‘Billy’, historia de un torturador
El 17 de septiembre llega a las salas de cine el documental sobre González Pacheco, policía franquista muerto el pasado año 2020 a los 73 años de edad sin ser juzgado y con cuatro medallas en el pecho.
‘Billy el Niño’ [‘Billy the Kid’] es el sobrenombre de William Henry McCarthy, forajido neoyorquino convertido en leyenda tras caer bajo las balas de Pat Garret, sheriff del condado de Lincoln (Nuevo México), y sus ayudantes el 14 de julio de 1881 a los 21 años de edad en las proximidades de Fort Summer. Pero ‘Billy el Niño’ también es el sobrenombre de Juan Antonio González Pacheco, torturador franquista muerto el 7 de mayo del pasado año 2020 a los 73 años de edad en la cama de una clínica de Madrid, sin ser juzgado y con cuatro medallas en el pecho.
Sobre el ‘Billy el Niño’ neoyorquino trata medio centenar de películas. Sobre el español, por el momento una: el documental ‘Billy’, escrito y dirigido por Max Lemcke, estrenado el pasado 12 de noviembre en la 17ª edición del Festival de Sevilla y que el próximo 17 de septiembre llega a las salas de cine.
El documental intercala testimonios de víctimas, policías, abogados, periodistas y políticos con material de archivo e imágenes de películas de ficción; el propio ‘Billy’ fue concebido como película de ficción, pero tuvo que reconvertirse en documental después de que la corporación pública RTVE, la cadena Antena 3 –propiedad de Atresmedia– y la plataforma Movistar –propiedad de Telefónica– decidieran no financiarlo, a pesar de su interés inicial. Y es que Billy no sólo es la historia de González Pacheco, también es la historia, o una parte de la historia, del franquismo, de la Transición y del actual régimen del 78, una parte de la historia por contar bien contada y que ‘Billy el Niño’ simboliza como pocos. Una historia de torturas, impunidad y medallas en el pecho.
La idea de ‘Billy’ surgió a partir del titular del artículo “La Audiencia Nacional rechaza la extradición de Billy el Niño al estar prescritos los delitos”, publicado el 30 de abril de 2014 por el diario ‘El País’.
La Audiencia Nacional fue puesta en marcha el 4 de enero de 1977, el mismo día en que fue suprimido el Tribunal de Orden Público. Además de la puesta en marcha de la Audiencia Nacional y la supresión del TOP, aquel 4 de enero el Boletín Oficial del Estado publicó la Ley para la Reforma Política, norma a través de la cual se transitó “de la ley” franquista “a la ley” del régimen del 78 “a través de la ley”, en palabras de Torcuato Fernández-Miranda, presidente interino del Gobierno franquista entre Luis Carrero Blanco y Carlos Arias Navarro, presidente de las Cortes aquel 4 de enero de 1977 y uno de los franquistas más próximos a Juan Carlos I, que el 31 de mayo de aquel año le nombró duque de Fernández-Miranda.
En vísperas de la abdicación de Juan Carlos I –el anterior jefe del Estado renunció a la Corona el 18 de junio de 2014–, la Audiencia Nacional rechazó la extradición de González Pacheco arguyendo que los 13 delitos de torturas por los que Argentina lo reclamaba no podían ser considerados “de lesa humanidad” –un tipo de delito que no prescribe– y que por ello, al haber sido cometidos entre 1971 y 1975, ya habían prescrito.
En pleno franquismo, González Pacheco ingresó en la Brigada Político-Social –integrada en el Cuerpo General de Policía, la policía secreta–, donde destacó por ser la mano derecha del jefe de la BPS, el comisario Roberto Conesa –otro conocido torturador–, y por las palizas y los malos tratos que infligía a los disidentes políticos durante los interrogatorios. Cuando, en la Transición, la BPS fue sustituida por la Brigada Central de Información –y el Cuerpo General de Policía se transformó en el Cuerpo Superior de Policía, en el que se integró la BCI–, ‘Billy el Niño’ fue ascendido a inspector de la propia BCI. Ya en el régimen del 78, fue trasladado de la policía secreta a la Comisaría General de Policía Judicial, y poco después dejó la policía para dedicarse a diversos y suculentos negocios relacionados con la seguridad privada.
De sus cuatro medallas, una le fue impuesta en el franquismo –en 1972–, otra en la Transición –en 1977, el mismo año en que le fue concedida la Cruz al Mérito Militar, una condecoración normalmente destinada a militares– y las otras dos ya en pleno régimen del 78 –en 1980 y 1982–. Las cuatro medallas aumentaron su pensión más de un 50% y ninguna de ellas le ha sido retirada, ni en vida ni siquiera tras su muerte.