Siria. Guerra social y telaraña imperialista -Parte VI (Rojava)
6. La lucha en Rojava
Mucha tinta se ha vertido en los últimos meses sobre lo que acontece en la región de Rojava, ya sea desde medios burgueses como desde todo tipo de voceros socialdemócratas (libertarios incluidos). Todos unidos en santa alianza para espolear, jalear y bendecir esa “auténtica revolución” acontecida en el Kurdistán sirio. Pese a que no se les puede tomar muy en serio en sus afirmaciones, tampoco podemos olvidar que cumplen una función nada despreciable en el mantenimiento del orden capitalista.
A nosotros no nos sorprende que algunos libertarios, marxistas–leninistas, troskistas, maoístas, liberales… se den la mano para defender ese “paraíso” que está emergiendo en Rojava. Pues en el fondo están de acuerdo en lo esencial: para ellos la revolución no es una transformación social que suprime y supera desde la raíz las condiciones existentes, sino un conjunto de reformas, de cambios de gestión, de cambios en la participación o en los hábitos de vida, a aplicar sobre la corteza capitalista. Si polemizan en algo es ante todo en la forma en la que aplicar esas reformas: mediante una práctica politicista o una gestionista.i Rojava les da la oportunidad de darse la mano en una simbiosis nada nueva de estas prácticas de la contrarrevolución: el comunalismo.
Unidos en la mascarada sangrienta de la intervención imperialista en Rojava, en las declaraciones de amor a la política del PYD o del PKK,ii y aderezado con la utilización exhaustiva de la mujer armada como elemento irrefutable de la revolución en marcha, esa amalgama de izquierdistas y de burgueses declarados saludan entusiasmados la “nueva sociedad” que ha nacido en esa región. Pero quien atraviesa el velo de las alucinaciones ideológicas que se alza para tapar la triste realidad terrenal, se encuentra con el mismo escenario desolador que se ha impuesto en todo el país: transformación de la guerra de clases en guerra imperialista.
No seremos nosotros los que neguemos la fuerza que manifestó el proletariado en Rojava, cristalizando como veremos un impulso de lucha más profundo que en otras zonas de Siria, sin embargo lo que reivindican los defensores de la “revolución” en Rojava es precisamente lo que ha enterrado esa magnífica fuerza que esbozó nuestra clase.
La adaptación capitalista a una situación dominada por la iniciativa del proletariado es una realidad histórica. Se acumulan experiencias del pasado en las que la burguesía muestra la flexibilidad y la capacidad que tiene para estabilizar una situación comprometida. Se trata en esos momentos de salvaguardar los aspectos fundamentales del capital adoptando nuevas formas que respondan a la situación y se presenten como revolucionarias. Pero todo acontece en el mundo de lo aparente, de la representación, del espectáculo. Bajo él sigue bombeando el corazón de la bestia capitalista y los elementos fundamentales que le dan vida: el trabajo asalariado, la mercancía, el plusvalor, el Estado… Rojava nos ofrece un ejemplo actual de este proceder.
La particularidad de esa región reside en que lo que fue haciéndose evidente para el resto del proletariado en Siria a medida que se desarrollaban los acontecimientos, para el proletariado en Rojava fue claro desde el principio: el ELS y el CNS eran aparatos burgueses de encuadramiento y liquidación de la lucha proletaria. Un área repleta de proletarios de origen kurdo y de refugiados provenientes de Turquía, que llevan décadas sufriendo la represión del Estado de ese país, no podía más que llegar rápidamente a esa conclusión comprobando que la base de operaciones y las directrices partían de Turquía.
Desde el principio eso supuso un polo de inestabilidad, así como de centralización de proletarios en ruptura no sólo con el ELS, sino también con sus relevos (Frente Islámico, Al–Nusra). Los constantes enfrentamientos que se sucederán entre esos proletarios y todas esas fuerzas del capital responderán a la necesidad de la oposición burguesa de someter a esa región y la consiguiente resistencia del proletariado.
Sin embargo, la fuerza que contenía esa ruptura y el potencial que esbozaba en todo el país será minimizado por sus propios límites. Incapaz de deshacerse de la ideología de la liberación nacional en su modalidad comunalista, el proletariado en Rojava fue guiado por el PYD hacia un callejón sin salida. La amenaza que se cernía sobre el poder burgués se fue así disolviendo y éste sólo tuvo que adaptarse temporalmente a una situación que sólo podía evolucionar favorablemente para él. El Estado kurdo en Siria se desarrollará oculto bajo la cortina de la “liberación” de Rojava de las manos de Assad y de la oposición burguesa, chorreando democracia por los cuatro costados, propagando el gestionismo, y evidentemente consolidando la guerra imperialista. Pero por encima de todo reconduciendo al proletariado a su papel de carne de cañón y de explotación.
