Cambio climático, escasez y migraciones. Un ejemplo de lo que se nos viene encima

Por Enrique Seijas. ATTAC Acordem

A la cordillera del Himalaya se la conoce también como el tercer polo por las enormes reservas de agua que atesora en sus 15.000 glaciares. Se estima que sus reservas de agua helada están en torno a los 600.000 millones de toneladas o, según otros estudios, el equivalente a unos 12.000 kilómetros cúbicos.

Estos datos absolutamente extraordinarios no han representado ningún problema para las poblaciones del entorno hasta que el cambio climático de las últimas décadas ha empezado a alterarlos de forma significativa. En las últimas cuatro décadas, debido al aumento de la temperatura en la zona, como consecuencia de la deforestación y de la contaminación producida por los procesos de industrialización, de la utilización de combustibles fósiles, del tráfico masivo, la ganadería intensiva y de todas esas cosas de las que los científicos,  que no están al servicio de las empresas contaminantes, nos hablan constantemente, los glaciares del Himalaya han perdido el 25% de su masa y desde el año 2000 la pérdida se estima que es de medio metro de grosor cada año.

El descenso de la cantidad de hielo en el Himalaya podría tener serias consecuencias porque, aparte de que puede romper los lagos glaciares que contribuyen a regular el deshielo estacional, puede reducir significativamente la cantidad de agua disponible para el consumo humano, el riego de las extensas zonas agrícolas que dependen de ella y para la producción de energía hidroeléctrica.

Hay que tener en cuenta que la mayoría de los grandes ríos del mundo nacen en el Himalaya y que son fundamentales para la supervivencia de los dos países más poblados de la Tierra: India y China. Para hacernos una idea de la dimensión del problema, conviene tener en cuenta que:

El rio Ganges acoge en su cuenca a más de 600 millones de personas, el 43% de la población de la India y que de él depende el 40% de su PIB. Junto al rio Indo, suministra el agua necesaria para que la gran llanura Indogangética, (más de 700.000 Km2 de tierras fértiles y cultivadas) puedan seguir proporcionando alimentos a la India, Pakistán, Cachemira y Bangladesh.

El rio Indo riega una parte de China, India y Pakistán, el rio Brahmaputra riega India y Bangladesh, el Rio Yangtsé y el rio Amarillo riegan más de 2.500.00 km2 del territorio de China, el rio Mekong proporciona su agua a China, Birmania, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam. Además todos estos rios forman parte del sistema de comunicación y transportes de personas y mercancías de esos territorios. Y estos son solo los ríos más grandes, pero en el Himalaya nacen otros ríos que dejan pequeños a los grandes ríos europeos.

Si ahora consideramos que la población de solo dos países, China e India es de 2.780 millones de personas y que si añadimos la del resto de los países que he mencionado como beneficiarios de las aguas de esos ríos, la población total de la zona alcanza la cifra de 3.406 millones de personas o lo que es lo mismo, el 44% de la población mundial actual, deberíamos empezar a preocuparnos por los efectos que el deshielo de los glaciares del Himalaya tendrá sobre la capacidad de supervivencia y sobre la calidad de vida de cientos, tal vez miles de millones de personas que se pueden ver forzados a emigrar.

Por otra parte, el deshielo no es el único factor que puede forzar migraciones en el próximo futuro. La elevación del nivel del mar, según el estudio realizado por científicos que colaboran con “Climate Central”, organización dedicada a la investigación sobre los impactos del cambio climático, puede provocar el desplazamiento de más de 300 millones de personas en los próximos 30 años. El Delta del Ebro y determinadas áreas de la provincia de Huelva, en España; 14 ciudades costeras, entre las que se encuentran Nueva York, Boston y Miami; El delta del rio Pearl en China, amplias zonas de Bangladesh, Vietnam, Tailandia, Filipinas, Japón e Indonesia, además de muchos pequeños Estados insulares, podrían resultar inundados temporal o permanentemente, obligando a sus poblaciones actuales a abandonarlos.

Otros fenómenos vinculados al cambio climático, como la deforestación, la desertización o la tala descontrolada en la Amazonia y otras zonas selváticas, también pueden provocar grandes movimientos migratorios.

Pero el riesgo que comportan todos estos fenómenos, no se agota con lo dicho antes. Si llega a producirse el desastre del Himalaya y el agua se convierte en un bien muy escaso en los países afectados, los conflictos armados entre ellos serán inevitables. El agua ya es, en estos momentos, una de las causas del interminable conflicto de Cachemira, entre India y Pakistán, porque en Cachemira nacen, entre otros, varios de los afluentes del rio Indo.

