Argentina: Documento de presentación del Nodo- Colectivo de coorganización militante.
Documento de presentación del Nodo- Colectivo de coorganización militante.
1. Presentación
Lo más fácil sería presentarnos con un nombre que nos identificara, una caracterización de la situación global-local que nos posicionara y un listado de principios políticos que nos definiera. Si bien es cierto que tenemos un nombre que nos identifica, que tenemos caracterizaciones globales desde las que nos posicionamos y que tenemos unos principios políticos en torno a los cuales nos agrupamos y organizamos, igualmente cierto es que el nombre, las caracterizaciones y los principios componen el resultado escueto de un proceso. Y queremos hacer también el esfuerzo por mostrar el proceso que nos condujo a este resultado parcial. Porque el nombre de un colectivo es ni más ni menos que la cifra de experiencias, historias, movimientos, grupos, personas, teorías, prácticas, discursos y acciones que para nosotrxs no deben quedar relegados en este documento de presentación.
Adelantamos, eso sí, que quienes integramos el Nodo (Colectivo de Co-organización Militante) somos personas que participamos en talleres de auto-formación, revistas autogestionadas, seminarios colectivos, bachilleratos populares, experiencias de democratización de instancias universitarias de gobierno; gremiales estudiantiles y docentes; y que transitamos, entre otros caminos, diferentes carreras de la UBA. ¿Qué tenemos en común? Que todxs somos estudiantes en tanto que, sin importar en qué nivel del sistema educativo o en qué claustro de la estructura universitaria quiera ubicarnos el orden establecido, estudiamos y nos preocupamos por problemas de nuestra cotidiana formación. Somos estudiantes porque producimos conocimiento crítico para aprehender la realidad transformándola.
Lo que tenemos en común es, entonces, que somos productorxs sociales y que nos preguntamos por el modo en que se produce socialmente: nuestro problema común es cómo organizar la producción social, tomando en manos de los propixs productorxs (es decir, nosotrxs trabajadorxs) el proceso social de producción, sus objetos, sus medios y sus productos.
De ahí que la construcción e invención del Nodo se deba, en primera instancia, a nuestra necesidad de socializar la información de las actividades en las que participamos para construir una inteligencia y acción colectivas, que sepa situarlas en un contexto más amplio. Articular lo particular y lo general, lo coyuntural y lo estructural, lo micro y lo macro, permite enriquecer el trabajo en cada grupo específico y explicitar el grado de autonomía relativa que le es inherente a todo fragmento de la realidad. En segunda instancia, asumimos la tarea de reflexionar y discutir sobre lo común que se encarna comosingularidad en cada espacio de activación y militancia. En tercera instancia, impulsamos actividades de intervención que son propias del Nodo y que remiten a nuestras concepciones respecto de los modos de hacer política. De esta manera y sin necesidad de tener «el programa» que «baje la línea política» a otros espacios, exploramos el problema de la centralización política bajo ciertas condiciones:
Apostamos a la autonomía en contra de la heteronomía. Si lxs trabajadorxs vivimos bajo las leyes y convenciones impuestas por la burguesía es porque el capital comanda el proceso social de producción. La autonomía que afirmamos no es cualquier autonomía. Luchar por la «autonomía de clase» significa que lxs productorxs queremos darnos nuestras propias leyes y convenciones porque somos lxs creadorxs directxs de la producción social.
Problematizamos las formas, no sólo los contenidos. Declaramos que el mero cambio de contenidos no constituye de por sí un avance para la transformación radical de la sociedad en sentido emancipatorio. Sólo la horizontalidad y el consenso permiten una reflexión profunda y cualitativa de los procesos, aunque puedan imponer tiempos largos, a menudo antagónicos en el contexto de la temporalidad del capital. Por otro lado, no buscamos «ganar» militantes, porque valoramos las iniciativas de los sujetos que deciden integrar procesos de activación y militancia con autonomía de clase. Así, problematizartambién las formas grupales de institución, articulación y regulación de las tareas significa que la «co-organización» debe ser una prefiguración, aquí y ahora, del tipo de relación social que queremos universalmente.