El PYD como arma de neutralización de la burguesía ante la lucha proletaria
A principios de 2011, la revuelta dentro de Siria adquirió una especial virulencia entre el proletariado de origen kurdo y las zonas donde este sector de nuestra clase tiene peso, especialmente el Kurdistán Sirio (Rojava). Hay que subrayar que se trata de una zona y un proletariado con una rica tradición de lucha que va más allá de las organizaciones leninistas guerrilleristas que tratan de canalizarlo.iii Contra la amenaza que eso supone, desde 1998 la burguesía internacional recrudeció la represión contra ellos a través del Estado Sirio.
Con la eclosión de la revuelta en marzo de 2011, el proletariado de origen kurdo se caracterizará precisamente por la claridad de las consignas que alza en las manifestaciones, que escribe en las paredes, pancartas o que expresa con la acción directa. «No queremos la ciudadanía, queremos el fin de la miseria» será una de las consignas que resuenen con fuerza. El proletariado expresaba que no luchaba para adquirir derechos democráticos por medio de la ciudadanía siria, sino que luchaba para poder vivir, para imponer sus necesidades humanas a las necesidades de la economía.
Las manifestaciones, disturbios y expropiaciones serán reprimidas como en todo el país en la medida de las posibilidades del régimen, que recordemos estaba en plena descomposición en los primeros meses. Las deserciones masivas en el ejército se convirtieron en deserciones endémicas entre los reclutas de origen kurdo. Muchos fueron fusilados al momento, otros capturados y torturados, muchos otros se escondieron y lucharon. Pero para mediados de 2012 la mayoría de barrios y localidades del norte del país de mayoría kurda, estaban totalmente fuera de control. El proletariado utilizó redes de contrabando de armas a través de Irak y la solidaridad de sus hermanos de clase en Turquía para conseguir armas ligeras y municiones, aparte de sus propios arsenales ocultos, haciéndose fuerte en sus territorios. El Estado sirio recurrirá a bombardeos y a incursiones del ejército sin poder imponer el orden.
En todo este contexto hay que dejar claro el papel del PYD, partido separado sólo formalmente del PKK en el 2003 por motivos tácticos, pero que asume el mismo programa y que tiene una gran influencia en el proletariado de la región del Kurdistán Sirio. Esta influencia y encuadramiento del proletariado viene avalada por el prestigio que le otorga el guerrillerismo del PKK desde 1984 en la guerra contra Turquía. Si a ello sumamos los fuertes vínculos que tiene esa organización en otras regiones del Kurdistán, se comprende la capacidad de encuadramiento que alcanza, lo que la coloca como única organización burguesa que puede controlar esa situación desde el interior.
Precisamente esta capacidad de encuadramiento del PYD ha sido utilizada históricamente por el Estado sirio para mantener estable la zona. En el pasado el PKK mantuvo una connivencia con ese Estado para mantener el orden entre los refugiados que venían de Turquía. Se enfrentaba a la Turquía de la OTAN, aliada de EEUU, y favorecía el orden en Siria, aliada de Rusia. Aunque posteriormente el desarrollo de los acontecimientos llevó a que esa relación se rompiera, la necesidad vuelve a juntar nuevamente a los viejos conocidos. Fue así como el gobierno presidido por la familia Assad hizo un acuerdo tácito con el PYD y decidió replegarse de zonas que podrían ser controladas por estos viejos aliados. El Estado sirio, desbordado por la revuelta en todo el país, percibió como un mal menor ceder a esta organización el control del territorio para intentar mantener cierto orden en la región.
En todo el proceso de encuadramiento, el PKK y el PYD supieron desde hace tiempo darle un cambio al viejo y desgastado marxismo–leninismo sustituyéndolo por otra religión ideológica denominada confederalismo democrático. A eso le añadió un puñado de feminismo y otro de ecologismo. La “conversión” atrajo a nuevos correligionarios, y cierto apoyo internacional, especialmente del ámbito libertario, que asombrados por cómo el mesías Öcalan había sido concienciado finalmente por las ideas “anarquistas” (sic!), por su contraposición al Estado (sic!) se posaron ante él.
Pero no debe confundirse este giro oportunista, pese al cuestionamiento que se nos vende a nivel ideológico del Estado nacional, con el abandono del objetivo de todo movimiento de liberación nacional, simplemente se le ha despojado del peso leninista. En realidad el programa de este partido ha dado un giro oportunista del leninismo al comunalismo, basado en un municipalismo libertario y en gestionismo económico y social. Pese a que sigue siendo un claro programa socialdemócrata, esa ideología se ha podido presentar como “revolucionaria”, como “anticapitalista”, como “antiestatal” y es impulsada en todo el Kurdistán en contraposición al programa abiertamente burgués del partido de la casa Barzani en Irak. La fraseología de este municipalismo libertario que quiere presentarse con aspecto moderno, en el fondo es el viejo comunalismo municipal, como el que sepultó a la comuna de París.iv Es la gestión local de la vida económica capitalista tal como lo reivindicaban los viejos programas de la socialdemocracia alemana del siglo XIX. Pero expongamos brevemente cómo se cristalizó todo este programa de la contrarrevolución.
