Siria: La Rapiña Energética y la Reconfiguración Geográfica de Medio Oriente
Las teleaudiencias del mundo desarrollado han vuelto a caer en otro monumental engaño que ha disfrazado la sed energética de occidente como una intervención humanitaria en contra de un régimen déspota y recientemente como una cruzada contra el terrorismo religioso. ¿Si los espectadores creyeron que el Irak de Sadam Hussein poseía armas nucleares por qué no creerían que al-Assad uso armas químicas en contra de su propio pueblo? El estado sirio jamás utilizó armamento de esta índole, sin embargo, a mediados de 2014 el gobierno de Damasco estuvo de acuerdo en entregarle a una comisión civil-militar europea y estadounidense todos los químicos que podían ser empleados para la elaboración de este tipo de armamento, especialmente los gases sarín y mostaza. En Agosto de 2014 el Pentágono declaró oficialmente que el 100% de los agentes destinados a la producción de armas químicas habían sido destruidos. Esto no detuvo el intervencionismo extranjero en el suelo sirio, todo lo contrario, con el paso de los meses la violencia de los invasores aumentó exponencialmente y vino acompañada de una ofensiva mediática que pedía la intervención inmediata directa con tropas de la OTAN. El grupo criminal injerencista bautizada como «Los amigos de Siria» se ha declarado como la voz legítima del pueblo sirio. Está integrado por Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Turquía, Catar, los hermanos musulmanes, representantes de compañías armamentistas y gigantes petroleros, y tras bambalinas, Israel. Su misión es simple: inyectar dólares y distribuir armas entre los grupos terroristas y paramilitares que operan en el territorio sirio, como el Ejército Libre Sirio, (que no es ni libre ni sirio) integrado por mercenarios del Cáucaso, Libia, Arabia Saudí y miembros del antiguo engendro estadounidense conocido popularmente como al-Qaeda, el frente al-Nusra, brazo local de al-Qaeda, y el Estado Islámico, el grupo más violento, cuyas filas están repletas de yihadistas sunnís radicales del mundo entero, profesionales y amateur, desde China y Filipinas hasta Canadá y Estados Unidos.
Sería ingenuo suponer que una invasión de mercenarios patrocinados y algunos casos entrenados por servicios de inteligencia occidentales tenga como objetivo la implantación de una «democracia» en un país con las instituciones más solidas de la región, un gobierno secular elegido democráticamente con una aceptación de casi el 75%, libertades individuales ausentes en otros países árabes y uno de los ejércitos más fieles a su patria y a su alto mando. El leitmotiv de Estados Unidos y sus aliados en Siria es el mismo que derivó en las invasiones de Afganistán en 2001, Irak en 2003 y Libia en 2010: la obtención de recursos energéticos.
A diferencia de sus vecinos, Siria no posee gigantescas reservas petroleras. La extracción y refinación a cargo del estado se ha utilizado en su mayoría para el consumo interno, sin embargo, sus vecinos cuentan con los mayores posos de petróleo y gas natural del mundo, los cuales son indispensables para la supervivencia de una Europa carente de recursos. El yacimiento de South Pars – North Dome, ubicado en Golfo Pérsico se encuentra en los territorios de la República Islámica de Irán y el Estado de Catar y es probablemente el mayor depósito de gas natural del mundo. En marzo de 2011 los gobiernos de Siria, Irak e Irán acordaron la construcción por 10,000 millones de dólares de un gasoducto de 6,000 km que llevaría el gas del yacimiento iraní hasta el Mediterráneo atravesando los territorios de Irak y Siria hasta las costas del Mediterráneo Oriental (en Siria), y de concretarse, varios ramales alimentarían el ducto principal con gas libanés y sirio extraídos de sus propios yacimientos. Posteriormente, la segunda fase del proyecto contempla la construcción de una extensión submarina del gasoducto que trasladaría el gas a Grecia, donde sería distribuid al resto del continente europeo. Esto hizo que los planes cataríes para su «tubo» se vinieran abajo. Dos terceras partes del yacimiento se encuentran en ese país, sin embargo, la porción catarí del yacimiento ha sido mucho más difícil de explotar por estar en sus aguas territoriales y no en tierra firme como el iraní, además, Siria decidió no permitir el paso del futuro gasoducto catarí que después de cruzar los desiertos profundos de Arabia Saudí y Jordania se adentraría en su territorio, en parte, porque su gobierno ya estaba comprometido con Irán y Rusia, sus aliados contemporáneos más importantes y porque Catar es prácticamente un estado tapón que ha funcionado como el martillo mediático de occidente en la región (la sede de al-Jazeera) además de alojar una importante base angloestadounidense.