Problematizamos el vínculo entre saber y política. Consideramos que en cada experiencia singular de un individuo –bajo determinadas condiciones materiales, intelectuales y afectivas– se conjugan de manera diferente las experiencias histórico-sociales. Pero esta diferencia no justifica que algunxs miembros de la sociedad comanden la producción, la circulación y el consumo de conocimiento, mientras que la mayoría se limite a consumir «lo que hay». Afirmamos la igualdad política, esto es, la igualdad en la toma de decisiones, independientemente de las diferencias de saberes que se manifiesten entre individuos. Esto no significa que todxs tengamos los mismos saberes (no todo el mundo sabe cómo pilotear un avión, cómo llenar una loza, cómo transplantar un corazón, etc.), sino que los saberes específicos no justifican que unxs manden y otrxs obedezcan. Y es que los saberes específicos implican relaciones sociales que deben ser tomadas como problema por la sociedad en su conjunto y no dejadas bajo el control de una parte de la sociedad. De tal manera que la sociedad en su conjunto se comprometa con la producción de conocimiento, se haga cargo de la formación de saberes y actualice procesos de autoformación.
Apostamos a la horizontalidad en contra de la verticalidad. Activamos en la construcción de organizaciones horizontales y tipos de relación que compongan y coordinen las diferencias de saberes teórico-prácticos sin aplastar la capacidad de decisión de los individuos. En este sentido, nuestra acción se orienta hacia la supresión de la división entre quienes mandan y quienes obedecen. Sostenemos, consecuentemente, que «programas» y «coordinaciones» son resultados siempre parciales de construcciones colectivas y horizontales producto de la propia praxis y no abstracciones a priori y externas a los procesos: pretendemos conjurar, así, toda dirección.
Desde este colectivo de co-organización militante que llamamos Nodo, nuestra intervención crítico-práctica consiste fundamentalmente en colaborar con el despliegue de las tendencias a la autoorganización que se presentan en cualquiera de los espacios de activación en los que participamos, y/o en cualesquiera otras instancias en las que podamos participar. Recuperaremos en lo que sigue las líneas que fueron tramando, poco a poco, este colectivo. No exhibiremos un origen, sino trayectorias políticas en las cuales nos reconocemos.
2. Mapas y tramas parciales de nuestros derroteros militantes
1992. La sanción de la Ley Federal de Educación promueve en los niveles primario y secundario del sistema educativo una transformación acorde a la que se estaba llevando adelante en todos los niveles del sistema productivo. Durante este año, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA algunxs de los actuales integrantes del Nodo fundamos la revista Dialéktica, cuyo número inaugural se autodefinía (a) por la condición de estudiantes de sus editorxs, (b) por el propósito de revertir las relaciones dominantes de producción de discursos y (c) por afirmar la correlación entre filosofía y teoría social. Si el año 1989 había sido insignia de la crisis económica, de la crisis de la izquierda y de la crisis de la universidad, entonces no era casual que los dos primeros números de Dialéktica tuvieran ensayos de M. Foucault (inéditos en castellano) sobre la problemática «el sujeto y el poder»: la puesta en crisis de la forma académica de producción era correlativa a la puesta en crisis de la forma partidaria de organización. Producción económica y organización política se coextendían en el carácter económico-político de toda relación social. Por eso, al mismo tiempo, estudiantes de diversas carreras comenzamos a pensar formas de organización política distintas a los clásicos partidos a que estábamos acostumbradxs y en los que algunxs habíamos militado para intervenir críticamente en la especificidad universitaria. Ejemplo de esta exploración fue la Agrupación Naranja por el claustro de estudiantes de Filosofía, con boletines informativos y asambleas periódicas. A su vez, algunxs de nosotrxs apoyamos la lista Filosofía porvenir, por el claustro de graduados de Filosofía. Por aquel entonces, la obra de C. Castoriadis y las lecciones del Mayo Francés nos ofrecían un horizonte más amplio de desarrollo de la teoría y la práctica militantes.
1994. El número doble 3/4 de Dialéktica publica la nómina completa de lxs intelectuales que participaron en el Congreso Nacional de Filosofía de 1980, el discurso que Videla pronunció ante esxs intelectuales y algunas continuidades como, por ejemplo, que el Titular de Ética en ese entonces justificó «filosóficamente» las leyes de impunidad (disponibleaquí). Las represalias de la Academia no se hacen esperar: tres miembros del comité editor son desplazados del Instituto de Filosofía, un doctorado es obstaculizado durante años, las amenazas se hacen cotidianas… Las repercusiones en el número siguiente levantan polvareda: Hebe de Bonafini, Tato Pavlosky, Enrique Oteiza, Rubén Dri, entre otrxs, opinan sobre el escándalo.
