
A ver si aprenden de una vez…
  No tiene que devanarse el seso para saber si una propuesta es progreso, es inmoral o es un disparate. Todo está ya sentenciado en los países de la Europa «clásica». Los partidos políticos en el gobierno y en la oposición no tienen más que echar un vistazo a su entorno, y decantarse por cualquiera de las opciones ya sancionadas por otros parlamentos. Desde que dejamos atrás a la dictadura han pasado 35 años. Y ahí hay, o va habiendo, una amplia oferta en las materias más espinosas, hechas tales por el retraso mental de los que acostumbran a frenar lo irrefrenable: la sensatez.
  ¡Cuántos quebraderos de cabeza y cuántas antipatías y odios gratuitos nos hubiéramos podido evitar por aquel entonces, por ejemplo, con la Ley de Divorcio. Sobre todo teniendo en cuenta que los que primero recurren a su protección fueron, y son, los que escandalosamente se opusieron a ella y tuvieron al país sobrecogido durante una larga etapa! ¡Cuántos quebraderos de cabeza y cuánto odio se pudo evitar a propósito de la Ley del aborto de 1985 en los supuestos establecidos, a la que se opusieron los que pagaban a sus hijas el aborto en Londres o Suiza, y los que se oponen ahora haciendo lo propio en clínicas privadas, que es donde está el intríngulis! El intríngulis entre lo público y lo privado. Lo privado es lo que potencia la derecha adinerada al tiempo que denigra lo público y la virtual gratuidad que nos procura lo público. Tú no abortes -dicen sin decirlo-, no porque esté mal sino porque es gratis, y los pobres no tienen derecho a gratuidades. Los beneficios son sólo cosa de ricos.Yo puedo abortar porque me lo pago; lo mismo que puedo contaminar porque me pago mi guarrería que suelto a toneladas…
  ¡Cuántos quebraderos y odios y maniobras villanas en los parlamentos, en la calle, en “la emisora de radio”, en los medios en general, a cuenta de la eutanasia bien entendida! Pues bien, ahora el parlamento andaluz la ha aprobado y además con el beneplácito del PP. Vivir para ver… Espero no tener que ir a Andalucía a morir bien, y que la sabia medida se implante inmediatamente en toda España.
  Lo que hace falta es que todos los españoles tengan acceso a la “muerte digna” sin tener que partirse la cara los familiares con los médicos retrógrados o fascistoides que públicamente condenan el aborto mientras lo practican en privado. Ni tampoco con los comités clínicos, de hecho clericales, de cada centro sanitario.
  Lo que decía al principio. España puede optar por lo ya resuelto en Europa y la legislación de los países que la integran donde el Derecho comparado nos permite saber que las diferencias en estas cuestiones sociales y vitales, como divorcio, aborto y eutanasia, son prácticamente anecdóticas.
  A ver si de una vez la derecha y su cómplice, la conferencia episcopal, abandonan su enfermiza e interesada propensión a desestabilizarlo todo defendiendo lo indefendible, para acabar entrando en razón después, al cabo de los años.
  Entrar en razón, después de haber argumentado contra natura y desquiciadamente, significa haber estar retrasado de la cabeza: lo que sucede en España siempre por culpa de los mentecatos, de los palurdos o de los fascistas que, a falta de anschluss u otra cuestión aneja, se agarran a cualquier cosa con tal de hacerse notar y de rentabilizar en su provecho las campañas de desprestigio de los gobiernos o de la oposición, según toque, de la izquierda moderada. Izquierda que, al final, paradójicamente, es también derecha aunque civilizada y que casi no tiene más que limitarse a replantear lo acordado en otro país o hacer un refrito de lo zanjado en varios.
  A ver si aprende de una vez la derecha montaraz y la Iglesia beligenrante y desorientada, y se incorporan ambas a la confrontación civilizada e inteligente, sin mentir y sin faltar, que es lo que a quien carece de argumentos sólidos se le suele dar de maravilla: como macarras, navajeros, villanos, mafiosos y neocons.
  Elévese España sin pérdida de tiempo al nivel superior que, según los gnósticos, es el 4, al que, según ellos también, nos auparemos casi todos los bienpensantes en el año 2012, que está a la vuelta de la esquina. Aún están, estamos, a tiempo.