Sumado a esto hay que hablar de la decepción turca, ya que el ducto catarí tendría como destino Anatolia, donde 40,000 millones de metros cúbicos de gas al año serían almacenados y distribuidos en Europa. Este es el principal motivo de la invasión de Siria, orquestada por EE.UU, Turquía y las petromonarquías ortodoxas sunnís de Catar y Arabia Saudí, las cuales llaman despectivamente a este proyecto como «El gasoducto Chií». La cereza de este pastelito geopolítico-energético es la participación de Rusia en la planeación y construcción del nuevo oleoducto a través del gigante energético Gazprom, lo cual acabó por sepultar las esperanzas de las salvajes dictaduras medievales del golfo para abastecer energía a Europa además de reafirmar el lugar de los rusos, coparticipes en este proyecto, en la cima de la distribución energética del viejo continente.
En esta guerra por los recursos también participa el tradicional agresor exógeno implantado en el Medio Oriente moderno. La rapiña del estado Israelí no solo se basa en la adjudicación y apropiación de las fértiles tierras y el agua del territorio sirio, ya que mientras el gobierno de Damasco combate el salvajismo en su territorio desatado por una invasión de fanáticos al servicio de potencias extranjeras, Israel, a través de firmas occidentales también saquea los energéticos de las tierras sirias ocupadas en los Altos del Golán anexionadas ilegalmente desde 1967, desafiando como es costumbre de Israel todas las leyes internacionales. Fundada en 2004, Genie Energy es una empresa propiedad de polémicos personajes que por años han apoyado el colonialismo sionista de la región y el imperialismo financiero-militarista estadounidense en el mundo entero. Rupert Murdoch, un multimillonario australiano americano propietario del conglomerado de medios News Corp. Y 20th Century Fox, Jacob Rothschild, miembro del clan banquero judío-europeo Rothschild, Michael Steinhart, publicista, inversor y promotor neoyorkino del Estado de Israel, cuyos antepasados fueron miembros de la pandilla judía de Meyer Lansky, y el expresidente de Estados Unidos Dick Cheney, ex líder del gigante petrolero Halliburton y el cerebro tras las dos invasiones de Irak, Somalia y Afganistán. Su directivo general en Israel es el general retirado Efraim Eitam, torturador y promotor del exterminio sistemático del pueblo palestino, a quienes catalogó como un cáncer que debe ser erradicado por completo. A través de su filial Israelí Afek, Genie Energy explotaría yacimientos que podrían producir decenas de miles de barriles diarios y cuyos ingresos realmente le pertenecen al pueblo sirio.
A finales de la década pasada se descubrieron dos importantes yacimientos de gas natural en el territorio y en el espacio marítimo sirio. En 2013 Siria firmó un acuerdo con Rusia por 65 millones de euros para la investigación, perforación y extracción de los yacimientos para los próximos 25 años. El primero se encuentra cerca de la ciudad de Homs, cuya producción a futuro se estima en 400,000 m3 diarios. Cerca de esta ciudad se encuentra una de las joyas de la industria petroquímica estatal siria, ya que ahí se ubica una de las dos refinerías del país. El segundo yacimiento de gas se localiza en las aguas frente a Tartus, ciudad que por cierto, alberga desde los años setenta una importante base militar rusa. No es coincidencia que la mayor actividad terrorista extranjera en Siria se desarrolle en las cercanías de sus yacimientos gasíferos y petrolíferos y en la ruta del gaseoducto, donde lo terroristas han saboteado, destruido y tomado el control del suministro y maquinaría. Estas acciones parecen ser una repetición de lo ocurrido en Irak hace 12 años, cuando las tropas estadounidenses destruyeron un oleoducto que llevaba el petróleo desde Kirkuk hasta el puerto sirio mediterráneo de Banias, una ciudad donde se despacha el crudo hacia el resto del mundo y cuyas calles y alrededores han sido tomadas intermitentemente por los terroristas en los últimos meses. Cabe destacar que los gobiernos de Irak y Siria firmaron un acuerdo en 2010 para restaurar el oleoducto Kirkuk-Banias y ampliarlo con dos ductos extras, uno para crudo pesado y otro para el ligero.
¿Un corredor Teherán-Bagdad-Damasco-Beirut?
Aunado a los contratos y acuerdos internacionales para el traslado del gas natural iraní, las relaciones entre Siria e Irán han sido fructíferas desde hace varias décadas. En los años ochenta Siria fue uno de los pocos países que apoyó a Irán durante la invasión del régimen del corrompido partido Baaz de Sadam Husein en Irak patrocinado y armado químicamente por Estados Unidos, además se han manifestado y han asistido militarmente al gobierno de Damasco contra la agresión y ocupación israelí del territorio sirio. Después de varias décadas de tensión, hoy en día las relaciones entre Irán e Irak han mejorado profundamente, incluso en 2003 cuando Irak seguía siendo gobernado por Hussein, la república islámica se manifestó sorpresivamente en contra de la segunda invasión estadounidense de su vecino y antiguo némesis. Desde 2006 los lazos sirio iraquíes se fortalecieron para disgusto de Estados Unidos, país que ocupó Irak hasta 2010 y cuya meta desde el inicio de su intervención fue el saqueo energético de la región que culminaría con la ansiada intervención en Irán.