1995. La adecuación del sistema educativo a las exigencias del Capital mediante la Ley de Educación Superior desata el primer gran conflicto universitario de la década. La secuencia abierta empuja a la reflexión crítica sobre la función social de la universidad y, lo que resulta novedoso, sobre la organización interna de la universidad. Los debates cristalizan en dos posiciones: de una parte, quienes esgrimen la Reforma del ’18 como principio de defensa de la universidad pública y condición necesaria para resistir; de otra parte, quienes cuestionan la estructura de la universidad y su naturaleza de clase. Esta posición «antidefensista» estaba estrechamente ligada a ciertos espacios de autoformación teórica y de autoorganización práctica: la lista Ontológicamente revocable (1996) en la carrera de Filosofía—primera experiencia de consejismo llevado a la práctica en la UBA—, el seminario de Epistemología y métodos de la investigación social (1997) y la lista Autoorganizados de Antropo y de Arqueo (1997) en la carrera de Antropología ponían de relieve que nuevos modos de producción de conocimiento (seminarios y talleres de autoformación) eran correlativos a nuevas formas de representación política (delegadxs revocables con mandato de asambleas). En 1996, Dialéktica explora la «ofensiva del capital», la experiencia zapatista, la «crisis del sistema de representación», el concepto de «autonomía» (¡en Kant y Hegel!). En 1998, estudiantes de diversas carreras pidieron tomar clases magistrales sobre El Capital, de Karl Marx; algunos de nosotrxs respondimos a ese pedido impulsando la institución de un grupo de estudio público, abierto y con formato taller: así nacieron, en 1998, los grupos de lectura de El Capital. Nuestras investigaciones sobre la reconversión capitalista en la universidad se combinaban con el estudio de los textos de J. Holloway, M. Peña, el Subcomandante Marcos, entre otros.
1999. El modelo llevado adelante por el PJ-UCD pierde eficacia tras diez años de gobierno. Asoma la Alianza UCR-FrePaSo como firme candidato a la Presidencia. El gobierno intenta realizar un ajuste presupuestario y en la tapa de Clarín el Rector O. Schuberoff declara: «En octubre cierra la UBA». Los decanos dirigen una masiva toma de Facultades. El ajuste da marcha atrás, pero muchxs de los estudiantes movilizados pasamos del repudio contra el recorte al cuestionamiento de los mecanismos institucionales de la Facultad, incluidos los órganos gremiales de representación estudiantil (más de un centro de estudiantes fue momentáneamente desbordado en aquellas jornadas, por un movimiento que ponía en cuestión la delegación de las decisiones en representantes políticos). En la Facultad de Ciencias Sociales participamos en el Proyecto de Autogestión de Apuntes y en la Asamblea Permanente de Ciencias Sociales; en Filosofía y Letras, participamos en la Comisión de discusión y acción, que comenzó como espacio de autoformación durante la toma y culminó, tras la toma, con la publicación de un boletín cargado de artículos de teorización sobre lo ocurrido. En 2000 creamos el Taller de teoría social y a nuestras lecturas colectivas militantes se sumaban los escritos de A. Pannekoek, C. Lefort, B. Spinoza, T. Negri, G. Deleuze y F. Guattari.
