1936: Simone Weil y Georges Bernanos

 

«Hay que implicarse en cuerpo y alma, decía. Lo mismo en la guerra como en la lucha obrera, en el frente como en la fábrica: la fraternidad es un impulso del corazón. Los que la experimentan consideran inmoral rehuir el compromiso, odioso clamar contra la degradación sin arriesgarse a sufrirla. Escribir, pensar, actuar son una y la misma cosa»

Aun a riesgo de repetirme traigo a esta página una interesante novela de Adrien Bosc (Aviñón, 1986), «La columna», editada por Tusquets, de la que hablé con ocasión de su publicación original en el mercado hexagonal (SIMONE WEIL EN EL FRENTE | Cartel de las Artes y las Letras ).

Simone Weil no era una mujer de medias tintas, cuando tomaba conciencia de algunas cuestión se entregaba en cuerpo y alma; así lo hizo, cuando finalizados sus estudios de filosofía, entró en una fábrica dependiente de Renault con el fin de experimentar la vida de los obreros, de allí salió su La condition ouvrière (Gallimard, 1951); no tardó ni un instante tras asistir a un mitín de solidaridad con la atacada República hispana, para acudir, por su cuenta y riesgo, a luchar por la defensa republicana…de París a Perpignan, de allá a Port-Bou, en donde se le entregaron los justificantes expedidos por los milicianos y con los sellos pertinentes de la Generalitat, viajando hasta Barcelona , en donde observa esperanzada las paredes inundadas de carteles de la CNT, el POUM y la FAI, y constata que «la revolución se está viviendo al haber pasado el poder al pueblo, se viven uno de esos momentos extraordinarios en los que aquellos que siempre han obedecido pasan a asumir responsabilidades» (tales opiniones se recogen también en el excelente libro de Hans Magnus Enzensberger, El corto verano de la anarquía. Vida y muerte de Durruti, Anagrama, 1998; p. 159); en la Ciudad Condal se dispuso a prestar sus servicios para intentar saber del paradero del cuñado de Souvarine, el miembro del POUM Maurín, Julián Gorkin rechazó la oferta con tono despectivo al considerar que era una verdadera locura ya que Weil no conocía el idioma del país, ni su aspecto podía dar el pego como española; a través de unos antiguos conocidos libertarios, los dos Charles, Ridel y Charpentier, fue conducida a la cabaña en la que se refugiaba Durruti y en la columna de Buenaventura Durruti se integró en aquella tropa variopinta…Más tarde mostraría su coherencia a la hora de probar cómo vivían quienes nada tenían para llevarse a la boca, arriesgando su salud por la cercanía de la anorexia, o más tarde poniéndose a disposición de la Resistencia y pretendiendo asumir acciones arriesgadas, ante el freno de De Gaulle que tachaba a la mujer de loca…en sus últimos tiempos se zambulló en un catolicismo místico. [Pueden consultarse algunas someras notas de su vida al final del artículo].

Precisamente el libro que traigo a este artículo responde a la época de su vida en la que combatió en las filas anarquistas: ella que era pacifista convencida cogió el fusil y mostró valentía para luchar contra la rebeldía del fascio hispano, como de ello daban cuenta sus compañeros de trinchera, paralelo, en lo que hace al pacifismo, resulta el compromiso de Albert Camus con la Resistencia en la red Combat, si bien el franco-argelino implicándose en acciones de apoyo y de propaganda, sin empuñar arma alguna. Quiso la suerte, más buena que mala, que sufriese un accidente al meter el pie en una cazuela con aceite hirviendo…y digo buena fortuna ya que ello le supuso que se le diera la baja para seguir en el combate; así pues su participación en la contienda fue breve. Mientras ella luchaba contra los cruzados, el también escritor, católico acérrimo y monárquico de pro, Bernanos había acudido a Mallorca con el fin de alistarse al lado de los sublevados, si bien el ser testigo de los numerosos crímenes y ejecuciones sumarias le horrorizaron hasta el punto de exclamar: «aunque los muertos callen hablarán los cementerios», valoraciones que tomaron cuerpo en su Los grandes cementerios bajo la luna. Tanto el escritor, como su hijo que estaba combatiendo con los falangistas, salieron quemados al ver la tremenda brutalidad, en especial la de los italianos.