En julio de 2012, como parte del acuerdo tácito entre el PYD y el Estado sirio, comienza el repliegue de las fuerzas del Estado de los barrios del norte de la ciudad de Hasaka, de algunas comarcas en esa provincia, de algunas villas y pueblos especialmente difíciles de pacificar, de la misma forma que se retira de los alrededores de Kobane. El proletariado aprovechó y asaltó algunas comisarías que estaban controladas por el Estado sirio expandiendo así su dominio por el territorio, tomando las tierras que necesitó y defendiendo las que tenía en su mano. La retirada de las fuerzas del Estado sirio será progresiva y en algunos casos parcial, así que las zonas que va tomando el proletariado se presentan como pequeñas o grandes manchas de aceite que se van expandiendo sobre el territorio.v
Algunos sectores de la burguesía siguieron intentando encuadrar a esos proletarios en la oposición burguesa. Por un lado, los intentos del ELS de canalizar ese proceso fracasaron. El proletariado expulsó por las armas a los comandantes de ese organismo venidos de Turquía. Por otro lado, a través del Congreso Nacional Kurdo se pretendió negociar las condiciones de adhesión al «futuro régimen», al CNS, pero también fracasaron. Era difícil hacer tragar al proletariado en Rojava lo que se le ofrecía por parte de toda esa oposición burguesa, pues les reservaban los mismos “privilegios” que Assad pero bajo el espectáculo electoral.
La pregunta fundamental a la que se llega inmediatamente es qué hace el proletariado en los territorios que quedan en sus manos. ¿Los utiliza como un bastión para impulsar la ruptura y la lucha en toda Siria, en Turquía, Kurdistán iraquí y el resto del mundo? ¿Pone en marcha sobre el territorio tomado medidas revolucionarias? Por las condiciones históricas en las que se encuentra el proletariado mundial, que desconoce su propio programa de la revolución, y por el desarrollo particular del proletariado en Rojava, donde la ideología de liberación nacional combinada con el comunalismo ha ido imponiéndose en nuestra clase, el proletariado se verá abocado a someterse al programa del PYD confiando que así abría el camino de su emancipación. Pero será precisamente de esa forma como lo cierre, no sólo para él, sino para el resto del proletariado que lucha en Siria, ya que un avance del proletariado en Rojava podría haber supuesto un nuevo impulso para regresar al terreno de clase y desestabilizar los frentes de la guerra imperialista. Guiado por el PYD el proletariado se sumergirá en una carnicería para defender un territorio que ya no le pertenece y donde se desarrolla la vida capitalista pero bajo formas adaptadas a la situación.
Queremos dejar claro que al comienzo de los acontecimientos, el proletariado con su poderoso instinto de clase pasa con su práctica por encima del PYD, pero muchos combatientes proletarios pertenecen o se reivindican de dicha organización, lo que proporcionará a este partido los medios necesarios para hacerse rápidamente con el control de la situación. En esos inicios, el PYD, aunque con una fuerte presencia, no es capaz de controlar el desarrollo de los acontecimientos, salvo en Kobane, donde con el paso de los días y el refuerzo que le aporta la presencia de guerrilleros del PKK se hará con la dirección de la situación. Pero surgirá un acontecimiento que acelerará el dominio del PYD sobre la zona: la irrupción de los voluntarios islamistas del ELS (Ejercito Libre Sirio) que buscan abrir una brecha en Rojava para que los suministros llegados desde Turquía y los nuevos combatientes puedan entrar con normalidad por toda la frontera kurda sin la resistencia que venían teniendo en esa región. Para el ELS suponía un grave problema no controlar esa zona estratégica, pero al mismo tiempo conllevaba un alto riesgo llevar a sus soldados a luchar contra sus vecinos insurrectos. Pero para esas fechas el proceso de islamización estaba en marcha y esa organización disponía de una fuente inagotable de combatientes extranjeros de esa ideología. Será precisamente en esa confrontación donde el PYD se alzará con el control de la situación a medida que se afirma la polarización islamismo–antiislamismo.vi
La unificación de las milicias, la necesidad de un mando único para hacer frente al ELS–islamista, es un elemento que permite al PYD hacer valer su dilatada experiencia y su capacidad organizativa. La consolidación de las milicias YPG/YPJ (Unidades de Protección del Pueblo/ Unidades Femeninas de Protección) como un ejército unificado permite al PYD controlar directamente los puestos de responsabilidad en la línea de mando de campo y de dirección. De esa forma la influencia y el dominio de esa organización se extenderá. Con el ataque del Estado Islámico a Kobane, este proceso de afirmación de la guerra imperialista se consolidará fortaleciendo la posición del PYD.vii
¿Revolución en Rojava?