2001. El recorte del 13 % a los salarios estatales y jubilaciones desató otro conflicto. En Sociales, participamos en la creación de un espacio de delegadxs de todos los cursos. Impulsamos junto a otrxs compañerxs, a fines del 2001, las Jornadas Anormales. Mientras tanto, aquellxs que, sobre la crítica al verticalismo de las orgánicas de izquierda, explorábamos formas de organización horizontales nos agrupamos en Sociales autoorganizados y, a partir del 2002, en el Grupo de los viernes. A finales de 2001creamos, junto a otrxs compañerxs, el periódico El Grito. Por la misma época, pero en la carrera de Filosofía, algunxs nos constituimos en Comisión de Filosofía, desde donde realizamos una serie de debates públicos y una serie de cuadernillos para pensar el examen, la división por claustros, las dinámicas de cursada, la forma cátedra y la función social de la filosofía[1]. Se multiplican visiblemente las asambleas barriales y los bachilleratos populares: varixs de nosotrxs nos lanzamos a la construcción de estos espacios de militancia. A la vez, otrxs nos reuníamos periódicamente a discutir la coyuntura nacional e internacional a partir de la lectura crítica de Le Monde Diplomatique. Este grupo de lectura crítica y debate fue el germen del Taller de lectura universal y de la agrupaciónMás Que un Nombre (MQN). En Sociología, publicamos en 2003 Sociología Amarilla, un cuadernillo que denunciaba las lógicas de producción de conocimiento que sostiene la academia. También en 2003, el cambio de gestión en la Facultad de Filosofía y Letras derivó en ofrecimientos oficiales a las organizaciones de izquierda para que realizaran los seminarios que quisieran: algunxs de nosotrxs respondimos inventando el primer «seminario colectivo curricular», Verdad científica y Subjetividad política (Subjetividad científica y verdad política. Las ilusiones de la razón y la razón de las ilusiones), al que le seguirían otros, también impulsados por muchxs de lxs que hoy nos organizamos en el Nodo. Por otra parte, el encuentro de asambleas vecinales y movimientos de desocupadxs tuvo uno de sus efectos en el Enero autónomo 2003, 2004 y 2005, que muchxs de nosotrxs impulsamos y sostuvimos en ese contexto de revaloración de la palabra «democracia». Por aquel entonces, algunxs conjugábamos lecturas de Hegel y Marx con los autonomistas italianos (M. Tronti, P. Virno, F. Berardi, M. Lazzarato), otrxs estudiábamos a Foucault y no faltábamos quienes leíamos metódicamente a Confucio, el Tao y los diálogos de Platón…
A lo largo de 2004, una serie de charlas convocadas por la agrupación Síntesis en la Facultad de Medicina derivó en la creación de un espacio permanente de intercambio:Conjugando Saberes, nombre muy ilustrativo de la nueva apuesta colectiva que empujaba. Lo normal y lo patológico, la salud y la enfermedad, la medicalización de la vida y la relación médico-paciente, fueron los tópicos más visitados durante los primeros tiempos. Recientemente, luego de meses de discutir textos que abordaban de una u otra manera la noción de cuerpo, se produjo colectivamente el cuadernillo Reflexiones colectivas sobre el devenir de los cuerpos.
En 2005 aparece Astrolabia, revista de exploración e invención crítica creada por estudiantes y graduadxs de la carrera de Antropología. Durante este año, otro conflicto gremial y un importante proceso asambleario en la carrera de Historia fueron el marco en que se constituyó la Lista Violeta como parte de una intervención académico-gremial en la Asociación Gremial Docente de la UBA. La Violeta participó en las elecciones de la AGD-FFyL en 2006, perdiendo por 10 votos; ganando por 10 en la elección de 2008; y por 225 en 2010, y obteniendo, en un Frente, el 32 % a nivel de la AGD-UBA (primera vez que hubo dos listas). Algo similar en cuanto a objetivos y metodología (fines y medios) hemos comenzado a hacer en el CBC desde 2009 integrando el Colectivo de Docentes del CBC, con el cual obtuvimos el segundo lugar en las elecciones de 2010 en la AGD-CBC a sólo 30 votos de la lista ganadora.
También durante 2005, pero en la carrera de Filosofía, el cuadernillo La carrera de Filosofía y sus tareas de legitimación provocó una serie de encuentros estudiantiles relativamente masivos que impulsó tres cursos de acción: a) la organización inmediata de tres jornadas de «filosofía práctica»; b) la producción de una revista específica de la carrera, que hoy es Amartillazos; y c) el laboratorio de una materia alternativa de Filosofía del s. XIX, tanto en su modalidad como en sus contenidos, que derivó en el seminario colectivo «Filosofía, historia y comunidad» (preparado a lo largo de más de dos años y llevado a cabo en 2007). A partir de esa misma convocatoria empezamos a organizarnos junto a compañerxs de la Asamblea Anfiteatro de Floresta, en un espacio que denominamos «Unión variopinta», a partir del cual realizamos diversas intervenciones públicas, especialmente difundiendo la experiencia zapatista en Chiapas («Caminantes») y realizando acciones directas contra el enrejado de plazas y control estatal de los espacios públicos.
