va a pasar ahora. Influye mucho que no tengamos plata, que seamos pobres y por eso nos han mirado mal.
No sé de qué lado está la justicia, estoy pensando que hasta los jueces fueron arreglados. Ya no me queda corazón, me brotan solas las lágrimas al pensar en lo que aconteció y me pongo así de nerviosa.
Dijeron que mi hermano se drogaba y eso es mentira, tenía 22 años pero era un niño y además enfermo ¿De dónde iba a sacar para andar comprando drogas? Eso lo concluyó la fiscal porque escuchó un par de comentarios mal intencionados y no se molestó en investigar bien.
¡Mi hermano no era fumador de drogas ni aspirador de encendedores!
Los jueces les creyeron – a los ex carabineros – que a mi hermano lo habían soltado por ahí, a la entrada del desierto. Tenían las pruebas de sus mentiras, sabían que al principio negaron la detención y adulteraron los papeles, pero igual les creyeron. ¿Qué están esperando? ¿Quieren que encontremos el cuerpo con los ojos abiertos y se lo pongamos en frente para entender que decimos la verdad?
Hoy los secuestradores de mi hermano están libres y a José nadie lo está buscando ¿Cómo voy a creer en la justicia?
Fuimos a todos los lugares donde nos decían que estaba. Una vidente nos contactó y nos dijo que mi hermano se había mostrado en la salitrera Humberstone, en una muralla blanca donde había un montículo de tierra. Que íbamos a meter la pala y lo íbamos a encontrar. Nos fuimos en un bus, recorrimos todo el desierto y no encontramos nada.
¿Qué vamos a hacer ahora para buscar a mi hermano? ¿En quién vamos a confiar?
En el proceso nos demostraron que son capaces de todo para cubrir sus delitos. Me pongo en el caso de que encontremos el cuerpo de mi hermano y me da terror, porque creo que hasta en la morgue pueden adulterar la información para proteger a los pacos. Tengo miedo porque cualquier cosa puede pasar de ahora en adelante.
¿De las niñas de Alto Hospicio? Claro que me acuerdo. Algunas eran mis compañeras de curso. Con ellas pasó lo mismo, los pacos dijeron que se habían arrancado de la casa porque eran pobres, que las habían visto en Perú prostituyéndose, cuando la verdad era que todas habían sido violadas y asesinadas aquí, en la pampa.
Culparon de todo al sicópata y nunca dijeron que los carabineros de Hospicio usaban las patrullas para llevarse a las estudiantes el colegio Eleuterio Ramírez – donde estudiaban seis de las adolescentes asesinadas – a las fiestas que hacían en el patio de la comisaría, donde bailaban y bebían alcohol con niñas de entre 12 y 17 años . Tampoco dijeron que los pacos que aseguraron en tribunales que las niñas se habían arrancado a otro país, eran los mismos que nos ofrecían llevarnos al colegio en sus autos particulares. Es verdad que el sicópata andaba en un auto blanco, pero también es verdad que había un carabinero que andaba en otro auto blanco y todo el tiempo nos ofrecía llevarnos.
Yo lo sé, porque fui a esas fiestas y tuve que quitármelos de encima. Esos seis pacos que declararon, eran los mismos que carreteaban con nosotras, además del suboficial Arriagada. Él – Arriagada – cada vez que me encontraba en la calle me decía “¿Cachito para dónde vas, te llevo?” Yo tenía como 12 años, pero recuerdo perfectamente sus caras y sé que lo más probable es que hayan tenido algo que ver con la desaparición de las niñas.
Me da vergüenza ser chilena, vivir en este país ya no es nada para mí porque me desilusionaron completamente. Nos conformábamos con que les dieran 15 años – a los cuatro ex carabineros –, esperábamos moralidad.
Me pongo a pensar en que no quiero hacer justicia con mis manos, no me faltan ganas, pero no quiero ensuciármelas con los que asesinaron a mi hermano; porque eso es lo que son, asesinos y delincuentes.
Van a estar libres, pero tendrán que pasar presos en sus casas porque la gente ha visto nuestro dolor. Han visto a mi padre desesperado rasguñando la tierra del desierto. No va a faltar el que quiera hacer justicia, por nosotros y por mi hermano que no alcanzó a despedirse de su familia.
Hay mucho dolor, muchas preguntas ¿Qué pasó por la cabeza de esos jueces? ¿Qué pasó con la investigación de la fiscal? ¿Qué pasó con todas pruebas que se juntaron y con las declaraciones que se dieron en el juicio?
Llevan un año y cuatro meses sin buscar a mi hermano. La PDI fue solo una vez a mi casa, junto con la intendenta, y de ahí nada más. Ni un abrazo, ni una comprensión. Quedamos desamparados luchando como familia.
