Reseña sobre el libro “Fotos de ciudades que amanecen”, de Jorge Díaz Leza
Por Aureliano Cañadas Fernández1
La primera reflexión que me despiertan estos relatos es que tal grado de madurez no ha podido ser improvisada. En efecto, consulten Internet y recorran el “CV” del autor, que tiene ya en su haber otros dos libros publicados: la novela “El Manuscrito de San Florián” (Entrelineas, 2009), en colaboración con María Jesús Leza, y el poemario “Todas Las Vidas” (Poeta de Cabra, 2015), además de otro tipo de participaciones en antologías poéticas y libros colectivos: “Donde no habite el Olvido” (Legados, 2011), “300 Wörter” (2016), así como en diversos medios digitales, como la revista virtual “Viajes y viajeros”.
Después, más allá de la riqueza, de la variedad de las anécdotas y asuntos que no voy a desvelar, resumiré aludiendo a la intuición del autor, que ha sabido trasportarnos al espíritu de cada ciudad. No en vano él es también un poeta y juega en estos textos en prosa con la poesía, independientemente de que incluya en ellos algunos poemas, y con sus misterios: la separación entre prosa y poesía, como todo el mundo sabe, no es una línea recta, sino una ondulada y permeable. Prueba de ello son esos tres primeros cuentos localizados en Estambul. Me parece un hallazgo el uso de la primera persona, pero mucho más todavía que el autor otorgue voz a la propia ciudad: es Estambul la que desgrana la historia de estos tres seres míticos, Dolunay, Najla y Alzahara, enlazando con la tradición de las narraciones árabes.
En la ciudad Venecia, Díaz Leza se acerca al narrador omnisciente y, en unas breves pinceladas de misterio, nos atrapa en el encanto de la ciudad: “dicen”, “cuentan…” no es el autor, es el peso de la Historia el que construye los relatos, es Venecia.
El capítulo consagrado a Londres, quizá más ambicioso, de una mayor complejidad, y continuando con la técnica del narrador omnisciente, nos ofrece, en su primera parte, con una enorme brillantez, un relato fantástico que tiene como fondo la rebelión comunera castellana. El autor hace plausibles las peripecias del protagonista que sufre los reveses de la fortuna, llevándole desde la cumbre de la sociedad de Enrique VIII de Inglaterra hasta la desgracia y el enfrentamiento con su propia sombra.
La segunda parte consagrada a esta ciudad, es un ejercicio de ingenio con el encuentro de Shakespeare y Cervantes, a través de un chispeante diálogo y un intercambio de roles literarios.
El capítulo de Londres se cierra con la confesión de quien descubre en un feo seductor a su verdadero padre, quien reconoce, al ser entrevistado, cual es el secreto de su éxito con las mujeres.
Ese mismo tono de confesión inaugura las páginas dedicadas a Madrid, con una historia de violencia de género, sexo y sorpresa, para, a continuación, utilizar en el siguiente relato el recurso a las nuevas tecnologías (¿o no tan nuevas ya?), y construir una historia con los mensajes grabados en un contestador automático, acerca de la decadencia, lo efímero del mundo de las “starlettes”.
Interesantísimo el relato que cierra la trilogía de Madrid, “El diablo en el espejo”, porque en tan reducido espacio narrativo, se exponen temas fundamentales, relacionados con la literatura fantástica y la traición a los ideales de juventud.
En Atenas, el autor juega primero con una historia de pasión y celos, pero detrás de ella, en realidad, ironiza sobre los problemas de la globalización. Y, seguidamente, con la anécdota de las gafas que permiten una incursión al pasado.
De la ciudad de Valencia, más que la historia de la huelga y del atentado, realista y bien situada, me ha interesado más la de la niña Rosita, graciosísima.
En Barcelona, después de esa terrible referencia al mundo de los actores porno, el relato que da título al libro, “Fotos de ciudades que amanecen”, creo que es el más logrado de todo el conjunto, ya que admite varias lecturas y analiza, magistralmente, a la sociedad española actual: la familia, con el trasfondo de la dificultad de las relaciones humanas, la corrupción política, el abandono de los ideales de izquierda… Todo este antológico relato tiene un sabor a “Grand Meaulnes”, a “On the road”, a idealismo de juventud. Díaz Leza ha sabido enfocar no desde demasiado cerca esa posible relación entre dos chicos con un final abierto hacia algo más que una amistad.
Pero me gustaría ser más certero y resumir, en un breve “brain storming” lo que este conjunto de relatos me ha hecho pensar:
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La imaginación de su autor, capaz de reconstruir épocas y ambientes distintos y lejanos, y lo que es más importante, hacer que no suenen a falso, hacerlos plausibles.
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Su facilidad para el empleo de las distintas personas narrativas, sin constreñirse solo al narrador omnisciente.
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La fluidez y la oportunidad de los diálogos, que no son nunca artificiosos ni suenan a impostados.
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Su compromiso. Quienes conocemos la trayectoria personal de Díaz Leza, reconocemos que no podía escribir de otra manera, con ese interés por los desfavorecidos, con esas denuncias de los desastres cometidos contra-natura-leza.
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Su crítica al abandono de los ideales de la izquierda.
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El interés de estos relatos, constante a lo largo de todo el texto. Yo digo siempre que el interés es al relato lo que la emoción a la poesía. Si no hay emoción no hay poesía. Si no hay interés, el relato se nos cae de las manos.
Fácilmente encontrarán ustedes ejemplos de estas aseveraciones mías a lo largo de todos los cuentos. Léanlos y reflexionen, porque no solo nos ayudan a evadirnos de la dictadura de lo cotidiano, sino que nos hacen pensar.
LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE RELATOS “FOTOS DE CIUDADES QUE AMANECEN” TENDRÁ LUGAR EN MADRID, EL PRÓXIMO VIERNES 13 DE ABRIL EN EL CAFÉ LIBERTAD (C/LBERTAD, 8), A LAS 19 HORAS.
http://jorgediazleza.blogspot.com.es/p/relato.html
1 Aureliano Cañadas Fernández es poeta y escritor. Licenciado en Literatura Hispánica, ha recibido diversos premios como el “Marina Romero” de la asociación de Escritores y Artistas Españoles o el “Andrés García Madrid” de Ateneo Primero de Mayo. Ha publicado 14 poemarios entre los que destacan “Conjugación Secreta”, “Máquina el Hombre Mismo” y “Porque soy Teseo”