En 2005 comenzamos a preparar una revista de intervención sociológica, que publicamos al año siguiente: Eskalera Caracol. Desde 2006 impulsamos, en la Facultad de Psicología de la UBA, los Talleres de Lectura de El Anti-Edipo (TLAE). A partir del encuentro en esos talleres y otras actividades vinculadas, promovimos el proyecto de revista Transversales, que saldrá a luz pública durante 2011 y tratará principalmente temas de política, deseo y subjetividad.
En septiembre de 2006 presentamos en la Junta Departamental de Ciencias Antropológicas un programa alternativo para la materia Epistemología y métodos de la investigación social. El proceso que comenzamos en agosto de dicho año no fue la «primera» experiencia en instituir instancias de producción colectiva y horizontal de conocimiento. Sus antecedentes más inmediatos fueron los seminarios Verdad científica y Subjetividad política… (realizado en 2003) y Conocimiento, verdad y poder (Una visión crítica de la epistemología de las ciencias sociales), realizado en el año 2006[2]. Sin embargo, la materia alternativa constituye el primer caso en la universidad en que se ha logrado institucionalizar como materia curricular un proyecto de este tipo.
En 2007 publicamos el primer tomo de UBA Factory (Reestructuración capitalista y lucha de clases en la Universidad de Buenos Aires: 1992-2006) (disponible aquí), co-editado por MQN, Dialéktica y el Colectivo de estudiantes de Filosofía (mientras escribimos este documento estamos preparando el segundo tomo, que incorporará la producción realizada durante el período 2005-2010). En otoño de este año sale el primer número de Amartillazos, revista de filosofía, estética y política. Y participamos en la conformación de una lista con delegadxs revocables para las elecciones de Consejo Directivo en la Facultad de Filosofía y Letras: Conjugando Saberes alcanzó 11,5 % de los votos (1.052 votos), posicionándose como cuarta fuerza electoral.
En 2008 disolvimos la experiencia MQN y convocamos pública y abiertamente a participar en los debates internos con Dos documentos para pensar y hacer política. A mediados de este año y con el propósito de refundar un espacio de información y coordinación de actividades, comenzamos a reunirnos para debatir en torno al texto de Castoriadis «Proletariado y organización» (1959). También durante este año convocamos pública y abiertamente a realizar otro seminario colectivo: «Borges problemático» (aprobado por varios Departamentos para ser cursado durante el primer cuatrimestre de 2009). En Filosofía participamos, como impulsorxs, de la experiencia Revocables… (obviamente inspirados en las experiencias de la Ontológicamente revocable y Autoorganizados de Antropo y de Arqueo), con la que nos presentamos a elecciones para Junta Departamental obteniendo la minoría estudiantil en esas elecciones (25%, 340 votos) y dando algunos pasos, en la práctica cotidiana, hacia la institución de mecanismos de democracia directa: reuniones públicas y abiertas regidas por la dinámica asamblearia, difusión masiva y permanente de la información relativa a la carrera, rotación de lxs consejerxs revocables y un largo etcétera caracterizaron esta experiencia. También durante 2008 participamos en el Tercer Encuentro Nacional de Filosofía (Mar Del Plata) con el documento «Llamamos comunismo…», publicado en el tercer número de Amartillazos.
En 2008, 2009 y 2010 participamos de las diversas instancias (comisiones de asamblea estudiantil, jornadas interclaustros y comisiones relatoras de las diversas jornadas) donde se prosiguió el debate en torno al cambio de plan de estudios para Antropología. Producto de los debates y afinidades construidas en ese proceso escribimos Fabrica de ideas, un material mediante el cual reflexionamos críticamente acerca del proceso tendiente a un mero cambio de contenidos, para llamar la atención en torno a la necesidad de una crítica a las formas, las estructuras sociales y políticas, dentro de las cuales producimos conocimiento y reproducimos las relaciones sociales académicas existentes.
En el 2009, compañerxs de Antropología y Sociología, luego de tres años de llevar adelante el Taller Permanente de Metodología e Investigación, decidimos presentar un seminario colectivo curricular para la carrera de Sociología: «Derribando muros. Repensando la relación entre epistemología, metodología y práctica de investigación», partiendo de replantearnos la relación entre teoría, metodología y epistemología. El seminario fue aprobado, desarrollando luego su cursada durante el primer cuatrimestre de 2010.