A pesar de no existir datos, ni materiales mayores sobre estos tiempos de la mujer, a no ser su pasaporte y algunas fotos con traje de combatiente, amén de algún breve escrito sobre la aventura española (pueden consultarse tales materiales del mismo modo que la carta a Bernanos en Escritos históricos y políticos, Trotta, 2007; pp. 509-526; aunque esta misiva cierto es que aparece en el libro en su emotiva integridad), Adrien Bosc reconstruye el periplo de la mujer y subraya la significativa carta envió a Georges Bernanos, que de hecho sirve de bisagra en el libro para pasar de las andanzas guerreras de Weil a las de Bernanos, misiva en la que Weil venía a destacar una especie de denominador común en lo que hace a los ajusticiamientos ejecutados con absoluta frialdad, con la sola guía de la filiación ideológica, lo que supuso que ambos saliesen desencantados de su experiencia bélica …algo similar sucedió, entre quienes se unieron a la lucha antifascista como Arthur Koestler o George Orwell, por no hablar de John Dos Passos, al comprobar que en las filas de la emancipación se usaban algunos comportamientos francamente denigrantes, que eran más propios de los enemigos de la libertad; «lo esencial es la actitud con respecto al hecho de matar a alguien…No he visto nunca expresar, ni siquiera en la intimidad, la repulsión, el desgarro ni tan sólo la desaprobación por la sangre vertida inútilmente…», sintiendo repugnancia al escuchar entre risas las hazañas de haber matado fríamente a supuestos curas o falangistas…ahí residió la mala herida de la que hablase Albert Camus.

Tras resultar herida costó dios y ayuda convencer a la mujer para alejarla del frente…Barcelona y luego Sitges, y sus padres trasladados a la zona con el fin de encontrar a su hija. Ausente ya ella en las cercanías del Ebro, nos son relatadas algunas circunstancias de la guerra, de los discursos de Durruti, y el retrato de algunos combatientes. El libro se extiende en la segunda parte, como queda dicho, en los avatares de Bernanos y se extiende en los tiempos posteriores de Weil, en tenues pinceladas, además de ver a los dos Charles abandonar las filas anarquistas, en los años cincuenta, al ahondar sus diferencias que surgieron ya en el año 37 cuando los militantes de la CNT y el POUM fueron atacados en el sangriento mayo por el el estalinismo y la dirección y ministros libertarios mostraron una postura timorata ante tal ataque. Con respecto a algunas de la versiones de los hechos aportadas por Weil, se recogen las opiniones de sus amigos, testigos directos de lo narrado, puntualizando las afirmaciones de ésta…«ella busca un parecido con Bernanos y generaliza. No se trata de negar ni minimizar los horrores de una guerra revolucionaria, ni de disimular los instintos de algunos milicianos. Lo importante es pintar un cuadro completo de los sentimientos y pasiones que se desataron y no de juzgar a los revolucionarios en bloque».

Derivas a partir de la re-lectura del libro

Con respecto al libro se han dado algunas críticas de orden histórico (Réflexions sur les causes de la liberté dans Le Monde libertaire //http://www.memoire-libertaire.org/Notes-de-lecture-sur-Colonne-d-Adrien-Bosc ) en las que se señalan inexactitudes tanto en lo que hace a algunos hechos como a los retratos de algunos personajes, en las que no entraré, no porque no resulten de interés ni seguramente de justicia, sino porque mi inquietud se desliza por otros derroteros. Obviando las diferentes exigencias que se hayan de mantener con respecto a las diferencias entre la pretendida verdad histórica y la verdad novelesca.

Vaya por delante que cada cual lee con sus gafas, me refiero a las ideológicas, y así las interpretaciones pueden ir un tanto predeterminadas. El problema al que me refiero es al que se produce a la hora de escribir acerca de ciertos episodios históricos, hablo del género narrativo, tendencia que de un tiempo a esta parte ha florecido con fuerza (W.G.Sebald, Patrick Modiano, Éric Vuillard o Laurent Binet, si obviar al autor de El monarca de las sombras, al que luego nombraré); con respecto a estos, Adrien Bosc no incluye su yo en la historia narrada a no ser cuando alude al viaje realizado para conocer la zona de la que habla o las gestiones para consultar algunos materiales sobre el conflicto. En relación con episodios tomados de la guerra civil hispana coincido absolutamente con las posturas que expone Enzo Traverso en su Pasados singulares (Alianza, 2022) acerca del revisionismo equiparador que ha guiado algunas incursiones noveladas en las que el autor deja ver la patita al embellecer, limpiando de polvo y paja, a, por ejemplo, un tío facha, dandose equivalencias desmedidas entre combatientes de los dos bandos enfrentados, milicianos buenos que dejan huir a falangista bueno (la obra de Javier Cercas es paradigmática de esta tendencia), llegando a poner en el mismo plano la muerte de Antonio Machado en Collioure y el fusilamiento fallido de Rafael Sánchez Mazas, sin obviar cierto embellecimiento regio bobónico (que diga borbónico)…por no hablar de un lenguaraz académico, con aires de chusquero, que revisando la guerra del 36 mantiene que al final todos somos unos hijos de puta (unos más que otros, oigo terciar) Así las cosas, puede caerse en la tentación de dar por bueno aquello de que en todos lados cuecen habas, como si basándose en dos casos se pudieran deducir normas de orden general, una golondrina no hace verano, cuando en uno de los caos se refiere a muertes en mayor cantidad, en la geografía mallorquina, que en la zona aragonesa en la que se movió Weil que son, ciertamente repugnantes, mas casos puntuales los que son traídos a colación…Dejando de lado, y sin entrar en en un hit-parade de la ignominia, entre otras cosas ya que lo esencial si seguimos a Weil, no es mal criterio, no es el número de muertos sino la postura ante el hecho de matar a otro; las tendencias a la igualación ignoraría quienes fueron quienes se alzaban contra el régimen legal y legítimo, y quienes lo defendían lo cual no es garantía de la comisión de mayores atrocidades y sería caer en un concurso de a ver quién más. En el caso que nos ocupa, el de la novela-collage, presentada, no cae Adrien Bosc en ninguna equiparación o equidistancia, ya que desde las primeras páginas, el autor deja clara desde su valoración acerca de la brutalidad del caudillo y secuaces que se llevaban por delante a todos aquellos que no se uniesen a su movimiento nacional, y a quienes resistiesen con las armas contra el alzamiento cruzado,…Sea como sea lo que queda claro, sin tirar gratuitas conclusiones, es que en los dos casos presentados ciertos comportamientos provocaron la repugnancia ante lo visto por los dos testigos en presencia…dicho lo cual, sin rizar rizo alguno, la única lección universal que se puede extraer es que no hay guerra limpia, sino que todas ellas son sucias, y que ciertos comportamientos en la retaguardia, nada digamos en las primeras filas del combate, pueden sacar a relucir lo más repugnante de los humanos.

