
[Audio] Presentación y entrevista sobre el libro “La huelga más larga” de Manolo Cañada en Badajoz
Manolo Cañada
Manolo Márquez
Kaos. Extremadura
AUDIO DE LA ENTREVISTA EN RADIO
Nosotras las personas 2011-12-20
Miércoles 21 de diciembre de 2011
Duración aproximada : 01:00:00
![]() |
nosotras_2011-12-20.mp3 NosotraslasPersonas2011_12_20.MP3 50.5 MB |
Luchas y busquedas por los derechos sociales más allá de territorios, más allá de organizaciones y grupos. Conducido desde Canarias para todos los mundos por las gentes de Baladre y Radio Pimienta.
Esta semana en Nosotras las Personas viajamos a Mérida para entrevistar para a Manolo Cañadas y en la sección de Puntos de Información sobre los DDSS nos vamos al Pirineo con Armand, de la mano del compañero Mariano.
Finalizamos como cada semana con la sección de Zambra con la distribuidora y el acercamiento desde la historia al movimiento social 😉
Esperamos que pases una buena hora con Nosotras, nos vemos en las kalles!!!!!!
Web relacionada: radio social y comunitaria del norte de tenerife
Recuperamos una entrevista del amigo Manolo Cañada, donde queda claro que es un hombre de palabra, un extremeño de verdad y no un falso extremeño, de esos que ni aman a su clase y mucho menos a su tierra. En el 2005 nos dijo, que escribiría sobre la huelga de yesero y aquí tenéis el libro, disfrutar recordando, aprender leyéndolo y poner en práctica lo que es sea útil para las nuevas luchas. Este texto servirá para recordar a hombres de una pieza, extremeños y comunistas como Joaquin y a otros luchadores de esos de los que no hablan en los libros de la historia oficial de los vencedores.
Manel Márquez
Historiador y fundador de Kaosenlared

Desde que dejó su tarea política, Manolo ha pasado, como muchos otros, a engrosar las listas del paro, se ha sumado a la vida del común de la gente. Cañada dice que está tranquilo y contento con su decisión, no siempre bien comprendida. Aunque la mayoría asociamos la palabra política al poder, él prefiere definir la política como lucha. Todo lo demás es lo que la gente rechaza: el político profesional, algo que ha aprendido a repudiar.
Dedicado a sus estudios de Educación Social en la UNED, una carrera que le gusta porque le permitirá trabajar con colectivos marginales, Manolo Cañada no ha abandonado del todo la causa de la izquierda. Afirma, incluso, que se fue de IU y de su escaño en la Asamblea para poder seguir siendo un verdadero comunista. En respuesta a los que dicen que se está volviendo un poco anarquista, se define a sí mismo como » un comunista en la CGT y un libertario en el PCE».
Manuel Cañada ha vuelto a ser noticia estos días porque sus compañeros de IU Mérida, sus amigos y simpatizantes le están preparando un homenaje coincidiendo con el 14 de abril, Día de la República. Se trata de un acto sencillo con música y poesía para reconocer el trabajo realizado, su compromiso político y humano. Además, no puede llegar en mejor momento porque, para este verano, Cañada planea irse a Madrid, donde intentará trabajar como educador social con inmigrantes o grupos marginados.
Manuel Cañada deja Extremadura sin rencores, no quiere irse con mal sabor de boca. Dice que esta tierra le ha dado la oportunidad de haber formado parte de la lucha de la gente, de haber vivido, por ejemplo, la huelga de los yeseros, la de los trabajadores de la Corchera en Mérida o la del arroz en Don Benito, muchas pequeñas historias inolvidables que conoció y que quiere plasmar ahora por escrito, para que no se queden en el olvido. La escritura es otra pasión que ha descubierto recientemente. Más pasiones son: su hija Carmen, su compañera Nela, su gato Yogüi, las novelas de Saramago, las charlas con los amigos y el gusto por el buen cine.
Manuel Cañada quiere estar cerca de la gente y lo más lejos posible del poder. Militante activo del Foro Alternativo de Extremadura, ha viajado a Florencia y París para conocer el Movimiento de Movimientos: el Foro Social Europeo. Defiende la lectura de los clásicos: Marx, sin ir más lejos. Y en todo caso, Manolo sabe que, irremediablemente, como escribiera Althusser, «un comunista nunca está sólo».