En 2009 produjimos un desdoblamiento, abierto a nuevos integrantes, del Taller Permanente de Metodología e Investigación con el fin, en principio, de abordar crítica, colectiva y horizontalmente, las investigaciones en curso de algunxs de lxs participantes. Luego de esta primera fase nos dimos a la tarea de elaborar un proyecto para institucionalizar la experiencia.
En junio de 2010 organizamos las Jornadas Abiertas de Discusión Política «Problemas de producción, circulación y consumo de conocimiento». Y, al calor del conflicto que dio lugar a la toma de varias Facultades, en Filosofía y Letras participamos activamente de las comisiones de Autogestión del Conocimiento y de Democratización. Allí impulsamos junto a otrxs compañerxs las clases autogestionadas en varias carreras, asumiendo nuestra formación y evaluación de forma colectiva y horizontal sin distinción de claustros, tal como venimos practicando en los seminarios y materias colectivas. A fines del mismo año, con ocasión de elecciones de Junta Departamental en la Facultad de Filosofía y Letras, participamos junto a otrxs compañerxs de Antropología y Filosofía en la presentación de listas cuyo funcionamiento sigue la práctica de delegadxs revocables con mandato de asamblea (en virtud de la emergencia asamblearia, disolvimos la experiencia Revocables…en Filosofía y publicamos el documento «Revocables… ha muerto: Balance y disolución»). En la carrera de Antropología, la lista Mandatadxs en asamblea obtuvo el 26% de los votos, mientras que en la carrera de Filosofía, la lista Filosofía en asamblea obtuvo un consejero por la minoría con el 28% de los votos (380 votos).
Cerramos esta este breve racconto con una reflexión. En los primeros pasos de este derrotero, lxs estudiantes en tanto miembros del claustro de alumnxs, eran lxs llamadxs a constituirse en un sujeto de transformación social, porque considerábamos que lxs intelectuales insertos en la academia y/o consagradxs eran inexorablemente orgánicos al orden establecido. Por lo tanto, la potencia emancipadora radicaba únicamente en la posibilidad de que lxs estudiantes (miembros de un claustro) produjeran teorías y prácticas críticas. Pero si el conflicto de 1995 había esbozado una crítica a la universidad existente y su estructura de roles establecida, el de 1999 fue sede de experiencias concretas de autoorganización y crítica práctica tanto de la lógica de la representación política (prefiguradas en alguna medida por los delegadxs revocables de Filosofía y Antropología en aquel entonces) como de la división por claustros y la estructura de cátedra. Todo un proceso de intervención e implosión sobre una «naturaleza» cotidiana y enclaustrada, que puso en jaque aquella concepción idealista del miembro del claustro estudiantil como sujeto privilegiado de cambio. Mayo del ’99 fue, además, el laboratorio de algunos de los emergentes de radicalización que se verían en las calles de Buenos Aires a finales de 2001. Así, los diferentes procesos y prácticas que fueron vertebrando este camino de casi dos décadas, no sólo desplazaron la crítica de la jerárquica estructura de gobierno universitario y su correlato en la formación profesional hacia una crítica del modo de producción de conocimientos y a sus formas necesarias de gobierno, sino que también operaron un desplazamiento en la concepción del sujeto de cambio: estudiante es para nosotrxs, hoy, quien se preocupa y ocupa de su propia formación, asumiéndose como productor de conocimiento crítico para transformar la realidad. Desde esta perspectiva no sólo negamos la división claustral que establece la institución estatal-universitaria (o cualquier otra del sistema educativo), sino que también afirmamos nuestra condición de productorxs de la sociedad.
3. Caracterización
A partir de nuestros principios y derroteros militantes, se puede desprender la relación entre estas prácticas políticas que se pretenden anticapitalistas y el Estado.
Situación latinoamericana y nacional
Si postulamos la autonomía de clase frente a la imposición de normas con las que la burguesía dirige a la totalidad de lxs productorxs, puede entenderse que concibamos una única relación posible entre los movimientos que se pretenden emancipatorios y el aparato estatal, a saber: un antagonismo irreductible, arraigado en la oposición entre capital y trabajo.
