Allá por el Este ruso
Por Iñaki Urdanibia
La dirección general de los campos de concentración soviéticos ( Gulag) tenía uno de sus centros más significativos en las frías tierras de Kolimá, zona minera en el noreste de Siberia, a la que fueron enviados no pocos detenidos por el poder dicho soviético. Si alguien elevó el nombre propio al grado de la suma celebridad este fue Varlam Chalámov quien escribió sus necesarios Relatos de Kolimá ( publicados por Minúscula en seis volúmenes entre 2007 y 2017 ); también Evgenia Ginzburg desarrolla sus recuerdos autobiográficos en su Le vertige el siniestro lugar que con el tiempo pasó convertirse en sinónimo del gulag“ ; precisamente el título del segundo volumen es Le ciel de Kolyma. Éditions du Seuil, 1980 ) , de los campos de trabajo y reeducación , eufemismos admitidos, en el permanente frío siberiano ( « Kolimá, Kolimá, oh planeta encantado / el invierno dura doce meses, el resto es el verano», se cantaba ). Infierno blanco, país de la muerte blanca, desconocido hasta la segunda mitad del siglo XIX, y convertido en mina a principio del siglo XX al descubrirse que allí había yacimientos de oro; tras las primeras expediciones y prospecciones, las minas acabaron en manos del gobierno soviético, la mano de obra, no obstante , escasea, y ciertas disposiciones legales, dictadas en 1929, hace que cambien las cosas ya que los condenados a más de tres años de cçárcel , en vez de a ésta son enviados al campo de trabajo allí instalado; allí van a acabar siendo transportados los enemigos del pueblo cuyas muertes se cuentan al por mayor debido al uro trabajo, al hambre y al frío. La colonia penitenciaria aumenta en miembros a raíz de las purgas estalinistas, los procesos moscovitas, y los posteriores apresamientos de enemigos durante la segunda guerra. Los cálculos más benévolos indican que por allá pasaron durante una veintena de años alrededor de un millón de zeks( detenidos), sin contar el número de fallecidos en el camino, realizado en una insegura navegación…historias de muerte dignas de constar en la historia de la infamia. « Eran ese lazo único / Con la otra vida, allá / Donde el mundo nos asfixia con su basura, / En donde la muerte se desplaza tras nuestros talones», se lee en los poemas de Varlam Chalamov, recogidos bajo el título de Cahiers de la Kolyma ( Maurice Nadeau, 1991).
Pues bien, « Diarios de Kolimá. En autostop por la Rusia extrema» , editado por La Caja Books nos acerca al lugar , a su historia , a las vivencias – más bien podría decirse padecimientos – de no pocos seres que pasaron por allá. El autor del reportaje es el polaco Jaceck Hugo-Bader, reportero del principal diario polaco, Gazeta Wyborcza, es un viajero impenitente y como tal ha recorrido China, Mongolia y el Tíbet, y en su El delirio blanco, la dolida Rusia, siempre en bicicleta o en autostop; ha de añadirse a su condición nomádica su carácter conversador y su tendencia a escuchar a las gentes con las que se topa en el camino. Antes de dedicarse a la ocupación que señalo, Hugo-Bader se vio obligado a trabajar en mil oficios (?) dependiendo del capricho de la nomenklatura de turno( en los ferrocarriles, como consejeros matrimonial, tendero, cargando camiones, pesando cerdos, profesor, etc.)…como les sucediese a otros escritores como Brohumil Hrabal o Ivan Klíma en Checoslovaquia, por no extender la mirada a otras geografías, de China hoy no toca. El trabajo como castigo y como supuesta reeducación.
En la presente ocasión su periplo se ha desarrollado a lo largo de la ruta de la Kolimá, que une Magadan con Iakust en 2025 kilómetros; el trayecto está repleto de encuentros, experiencias y emociones, provocadas e inspiradas previamente por las lecturas de los mentados Relatos de Kolimá de Varlam Chalámov y por el Archipiélago Gulag ( editado en tres tomos Por Tusquets entre 1998 y 2007) de Aleksandr Soltzhenitsyn; con tales guías de excepción, Hugo-Bader recorre la zona y constata el clima extremo y describe la riqueza del lugar, debido a sus minas de oro, plata y uranio. Si ciertamente el pasado asoma en toda su crudeza, y la sombra de los nombrados es alargada, de quienes hay repetidas referencias acerca de su estancia, etc., al viajero lo que le interesa en conversar con los habitantes que permanecen en el lugar( no se ha de obviar, no obstante, que el cincuenta por ciento de los actuales habitantes del lugar son descendientes de los que padecieron los rigores concentracionarios): así vamos a conocer a diferentes personajes y distintas situaciones, desde una chequista, hija, Natacha, del máximo responsable de millones de muertos, el jefe de policía secreta bajo Stalin, Yejov, a un perro, a un oligarca de nombre Alexander, cuyo dueño es un aristócrata y a otros variopintos personajes que dan cuenta de los recuerdos y los relatos de lo que han vivido o de lo que les han contado, cazadores de osos, buscadores de oro y de vodka ( litros y litros circulan por las páginas), antiguos detenidos, hijos de víctimas, chamanes ( como Dora), intelectuales que han sufrido la reclusión, policías corruptos y abuelas que resultan seductoras por sus historias, sin olvidar gamberros y delincuentes peligrosos que allá pululan como en todos los rincones del planeta… sin olvidar a mafiosos y políticos, cuyo único empeño es hacer carrera en la senda del enriquecimiento y que alterna jugando a las cartas con policías y militares de alta graduación.
La lectura conmueve a la vez que resulta de fácil ingesta ( algo indigesto sí que pueden resultar los relatos de algunos casos de canibalismo y de las similitudes de la carne de reno con la humana…) si en cuenta se tiene la disposición por capítulos que marcan los días del viaje y otros menesteres, a lo que se ha de sumar la prosa llana y directa del autor; entrar en el libro es adentrarse es como hacerlo en una novela, en el terreno de la aventura de Hugo-Bader que en una gélida primavera se decide a viajar en autostop, a pesar del frío y los mosquitos, y el oído siempre presto con respecto a los compañeros de viaje que le acogen en sus vehículos allá habla con todo el mundo, y cada encuentro es una historia, y salpica certeras pinceladas que nos dan cuenta del horror del que fue escenario la blanca geografía, mas como queda reiterado se habla con los vivos y de tales charlas surge una visión del presente con sus desigualdades dentro de la actual Federación de Rusia …una constante planea a lo largo del recorrido el carácter hospitalario y locuaz de los habitantes del lugar, que facilita la labor del viajero al tiempo que hace que las historias fluyan y deriven sin límite.
El autor ha sido premiado en diferentes ocasiones, recibiendo este libro, en concreto, el prestigioso English Pen Award, y ciertamente el trabajo es potente lo que sitúa a Hugo-Bader en la senda del celebrado Ryszard Kapuscinski.