CARTA ABIERTA A AMPARO BELLOCH
CARTA ABIERTA A AMPARO BELLOCH
Apreciada Amparo Belloch, le escribo esta carta porque estoy indignado, pero no indignado de enojo, que también, sino indignado por el arrebato de la dignidad al que estamos sometidos la mayoría de profesionales de la psicología en este país. Muchos no sabrán porque me dirijo a usted en especial, les responderé que usted es la presidenta de la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología, que para quien no lo sepa es la asociación o más bien dicho el “lobby” que “corta el bacalao” de la Psicología dentro del ministerio de sanidad.
Me gusta hacer una analogía de la psicología con otra profesión con la que tenemos mucho en común: la odontología. Parece que la población tiene muy claro cuál es el papel de un odontólogo que trabaja en la sanidad pública, la intervención (extirpar piezas, revisiones…) y en la privada, los tratamientos (empastes, prótesis…). Exactamente lo que ocurre en la psicología, aunque desconocido por la mayoría.
¿Alguien se imagina que la minoría de odontólogos que trabajan en la pública fueran los que regularan la situación de sus compañeros que desarrollan su labor en la privada? ¿O que los dentistas se mataran entre ellos para entrar en la sanidad pública? Parece ser que en la psicología es lo que ocurre, el lobby de psicólogos clínicos que representan a unos 2.000 profesionales regula la situación legal de unos 44.000 psicólogos colegiados.
Hoy no vengo a reprocharle lo vergonzoso que me parece que haya tan solo 130 plazas para unos 4000 candidatos, ni que en la residencia PIR (Psicólogo Interno Residente) no se forme a los estudiantes en terapia, ni que en la sanidad pública no se haga psicoterapia, ni que se priorice el tratamiento farmacológico con intervenciones psicológicas de 20 minutos una vez al mes (con suerte), hechos que me parecen absolutamente deleznables. Hoy vengo a reprocharle que su lobby de Psicólogos clínicos, en lugar de ocuparse de dignificar nuestra profesión dentro de la sanidad pública, que es lo que le atañe, esté intentando dejar en la ilegalidad al resto de profesionales para asegurarse que no habrá competencia para ellos en la práctica privada.
Estoy harto de medidas como la de Psicólogo General Sanitario que, más que regular volverá a dejar al margen a muchísimos profesionales, medida que solo regulará de forma indirecta, ya que obligará a todas las consultas a inscribirse en el registro ante la amenaza de que los psicólogos que las llevan no puedan seguir ejerciendo. Curiosamente bajará el número de suspendidos en el examen PIR ya que para presentarse van a pedir haber hecho previamente el máster de Psicología General Sanitaria, máster en el que solo se podrá dar cabida a aproximadamente 700 alumnos en todo el Estado y, teniendo en cuenta que los que los que se presentan al PIR son alumnos recién salidos de la carrera, está muy claro que bajará el número de aspirantes y, a la vez, aumentará el porcentaje de admitidos. Por tanto será una forma de maquillar el problema de las insuficientes plazas de residente. Medida ante la que el colegio oficial de psicólogos (al menos el de mi comunidad autónoma) nos pasa la información a cuentagotas, “a medida que la van teniendo”, siendo ellos los que la están creando, ¿o no? ¿O quizás vuelven a estar ustedes detrás?
Curiosa anécdota que me han contado compañeros que han acudido a examen, que los estudiantes del MIR de medicina salen abrazándose y celebrando y los del PIR de psicología salen cabizbajos y arrastrando los pies.
Para más inri parece ser que los que también tienen un papel destacado en otros estamentos fuera del lobby de la psicología clínica, como son profesores universitarios, dirigentes del COP y figuras destacadas de la profesión que podrían cambiar las cosas, están demasiado ocupados vendiéndonos sus formaciones de máster e intentándose llevar bien con los psicólogos clínicos para ver qué beneficios obtienen. O lo que es lo mismo, lucrándose de esta desregulación total de nuestra profesión.
También le diré que nunca he pasado por el aro, jamás tuve intención de hacer ni pienso hacer el PIR, no voy a pasar por su aro de trabajar en una sanidad pública donde no se puede ofrecer un servicio de calidad a los pacientes, por muchos 1000 euros al mes que nos ofrezca durante la residencia y que parecen ser el cebo de muchos aspirantes.
Mi dignidad, esa que nos intenta arrebatar a diario, no tiene precio.
PD: Espero y deseo que en su quehacer como presidenta de la asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología se acuerde del interés de la mayoría de profesionales y, en última instancia de los pacientes, que son los verdaderos afectados de esta desregulación.