La crisis del «modelo» de la década de los ’90 estuvo vinculada, no sólo a la propia dinámica de la acumulación capitalista, sino también a una serie de «movimientos sociales» más o menos novedosos. Apareció entonces un paisaje homogéneo (esto es, con más semejanzas que diferencias) compuesto por varios gobiernos latinoamericanos.
Hay quienes consideran que estos gobiernos son la expresión progresiva del movimiento obrero y de los movimientos sociales en su lucha contra el sistema capitalista. Para nosotrxs—aun sosteniendo la distinción entre Estado, en tanto que forma de relación social que trasciende a los gobiernos de turno, y aparato de estado, en tanto que conjunto de dispositivos gubernamentales—se impone, desde una perspectiva de clase, la necesaria identificación entre Estado y gobierno, es decir, no consideramos políticamente fértil escindir el Estado de los diferentes gobiernos del Estado. Esto no quiere decir que no veamos, para la militancia de coyuntura, matices entre unos gobiernos y otros, pero en última instancia no fundamentamos nuestra militancia anticapitalista en diferenciar la junta que administra los intereses de la burguesía de lxs administradorxs de turno que ocupan esa junta. Por tanto, aun siendo en alguna medida expresión de la resistencia de lxs trabajadorxs y dada la existencia de procesos de disputa no clausurados, estos gobiernos no son potencialmente progresivos sino invariablemente conservadores. El tinte progresista que encarnan constituye tan sólo un aparente cambio de contenido que permite a la acumulación capitalista continuar su camino: la forma sigue cristalizada.
Sostenemos, así, la lucha anticapitalista frente a la continuidad de las condiciones de dominación: específicamente en nuestro país, el aparato de Estado y los gobiernos acaecidos desde 2002 hasta la fecha no han hecho otra cosa más que incorporar en un sentido armonioso con los intereses del capitalismo tanto a la mayoría de los movimientos sociales, como a amplios sectores del movimiento obrero organizado e intelectuales de todo tipo, acentuando el reflujo, el debilitamiento, la fragmentación y el repliegue de esos movimientos, al tiempo que, valiéndose de su puño de acero, continúa arremetiendo contra aquellas expresiones que se atreven a cuestionar el orden de las cosas.
Situación universitaria
Aunque todxs somos productorxs y creadorxs de conocimiento y de las condiciones materiales que lo hacen posible, en el seno de relaciones sociales capitalistas el saber es colocado en un lugar que se presenta como separado de la sociedad que lo produce. Esta separación se cristaliza en instituciones que son presentadas como reservorios y las portadoras exclusivas de un tesoro que es, in natura de producción y uso común a todxs, ocultando al mismo tiempo que es el resultado de un complejo proceso histórico de separación, concentración, apropiación y legitimación de ciertos saberes. Estas instituciones se presentan como los únicos lugares en los que se produce el saber legítimo.
La institución universitaria es, por tanto, una institución que forma parte de los mecanismos reproductores de la escisión entre, por un lado, quienes producen y poseen «el saber» de la sociedad (que si no es el único saber social es al menos el único que vale la pena legitimar) y, por otro, quienes aparecen como meros consumidores o, incluso, como espectadores ajenos y desposeídos hasta de la capacidad en potencia de consumirlo. Esta escisión es reproducida al interior de la institución en la medida en que la propia formación de lxs universitarixs se fundamenta en la imposición de estructuras jerárquicas y meritocráticas: división en claustros, forma cátedra, carrera académica, institutos de investigación, entre otros. Esta concepción del conocimiento produce un poder/saber concentrado en una cúspide (de autoridad política, de remuneración salarial, de prestigio académico) y ejercido hacia «abajo», hasta llegar a lxs estudiantes, quienes somos concebidxs como sujetos carentes de ese poder/saber académico. Asimismo, tanto por sus investigaciones directamente orientadas a favorecer la acumulación de capital como por la formación de ideólogxs y discursos que legitiman el orden establecido, la universidad en general reproduce la lógica mercantil en sus relaciones cotidianas y reproduce, también, condiciones ideológicas de posibilidad del capitalismo[3].
La división entre «lxs pocxs» propietarixs del poder/saber y «lxs muchxs» carentes de él es una de las formas en las que se manifiesta la división sobre la que se sostiene todo el sistema capitalista: división de la totalidad del trabajo en trabajo intelectual y trabajo manual, o división entre quienes saben y quienes producen, o división entre quienes deciden y quienes ejecutan.
