Así no, compañeros
Después de dividirse en tres partes, la derecha política ha entendido que permanecer separada no garantiza gobernar y ha emprendido una especie de reunificación de la peor manera posible, a las bravas, esto es, con métodos pocos ortodoxos, cuando no corruptos, como supone el llamamiento meridiano al transfuguismo hacia el PP a los militantes y cargos de Cs, así como, dando alas a los fascistas al ver que pueden llegar a gobernar sí o sí, en este caso en la Comunidad de Madrid.
Paradójicamente es el PSOE, quién en su intento de pretender reforzar a Cs, para un futuro compañero de gobierno en detrimento de UP, ha favorecido que Cs entre en descomposición, favoreciendo de esta manera a una reunificación de facto de la derecha.
Mientras la división de la derecha tiene los días contados, que serán los días que tarde Cs de Inés Arrimadas en descomponerse definitivamente, en la izquierda política nada nos hace pensar que reflexionen en cuanto a su división, ya que continúan con sus purismos ideológicos, con los afanes de protagonismo de sus dirigentes, sus cuitas personales pendientes, etc. Les pasará como a las liebres que discuten sin son galgos o podencos.
Ciertamente, la decisión de Pablo Iglesias, valiente y arriesgada, de abandonar su improductiva vicepresidencia del gobierno para encabezar un frente progresista contra la derecha trumpista en Madrid no ha sido de la mejor manera posible. De ser sincera la propuesta, cosa que no se pone en duda, una iniciativa de este calado no puede hacerse llegar a los potenciales socios a través de los medios de comunicación, máxime cuando aún están abiertas, como así reconoce el propio Iglesias, las heridas de las causas de la separación. Esta importante iniciativa que, conllevada una expresa unificación de la izquierda, aunque en lo electoral, debería haber venido con una cocina y comunicación previa a los grupos afectados para evitar susceptibilidades y no crear un sentimiento de frustración en el electorado de izquierdas que pueda ocasionar una nueva desafección en su electorado potencial. Si bien, el anuncio de Iglesias de competir en Madrid va a polarizar más aún el voto, también no es menos cierto, que había que animar a su electorado algo alicaído últimamente.
De la misma manera, el no dado a una lista conjunta por la portavoz de Más Madrid, tampoco ha sido de lo más elegante y prometedor de futuro entendimiento, al hacerlo metiendo todos los dedos posibles en los ojos del líder de la formación morada que no augura viabilidad de acuerdo si se diera el caso. En esta misma línea, hay que reseñar la postura de la líder de Anticapitalista de Andalucía, que ha aprovechado de la forma más cainita posible la circunstancia para tener algo de cancha mediática, al intentar pasar factura al todavía vicepresidente de su paso al grupo de no adscrito en el Parlamento andaluz por haber sido considerada tránsfuga junto a un grupo de parlamentarios anticapitalistas antes en Podemos.
Los unos y los otros dicen sentirse muy preocupados de que la extrema derecha pueda llegar a gobernar de la mano del PP de Ayuso en Madrid y de las consecuencias que pueda tener para el resto del país. Sin embargo, al parecer, no es suficiente para que aparquen sus diferencias y emprendan la senda de la unión que pueda evitar que la extrema derecha nominativa y la extrema derecha por vocación gobiernen la comunidad autónoma madrileña.
Todos esperamos que el sentido común, aunque a menudo sea el menos común de los sentidos, prevalezca y, en su defecto, surta efecto aquello de que no hay nada que una más que tener un enemigo común, y que los purismos ideológicos, los afanes de protagonismo y las cuitas personales pendientes en la izquierda impidan hacer frente de forma conjunta a ese poderoso enemigo común que nos traerá una impensable involución democrática.
Puño en Alto