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Remito a algún artículo anteriormente publicado sobre la mujer:

Tribuna Abierta Simone Weil, la lengua de los náufragos, por Iñaki Urdanibia 24/ 8 / 2013

Simone la proletaria | Culture | GARA Euskal Herriko egunkaria 16 / 3 / 2014

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Datos biográficos:

1909: Nace el 3 de febrero en el seno de una familia judía.

1925: Entre en el liceo Henri-IV, en donde las enseñanzas de su profesor Alain le marcan.

1928: Entra en la École normale supérieure de la rue d´Ulm.

1930: Sostiene su tesis sobre ciencia y percepción en Descartes.

1931: Obtiene el séptimo puesto en el concurso de agregación de filosofía. Se relaciona con militantes de La Révolution prolétarienne. En octubre inicia su carrera de profesora en Puy. Establece lazos con lo medios sindicalistas.

1932: Viaja a Alemania; es trasladada al liceo de Auxerre. Ese mismo año conoce a Boris Souvarine.

1933: Publica algún artículo sobre el porvenir de la revolución proletaria. Traslado al liceo de Roanne.

1934: Pide una excedencia para dedicarse a “estudios personales”, tiempo en el que redacta su Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social. Entra como obrera en una fábrica de Alsthom, que realiza trabajos de calderería para la empresa automovilística Renault.

1935: Viaja a Portugal, en donde se ve alcanzada por la experiencia religiosa. Traslado al liceo de Bourges.

1936: Front populaire. Va a España, en donde resultará gravemente herida en la pierna…A resultas del accidente, obtiene una baja de tres meses que se prolongará hasta el final del año escolar.

1937: Conferencia sobre la racionalización del trabajo (taylorismo). Publica en una revista de reciente fundada, Nouveaux cahiers. Viaje a Italia. Asiste al congreso de matemáticas del grupo Bourbaki. Traslado al liceo de Saint-Quentin, abandona el trabajo en enero debido a atroces migrañas.

1938: Estancia en la abadía de Solesmes para seguir los oficios de semana santa. Descubre a los poetas metafísico ingleses. Segundo viaje a Italia. Experiencia mística.

1939: Abandona su pacifismo. Redacta algunas reflexiones sobre los orígenes del hitlerismo y sobre La Ilíada o el poema de la fuerza.

1940: Rica correspondencia con su hermano, inculpado por insumisión y encarcelado en Havre y luego en Rouen. La familia Weil abandona París, y escapan a través de Francia. Llegada a Marsella.

1941: Difunde los Cahiers du témoignage chrétien. Relación con Gustave Rhibon en cuyo domicilio vivirá un tiempo. Publica Reflexiones a propósito de la teoría de los quanta.

1942: Varias publicaciones y redacción de numerosos textos de tema diverso. Semana santa en la abadía de En-Calcat. Expulsada de la enseñanza por el gobierno de Vichy, viaja a Nueva York, via Marruecos. Reemprende su Diario. Abandona los USA para trasladarse a Londres en donde es destinada a la dirección de Interior como redactora.

1943: Trata en vano de ser enviad en misión a Francia. Dimite de sus funciones. Trasladada al sanatorio de Ashford. Muere de un fallo cardíaco el 24 de agosto, a la edad de treinta y cuatro años.

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared

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