En la institución universitaria se registran disputas entre los procesos que reproducen y perpetúan su funcionamiento normal y aquellos que bregan por abolirlo. Al interior del mapa político universitario encontramos sujetos políticos que, si bien se autoproclaman como «emancipatorios», actualizan las mencionadas divisiones. En este espectro se encuentran:
- agrupaciones adeptas al populismo kirchnerista (en todas sus variantes), que en tanto apoyan la gestión actual del aparato estatal, no ponen en cuestión la reproducción del capitalismo;
- la izquierda ortodoxa, que en tanto se organiza bajo la forma partido y de exterioridad a la clase trabajadora, con programas meramente consignistas y direcciones verticales, replica hacia el interior de sus organizaciones las mismas lógicas que pretenden combatir;
- la «izquierda independiente», que en tanto no se muestra adicta al gobierno de turno y proclama la horizontalidad en su propio discurso, se presenta a sí misma como la alternativa válida frente a las dos anteriores. No obstante, en función de su expectativa respecto de gobiernos latinoamericanos en sus versiones populistas, no puede advertir el límite a la autoorganización de lxs trabajadorxs que éstos encarnan, a la vez que su participación política se amolda a los espacios de poder existentes sin practicar formas alternativas más allá de un maquillaje retórico. En consecuencia, representa sólo un cambio de «contenido», sin alterar en su sustancia ni las formas de gobierno ni las relaciones de producción de la vida social.
En todos los casos, estas contradicciones en su modo de concebir la totalidad social se manifiestan asimismo en su manera de abordar las problemáticas universitarias, al no cuestionar, en ninguno de los casos, ni la forma-cátedra (ni la división en claustros que implica), ni la representación en los órganos de gobierno universitarios, no yendo más allá de las luchas por el aumento de las sillas estudiantiles en los mismos.
Por otro lado, existe otro espectro de experiencias y actividades que cuestionan la misma existencia de la división en claustros y de la representación delegativa. Las materias, publicaciones y grupos de estudio autogestionados, y las experiencias gremiales que tienden a la democracia directa al sostener instancias de representación revocable y con mandato de base, buscan abolir en acto el funcionamiento normal de la institución universitaria, con el objeto de practicar formas de control de la producción de conocimiento, de reapropiación de los productos del trabajo intelectual, de autovaloración de la clase trabajadora y de puesta en práctica de la presentación en detrimento de la representación. Es decir, modos de organización autónomos que permiten tensionar no sólo desde el contenido sino, sobre todo, desde las formas, las relaciones sociales heterónomas.
Notas
[1] Todos los cuadernillos de intervención militante mencionados pueden conseguirse en las cajas «Filosofía debate» que se encuentran en Publicaciones del CEFyL y en la fotocopiadora El Arca (Puán 477). O bien pedirlos a revistaamartillazos@gmail.com">revistaamartillazos@gmail.com
[2] Para profundizar en el análisis de estas experiencias curriculares alternativas: Colectivo de estudiantes de filosofía, «Proyecto de materia curricular para la carrera de Filosofía: “Un largo siglo XIX”», Dialéktica, año xv, núm. 18, Bs. As., 2006, pp. 143-8. Padín, H., «Sobre la institucionalización de los saberes filosóficos (Notas en relación a una experiencia no-academicista en el interior de la academia)», Amartillazos, año ii, núm. 2, Bs. As., 2008, pp. 91-103. Cantarelli, N. y Vaianella, B., «Un seminario para Troya (Análisis de una experiencia compartida)», Dialéktica año xvii, núm. 20, Bs. As., 2008, pp. 100-10. Castellazo, K., Morgenfeld, L., Ortiz, S., «De cómo en la universidad se organiza el poder del conocimiento», Dialéktica, año xii, núm. 16, Bs. As., 2004, pp. 42-52. Republicado en UBA Factory, ed. cit., pp. 207-17.
[3] Ver el libro UBA Factory. Reestructuración capitalista y lucha de clases en la Universidad de Buenos Aires (1992-2006), Buenos Aires, edición autogestionada por Más Qué un Nombre-Dialéktica-Colectivo de estudiantes de filosofía, 2007.