Es en todo este proceso de encuadramiento que el programa comunalista del PYD se va imponiendo. Como en la época de la Comuna de París, la función histórica del comunalismo, como manifestación del gestionismo, es conducir a las fuerzas del proletariado hacia lo que no es verdaderamente importante o mejor dicho desviarlos de lo crucial del proceso revolucionario, hacer que los propios proletarios participen en la gestión de su propia explotación y entretenerlos en aspectos secundarios. El municipalismo, la gestión de pequeñas unidades de capital, la liquidación y explotación del proletariado diluido en el pueblo… Las tareas inevitables para el desarrollo de la lucha revolucionaria son eludidas y los proletarios acaban atados a ese movimiento de reforma del capital. Evidentemente es un programa para ocasiones excepcionales, de fuerte crisis social donde la burguesía tiene dificultades para mantener su dominio y se ve obligada a esconder sus pilares bajo diversas formas. La verdadera democracia, la democracia “radical”, es la bandera por excelencia de esta ideología. El comunalismo reivindica la liberación de las comunas de la tutela del Estado central, liberación que no tiene nada que ver con ninguna abolición de las relaciones de clase, y por tanto el Estado, la sumisión, la explotación, la esclavitud del trabajo siguen reproduciéndose bajo otras formas. La participación y la toma de decisiones por la base se convierte en el non plus ultra que justifica todo esto.
Siguiendo la estela de esta ideología, en Rojava se crea una tupida red de instancias y estructuras democráticas a distintos niveles: asambleas, comunas, casas del pueblo, comités locales… El objetivo es gestionar la vida cotidiana y evidentemente el ámbito de decisión de estas instancias se restringirá al ámbito municipal o comunal. Gestionan la sanidad, la educación, así como obras públicas y de urgencia social. Este gestionismo supone la participación social en la economía capitalista, ese es el verdadero contenido de toda esta práctica social. No se toca un ápice los fundamentos del capital. Se quiere hacer que el propio proletariado gestione el orden social, ejerza de policía, forme adecuadamente en los centros de educación a los nuevos proletarios,viii haga respetar la propiedad privada dentro de unos márgenes aceptables, se impulsa a que el proletariado colabore con la economía de guerra (imperialista) produciendo en pequeñas empresas o en cooperativas de agricultores u obreros que han tomado propiedades de burgueses que han huido. Se trata de negar la fuerza del proletariado en lucha diluyéndolo en el ciudadano, en el pueblo, donde explotadores y explotados conviven en armonía. Todo circunscrito por las leyes del mercado mundial, por la guerra imperialista en curso, así como por las decisiones y planificación de comités superiores, con el Comité Supremo Kurdo en la cima, que controlan los sectores estratégicos de la economía y la logística militar.
Todo este entramado organizativo, toda esta red de estructuras democráticas que aplican la democracia de base, lejos de garantizar la autonomía proletaria o de impulsar el proceso revolucionario, materializaron justamente lo contrario. Esas estructuras no sólo terminaron sirviendo al Estado burgués contra la revolución, sino que se integraron y se afirmaron como parte fundamental del nuevo Estado burgués en formación: el Estado de Rojava. Todos los apologetas de la abolición del Estado en Rojava, de la contraposición del PYD y el PKK al Estado, de la “nueva sociedad” que emerge en esa región, ocultan o ignoran la verdadera naturaleza de la democracia y el Estado.
«Como el progreso, la democracia no es algo positivo en sí, que la autoorganización del proletariado podría emplear. La democracia es por el contrario la esencia misma de la estructura de la dominación capitalista, el conjunto de los mecanismos sociales y económicos (mercantiles) que disuelven los intereses del proletariado en el individuo autonomizado, que lo empujan a actuar como tal (libre, igual, autónomo, propietario…) y a decidir en base a la maximización de su utilidad, lo que evidentemente no tiene nada en común con los intereses de una clase social cuyo proyecto social es la destrucción del capital y su Estado. Es tan utópico y reaccionario querer llegar al socialismo ocupando el Estado y desarrollando el capital (como hicieron los bolcheviques) como querer luchar contra el capital en base a la autoorganización democrática que tiende perpetuamente a reproducir la mercancía y el sistema de decisiones correspondientes con el Estado burgués.»ix
Por consiguiente nada se puede esperar del desarrollo de esas estructuras democráticas salvo el fortalecimiento del capital y su Estado. La democracia de base en su desarrollo ulterior acaba reproduciendo las formas más adecuadas para su mantenimiento. En Rojava, por ejemplo, al proletariado se le deja gestionar las cuestiones secundarias de la miseria cotidiana, pero las grandes decisiones son tomadas por la cúpula del Estado de Rojava, para asegurar su armonía con las necesidades de la economía capitalista.x El Comité Supremo Kurdo se convierte en el órgano que va a centralizar y decidir sobre las cuestiones fundamentales. En él participarán los elementos más aptos para defender los intereses del capital, los elementos burgueses que van a asumir un papel fundamental en el Estado. Y no es de extrañar que en ese organismo se repartan el poder el PYD y el PDK (Partido Democrático del Kurdistán) de Barzani. De esa forma la mitad de los miembros del órgano supremo del Estado de Rojava está representado por el Estado de EEUU gracias al PDK. En la práctica eso supone que los cuadros superiores de ese Estado son un tentáculo del Estado de EEUU, quien ha impulsado al PDK a participar en dicho órgano pese a su disputa con el PYD. ¡El gendarme del capitalismo mundial en los cuadros de dirección de un Estado que no es un Estado según los apologetas de Rojava! ¡La realidad desmonta todas las fantasías!