Ha pasado ya algún tiempo desde que dejaste tu cargo de Coordinador General del IU Extremadura y tu escaño en el Parlamento Extremeño. Algunos se preguntarán
PF.- ¿Qué ha sido de Manuel Cañada? ¿A qué se dedicará ahora que ha dejado la política activa?
MC.- Poco tiempo después de dejar mi cargo me hicieron una entrevista para una agencia de noticias y dije «ahora he pasado a engrosar las listas del paro». Bueno, lo que he hecho es sumarme a la vida del común de la gente, ya que el paro y la precariedad es una condición laboral demasiado común, en ella se encuentran millones de trabajadores en España.
Sin embargo, esta etapa no la estoy viviendo de forma estresante. No, estoy muy tranquilo. Me he dedicado desde entonces a estudiar. Estudio «Educación Social», una titulación de creación muy reciente que tiene mucho que ver con lo que se llamaba hasta ahora «Trabajo Social». Es una ocupación similar, pero con un sesgo educativo, pedagógico, si se quiere. Al mismo tiempo es social porque está orientada a trabajar con colectivos marginados o con problemas de integración. Ahora estoy a caballo entre 2º y 3º de educación social.
Aprovecho el desempleo para acabar cuanto antes y ponerme a trabajar en esto, que es lo que más me interesa. Ha supuesto un esfuerzo para mí porque hacía 24 años que no estudiaba. Yo siempre he leído mucho, pero estudiar es algo más sistemático, que tal como está concebido todo, tiene más que ver con la memoria que con el desarrollo de las artes de la inteligencia. He aterrizado bien en la UNED. Tengo un grupo de compañeros con los que me siento muy a gusto.
PF.- Hay que especificar que Manuel Cañada ha dejado los partidos, pero no ha abandonado del todo la política, ya que sigue estando en los movimientos sociales y en algunas organizaciones: perteneces al Foro Alternativo de Extremadura, tienes contactos con las gentes de Baladre, los Ecologistas en Acción, la CGT…
MC.- Claro. Lo primero que hay que saber es ¿Qué entendemos por política? ¿Qué es la política? El significado más común que le da a esta palabra cualquier persona de las que están ahora con nosotros aquí, en el bar, sería asociar la política al término «poder». Esa es la concepción de política más frecuente, y, precisamente, la que no me gusta, aunque haya participado de ella de alguna manera, pero me parece que es lo que la gente rechaza y lo que yo repudio más. Porque una cosa es la lucha política y otra bien distinta es buscar el poder.
A un compañero le he comentado recientemente que para que pueda contar conmigo en alguna causa, tendría que tener un 80% de lucha y apenas un 20% de poder. Aunque yo sé que en la vida no hay nada completamente puro y que las luchas más altruistas siempre llevan aparejada una «mijita» de poder y de malicia. El otro día me decía otro amigo que hay dos cosas que los niños no pueden ver: como se hacen las salchichas y como se hace la política. Hoy día la política tiene un descrédito muy grande.
Se ha convertido en algo propio de especialistas, se ha secuestrado de la gente. A ella se dedican los abogados y los profesores. Un trabajador corriente es raro que esté dentro del mundillo político. Hoy la clase obrera ha sido expulsada de la política. Esta concepción es la que yo repudio y es demasiado común, incluso en Izquierda Unida. Desgraciadamente mucha gente de IU comparte también esa forma de entender la política y su primer partido es la nómina. Yo me siento benditamente exiliado de esa política.
PF.- Después de lo que acabas de decir, ¿podríamos afirmar que el futuro de la izquierda alternativa, más allá de IU, más allá de los partidos políticos, puede estar en los movimientos sociales?
MC.- Hay nuevas formas de expresión política que están creciendo en nuestra sociedad. Mi ruptura con una forma tradicional, digamos, de hacer política, ha coincidido con el nacimiento de unas formas de participación política diferentes, de otra manera: el Movimiento Antiglobalización.
Este movimiento se basa en la participación de la gente, en la reivindicación y la lucha desde modos de expresión nuevos e imaginativos. Mi rechazo de la política al uso se produjo después de mis viajes a Florencia y Saint Denis para participar en las reuniones del Foro Social Europeo, el origen de todo lo que fue el Movimiento Contra la Guerra de Irak. Han sido dos años intensísimos de lucha en la calle que yo he vivido de forma muy especial. Porque existen dos principios intocables en el sistema: la Democracia Representativa y la Economía de Mercado. Bien, pues, para mí, los dos hay que tocarlos. La primera tiene unas limitaciones enormes.
