26 en Holguin, la plaza del mundo.
Lo primero que recuerdo de Holguín es un enorme letrero que hay a la salida del aeropuerto: “Los cinco volverán”, una pancarta muy larga que ya denotaba la permanencia de aquel espíritu de lucha de aquella ciudad que apoyó desde el desembarco del Granma, con sus huelgas, a la hermosa revolución cubana.
Al despertar al día siguiente uno respira ese aire descontaminado y puro que sopla por sobre palmeras y bohíos, que sopla las cabelleras de los hermosos infantes vestidos de uniforme que asisten a sus escuelas, los bici taxis y carrozas tiradas por caballos que a la par de cientos de carros antiguos, preservados por la sabiduría ingeniosa del cubano    transportan al pueblo, las carreteras descongestionadas, que si por un lado nos dan el sabor de lo que significa el cruel bloqueo económico que estoicamente ha resistido el pueblo, se agradece un tanto por el esplendor ecológico que mágicamente preserva sus aires y tierras.
Los paseos hasta Guardalavaca, a Pinares de Mayari, a la Loma de la cruz o a Gibara le hacen sentir a uno que transita en el interior de una hermosa postal, sus trenes, “el Pocholo” que va y viene a la Habana diariamente, sus plazas, (es la ciudad con más plazas de Cuba) y su gente humilde pero hermosa se graban en el alma para siempre.
No pude menos que traer a mi memoria estos recuerdos de una ciudad a la que estoy hermanado para siempre, allí conocí la vida simple de los hombres sencillos, de ellos escuche viejas historias que cuentan los abuelos de la época de Fidel,  el monumento al Che Guevara, la Escuela de estudio para Trabajadores Sociales,  las veces que fui al Hospital Lenin, donde pude comprobar que todos reciben salud, las escuelas a donde veía a los jóvenes estudiar,. El amor por Martí y por la Patria que casi todos profesan, para ser honestos, no deje de hablar con disidentes, que no dejan de ser cubanos ni de ser hermosos, pero es que no es de política de lo que quiero tratar, así apenas se publique mi escrito, me ametrallen los comentarios de los que escriben desde afuera, no importa.  Ese pueblo entero se le pararía de frente a cualquiera que tratara de invadirlo, hasta los disidentes, carajo.
El sonido de los Mig surcando el cielo para custodiar su soberanía y verlos escupir fuego al volarme por sobre mi cabeza, me revolvía el alma de revolucionario. Hoy he estado recordándote Holguín, a ti y a cuantos holguineros tuve enfrente, Anita, aquella dulce   enfermera que me contaba como funcionaban los CDR, a Juanita la cocinera que me   regalara unas   hermosa fotocopias de fotos de Fidel y del Che en todas sus épocas, mi Rosabel   enseñándome a quererme. Sus viejas casas de arquitectura española llenas de gente, sus cafetines y librerías, el color turquesa con que me recibía la mar al cruzar la última curva antes de Guardalavaca, que se repetía infinito   en los ojos de cada linda holguinera, pues que se sepa: los ojos más bellos de Cuba nacen en Holguín.
Es difícil hablar de Cuba sin caer en la diatriba política, sino lo hace uno lo hace el que nos lee, es verdad, pero al menos no quise sino contar que conocí un pueblo feliz, seres con una humanidad pocas veces encontrada y difícil de olvidar.
Escuchaba a mi tocayo Raúl Castro, dando su discurso del 26 de julio en su ciudad natal, en el Estadio Calixto García, aquel hombre autodidacta que luchó con todo lo que pudo por su patria y  al final  viéndose que sería hecho prisionero, se dio “el tiro de la vianda” un disparo en el paladar, que aunque no lo matara,  hizo a su madre decir cuando se enteró de ello: “ese si es mi hijo” para expresar aquí los hombres que nacen en esa tierra, al igual que Raúl y  Fidel  dos grandes  holguineros más para la historia.
  Fue un discurso muy hermoso porque fue sencillo y de hermano a hermano, celebraba el coraje con que se antepuso esta ciudad a los embates de los huracanes y al tesón con que se está reconstruyendo, con solidaridad la ciudad perdida, que los tintes políticos pasaron a un segundo plano después del sentimiento con que se hablan los hombres cuando hablan de corazón.
Hablar de Cuba, es cierto es hablar de su bella revolución, pero yo quiero hablar tan sólo de lo bello que son esos hombres sencillos, de aquel horizonte verde y dibujado de palmeras, lleno de sonrisas, de caña, de son con quienes convivo por meses. Quiero felicitarlos a todos por su coraje enorme, a mi Cuba hermosa que deslumbra en las antillas como la estrella que nos marcó el camino.
Buen discurso Raúl, breve y hermoso, a contra  sol, como empezaste diciendo, eras solo una silueta donde estábamos todos, estaba Fidel, estaba yo, estábamos todos los que entendemos el socialismo como la única forma de entrar al futuro.
Holguín de mis amores, Cuba toda, hueles a primavera, eres la cuna donde nace el hombre nuevo, mis más cálidos abrazos en este día,  desde Venezuela  las gracias a todos aquellos de quien aprendí a vivir cada día como un 26.