¿El alcalde de Alto Hospicio? Corrió a mi papá de la municipalidad cuando le fue a pedir una subvención para viajar a Santiago a conversar con la presidenta. Le dijo que el municipio no tenía plata para esas cosas. “Háblame al tiro y dime a qué vienes realmente”, le respondió, sugiriendo que mi padre quería plata para comprar drogas.
Mi padre no es drogadicto, es obrero, pobre, pero trabaja y no le mendiga a nadie. Todas las puertas que ha tocado, toda la ayuda que ha pedido, solo ha sido para buscar a mi hermano. Pero se cerraron las puertas y desaparecieron las fuerzas. Nos quedamos solos.
A mí, Carabineros me sacó la contumelia por andar buscando a José. Un amigo, que tenía un auto sin parachoque, nos llevó a recorrer las calles de Iquique para ver si encontrábamos a mi hermano. Íbamos con mi esposo y mi hermana que llevaba a su hija de un año en brazos. Nos pararon en el centro, les llamó la atención el auto, pidieron los documentos y comprobaron que estaba todo en orden. Cuando les dijimos en qué andábamos, comenzaron a ponerse choros; me dijeron “¿Qué hermano, el drogadicto ese, José Vergara?”.
Nos pegaron. Intentaron esposarme y mi esposo intentó defenderme, yo también me defendí. Para que nos ayudaran, comencé a gritar que era la hermana de José Vergara y que querían hacerme lo mismo que a mi hermano, pero nadie nos ayudó. Después llegaron como 20 pacos más y nos llevaron a la comisaría. A mi hermana la amenazaron, le dijeron que si se bajaba del auto le iban a quitar a su hija y la llevarían al Sename.
Nos tuvieron todo el día y toda la noche en la primera comisaría de Iquique. Yo tenía el cuerpo cubierto de golpes pero en el hospital se negaron a registrarlo y, para que no pudiera demandar a los pacos, extendieron un certificado solo por lesiones leves.
Cuando estaba en la celda llamaron al general Fernando Petit y lo pusieron en alta voz. Él los agarró a garabatos, les dijo “Cómo chucha se les ocurre detener a estas personas sin motivo si estamos hasta el cogote con los cuatro huevones que detuvieron a José Vergara”. Después nos ofrecían café y nos fueron a dejar a la casa.
Por el tema de las niñas en Hospicio hubo abuso de poder y por el tema de nosotros también ¿Qué más nos falta?
No sé qué haremos ahora para que nos escuchen, pasan tantas cosas por mi cabeza. Queremos pedir ayuda al extranjero, tal vez ahí sí nos crean. Hemos pensado en salir del país y denunciar que mi hermano es un detenido desaparecido en democracia, que hubo un secuestro calificado y que con este veredicto se está dando vía libre para que los agentes del Estado puedan desaparecer a cualquier ciudadano con impunidad.
Trato de entender a la justicia y quedo hundida en un hoyo. Esto arruinó mi vida por completo, ¿Por qué no quieren decir dónde está mi hermano? Tengo ganas de estrangular a los pacos para que hablen, pero sé que no se puede.
Es como una pesadilla, quiero despertar, ir al juicio y escuchar a los jueces decir que están con los humildes, con los que más necesitan justicia y no con los ladrones y asesinos.
Espero que a estos jueces no les pase lo mismo que al mayor Mauricio Cadena. Él no nos creyó cuando fuimos a pedirle ayuda el 23 de septiembre de 2015. Ahora, en el juicio, se puso a llorar y dijo que estaba arrepentido de haberle creído a los funcionarios y no a mi familia, pero era tarde.»
Nota de la periodista:
Los ex carabineros involucrados en la desaparición de José Antonio Vergara Espinoza son Carlos Alberto Valencia Castro, Ángelo Antonio Muñoz Roque, Abraham Ruperto Caro Pérez y Manuel Jesús Carvajal Fabres. Todos ellos estuvieron en prisión preventiva por dos años y fueron liberados el 3 de abril de 2018, a la espera del fallo que se leyó hoy en el Tribunal Oral en lo Penal de Iquique.
La decisión de los jueces Juan Ibacache Cifuentes, Franco Repetto Contreras y Carlos Contreras Velásquez. Fue absolver a los acusados de los delitos de secuestro calificado y falsificación de instrumento público. Únicamente se les condenó, por detención ilegal, con la siguiente pena: Carlos Valencia 300 días presidio, Ángelo Muñoz y Abraham Caro a 200 días y Manuel Carvajal 41 días.
Las penas fueron remitidas y consideradas como cumplidas durante la prisión preventiva, motivo por el cual todos quedaron en libertad y con omisión de antecedentes.
El abogado de la familia Vergara, Matías Ramírez, dijo que apelará a la decisión del Tribunal, que deja en completa impunidad la desaparición forzada de José Vergara, y que presentará un recurso de nulidad dentro de los próximos 10 días.
¡Justicia para José Vergara!
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