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LENIN y la conquista del Poder

 

Presentación

Este texto monográfico explica y documenta cómo Lenin dirige la conquista del Poder. Pertenece a parte del Capítulo IV de mi biografía “Lenin. Estratega de los desheredados (1870-1924)”. Lo precedo con unas citas de Marx que muestran la interrelación política estratégica entre Marx y Lenin.

Madrid, 7, diciembre, 2023.

 

Marx

Marx en 1845, en la XI Tesis sobre Feuerbach,  dijo que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo[1] y en 1864, en un texto que será incluido en los Estatutos Generales de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) en 1871, concretó el camino a recorrer: “En su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase más que constituyéndose él mismo en partido político distinto y opuesto a todos los antiguos partidos políticos creados por las clases poseedoras[2]. Esta constitución del proletariado en partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la Revolución social y de su fin supremo: la abolición de las clases. La coalición de las fuerzas de la clase obrera, lograda ya en la lucha económica debe servirle asimismo de palanca en su lucha contra el poder político de sus explotadores. Puesto que los señores de la tierra y del capital se sirven siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos y para sojuzgar al trabajo, la conquista del Poder político se ha convertido en el gran deber del proletariado[3][4].

Marx dejaba claro lo que significaba el marxismo en el terreno político, la lucha de la clase trabajadora no solo para defenderse de la explotación inmediata sino para conquistar el poder a través de su propio partido político con un objetivo estratégico para el conjunto de la humanidad: la abolición de las clases.

Lenin seguirá la enseñanza de Marx de principio a fin: creará el Partido de la clase trabajadora, conquistará el Poder y dejará bien claro que el Estado socialista es un Estado transitorio en el camino de conquistar una sociedad planetaria sin explotación y discriminación, una sociedad sin clases.

Entre finales del XIX y comienzos del XX Lenin creó el Partido revolucionario de la clase trabajadora, conocido genéricamente como el Partido Bolchevique. El proceso de creación se consolida cuando la fracción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) se convierte en un partido de revolucionarios y revolucionarias profesionales, es decir, de hombres y mujeres dedicados a tiempo completo a la tarea de organizar y concienciar a la clase trabajadora con el objetivo estratégico de conquistar el Poder.

Tesis de Abril

La posibilidad histórica de conquistar el poder empezó en la Rusia zarista en febrero de 1917. Previamente, la Revolución de 1905 había sido una fuente de enseñanza capital para Lenin lo que le permitió poner en la escena histórica al Partido Bolchevique. No obstante, en febrero de 1917 el Partido Bolchevique era una espada política sin afilar porque Lenin estaba en el exilio y la “dirección” del Partido en Petrogrado[5] (Kámenev, Stalin y Muránov) no tenía las luces políticas puestas ya que se dedicaba a apoyar “críticamente” al Gobierno Provisional. Este apoyo era criticado por los cuadros revolucionarios bolcheviques entre la clase trabajadora, los marineros y soldados. Esta contradicción entre la “dirección” y los cuadros revolucionarios la vendrá a solucionar Lenin a partir de su llegada a Petrogrado en abril de 1917.

A las 23.00 horas del 3 (16)[6] de abril de 1917 Lenin llega a la estación Finlandia de Petrogrado. En palabras de Sujánov, actor y cronista de la revolución, “el tren llegó muy tarde. Pero al final llegó. En el estrado se oyó una “Marsellesa” atronadora, se oyeron vítores”[7]. Hay una muchedumbre de obreros y soldados esperándole, la militancia bolchevique ha divulgado la noticia de la llegada de Lenin por fábricas y regimientos. Un destacamento trae un proyector que iluminará la escena. El Soviet ha mandado al presidente de su Comité Ejecutivo, Chjeidze, para que reciba oficialmente a Lenin. Llega el tren, las tropas están formadas, los obreros apiñados. Para sentir un poco el apasionado ambiente recurramos a una coetánea de los hechos que nos advierte que “aquellos que no han vivido la revolución no pueden imaginar su belleza solemne y grandiosa”[8]. Lenin baja del tren, la banda militar toca la Marsellesa, le reciben con un ramo de flores y Chjeidze echa un discurso ajeno al pensar de Lenin. Este, sin hacerle el menor caso, se sube a una mesa y dice unas palabras que se oyen por primera vez en la capital de la revolución: “¡Queridos camaradas, soldados, marineros y trabajadores! Me alegra saludar en su persona a la revolución rusa victoriosa, saludarles como la vanguardia del ejército proletario mundial. La guerra imperialista de saqueo es el comienzo de una guerra civil en toda Europa (…). El amanecer de la revolución socialista mundial ya ha comenzado.