Para nosotros es claro que el poder burgués sigue intacto gracias a la imposición de toda esta ideología comunalista, y este poder sólo se sustenta porque los fundamentos del capital siguen intactos. Al poder burgués sólo se lo derrumba tumbando las condiciones que lo crean: las condiciones sociales capitalistas. Pero veamos otras “transformaciones en la vida cotidiana” de la “revolución” de Rojava y cómo el programa del PYD no representa otra cosa que la continuidad capitalista.
Lo primero que vemos es cómo el dinero sigue siendo la comunidad. La comunidad de muerte. Es cierto que el proletariado en su lucha impuso la gratuidad de ciertos artículos (trigo, vestidos, viviendas, incluso electricidad) y el Estado no tuvo otro remedio que ratificarlo junto con otras medidas ante la fuerza de nuestra clase. Pero incluso en cualquier guerra, los Estados se han visto en la coyuntura de dar cartillas de racionamiento de muchos artículos para mantener al proletariado en su papel de carne de cañón. Y no dudemos que cuando se den las condiciones propicias, estos pocos artículos se someterán a las condiciones generales de la ley del valor que rigen en todo el mundo capitalista. De hecho, ya contienen todo un plan de distribución que responde a las necesidades de la guerra imperialista en curso. Pero sigamos.
Los comerciantes pueden cumplir su papel de intermediarios en la circulación de mercancías. Los patrones de pequeños talleres no sufren los exabruptos comunistas de sus obreros. Nadie pone en cuestión el papel del dinero, representante de la dictadura del valor. Ni siquiera existe el más mínimo intento de disfrazarlo con otros nombres o formatos o hacer malabarismos con la moneda de curso legal (sea sustituyéndola por bonos u otras monedas) para ocultarlo. Los «hombres de negocios» no son molestados siempre y cuando mantengan ciertas formas de urbanidad “revolucionaria”, limosnas para los refugiados incluidas. Las cooperativas presentadas como colectivizaciones, como las agrícolas, no se diferencian en nada de las cooperativas de cualquier lugar capitalista. Meras empresas de producción mercantil donde se somete a los proletarios al trabajo asalariado. La paz, el orden y la libertad imperan en los mercados, en los trabajos y las calles, a la par que la guerra imperialista se desarrolla. La libertad de propiedad privada, comercio y empresa reinan en las relaciones. Los proletarios dedican su vida al infierno del trabajo o a la guerra imperialista. Ninguno de los apologetas de la “revolución” de Rojava osa hablar ni una sola vez de clases sociales, de capital, de explotación, de dinero… Si acaso de la alta burguesía absentista y demás subterfugios para referirse a los monopolios estatales o privados. Anotemos además que los pozos de gas y petróleo están controlados por el Comité Supremo Kurdo por considerarse una industria estratégica, para comerciar en el mercado negro internacional. Como en cualquier Estado burgués se nacionalizan sectores estratégicos por la necesidad de reestructuración capitalista.
En cuanto a la liberación de la mujer no podemos más que denunciar la explotación de su imagen como icono publicitario de la “revolución” de Rojava. La mujer proletaria siempre ha tenido un papel importante en la lucha del proletariado de origen kurdo, tanto en Siria como en Turquía. La comunidad de lucha proletaria en esa región tendió a combatir en su seno toda la herencia patriarcal que supura el capitalismo, asumiendo la lucha como hombres y mujeres que forman parte de una misma clase y de un mismo ser. La comunidad de lucha proletaria, formada por proletarios de ambos sexos, tiende a afirmar en su interior la unidad de su ser. Pero esto nada tiene que ver con lo que nos vende el feminismo y la reivindicación del “rol de la mujer” en Rojava, su participación igualitaria, su inclusión… Hay que preguntarse en qué es mayor esa participación de la mujer, en qué adquiere mayor igualdad. Al igual que el resto del proletariado se trata de que participe en la gestión capitalista, que se someta a la guerra imperialista, que participe en las estructuras del Estado… Los batallones de mujeres, las YPJ, presentados ante el mundo como un ejemplo de «mujeres liberadas y que toman el destino su destino en sus manos», materializan el sometimiento de las proletarias a la guerra imperialista. La naturaleza de una fuerza armada viene dada por el proyecto social que defiende y las YPJ, al igual que las YPG, está sometida al programa burgués del PYD, está a las órdenes y realiza las funciones que le otorga el Comité Supremo Kurdo, el órgano superior del Estado de Rojava. Como cualquier ejército de cualquier Estado, pero con un decorado feminista y particularmente organizado para las mujeres proletarias, para impulsar su participación específica, eso representan las YPJ. Junto al YPG materializan el proceso de integración del proletariado armado a la lógica de los frentes militares de la guerra interburguesa, a la lógica de los ejércitos burgueses y sus mandos, a las necesidades del capital.
