Argentina. Reina Maraz, condenada a cadena perpetua, sin su testimonio y sin pruebas
Se llama Reina Maraz y no habla castellano. Fue condenada a cadena perpetua por el asesinato de su marido.
Reina Maraz es oriunda de Bolivia, tiene 26 años y sólo habla en quechua. Vino a nuestro país obligada por su marido, Santos Limber, quien la maltrataba. En un principio, vivieron en la casa de la hermana de su esposo, en donde también era maltrataba por su cuñada y su suegro. Tiempo después, se mudaron a lo de un tío, y finalmente a «los hornos de Chacho». Allí su marido trabajaba en una fábrica de ladrillos, y vivían en un pequeño cuarto.
Santos tenía la costumbre de perderse por varios días con su vecino, Tito Vilcar. Limber le debía dinero a su paisano, quien se cobraba la deuda violando a Reina.En noviembre de 2010, en horas de la madrugada, apareció Tito reclamando la plata que se le debía. Fue entonces que el esposo de Maraz y el vecino comenzaron a pelearse. En aquel momento, Reina estaba esperando a su tercer hijo, y no volvió a saber más de su marido, hasta apareció enterrado en el terreno donde se encontraba un horno de barro.
Tito Vilcar fue arrestado, pero falleció antes del juicio. Pese a que no pudo declarar, el vicecónsul de Bolivia que se comunicó con él antes de su muerte, aseguró que el vecino había aceptado la culpa del asesinato. Reina también fue arrestada, pues el fiscal Fernando Celesia, consideró que ella había actuado en complicidad con el vecino para robarle mil pesos a su marido. Por eso, en el 2014 solicitó la reclusión perpetua de Maraz.
Reina Maraz no pudo defenderse en su juicio, pues comprende el castellano. Ni siquiera sabía de qué se la acusaba. Recién, luego de tres años de prisión y más de un año de reclamos por parte de la Comisión Provincial por la Memoria, pudo acceder a una intérprete.
La defensa pidió la absolución por falta de pruebas. La única prueba que tenían en contra de Reina era una cámara Gessel hecha por el fiscal al hijo de Reina, de seis años. Este procedimiento fue duramente criticado, pues el fiscal interrogó al niño como si fuera un adulto en 20 minutos, y no había especialistas en psicología infantil para realizar la entrevista.
Sin embargo, las juezas Silvia Etchemendi, Marcela Vissio y florencia Butiérrez condenaron a Reina a Cadena Perpetua.
Lo único rescatable de esta historia -por así decirlo- es que Maraz se encuentra en prisión domiciliaria, esperando que en algún momento se declare su inocencia.
Ana Eva Barla Schiavoni
http://ar.blastingnews.com/policiales/2015/07/condenada-a-cadena-perpetua-sin-su-testimonio-y-sin-pruebas-00466563.htm
Perpetua para mujer quechua que no sabe hablar castellano
Su nombre es Reina Maraz, estuvo presa con su bebé durante tres años. La condenan por ser boliviana, pobre y mujer. No habla castellano, su lengua materna es el quechua y nadie le explicó en su idioma de qué la acusan. Reina es victima no solo de la violencia machista, sino de la violencia institucional del propio Estado y de su Justicia.
Adriana Paprika
Miembro del CeProDH
Reina Maraz es inmigrante boliviana, madre y pobre. La condenan a perpetua por haber asesinado a Limber Santos, su esposo en el 2010. La defensa insistió en que no hay pruebas y que la mujer esta en una situación de vunlerabilidad.
La detuvieron en 2010. Estaba embarazada y pasó siete meses en una comisaría. Después la trasladaron a la Unidad 33 de Los Hornos, en La Plata, donde nació su tercer hijo.
Pero tuvo que esperar tres años para que le explicaran su situación, ya que no entendia porque estaba detenida. En el 2013 alguien del Tribunal Oral Criminal Nº 1 le explicará la situación procesal en su lengua materna.
El fiscal exigió la perpetua ya que argumentó que el asesinato de Limber lo realizo Reina en conjunto con Tito Vilca – un acosado que murió en prisión- para robarle mil pesos que guardaba en un zapato. El delito que le imputan es “Robo agravado por convicción de despoblado y en banda” y “homicidio agravado por estar premeditado”. Además por utilizar “el toallón a modo de porra”, por eso la condena de perpetua.