Todo está hirviendo en Alemania. Hoy o mañana, o cualquier día puede estallar el colapso de todo el imperialismo europeo. La revolución rusa, realizada por ustedes, sentó las bases y abrió una nueva era. ¡Viva la revolución socialista mundial!”[9]. Más Marsellesa y gritos populares. Lenin se sube a una tanqueta que está en la plaza y se dirige otra vez a la multitud. Vuelve a machacar el argumento, “la quiebra del imperialismo europeo puede producirse cualquier día, incluso hoy o mañana. La Revolución rusa hecha por vosotros, es el comienzo de esa quiebra y el inicio de una nueva época. ¡Viva la revolución socialista mundial!”[10].

Desde la estación le llevan al Palacio Kshesinskaia, en la bifurcación del río Neva, donde han instalado los bolcheviques su cuartel general. La distancia es muy corta, ya que solo hay que cruzar un puente, pero la marcha duró alrededor de una hora porque “toda la multitud siguió en masa al automóvil”[11] en el que va Lenin. En el Palacio Kshesinskaia Lenin, ya sobre las 00.30 horas, echa un discurso que es una primera exposición de lo que serán las Tesis de Abril. El auditorio se queda pasmado. Como no se conocían sus Cartas desde lejos y el discurso de la estación aún no se había asimilado, las palabras de Lenin cogieron de improviso a los oyentes. Cuenta el marinero bolchevique Raskólnikov, el líder de los marineros de Kronstadt, que estaba en la sala de recepción, “el discurso del camarada Lenin duró casi una hora. La audiencia permaneció inmóvil con una atención intensa y constante. Los trabajadores más responsables del partido estaban allí representados pero, incluso para ellos, lo que Ilich dijo constituyó un verdadera revelación. Entre las tácticas del pasado y las actuales había un Rubicón (…). Este discurso fue histórico, en todo el sentido de la palabra”[12]. Cuenta el menchevique y cronista Sujánov, “no puedo olvidar este discurso atronador, que conmocionó y asombró no solo a mí, un hereje errante accidentalmente, sino a todos los fieles. Sostengo que nadie esperaba algo como esto”[13]. Al poco de terminar el discurso Krupskaia y Lenin se van a dormir a la casa de Anna y su marido Mark. Era la primera noche de Lenin y Krupskaia en Petrogrado después de años de emigración. Las sensaciones que tenían eran tan intensas que apenas hablaron: ¡ya en Petrogrado y en plena revolución!

Al día siguiente, el 4 de abril, Lenin dará dos discursos en el Palacio de Táuride, sede del Soviet y del Gobierno Provisional. Primero ante una reunión de bolcheviques y después ante un auditorio de bolcheviques y mencheviques. Lenin insiste en los argumentos de la madrugada anterior y el efecto que producen sus palabras entre los oyentes de la segunda reunión es rotundo. Uno de los presentes, después de oír el discurso grita “¡Delirios! ¡Los delirios de un loco!”[14], mientras otro dice, “Lenin ha presentado ahora su candidatura a un trono en Europa, que ha estado vacío durante 30 años: ¡este es el trono de Bakunin! En las nuevas palabras de Lenin se pueden escuchar los viejos tiempos: escuchan las verdades del obsoleto anarquismo primitivo”[15]. Y Plejanov, el que fuera el introductor del marxismo en Rusia, dirá que “Lenin vive en un universo fantástico donde no hay días ni meses”[16]. Chjeidze, el presidente del Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado, comentará “dejémosle vivir fuera de la revolución mientras que nosotros –el resto de nosotros- seguimos el camino revolucionario”[17]. De los allí presentes, Aleksandra Kollontai fue la única persona que salió en defensa de las tesis de Lenin y lo hizo con un “fervoroso discurso”[18].

La lucha política continúa. Lenin el día 7 publica, con su exclusiva firma, sus Tesis de Abril en Pravda, que serán reproducidas por otros periódicos bolcheviques de Moscú, Járkov, Ufa, Bakú, Tiflis y otras ciudades. En las diez tesis sintetiza la esencia política de sus anteriores discursos:

