Al sistema capitalista le sobra el 90% de la fuerza humana disponible
AL SISTEMA CAPITALISTA LE SOBRA EL 90% DE LA FUERZA HUMANA DISPONIBLE POR LO QUE EL PARO SEGUIRA AUMENTANDO SIN SOLUCION
EN ESTE DESASTRE LOS DE IZQUIERDAS SIN ACLARARNOS Y DANDO PALOS DE CIEGO
Desde hace siglos el sistema capitalista ha sorteado sus brutales contradicciones con actuaciones crueles, provocando desempleo, guerras, expolios y desigualdades. Ahora bien, en el contexto actual ya no tendría salida aunque provocaran una guerra mundial de proporciones destructivas jamás conocidas.
Ya no se podrá volver a conseguir que haya trabajo, ni como antes y ni siquiera (como algunos pueden estar pensando), parecido a términos medios. El sistema no solo llegó al tope, sino que se sobrepasó. De modo que ya no se puede volver a recuperar esa cuotas mínimas, de lo que el capitalismo llama crecimiento, para generar empleo y plus valía, porque ya hace tiempo se llegó a un nivel donde se sobrepasó en capacidad para producir y servir lo necesario y sobre todo lo innecesario sin apenas esfuerzo, y en estos momentos, en todo tipo de producción ya le sobra el 90% de la fuerza humana disponible para su explotación. Por ello, aún es más grave lo que nos espera, pues el sistema de laissez faire sigue agudizando constantemente esta tendencia. Hasta Albert Einstein, (que no era marxista, sino un científico con inquietudes por el bien de la humanidad), así lo pronosticó en 1934.
Esta es sencillamente la realidad, y quienes pretendan discutirlo y mostrar su desacuerdo, no encontrarán razones y solo demostrarán su despiste, o en otro caso, su actitud reaccionaria tratando de desviar la atención y ganar tiempo de confusión. La enfermedad del sistema ya no tiene cura, no tiene escapes tal y como los encontró en otras ocasiones, ahora, como dice Iñaki, nos lleva al caos.
Desgraciadamente la alienación está impregnada masivamente, de manera vasta, en la clase obrera, pero también en todas las capas medias de la humanidad. Y existe una parte de las personas, que aparentemente estarían en condiciones de aproximarse a saber lo que ha ocurrido, no obstante tampoco son conscientes y de ahí que reine en su seno una actitud de no implicarse, convencidas de que a ello@s no les llegará el “agua al cuello”, creyendo que tienen margen hasta que de nuevo las aguas vuelvan, más o menos, a su cauce. Piensan que podrán aguantar cruzados de brazos, sin arriesgarse hasta que “esto se arregle”. Este personal, mayormente de carrera que aún mantiene empleo, será muy culpable de la gravedad extrema en la que nos vamos a encontrar si continúa sin comprender y sin implicarse en la suma de fuerzas para evitarlo.
Ingenuamente también hay quien piensa que la clase más poderosa del capitalismo puede llegar a comprender que tiene que dar margen a las masas para que puedan seguir consumiendo, es decir, que podría surgirle la lucidez de generar y pagar empleos innecesarios para generar poder adquisitivo. Ello es erróneo, pues se olvida que es el capitalismo el que ha obstaculizado al Estado, cualquiera de esas vías, usurpando los sectores públicos. Su única alternativa sería la de poder continuar con la explotación de las masas obreras y de otras capas sociales que se les han incorporado, de forma más concreta en este contexto, exprimiéndolas a todas en la salvaje competición en producción y consumo. Sin embargo, para su desgracia, eso solo podría hacerse con trabajadores, algo imprescindible que está pasando a la historia. En todo caso (mientras que mal aguantan), los trabajadores los van encontrando en países como Bangladesh con salarios diarios de 50 céntimos y de un euro.