De hecho, en el último referéndum de la Constitución Europea el 60% de los españoles no se ha tomado siquiera la molestia de ir a votar. El segundo, la Economía de Mercado, tampoco es, para nada, perfecto. Son dos dioses que hay que bajar de los altares. El Foro Social, la Banca Ética, la Renta Básica, los medios de comunicación electrónicos, como este periódico en Internet, son pequeñas revoluciones que, sumadas, están abriendo las formas de expresión política a esferas más amplias de la población.
PF.- Manolo, hay quien dice de tí que después de tantos años de ser un disciplinado político comunista, ahora, te estás volviendo un poco anarquista, un pelín libertario…
MC.- Bueno, yo espero que quienes dicen eso, al menos lleven 25 años con el carnet del PCE en el bolsillo y hayan sido capaces de soportarlo sin que les queme. Ingresé en el Partido Comunista a los 17 años, voy a cumplir 43, y sigo en el mismo sitio. Pero, a mí no me da miedo que me llamen anarquista, me daría más miedo que me llamaran otras cosas. A veces, en broma, le he dicho a algún compañero que me sentía retratado con una expresión que utilizaba Alfonso Carlos Comín en los primeros años de la transición democrática.
Comín era cristiano y del PCE. Escribió un libro que se titulaba «Cristianos en el partido, comunistas en la Iglesia». Pues bien, yo tengo a veces una sensación similar, me siento «comunista en la CGT y libertario en el PCE», y no tengo ningún pudor en reconocerlo. Sé que eso tiene serios inconvenientes, porque significa estar, muchas veces, en tierra de nadie. Por otra parte, en España, después de la Guerra Civil, ha habido un desencuentro histórico entre comunistas y anarquistas. Cada vez que unos y otros se reúnen, acaban hablando del 36 y parece que la historia terminó en La Batalla del Ebro.
Pero, después de Chomsky, que es un pensador anarquista que utiliza instrumental marxista o de Negri, que es un marxista que utiliza instrumental libertario, con el Movimiento Antiglobalización, que está siendo capaz de asumir elementos procedentes de todos esos pensamientos diversos, creo que ya es hora de empezar a encontrarnos.
En todo caso, quienes dicen que yo me he vuelto anarquista es porque son ellos los que están dejando de ser comunistas, tienen una visión socialdemócrata y puramente institucional que no tiene nada que ver con el verdadero comunismo, que siempre ha sido la lucha de clases, no la lucha de cargos. Yo soy consciente de que tomé dos decisiones que fueron especialmente pecaminosas: Abandonar un cargo público y abandonar Comisiones Obreras. Eso ni se me ha perdonado, ni se me va a perdonar. Yo, cuando he tomado esas dos decisiones, lo he hecho de forma muy meditada y las he adoptado, precisamente, para seguir siendo comunista. Por mucho que parezcan dos blasfemias, sólo desde la heterodoxia se puede seguir llamando hoy uno comunista sin vergüenza propia.
PF.- En esta nueva etapa de tu vida has desarrollado una nueva pasión, la escritura. He leído textos tuyos de todo tipo: desde ensayos sobre Marx, hasta lecturas del feminismo, la ecología, la publicidad alternativa, literatura… Algunos políticos acaban siendo columnistas. Creo que ese no será tu caso.
MC.- Yo no voy a quedar para columnista, de ninguna de las maneras. Una de las cosas que me ofrecieron, hace unos meses, era participar en una tertulia de la radio y dije que no. Entre otras cosas, porque me vería obligado a hablar de temas de actualidad política regional y no me apetecía nada. Sí, tengo que decir que a mí me gusta cada día más escribir. Es una afición que he descubierto ahora. Porque el comunismo te lo encuentras donde menos te lo esperas, y, a menudo, en la literatura.
Por ejemplo, tiene más comunismo tu artículo sobre los «Gatos de Morerías», que publicaste en este mismo periódico, que muchas de las mociones y contramociones institucionales que se presentan desde IU. Hay que poner el mundo boca arriba y tirar de la manta. No podemos consentir que, lo que es la esencia del comunismo, la rebeldía, otra concepción más valiente de la vida, sea reducido a la política al uso. Últimamente yo también he escrito cosas, he comprobado que tengo intereses por temas muy diversos.