  1. “En nuestra actitud ante la guerra, que por parte de Rusia sigue siendo indiscutiblemente una guerra imperialista de rapiña, también bajo el gobierno de Lvov y Cía., en virtud del carácter capitalista de este gobierno, es intolerable la más pequeña concesión al “defensismo revolucionario”. El proletariado consciente solo puede dar su asentamiento a una guerra revolucionaria, que justifique verdaderamente el defensismo revolucionario, bajo las siguientes condiciones: a) paso del poder a manos del proletariado y de los sectores más pobres del campesinado a él adheridos; b) renuncia de hecho, y no de palabra, a todas las anexiones; c) ruptura completa de hecho con todos los intereses del capital (…).
  2. La peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso[19] de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado de conciencia y organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado (…).
  3. Ningún apoyo al Gobierno Provisional; explicar la falsedad de todas sus promesas, sobre todo de la renuncia a las anexiones. Desenmascarar a este gobierno, que es un gobierno de capitalistas, en vez de propugnar la inadmisible e ilusoria “exigencia” de que deje de ser imperialista.
  4. Reconocer que, en la mayor parte de los Soviets de diputados obreros, nuestro partido está en minoría y, por el momento, en una minoría reducida, frente al bloque de todos los elementos pequeños burgueses y oportunistas –sometidos a la influencia de la burguesía y que llevan dicha influencia al seno del proletariado (…). Explicar a las masas que los Soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario (…). Mientras estemos en minoría, desarrollaremos una labor de crítica y esclarecimiento de los errores, propugnando al mismo tiempo la necesidad de que todo el poder del Estado pase a los Soviets de diputados obreros, a fin de que, sobre la base de la experiencia, las masas corrijan sus errores.
  5. No una república parlamentaria –volver a ella desde los Soviets de diputados obreros sería un paso atrás- , sino una república de los Soviets de diputados obreros, braceros y campesinos en todo el país, de abajo arriba. Supresión de la policía, del ejército y de la burocracia. Es decir, sustitución del ejército permanente con el armamento general del pueblo. La remuneración de los funcionarios, todos ellos elegidos y amovibles en cualquier momento, no deberá exceder del salario medio de un obrero cualificado[20].
  6. En el programa agrario, trasladar el centro de gravedad a los Soviets de diputados braceros. Confiscación de todas las tierras de los latifundistas. Nacionalización de todas las tierras del país, de las que dispondrán los Soviets locales de diputados braceros y campesinos. Creación de Soviets especiales de diputados campesinos pobres (…).
  7. Fusión inmediata de todos los bancos del país en un Banco Nacional único, sometido al control de los Soviets de diputados obreros.
  8. No “implantación” del socialismo como nuestra tarea inmediata, sino pasar únicamente a la instauración inmediata del control de la producción social y de la distribución de los productos por los Soviets de diputados obreros.
  9. Tareas del partido: a) celebración inmediata de un congreso del partido; b) modificación del programa del partido, principalmente: 1) sobre el imperialismo y la guerra imperialista, 2) sobre la posición ante el Estado y nuestra reivindicación de un “Estado-Comuna”, es decir, de un Estado cuyo prototipo dio la Comuna de París, 3) reforma del programa mínimo, ya anticuado; c) cambio de denominación del partido. En lugar de “socialdemocracia”, cuyos líderes oficiales han traicionado al socialismo en el mundo entero, pasándose a la burguesía (lo mismo los “defensistas” que los vacilantes “kautskianos”), debemos denominarnos Partido Comunista. 10. Renovación de la Internacional. Iniciativa de constituir una Internacional revolucionaria, una Internacional contra los socialchovinistas y contra el “centro””[21].

