Antonio Bermejo, el cura obrero que luchó contra la opresiva moral del franquismo

 

Antonio Bermejo Hurtado (1941), conocido como «el cura obrero» de la barriada de Vista Alegre (Cartagena) ha dedicado toda su vida a servir a los más necesitados con tal humildad que ha dejado profunda huella en todos aquellos que le conocieron. Estos, tras su jubilación, quisieron hacerle un homenaje, que provocó «la siempre viva ira reaccionaria».

«A finales de la década de los sesenta hubo un movimiento de ´curas obreros` que abandonaron las ventajas y excelencias del poder e impartieron su doctrina entre el pueblo viviendo con los obreros»- señala la periodista Nazaret Navarro, al referirse ´al sacerdote de los pobres`, en su reciente programa de la Cadena Ser “Hoy por hoy en Cartagena”. 

Nazaret Navarro, una de las voces más escuchadas de La Trimilenaria, agregó que «un grupo de amigos le rindió un emotivo homenaje en reconocimiento a su gran labor: «toda una vida de sacrificios», con la entrega de una placa honorífica y un retrato de ´el cura de los pobres`» realizado por el gran artista cartagenero Kiko Bueno, «Kibufe».

«Sin ninguna explicación la placa y el cuadro han sido retirados (del salón cultural de la parroquia de Vista Alegre) y los vecinos están indignados” — enfatiza un viejo obrero, que responde al nombre de Juan, con lágrimas en los ojos.

(Foto: Montaje de los amigos del cura con el retrato de «Kibufe»)

Antonio Bermejo Hurtado fue delegado de USO (Unión Sindical Obrera) y de CCOO durante más de 35 años.

«Yo no tengo fervor religioso. Tengo fervor por un amigo que lo entregó todo y que ha dedicado su vida a ayudar a los más necesitados. Cuando Antonio hacía su trabajo en la calle no vestía alzacuellos, iba como una persona más»— me comenta Kiko Bueno. 

Kiko, uno de los cabecillas del movimiento pro Antonio Bermejo, ha emprendido una auténtica cruzada contra los enemigos del «hombre que quería seguir los pasos de Jesús obrero».

 «Siendo un cura, no era tan religioso (…) Dice que como al que Él sigue, vino a servir, no a que le sirvieran. Es más cristiano que católico»— me explica «Kibufe», quizás el retratista más prolífico de esta urbe fundada por Aníbal el Bello en el 227 a.C.

Para Kiko Bueno, quien frisa con los cincuenta, Antonio Bermejo es como un segundo padre, y le guarda un inmenso cariño.

“Nos dejaba hacer guateques en el patio de su casa”— me dice emocionado al recordar la apertura de mente de su «mentor.

Luego, la injusticia le vuele a hervir la sangre, y remacha:

«La placa y el retrato se colocaron el 4 de marzo a las 12:00 horas. En solo cuatro horas el Cura Ratzinger y sus secuaces catequistas los retiraron (…) De esa forma cardenales, obispos, vicarios y demás defensores del sometimiento a besar anillos «quedan en paz» y defienden (u ocultan) desde su púlpito acusador, la pederastia del gremio y otros abusos de poder» — enfatiza Kiko Bueno.

Antonio Bermejo Hurtado, nacido en Cieza (Murcia) en el seno de una familia trabajadora, tuvo el coraje de permitir que se representaran en su casa obras de teatro como la «Historia de una escalera» (que repasa la problemática social) de Buero Vallejo, y proyectar películas como el «Corredor sin retorno» de Samuel Fuller (1963), un duro alegato contra la situación de los hospitales psiquiátricos de la época.

Blog del autor: Nilo Homérico.

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