maite, campillo

8M (A Rebecca Cheptegei)

 

Ni el beso ni abrazo que forjan lucha son fractura

El feminicidio es una consecuencia más de la degradación social capitalista, y en ello quiero recordar a Rebecca Cheptegei, quemada viva por un demente que jugó a ser su compañero. La violencia contra la mujer no tiene fronteras, es como si el asesino, violador, maltratador, no tuviera identidad a efectos judiciales frente a la mujer.

Los asesinos de mujeres consiguen su objetivo no hay ley ni educación que les detenga

El 11 de agosto pasado la atleta ugandesa, Rebecca Cheptegei, persistió en seguir abrazada a la vida labrada por ella fruto de disciplina y resistencia lucha constante acompañando sus días, su empeño envidiable de esfuerzo y entrenamiento, representando a su país en los Juegos Olímpicos con récord nacional. Rebecca fue dañada por el fango de una sociedad en descomposición arrastrando una carga dolorosa de doble filo, pasando de lo personal a lo profesional que ya no pudo ocultar en la competición de París, donde la aleta acabó desfondada, finalizando en la posición 44ª. A menos de un mes, tras la competición olímpica, el keniano Dickson Ndiema, se coló en su casa de Endebess Keniavació un bidón de cinco litros de gasolina sobre ella y le prendió fuego. No sobrevivió, llegó al hospital con un 80% de quemaduras en su cuerpo: se comentó en los medios, el asesino consiguió su objetivo »era evidente que su vida estaba en peligro». Su propia madre declara: »No tengo palabras, solo culpo al gobierno», informó que en reiteradas ocasiones habían denunciado el peligro que enfrentaba su hija a la Dirección de Investigación Criminal de Trans-Nzoia: »El viernes pasado hicimos la misma denuncia”, dijo su padre.

Puedo asegurar que son carreras duras, entrenar prácticamente a diario, días de mantenimiento días de machaque en pista y fuera de ella sobre todo terreno, senderos, valles, natación, montaña… mantener una buena preparación física, sana alimentación, mucha concentración y apoyo, acudir a las carreras habiendo trabajado duro el día anterior con horarios de nocturnidad pasa factura pero cercándote a la meta la satisfacción es inmensa. Es lo que me imagino por igual de la atleta ugandesa acompañada de esa ilusión, fuerza y preparación. Pero topó con un ser desquiciado un energúmeno asesino que sin escrúpulos cercó su vida, persiguió su ideal limando el latir de su corazón de la forma más cruel y cobarde, símbolo de la carnaza de un poder marginal capitalista, a la educación de un sistema agresivo que no sirve sino para ultrajar, no para hablar ni escuchar ni querer ni admirar y menos respetar, implicadas las instituciones en la desaparición y muerte de una luchadora incansable una atleta que dignificaba el país en el que había nacido con fuerza y amor.

En las épocas que hemos considerado más tétricas y escuras, cuando más fanática se impone la religión, el castigo a la mujer era como algo natural y hasta bien visto, enalteciendo al marido de respeto y hombría valorado como el macho que sabe hacer justicia, hacer callar a quien no debe juzgar, e incluso a niveles de los más humildes, llegar borrachos y de prostíbulos sin dinero en los bolsillos y los hijos llorando de hambre y el alcohólico pidiendo la cena a la hora que llegara y si no había porque el sueldo no lo había entregado, gastado en nocturnidad y alevosía, paliza que dios te crió, para servir al marido al amo al dueño a la familia al propio barrio, y no ser desleal a ninguno, se callaba, ¡un hombre vale más que una mujer! Que un hombre moliera a palos incluso a los hijos si berreaban, a puñetazos y patadas a la mujer aún estando embarazada, era cosa de familia de puerta cerrada donde nadie debía meterse ni su propia madre, ¡algo habrá hecho! Y en esto ni hoy ni ayer se salva ningún país del mundo en algún momento de su historia, siempre y cuanto más pudiente el macho más juicioso y creíble, de obrar con la razón, que cada uno en su casa sabe lo que hace ya que la casa, la ley, y la mujer, han representado la propiedad privada de la barba al pantalón y su entrepierna, ¡muchos de estos psicópatas han obrado con el cumplimiento de la ley! Han decapitando a lo largo de la historia a miles de mujeres en el mundo, jueces enjuiciando a la mujer después de apaleada y violada provocando su humillación pública dejando libres a sus agresores amparados en el recorrido histórico durante siglos, por el marco social de la iglesia, y su burguesía decadente.