Eran el programa de la revolución social. No obstante, el Comité Bolchevique de Petrogrado las rechaza. Stalin dirá que “estas tesis no son más que un esquema que carece de hechos”[22]. Kámenev también las rechaza públicamente en un artículo en Pravda, “en cuanto al esquema general del camarada Lenin, nos parece inaceptable en la medida en que parte del reconocimiento del carácter acabado[23] de la revolución burguesa y confía en la transformación inmediata de esta en revolución socialista. La táctica que se desprende de esta apreciación está en profundo desacuerdo con la que los representantes de Pravda defendieron en la conferencia panrusa de los soviets”[24]. Así, estos “líderes” bolcheviques se posicionaban contra Lenin tal y como lo hacían los mencheviques y socialistas-revolucionarios. El líder de estos últimos, Víctor Chernov, que al poco será ministro de Agricultura, escribirá en Dielo Naroda (La Causa del Pueblo), el periódico de los eseristas, que “Lenin es hombre de gran capacidad pero las condiciones anormales de la vida clandestina han empequeñecido y embotado del modo más lamentable sus facultades”[25]. Además de esto se empezará a decir que Lenin es un espía de la Alemania del II Reich y a proferir amenazas de muerte en su contra. Pero Lenin no se arredra y el 9 de abril advierte a los “líderes” bolcheviques en Pravda que está dispuesto a la escisión ya que dice que creará “un partido comunista proletario del que los mejores partidarios del bolchevismo ya han puesto las bases”[26]. Era todo un aviso para los komitetchiki (hombres del comité) ya que los obreros bolcheviques sí estaban con Lenin como van a demostrar rápidamente las dos Conferencias del Partido Bolchevique, la de Petrogrado que se celebra del 14 al 22 de aquel mismo mes de abril, a la que asistieron 57 delegados en representación de unos 15.000 militantes, y la VII Conferencia del POSDR, que se celebra también en Petrogrado, desde el 24 al 29 de abril, en la que participaron 151 delegados que representaban alrededor de 80.000 militantes. Lenin abrió la VII Conferencia de la siguiente manera: “Camaradas: Nuestra conferencia se reúne como la I Conferencia del partido proletario en condiciones de avance no solo de la revolución rusa, sino también de la revolución internacional (…). Al proletariado ruso le ha correspondido el gran honor de empezar pero no debe olvidar que su movimiento y su revolución son solamente una parte del movimiento proletario revolucionario mundial, que en Alemania, por ejemplo, aumenta de día en día con fuerza creciente. Solo desde este ángulo visual podemos determinar nuestras tareas. Declaro abierta la Conferencia de Toda Rusia y ruego que se proceda a elegir la mesa”[27]. Esta Conferencia, como la anterior, aprueba las Tesis de Lenin. Además, elige un nuevo Comité Central y Lenin es el más votado de todos los candidatos. El Partido Bolchevique ya tenía su propia línea política gracias a la dirección de Lenin y al apoyo de los cuadros obreros del partido. Esto se daba en el momento en que las contradicciones políticas de la revolución democrática se estaban agudizando.

 

* Dada la extensión del texto lo adjuntamos en versión PDF para que puedan seguir leyéndolo.

 

[1] K. Marx. F. Engels. Obras escogidas, 2. Akal (1975), p.428.

[2] La cursiva es nuestra.

[3] La cursiva es nuestra.

[4] K. Marx. F. Engels. Obras escogidas, 1. Akal (1975), pp.400-401.

[5] Al comenzar la Primera Guerra Mundial San Petersburgo pasó a llamarse Petrogrado (la ciudad de Pedro) porque el primer nombre sonaba a alemán.

[6] El calendario ruso (juliano) iba 13 días atrasado con respecto al occidental (gregoriano). Así, las fechas entre paréntesis indican el día correspondiente al calendario occidental.

[7] Nicolas N. Sukhanov. La Révolution Russe, 1917.Editions Stock (1965), p. 134.
[8] Nadiezhda Krupskaya. Lenin. Su vida, su doctrina. Rescate (1984) PDF, p. 307.

[9] Nicolas N. Sukhanov. La Révolution Russe, 1917.Editions Stock (1965), p. 135.
[10] E.H. Carr. Historia de la Rusia soviética. La Revolución bolchevique (1917-1923). Tomo I. Alianza (1972), p. 95.
[11] Lenin. Obras Completas en 55 Tomos. Tomo 31. Progreso (1981-1988), p. 104.
[12] Alan Woods. Bolchevismo, el camino a la revolución. Fundación Federico Engels (2003), pp. 644-645.

[13] Nicolas N. Sukhanov. La Révolution Russe, 1917.Editions Stock (1965), p. 142.
[14] E.H. Carr. Historia de la Rusia soviética. La Revolución bolchevique (1917-1923). Tomo I. Alianza (1972), p. 96.
[15] Nicolas N. Sukhanov. La Révolution Russe, 1917.Editions Stock (1965), p. 142.
[16] Jean-Jacques Marie. Lenin. POSI (2008), p. 146.
[17] Robert Payne. Vida y muerte de Lenin. Destino (1965), p .282.
[18] Nadiezhda Krupskaya. Lenin. Su vida, su doctrina. Rescate (1984) PDF, p. 309.
[19] Cursivas en el texto original.
[20] En el texto se dice “calificado” pero el propio contexto indica que es “cualificado”.
[21] Lenin. Entre dos revoluciones. Artículos y discursos de 1917. Progreso (1981), pp. 51-54.
[22] Jean-Jacques Marie. Stalin. Palabra (2003), p. 154.
[23] Cursiva en el texto original.
[24] Gerard Walter. Lenin. Grijalbo (1983), p. 285.
[25] Robert Payne. Vida y muerte de Lenin. Destino (1965), p. 283.
[26] Jean-Jacques Marie. Stalin. Palabra (2003), p. 154.
[27] Lenin. Obras Escogidas en 3 Tomos. Tomo 2. Akal (1975), p. 83.

 

Por Antonio Liz

 

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