Hablar de estos temas es como sacar cerezas de un cesto. Cachemira me lleva a recordar los conflictos armados activos actualmente en el mundo, a los que creo que merece la pena dedicar un breve comentario, no solo porque también están provocando migraciones masivas, sino porque son un anticipo de las guerras que se pueden producir en el futuro próximo a causa de la escasez de algunas materias primas o minerales de alto valor estratégico para la industria moderna.

Hoy están en guerra Camerún, Etiopia, Sudán, Mozambique, la República Democrática del Congo y República Centroafricana, entre otros países africanos. Prácticamente, todos los países africanos son exportadores de materias primas, pero ninguno de ellos fabrica armamento. Son los países desarrollados necesitados de esas materias primas los que realmente están en guerra utilizando como mercenarios a los diferentes ejércitos autóctonos.

En Oriente Próximo, están en guerra Israel, Palestina, Siria, Irak y Yemen. Las causas expuestas suelen ser de tipo geopolítico, pero detrás de esa cortina de humo, siempre está la extracción y transporte de gas y petróleo alrededor del mundo.

Podríamos citar también los conflictos larvados de Ucrania y Venezuela, pero sería reiterarnos en los mismo.

El coltán, litio, grafito, cobalto, cobre, aluminio, níquel y los 17 elementos que integran el grupo de las mal llamadas tierras raras, son en su mayoría escasos y estratégicamente necesarios para la industria del futuro. Hoy ya son la causa de guerras sangrientas y de millones de desplazados. Sirvan a título de ejemplo los casos mas conocidos, como el del coltán, los diamantes y el oro en África, el gas y el petróleo en Oriente próximo y las guerras por el control de las estratégicas rutas exportadoras del Golfo de Adén y el Mar Rojo, que arrasan actualmente a Sudan, Etiopia y Yemen, Yibuti y Somalia.

A muchos de los que viven en Europa, Estados Unidos y en el resto de los países ricos de la Tierra les preocupan las oleadas de emigrantes que cruzan el mediterráneo o la frontera mejicana con los Estados Unidos, el mar Rojo, Venezuela, Siria, Irak, Yemen, Afganistán, Etiopía, Sudan del Sur, Nigeria o la República Democrática del Congo, por citar solo algunos de los flujos migratorios más intensos de la actualidad. Total, unos 70 millones de personas desplazadas.

La miopía de los extremistas políticos de derechas, de los extremistas religiosos y de la amplia gama de personajes racistas y xenófobos que hoy ocupan posiciones de poder y que están tomando decisiones políticas, les impide ver la inevitabilidad de lo que se avecina. Los nacionalismos nos invitan a levantar murallas para protegernos. Los grandes poderes económicos no quieren renunciar a sus privilegios.  Pero si no somos capaces de forzar un cambio radical del actual sistema político-económico, basado exclusivamente en la obtención del máximo beneficio y la acumulación de la riqueza en manos de unos pocos, si no somos capaces de desmontar los sistemas ideológicos basados en la irracionalidad de las verdades únicas e indemostrables, las próximas migraciones reducirán los actuales desplazamientos de población a simples anécdotas y las guerras por los recursos naturales producirán sufrimientos a las poblaciones del planeta similares a las padecidas el pasado siglo XX

Los conflictos armados, el cambio climático y la distribución desigual de la riqueza serán la causa de los movimientos migratorios que se pueden producir mañana entre distintas regiones de un mismo país, entre distintos países de un mismo continente o entre distintos continentes del único planeta que tenemos a nuestro alcance. Nos encontraran desprovistos de medios para hacer frente a los problemas de todo tipo que se plantearan.

Se me ocurren muchas preguntas al respecto, como por ejemplo: ¿Qué podemos hacer para salvar todas esas vidas en peligro? ¿dónde podrán ir las personas que se vean obligadas a abandonar sus tierras?, ¿cómo podremos alojarlas, alimentarlas y facilitarles nuevos medio de vida?, ¿qué problemas sanitarios provocarán esos movimientos masivos? ¿Qué hacer para mantener el planeta habitable? Y solo encuentro una respuesta:

El cambio de modelo económico y político no solo es necesario, sino que también es urgente, pero no lo van a hacer ni las grandes compañías globales ni los Estados que están a su servicio ni las burocracias eclesiásticas. Y, sin ánimo de ser agorero, puedo anticipar que las consecuencias las pagaremos todos.

Fuentes:

– Fundación Aquae. El cambio climático derrite el Himalaya

-www.saber es práctico.com/demografía/países-por-poblacion-2020/

https://www.nature.com/articles/s41467-019-12808-z – 

-Las consecuencias del capitalismo. N. Chomsky y M. Waterstone

-https://ayudaenaccion.org/ong/blog/ayuda-humanitaria/conflictos-activos-2021/

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