Las relaciones entre Siria y Líbano han sido mucho más complejas. Aunque comparten una historia milenaria común, durante los dos últimos siglos las cosas se complicaron. Ambos países pertenecieron a la provincia otomana de Siria. Después del colapso del Imperio Otomano al finalizar la Primera Guerra Mundial, los dos países volvieron a ser víctimas de imperialismo europeo debido al acuerdo Sykes Picot, documento que propuso reorganizar al mundo árabe de acuerdo a las necesidades coloniales europeas. Como buitres Francia y Gran Bretaña se repartieron las antiguas provincias otomanas. Siria, Líbano y el norte de Irak fueron administradas por los franceses mientras que el imperio británico se hizo cargo de Jordania y el sur iraquí. Tras múltiples intentos infructuosos Líbano y Siria alcanzaron su independencia a mediados de la década de los cuarenta, sin embargo, las tensiones étnico-religiosas del micro universo sectario sirio libanés impidieron que las relaciones entre ambos países prosperaran. Esto se complicó con la creación del Estado colonial judío en 1948 y por las consecuentes derrotas de las fuerzas árabes conjuntas en los conflictos contra Israel de 1948, 1967 y 1973. Posteriormente, Líbano fue arrasado por una guerra civil en la que Siria y el estado israelí fueron protagonistas. Los militares de ambos países salieron del territorio libanés hace apenas unos años, Israel en el 2000 y Siria en 2005. Poco a poco las relaciones entre Líbano y Siria se normalizaron. A finales de 2008 y comienzos de 2009 la diplomacia se restableció formalmente con la apertura de embajadas. Esta alianza estaría incompleta si no se toma en cuenta el papel de Hezbolá, una organización político-social-militar chií libanesa cuya fundación e historia han estado vinculadas al epicentro del chiismo mundial, Irán. Hezbolá se ha convertido en la principal fuerza de resistencia dentro de Líbano en contra de las agresiones israelíes. En 2009 se hizo público el segundo manifiesto de la organización en el cual dejaban atrás sus pretensiones de convertir a Líbano en una república islámica al aceptar la diversidad religiosa del país y buscar la unidad para resistir la ofensiva sionista-estadounidense, además de formalizar su alianza con el gobierno sirio.
Los sucesos de las últimas semanas han modificado la política imperialista de Estados Unidos en la región. EE.UU. jamás imaginó que el apoyo ruso al estado sirio llegaría al punto de desplegar jets migs y sukhoi y que tropas rusas operarían públicamente en ese país. Es probable que tras estas acciones los mercenarios del Califato Islámico sean aniquilados, abandonen las armas o como cucarachas se replieguen a sus bases y campos de entrenamiento en Turquía. La supremacía energética wahabí saudí está amenazada. Los monarcas del golfo se han unido con el estado neo otomano del hermanito musulmán Erdogan y sin darle mucha importancia se han convertidos en títeres del colonialismo israelí vía Washington. Los planes de esta abominable alianza para Siria no son halagüeños. Si el bando occidental llega a triunfar, Siria, o lo que quede de ella se convertirá en una marioneta vasalla de los poderes ya mencionados. Lo mismo ocurrirá con un Irak infestado por los mismos mercenarios takfiríes que han sumido en la barbarie a su vecino. Cuando el Califato haya dominado la región este será derrotado misteriosa y repentinamente por Estados Unidos y una coalición integrada por sus mismos creadores y promotores. Posteriormente Siria, Irak e incluso Líbano desaparecerían para dar vida a nuevos estados organizados por confesiones y etnias: un estado suní, uno chií, uno kurdo, uno cristiano y otro druso. En un contexto como este todo el Medio Oriente estaría a los pies de Estados Unidos e Israel, quienes tendrán la vía libre para un enfrentamiento con Irán.
Somos testigos de la formación de un nuevo bloque regional que después de décadas de conflictos internos y externos han logrado establecer una alianza frente a la agresión occidental. Más allá de los beneficios económicos por la construcción de un oleoducto nos encontramos con una alianza que podría lograr a mediano plazo la añorada emancipación de los pueblos de oriente medio y un verdadero progreso dentro del mundo árabe, teniendo como aliados a Irán, Rusia y China.