Desde luego para nosotros, proletarios de ambos sexos, nos interesa una mierda todos estos logros que reivindica el feminismo. Lo que nos interesa es echar abajo la estructura de dominación capitalista y con ella también toda la opresión patriarcal que reproduce. Pero no será el capital el que nos proporcione los medios de esta emancipación. Mientras el feminismo se ha encargado de reivindicar el rol de la mujer en el capitalismo mundial y la subsunción de ésta a la dinámica capitalista (sea como esclava asalariada o como explotadora) y sus resultados son espectaculares, en la lucha proletaria, por el contrario, la mujer y el hombre asumen la lucha contra el patriarcado como parte de la totalidad de la lucha contra el capital.
Por consiguiente, es evidente que no hay ningún elemento cualitativo que permita hablar de proceso revolucionario o de revolución social en Rojava, sino justamente lo contrario, se está consolidando el proceso contrarrevolucionario, la canalización de la lucha proletaria, la liquidación del sujeto de la revolución y su sometimiento a la lógica del capital. El comunalismo y la democracia de base, la democracia “directa”,xi la administración de las pequeñas cosas por la gente pequeña y la gestión de la miseria no representaba la revolución social en 1871 en la Comuna y no lo representa en Rojava en 2015, sólo representa el enterramiento de la verdadera lucha proletaria de esas experiencias de lucha, el sometimiento del proletariado al engranaje capitalista. Deja márgenes a la «autoorganización» como forma de resolver la crisis abierta y delega funciones en las asambleas locales que asumirán el papel de gobierno local. El resultado es claro: atenuar las contradicciones de clase, fijar las energías del proletariado en la gestión de su propia explotación, mantener al proletariado atado en la defensa de un territorio «democráticamente constituido» como comunal, generar la lucha aparato contra aparato, destruir la perspectiva revolucionaria ante la burguesía internacional, negar la práctica proletaria internacional e internacionalista… He aquí lo que subyace en el fondo de todo lo que se ha denominado el «experimento de Rojava»: un proyecto de liberación nacional que intenta ocultar su Estado adornado por todo tipo de instancias democráticas y gestionistas, canalizando y neutralizando la lucha del proletariado.
Extensión de la lucha a Turquía
En Rojava el capital tuvo que desplegar procesos de encuadramiento diferentes al resto de Siria por el desarrollo particular del proletariado de origen kurdo. La amenaza que supuso la irrupción violenta del proletariado en todo el Kurdistán sirio preocupó al capitalismo mundial. La toma de tierras a punta de fusil por el proletariado armado o las expropiaciones de las primeras semanas tras la retirada de las tropas de Assad, la organización fuera y contra toda la oposición burguesa, la solidaridad entre todos los proletarios, independientemente de su origen, suponían un grave riesgo para la afirmación de la guerra imperialista en curso en todo el país. Los límites de nuestra clase permitieron que la ideología de la liberación nacional del PYD se impusiera y las contradicciones de clase que marcaron el inicio del conflicto en Rojava, cedieron ante la identidad nacional kurda. Sin embargo, el proceso no está cerrado. La ideología de liberación nacional, el comunalismo, el gestionismo y la afirmación de la guerra imperialista no se han impuesto sin convulsiones, y estamos seguros que las contradicciones seguirán desarrollándose. Las negociaciones interburguesas, los pactos y apaños se descosen o son repudiados en el terreno por la actitud y acción proletaria. Esto tiene su reflejo en las propias decisiones de los cuadros de los partidos guerrilleros leninistas (PKK, PYD) que se ven obligados a hacer pequeñas concesiones para seguir dominando la situación.
La inestabilidad en el interior de Turquía, principal actor en la guerra imperialista siria junto a EEUU, puede ser uno de los factores que desestabilice la situación. Las contradicciones de clase no hicieron más que aumentar en todo el país con el progresivo recrudecimiento de las medidas explotadoras del gobierno islamistas en todos los ámbitos de la vida (el milagro económico turco) y la respuesta violenta del proletariado. Han sido varios frentes los que desde 2010 abrieron el camino de la revuelta proletaria en ese país. Las huelgas en la industria y la minería dejaron paso finalmente a la revuelta abierta en el del Parque Gezi que se extendió por muchas ciudades de Turquía y que se saldó con miles de arrestados, cientos de heridos y un puñado de muertos en todo el país.
