A las guerrilleras, presas políticas y de guerra que se encuentran en las cárceles del régimen Colombiano
Ustedes, desde sus focos de resistencia, que son las cárceles de Colombia, no se han dejado intimidar ni amedrantar por el enemigo, así estén en manos de él, y eso es de admirar. El ánimo nunca es constante, cada uno tenemos nuestros altibajos, que son propios del ser humano. Lo importante es no dejar que nadie nos manosee la moral. Pienso yo que la moral debe ser nutrida diariamente, algo así como darle agüita a una mata porque si no, se muere. El enemigo por todos lados trata de bombardearles la moral, ofreciéndoles beneficios, plan de reinserción, buscando siempre los lados más débiles de las guerrilleras: la familia, los hijos, etcétera. (me acordé de una propaganda radial que escuché recientemente, insinuando que reinsertando las guerrilleras nos íbamos a poner más bonitas, hablando de cremas para la cara, algo así. ¿Hasta dónde llega el descaro, no es cierto?).
Nutramos nuestra moral siempre con los recuerdos que tenemos cada una de nuestros inolvidables jefes, del camarada Manuel, el Mono, el camarada Alfonso…y muchos, muchos más. Pero también con los documentos que ellos han dejado, que representan nuestra línea político-militar que hace que todos, estemos donde estemos, marchemos en la misma dirección: hacia la toma del poder para el pueblo. Aquí hemos sentido la ausencia de ellos; eran verdaderamente hombres únicos, que solo se pueden reemplazar con el esfuerzo colectivo y redoblado de todos los guerrilleros y guerrilleras de las FARC-EP.
Recuerdo que mi querida amiga Mariana Páez en ocasiones me decía que la mujer guerrillera es hecha de una madera muy fina, especial. Nosotras debemos honrar la memoria de ella y de otras muchas guerrilleras caídas en combate, y ser unas luchadoras incansables, un ejemplo para millones de mujeres en el mundo que son explotadas y humilladas por el sistema. Con altura y decisión vamos a enfrentar cualquier situación, por difícil que sea.
Camaradas: ¡Adelante, pa´atras ni para coger impulso!
Un abrazo fariano, Alexandra.