¿Qué más se puede decir de una entidad colonial que busca el exterminio de todo un pueblo en sus propias tierras?

Mucha gente ha resuelto atarse piedras sobre el estómago por la noche para aguantar el dolor del hambre que padecen.

Todo esto mientras periódicos como Haaretz publican crónicas aberrantes de cómo los soldados de la ocupación preparan festines en las casas de las que han expulsado a sus dueños.

 Las madres aún en puerperio se ven obligadas a introducir dátiles en la boca de sus recién nacidos para mitigar el llanto provocado por el hambre, ya que su leche se ha secado por falta de nutrientes.

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