Eleva la mirada al mundo y comprobarás que poca cosa cambia, la incultura, la falta total de educación mínima y respeto que estos hechos manifiestan, es la aberración de un sistema represivo dominante, hecho por las mismas mentes recreadas por las mismas manos aplicadas por la misma formula. La violencia hacia la mujer, en redoble de clase paria, marginación y explotación, sigue estando si no bien vista sí justificada, lo que no está justificado ni bien ni regular es que públicamente una mujer pegue o ajusticie a un hombre en su defensa, ni siquiera la amparará el estar trastornada o hasta la coronilla de aguantar al verdugo en su casa, sería no solo criticable y como texto de periódico dicho enfoque sería francamente grotesco, más que repugnante, repudiada, maldecida y acribillada a insultos, tendrá que marcharse del lugar donde ha nacido, no es sino la reproducción del pregón de la misma sombra de asesinos que sostienen intacta la maquina de la inquisición. En todos los países capitalistas por igual el horror cae sobre ellas sin que apenitas haya reacciones en contra, no ya de gobiernos, de organizaciones de izquierda, puros simulacros y muecas al engaño de minutos de silencio y al aguante de polític@s enmascarados como de “vergüenza ajena” a la purificación del amargo vermut a la espera. Así vemos que pasan los años, las décadas, los siglos, y es lo mismo, el engaño aún más crudo disfrazado de mediática publicidad molestando oídos humillando víctimas, haciéndote sentir que de vos se ríen cuando presionando y desmovilizando impusieron la lluvia democrática, como anulando la enseñanza de dictaduras, y ves que seguimos con la misma carnicería y cómo vas a quejarte de los presidentes de la izquierda, calla la boca, ¡estamos en democracia! Y observas y sientes la rancia máquina represiva, como espada de Damocles, te otea y se ríe carcajeando a lo Ayuso o Milei ¡democracia! ¡libertad! ¡libertad!, y a las fuerzas más prosionistas levantar el puño, y a la ministra de Defensa española pedir ¡paz para Ucrania, ayuda, ayuda! Y a Yolanda Díaz insistir sobre el campanario de la ermita Sor-Citroën lanzar salvas contra Venezuela ¡transparencia, transparencia, transparencia! Y te preguntas dónde carajo quedó el amor el respeto y la conciencia dónde la respuesta al verdugo y lacayo que ejecutan la política del imperio de la muerte.

En Palestina el 80% son ellas y sus hijit@s, las asesinadas, por la misma máquina criminal del ente colonial maltratando y violando incluso a niñas de corta edad.

Miles de mujeres en Afganistán, y hoy la Siria del fascio golpista proimperialista, no solo se hayan desposeídas de todo derecho humano que como personas deben tener, aportar y generar cultura, integración social con los mismos derechos a recibir estudios, trabajo, sanidad y atención social. Pero el engendro de régimen instalado en ambos países las han regresado al medievo lo que fomentó y dejó asentado el imperio estadounidense, mujeres esclavizadas viviendo bajo el terror, muchas son azotadas, golpeadas, violadas, encarceladas y algunas lapidadas. La última ocurrencia de los talibanes es prohibir a la mujer hablar en público ya tenían prohibido cantar ahora ni hablar pueden ¡En Afganistán son unas veinte millones de mujeres viviendo entre psicópatas de la edad de piedra! Otro terror que perdura en el tiempo pero que en los últimos meses ha generado una gran protesta mundial, es el genocidio del yanqui y sionismo contra el pueblo palestino. Porque no lo olvidemos, ¡no es Netanyahu!, el pelele, y su gobierno de psicópatas, los únicos ni los más asesinos de miles de mujeres, niñas y jóvenes. El principal genocida del pueblo palestino (EEUU) es el que impone y propone y provoca guerras permanentes.

Y si hablamos de justicia, señalar el trato que la injusticia, hace sobre los maltratos a la mujer que infringen respaldados por la impunidad las fuerzas policiales. En una concentración o manifestación los policías pueden reprimen a porrazos, gases, balas de goma y de fuego, pegar porrazos al que le de la gana, arrastrar por los pelos a la mujer como si fueran sacos de papas e insultarlas, imprimiendo el sello de la agresión sexual, en comisarías, ha pasado en el Estado español, en Chile, Argentina y otros paises que asesinan y desaparecen, y no pasa nada, ninguna justicia les acusa de maltrato e intento de asesinato ni de violación, via libre al uniformado pueden gasear a una niña de 12 años (Argentina), disparar a la cabeza de una mujer (Palestina), colgadas entre las rejas de un edificio público (Chile), encarcelar y apalear hasta mutilar lo mismo en Catalunya que en Euskal Herria, todos estos países y otros se dotan del mismo sistema represivo económico y político, si ésto mismo lo hicieran mujeres y hombres del pueblo, por el mismo derecho de defensa se les reprime, encierra y hasta desaparecen.

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)

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