La defensa de Reina pidió la absolución porque “no hay pruebas”. El vicecónsul de Bolivia relato que en un dialogo con Tito cuando estaba preso el hombre se autoincriminaba. La única prueba solida es el tesmtimonio del niño menor de Reina que cuando sucedió el caso tenia solo 6 años y su testimonio fue sin presencia de psicólogas, sin lenguaje simbolico y duro solo 20 minutos, al caer esa prueba no hay nada solido que demuestre la culpabilidad de Reina
Ella comienza su testimonio de esta forma: “Saludo con respeto a ustedes”, en un castellano precario en la primera audiencia del juicio. Cada tanto se detenía y la intérprete traducía: conoció a Límber en Avichuca, una comunidad kichwua cerca de Sucre, en Bolivia. “Éramos hermanos de la misma religión”, dijo.
“Cuando se emborrachaba me pegaba. En el campo no es fácil vivir, solo dios sabe lo que pasa ahí”, contó. Él fue el primero en venir a la Argentina. Vino en busca de trabajo y plata pero cuando volvió a Bolivia llegó “con 25 centavos en el bolso”. El hijo menor estaba enfermo y Reina cocinaba para una feria para mantenerse. “A él no le importaba”, relató.
Reina nunca quiso venir a la Argentina, pero él la obligó: “Se llevaba a mis guaguas, yo tuve que venir”. Llegaron en 2009. Primero vivieron en lo de la hermana de Limber. Ahí, la maltrataban todos: Limber, la hermana y el padre. Ella no entendía nada: ni cómo comunicarse ni cómo cocinar. “Nosotros allá cocinamos distinto”, contó. Después se mudaron a lo de un tío y, ahí, un día “Limber se volvió loco y me quería matar”. Rompió todo lo que encontró: vajilla, ropa, todo. “Yo igual lo quería a él”, dijo con la voz entrecortada. “Si hubiera conocido una comisaría, iba”, dijo.
Más tarde se mudaron a “los hornos de Chacho”, en Florencio Varela: ahí vivían en una pieza sin baño. Límber trabajaba en la fábrica de ladrillo. Tito era un amigo con el que iban a las bailantas de Liners y con quien Limber tenía una deuda. Ella no sabe de cuánto ni por qué. Sólo sabe que su marido y Tito desaparecían varios días, se iban de gira. Una madrugada Tito llegó sin Limber y le dijo a Reina: “Tu marido tiene una deuda conmigo”. Y la violó.
Límber volvió recién a las dos de la tarde. “¿Por qué me mandaste a Tito? ¿Por qué no me avisaste lo que pasaba?”, reclamó ella. La respuesta de él fue golpearla hasta que perdió el conocimiento. El último día que vio a su marido se habian levantado a las 4 de la mañana para preparar la plata que le llevaría Límber a su hermana. Ella lo ayudó a ponerla en el zapato. En plena oscuridad apareció Tito: “Devolveme mi dinero, tengo mi mujer y mi familia”, gritaba. Y se agarraron a las trompadas. La dejaron adentro de la casa: “pelearon entre ellos, entre hombres. Esa fue la última vez que vi a mi marido”. El cuerpo apareció enterrado a un metro de profundidad en el terreno donde vivían. Tito fue preso y murió antes del juicio.
El relato de Reina demuestra dos cosas, una la realidad de miles de mujeres que padecen la violencia bestial dentro de su hogares y las nulas herramientas por parte del Estado para salir la espiral del horror. Y segundo, la respuesta del Estado y la Justicia que re victimiza a la mujer en situación de violencia.
La justicia patriarcal que condena a una mujer analfabeta con todo el rigor de la ley, sacándole todas las garantías y protecciones al ser parte de un grupo social vulnerado como mujer e inmigrante, pobre y analfabeta. La realidad de Reina es la realidad de muchas mujeres y su condena es también una condena a cualquier mujer, ya que su único delitofue ese: ser mujer y pobre.
http://ideasdeizquierda.org/Perpetua-para-mujer-quechua-que-no-sabe-hablar-castellano