A veces, tengo la sensación de que no me puedo permitir estar mal. Eso puede que pase mañana, hoy, si alguien necesita que sea un ejemplo de fuerza antifascista, tendrá que disculparme.
Por FRANCHO AIJÓN*
Escribo esto porque ya no tiene sentido guardarme nada. Creo que es bueno que la gente también sepa que las familias nos rompemos, que estamos fuertes pero también jodidas. Y que aquellas personas que voten a opciones progresistas entiendan o sientan el dolor que supone que todos los mecanismos del Estado se hayan puesto al servicio de la peor idea de mundo posible: el fascismo. Solo así se entiende este proceso y ya otros anteriores, y los que vienen y vendrán.
Estos días he notado en mí un profundo desgaste físico y mental, y una absoluta desafección por los mecanismos del Estado. Tiene que ver con que no he visto esos famosos contrapesos del poder en este proceso de casi seis años —lo llaman pena de banquillo— y he vivido como si fuéramos personajes de una opereta hasta tres sentencias distintas, y cada una más disparatada que la anterior: de seis años a siete años para terminar con la definitiva de cuatro años y nueve meses.
Al final, la última condena llegó casi como un alivio. Era menor que las dos anteriores y parecía el final de un proceso interminable. El remate de un chiste cruel. A eso nos tenemos que agarrar, a que, al menos, no nos matan.
¡Maldita administración de Justicia! ¡Malditos jueces corruptos!
¡Maldito Estado español que tiene secuestrado a mi hijo!
Si hoy querían mesura, hoy no tocaba, lo siento. Prueben a venir mañana.
Siguen los fachas por redes repitiéndome eso de que fueron condenados con pruebas.
Sigo repitiéndoles, aunque de nada valga, que no se admitió la única prueba, unas grabaciones de vídeo que, precisamente, desmontaban los testimonios de la policía. Porque el plan era otro: machacarnos estos seis años sin que ningún contrapeso funcione ante el atropello continuado de una judicatura desatada y unos policías afiliados a Desokupa.
Estoy jodido, pero muy orgulloso de lo que hizo mi hijo ese día al MANIFESTARSE CONTRA VOX. Un deber ciudadano eso de salir a enfrentarse contra una banda que se ha organizado para sostener ideas que creíamos superadas. La vergüenza se la dejo a ellos que son unos fascistas. Vergüenza también los que pudiendo impedir que entren en prisión no hicieron todo lo necesario. Los que por acción u omisión permiten que sigan presos y no dispongan de indultos para, al menos, conciliar un poco.
Por salud mental, me permito estar mal y jodido, harto y hastiado. Toca gestionarlo de la mejor manera, con terapia, cuando la pueda costear. Esto tampoco sale gratis. El proceso es una ruina personal y económica.
Son días realmente complicados porque mi hijo va a cumplir seis meses en prisión. Él entró un mes después que los otros tres chicos por el recurso del Constitucional, y van a tratar en el Centro Penitenciario de Zuera, en una junta de evaluación, si se le concede o no el tercer grado. No somos muy optimistas. De no ser así, pasarán otros seis meses hasta que podamos solicitarlo de nuevo. Habrá pasado un año entero en la cárcel la persona más hermosa del mundo. Eso nos hace una sociedad asquerosa.
¡Maldito Estado español! ¡Maldito y fallido Estado!
Seguiremos. Porque no vamos a parar. Hoy quizá lo vea todo más torcido, pero mañana vuelvo con más fuerza… Mejor, vuelva usted mañana.
* Padre de Javitxu, uno de los seis de Zaragoza. Integrante de la plataforma “Libertad 6 de Zaragoza”. Activista antifascista, guionista, dramaturgo.
Todo sobre la campaña por la libertad de los seis de Zaragoza. Más información de la plataforma y del caso en libertad6dezaragoza.info.