Argentina: Romina, presa del estado patriarcal
En Argentina, en un lugar llamado Jujuy, ocurrió un caso protagonizado por una mujer llamada Romina Tejerina. Ella fue víctima de una violación, de la cual resultó embarazada. Y cuando nace su hijo, Romina lo mata tras presentar un cuadro psicótico. Fue sentenciada a catorce años por el delito de parricidio, de los cuales ya ha cumplido seis.
En marzo de este año ha denunciado una serie de ataques contra su integridad, tanto por parte de otras internas del penal, como por las autoridades del reclusorio, que le han vedado derechos como el de hacer estudios universitarios.
Al margen de todos estos acontecimientos, el violador de Romina goza de plena libertad y ni siquiera ha sido llevado a juicio. Una publicación de Indy Media Argentina añade que una fiscal utilizó como alegato que Romina «usaba polleritas cortas»; como argumentando que la responsabilidad es de ella, por provocarlo a él.  Diversas organizaciones se han manifestado a favor de la libertad y el respeto a la vida de Romina. Una de las consignas utilizadas en esta causa es «aborto libre y gratuito»; con la cual sientan la posición de que si no se le hubiese vedado a esta joven la posibilidad del aborto, nada de lo que se ha narrado hubiera pasado. 
El tema es bastante complejo y abarca muchas aristas que pocas personas se atreven a abordar, como es el del aborto, donde la Iglesia juega un papel protagónico al criminalizar a toda persona que propugne a favor de este, sea por la causa que fuere. Sin embargo, de todo lo que puede decirse un aspecto importantísimo es cómo la sociedad y el Estado, con su carácter patriarcal, promueve esta violencia. 
Muchas veces sin percatarnos, los hombres participamos de los tantos actos de violencia contra las mujeres que se viven en nuestro país a diario. Está tan arraigado desde la educación que las mujeres son el sexo débil, y que su papel en la sociedad está limitado a lo reproductivo-doméstico, que ni siquiera nos damos cuenta cuando ejercemos poder en contra de las mujeres.
La manera en que muchos ven a las mujeres en la calle -que muchas veces las intimida- es una manifestación de poder. La forma de dirigirse a ellas con frases como «princesa», «corazón», «mi amor» cuando muchas veces ni siquiera se les conoce; todas estas son maneras de ejercer poder y de violentar a las mujeres. Muy sutiles, sí, pero lo son, y cuesta darse cuenta. Estas manifestaciones de violencia, en el peor de los casos terminan en violencia física y sexual.
En el caso de Romina, no sólo sufrió violación, sino también fue violentada por las autoridades judiciales -y también de sectores conservadores de la sociedad- que la han criminalizado y otorgado una sentencia -como un hecho «aleccionador» para las mujeres- y en cambio al agresor de ella no se le castiga.
Quien sabe cuantas «Rominas» existirán en Guatemala. Ojalá este caso sirva para discutir las causas de la violencia hacia las mujeres, el cual no es un tema que les competa sólo a ellas, sino a toda la sociedad y principalmente a la juventud.  Del papel de la Iglesia en estos temas también se hace necesario hablar.
Un dato curioso fue que León Gieco, autor de una canción muy utilizada por grupos religiosos: «sólo le pido a Dios», escribió una canción para Romina que dice «Vamos a bailar que yo ya te perdoné, aunque nos quemen en la hoguera como fue una vez». 
Sobre el tema del aborto, me pareció atinada una consigna, por ser preventiva y dice: «Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal, seguro y gratuito para no morir».