Y EN TODO ESTE DESASTRE LA IZQUIERDA, SIN ACLARARNOS, DANDO PALOS DE CIEGO
De modo que, en todo esto existe una causa que si las masas no la han hecho suya es porque, en primer lugar, la izquierda radical no hemos tomado conciencia de su importancia y por tanto no la hemos propagado como hubiera requerido: si el problema es que hay mucho, las soluciones deberían estar en la aplicación de reglas simples; como distribución de aportación social, de tiempo libre y de bienes sociales. De otra manera, tal y como viene ocurriendo, es una aberración que solamente puede mantenerse dado los altos grados de inconciencia que invade a toda la humanidad.
“Aparentemente” existen “mil” frentes de ataque del capitalismo contra la clase obrera y capas populares: la especulación, la corrupción, la deuda pública, el desempleo, los bajos salarios, los desahucios, el robo de la sanidad, de la enseñanza, de las pensiones, de las leyes laborales; el saqueo internacional, el drama de la inmigración, etc. etc. Frente a esa ofensiva, la izquierda revolucionaria, yendo de un lado para otro, tratamos de sacar a la gente a la calle explicando los golpes que nos han dado, que nos siguen dando y los que nos piensan dar. En este escenario se ha propiciado un ambiente desolador, de derrota y de impotencia.
Por todo ello, estoy convencido que de no haber abandonado esa aplastante razón histórica de lucha (avanzamos luego hemos de vivir mejor), el dantesco y cruel “partido que se está jugando” entre las clases, hoy tendría otros resultados muy distintos y favorable a los trabajadores y pueblos.
La clase obrera ha de expresar todas las razones que tiene de su parte y ha de poner patas arriba esa obscena irracionalidad en que, habiéndose conseguido que haya muchísimo de todo (para cubrir de sobra las necesidades de toda la humanidad), se permita que la gran mayoría soporte mares de insuficiencias y miserias. Más cuando se posee la capacidad para continuar obteniendo cuanto se quiera y como se quiera. Y por eso, la multitud de ataques en que nos divide la clase opresora, (sin dejar al margen ningún problema individual o colectivo), deben de ser vistos y entendidos como un solo ataque, como una sola cosa; siempre deberá ir por delante como lema fundamental y determinante: somos inmensamente más ricos, hemos de vivir inmensamente mejor.
Sin embargo siempre habrá gente de la izquierda, sumida en ese despiste decimonónico, que me dirá que eso ya lo sabemos y que primero hemos de acabar con el capitalismo. Una opinión que dejará al descubierto que no ha entendido el fondo del artículo, embozándose en el axioma del error olvidado no corregido y difuminado en el tiempo. Siendo que, lo que se pierde de vista y se olvida no es posible comprenderlo, ni descubrir la necesidad de valorarlo y discutirlo. Si además, ese error es la raíz más gruesa en que se sustenta la lucha de clases, entonces podemos explicarnos porqué el capitalismo no ha desaparecido aún.
Si tenemos en cuenta las luchas de clase y las elaboraciones teóricas de Marx y Engels, en el siglo 19, ¿Qué conclusiones, materialistas-dialécticas e históricas, deberíamos estar sacando para una puesta en práctica que genere sujeto subversivo?
¿A caso no es cierto que hoy estamos a “años luz” de la aspiraciones y diferencia que la clase obrera mantenía con su lucha, en el siglo 19, respecto de la burguesía?
¿No es cierto por tanto, que las reivindicaciones obreras, no solo están desajustadas en base a la revolución científico-técnica, sino que están en manos del capitalismo que es quien está imponiendo retrocesos a las conquistas de estas?
En mi opinión, y si alguien no demuestra lo contrario, todo apunta a que estamos atascados en una práctica exageradamente desfasada respecto de la filosofía marxista.
Las grandes organizaciones comunistas de Europa “han desaparecido” porque fueron incapaces de ver y de afrontar que con el 20% de la fuerza de trabajo que existía, ya hace cuarenta años, había suficiente para que la humanidad se mantuviera con un nivel alto de calidad de vida y sin asesinar el ecosistema.
De nuevo, con la infinidad de contundentes argumentos que tenemos de nuestra parte, hemos de lograr que las ideas del comunismo calen en las masas.