El episodio de la mina de Soma, donde murieron 300 mineros no sólo dio una muestra de la brutal determinación del Estado de Turquía para aplastar toda contestación, sino también del creciente descontento proletario que se abría paso. Las algaradas en Soma se extendieron a varias ciudades. A la par las manifestaciones en contra de la intervención en Siria por parte de Turquía fueron reprimidas pero no liquidadas. Y en este periodo, que parte de la intervención del Estado de Turquía en la guerra en Siria en 2011 y el ascenso del descontento, se ha empezado a romper la división instaurada con los proletarios «rebeldes de las montañas» o «los turcos de las montañas» según la terminología oficial del Estado de Turquía. La lucha contra Assad y contra los esbirros del gobierno turco por parte de los proletarios en Rojava no ha hecho sino acrecentar esta ruptura. La organización de expediciones a Rojava y de reparto de alimentos realizada por proletarios u otras organizaciones desde Turquía, mientras que el Estado facilitaba el paso de armas y soldados del EI. para reprimir, agudizó aún más las contradicciones de clase. Esto último unido a la ofensiva del ELS a través de los Frentes Islámico y Al–Nusra, provocará que la contestación proletaria comience a realizar pequeños ataques y sabotajes. Pero será con el asedio a la ciudad fronteriza de Kobane por parte de los tanques del Estado Islámico y de Turquía, y el asesinato a manos del ejército turco de decenas de proletarios en las vallas de Kobane —intentando ayudar a sus hermanos de clase de esa región— cuando la contestación se generalice.
En octubre de 2014 se desencadena la revuelta en todo el Kurdistán turco, y el día 6, en pleno asedio de Kobane, los disturbios masivos se extendieron a las principales ciudades turcas durante varios días. Los saqueos, incendios de colegios, bancos, comisarias, ayuntamientos, ataques a esbirros, hicieron temblar la paz social en Turquía. El Estado reaccionó con todo: declaración del estado de emergencia, tanques del ejército en las calles, vía libre a los escuadrones de la muerte del Estado Islámico que están en Turquía… En tres días las autoridades “anunciaban” haber liquidado a 40 proletarios y detenido a más de un millar. Sin embargo, la revuelta proseguía.
Como en Rojava, la única organización con capacidad para frenar los acontecimientos será el PKK. Desbordado por la situación y viendo peligrar su propia hegemonía en el proletariado de origen kurdo, pues la unidad con otros proletarios puede poner en riesgo la «unidad nacional kurda» y la ideología de liberación nacional, el PKK actuará como apagafuegos llamando al alto el fuego, al fin de los enfrentamientos. Con el paso de los días, y a duras penas, los proletarios fueron abandonando las calles ante la acción conjunta de la burguesía (metralla del Estado turco y llamados a la paz del PKK) y ciertas concesiones hacia Rojava.
El PKK demostró en ese episodio a toda la burguesía internacional la importancia que tiene en el mantenimiento de la paz social en la región. Sin su papel fundamental como freno de las protestas la situación podía haber puesto en riesgo la paz social en Turquía, con lo que eso supone. Sin embargo, la situación sigue siendo explosiva. El asociacionismo proletario se ha hecho fuerte en Turquía estos últimos años y no tenemos dudas que la situación volverá a estallar. Ya antes de octubre de 2014 se produjeron una oleada de ataques en Estambul contra hipermercados, comisarias y la fiscalía, algunos reivindicados como respuesta a la represión en Suruc.xii
En este contexto de ascenso del asociacionismo proletario tiene lugar el atentado suicida de Suruc en julio de 2015 donde murieron 32 personas relacionadas con organizaciones de izquierda y ONGs. Los disturbios volvieron a generalizarse, esta vez con ajusticiamiento de policías y soldados. Estambul tembló con los disturbios y el barrio de Gazi fue puesto bajo estado de excepción.
El Estado turco incrementó la represión justificada por el atentado que él mismo facilitó.xiii Bajo la cobertura del antiterrotismo se lanzó contra las estructuras del proletariado. Sustituyó su política de «guerra sucia» ejercida a través del Estado Islámico, por una guerra abierta. Si oficialmente el Estado turco declaraba que es un proceso contra «el PKK, organizaciones de extrema izquierda y el Estado Islámico» nosotros no tenemos dudas que es una operación contra el proletariado, contra su lucha, contra su asociacionismo creciente.