Desde la publicidad alternativa hasta la relectura de los clásicos, pasando por la Renta Básica, el Movimiento Ecologista… y me voy dando cuenta que mi forma de militar es, cada vez más, escribir. No porque yo tuviera pensado dedicarme a ello. Desviándome de los caminos he llegado a la escritura. Voy a escribir sobre la huelga de los yeseros en Extremadura hace 15 años, una lucha en la que yo también participé.
Escribiré también sobre la huelga de la Corchera en Mérida y sobre la del arroz en Don Benito, ambas en los años del franquismo. Hay muchas pequeñas historias que he vivido y tengo la obligación moral de contar para que la lucha de tanta gente no se quede en el olvido.
PF.- Alguien como tú, que tanto ha luchado por Extremadura, ahora ha decidido marcharse de esta tierra. Te vas este verano a buscar trabajo a Madrid ¿Piensas que la región ha sido ingrata contigo o por el contrario te vas sin rencores?
MC.- No, yo no creo que Extremadura me haya tratado ingratamente. No quiero irme con una sensación de exilio interior, eso sería muy triste, también sería injusto decirlo. Yo, no es que haya querido mucho a mi tierra, he querido a algunas gentes, a otros no los he querido, ni los querré. A mí me da igual lo que le ocurra a Alfonso Gallardo, por ejemplo, él no es la Extremadura que yo quiero. Si tuviera que poner en orden caras de personas que signifiquen algo para mí en esta región, habría muchas más anónimas que conocidas.
Ahora creo que he terminado una etapa de mi vida. Atarme al pasado, a los 43 años, me parecería muy triste y quiero hacer otras cosas. El motivo por el que me voy es porque me tengo que ganar la vida, y, la gran ballena ansiosa de proletarios que es Madrid, me deglutirá, como a uno más, y me dará trabajo. No me gusta nada Madrid, me parece que es una ciudad que supura violencia por los cuatro costados. Madrid, como todas las grandes urbes, está sometida al vértigo y no está hecha a la media de la felicidad de las personas, sino a la media del capital. Las grandes ciudades son ofrendas al dios de nuestro tiempo: el Dinero. Pero, a pesar de todo, Madrid tiene la ventaja de que está cerca y hay más trabajo que aquí. Estaré allí el tiempo indispensable para volver aquí cuanto antes.
MC.- Con mucha alegría. Mira que a mí, esto de los homenajes, no me gusta nada. Ya sabes que «homenaje» es una palabra que pertenece al argot de las novelas de caballería. Pero, en tanto en cuanto, se trata de una expresión de cariño, de afecto, y el afecto es el más revolucionario de los sentimientos, me ha dado una alegría enorme y me siento muy confortado.
Porque la política, como está concebida, es injusta y desagradecida, es una relación entre caníbales. Entre caníbales, no se puede pretender que haya afecto. El hecho de que haya compañeros para los que su relación no esté marcada por el interés, sólo por ese hecho, merecería la pena llevar otros 25 años más el carnet del PCE en el bolsillo.
PF.- Tras tu salida de la política, los militantes de IU te recuerdan, los simpatizantes también (no hace mucho el poeta Daniel Casado te dedicaba un artículo de opinión en este mismo periódico), los periodistas echan de menos tu vehemencia y los buenos titulares que les dabas. ¿Crees que has dejado huella?
MC.- Yo no sé si dejaré huella, porque eso tiene mucho que ver con la vanidad. Creo que al vanidoso que llevamos dentro hay que mantenerlo a raya, darle un par de bofetadas y ponerlo de rodillas. Lo que sí sé es que me siento muy orgulloso de haber formado parte de una etapa de lucha en Extremadura.
Una época en la que las palabras comunismo, rebeldía, compañero, tenían un significado para nosotros. Como te digo, no sé si he dejado huella. Uno no lucha para dejar huella, uno lucha porque no puede hacer otra cosa que luchar. Yo no lucho por altruismo, lucho porque no tengo más remedio en esta sociedad capitalista que está hecha contra el ser humano. La parte más humana de la persona es la parte comunista, todos, hasta los más supuestamente anticomunistas, tienen algo de comunista en su interior.