Lo que está claro es que estos acontecimientos están llevando las contradicciones de clase al interior de uno de los países que dirigen la guerra imperialista en Siria y podemos estar ante una desestabilización importante en toda la región. Ante la guerra imperialista nuestra clase sólo puede volver a su terreno de clase, enfrentarse a todos los Estados, luchar contra su propia burguesía, sea en Rojava, el resto de Siria, Turquía, Irak…
La ruptura con el PKK será fundamental en todo este proceso. La influencia que tiene este partido socialdemócrata se ha incrementado con su giro oportunista hacia el confederalismo democrático, es decir hacia el gestionismo libertario, hacia el comunalismo. Sin embargo, su margen de maniobra es estrecho. En ese sentido, es curioso percibir el prestigio que tiene Abdullah Öcalan entre gran parte de ese proletariado y, sin embargo, comprobar que al mismo tiempo, el propio interés de clase empuja al proletariado a contraponerse tanto a sus “consejos” como a las directrices de su partido. Si bien ese culto y la reproducción de sus imágenes por doquier roza la comedia y a la vez nos recuerda episodios trágicos como el stalinismo, podemos comprobar por otra parte las dificultades que él y los líderes del PKK tienen para encuadrar y pacificar al proletariado de la región. Hay que decir que Öcalan y cuadros del PKK llevan reivindicando desde 1998, cuando Öcalan fue capturado por los milicos israelíes, el pacifismo, el fin de la lucha armada y la búsqueda de una «nueva vía». Ante la imposibilidad de imponer esta vía hicieron todo tipo de malabares para finalmente hablar de lucha armada sólo en legítima defensa. Defienden el pacifismo siempre que sea posible y en su contrario como última opción la «autodefensa». Es evidente que esta vía, en el contexto internacional de utilización del yihadismo como ariete oculto de las necesidades de la economía, lleva al proletariado al matadero. Durante el 2015 Öcalan reclamó y escribió cartas llamando a la paz, a la negociación con el Estado de Turquía, incluso a entregar las armas. Pero los proletarios respondían luchando por todos los medios contra ese Estado, generalizando su lucha, cortando carreteras, apedreando e incendiando diversas instituciones de ese Estado, disparando a sus esbirros.
Se trata que esta contraposición de intereses y necesidades se cristalice organizativamente, que el proletariado se organice fuera y contra el PKK y todas las fuerzas y estructuras del enemigo. Para nosotros no hay otro camino que el de la lucha por la autonomía de clase, por la constitución del proletariado en fuerza autónoma. Es en ese terreno donde el proletariado puede recomponer sus órganos de clase, su programa y desarrollar el contenido revolucionario que contiene.
NOTAS
i Para profundizar en la crítica de las ideologías gestionista y politicista como expresiones fundamentales de la socialdemocracia y la contrarrevolución recomendamos la lectura del capítulo La concepción socialdemócrata de la transición al socialismo del libro La contrarrevolución Rusa y el desarrollo del capitalismo del Grupo Comunista Internacionalista.
ii Tanto el PYD como el PKK son expresiones de un mismo partido que por razones tácticas se estructuran en organizaciones formales diferentes, el primero en Siria y el segundo en Turquía.
iii Para entender toda esta tradición de lucha y el accionar proletario de origen kurdo en Rojava, no se puede perder de vista la lucha en Turquía o en el Kurdistán iraquí totalmente conectada.
iv Aconsejamos la lectura de nuestro libro La comuna de París. Revolución y contrarrevolución (1870–1871).
v La connivencia y los acuerdos son de tal magnitud que el gobierno de Assad no dudará en seguir pagando los salarios que hasta entonces pagaba a proletarios de la región para ayudar al PYD en la estabilización la situación.
vi Ver el apéndice sobre el Estado Islámico donde profundizamos en esta polarización que desplaza el eje de la lucha de clases.
vii Remitimos de nuevo a la lectura del apéndice sobre el Estado Islámico.
viii Esta “educación revolucionaria” forma proletarios como en cualquier otro lugar del mundo. Les enseña en el respecto a las leyes democráticas del mercado, les instruye para integrarse en el mundo laboral y también les embuten toda la ideología del PKK y el culto a su líder Öcalan presentado como un dios sobre la tierra.
ix Extraído del texto del GCI: Acerca del Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques. http://www.gci–icg.org
x Esto no quiere decir que si la burguesía se ve obligada a ceder al proletariado una gestión más amplia, en la que se le permita temporalmente tomar todas las decisiones, exista alguna ventaja pues en última instancia es el mercado mundial, el capital, el que impone sus decisiones (tal y como pasa con la misma burguesía).
xi Si entrecomillamos la democracia directa es porque para nosotros es un sinsentido hablar de democracia directa. Las democracia tiene múltiples formas de concretarse pero todas ellas representan una mediación entre los seres humanos, mejor dicho entre el individuo aislado que requiere de la democracia para relacionarse con otro individuo. Es la otra cara de la mercancía, del intercambio mercantil.
xii Una de la reivindicaciones será realizada por proletarios influenciados por la ideología maoísta. Evidentemente nuestra identificación es con los intereses y necesidades del proletariado que impulsa la lucha y las acciones, y no con la ideología de algunos de sus protagonistas a la que nos contraponemos y denunciamos.
xiii Nuestros hermanos en Turquía en lucha no dudan en denunciar a ese Estado en su implicación con el atentado.