Prietas las filas
Por Iñaki Urdanibia
« In medio virtus »
( dicho latino )
«…la filosofía elude la que ha sido una de sus tareas más importantes: sugerir posibilidades alternativas, distintas o innovadoras. La filosofía no es una recepción despegada, contemplativa o neutral de objetos, sino más bien la práctica de una posibilidad interesada, proyectada y activa »
( Gianni Vattimo y Santiago Zabala )
« No entiendo lo que la gente pretende decir cuando sostiene que Marx se equivocó. Y menos aún cuando se dice que Marx está muerto. Nuestra época impone unas tareas urgentes; tenemos que entender el alcance del mercado mundial, y las transformaciones que trae consigo. Y para ello , Marx resulta ineludible. Mi próximo libro – y será el último- se titulará Grandeza de Marx »
( Gilles Deleuze ) (* )
Avisos para la navegación
1 ) Señalaba Henri Lefebvre que la amalgama es la esencia de la modernidad. Pues bien, los personajes de los que se ocupa el presente artículo parecen estar en posesión del carné de “modernos”, ya que el uso de la amalgama está en la base de sus opiniones y pretendidos argumentos; así, se mete en el mismo paquete a Sarkozy ( a partir de ahora también a Fillon), a Marine Le Pen, a Silvio Berlusconi y Bepe Grillo, a Jeremy Corbin, a Donald Trump y Bernie Sanders, a Hugo Chávez, Evo Morales, a Pablo Iglesias…y todos tan contentos. Hasta tal punto llega el recurso a la amalgama que podría considerarse que no es que resulten “modernos” sino ultra-modernos, dejando pálida la exigencia de Arthur Rimbaud de ser absolutamente modernos.
2) Las líneas que siguen dan por buena la apreciación de Enzo Traverso, quien se apoya en Marco Eramo, de que « “ populismo” es una categoría que califica más bien a quienes la utilizan que a quienes pretenden designar [ no siendo] más que un arma de combate político que trata de descalificar al adversario». Aclarado lo que antecede…vamos allá.
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De lo que se trata es de que el barco no se hunda, que no zozobre el buque y siga navegando, como un bateau ivre, con la dirección clara y siguiendo la brújula que desde tiempo inmemorial marca el norte debido, que dicho a la brava es el que conviene y favorece a los dueños del cotarro, se vistan de azul o colorao. Los unos, con palabras claras, otros con términos más alambicados mas todos con un claro denominador común. Este consiste en defender el estado actual de cosas, obviamente mejorable con algunos retoquecillos, pero manteniendo lo sustancial que es el marco en el que vivimos – ellos al menos, asentados y felices- ; en esa onda la llamada transición fue ejemplar, y las posturas que hoy, encarnadas en jóvenes más o menos airados, que mantienen que la transición fue insuficiente al no romper con el franquismo, y que en consecuencia habría que llevar cabo una segunda transición que profundizase la democracia…es –según los dilectos profesores- no saber de qué se habla, entre otras cosas – y esa sí que es buena, como si el tener una edad determinada que hizo que no pudiesen vivir los momentos del tardofranquismo y los de la neodemocracia, fuese un pecado que les imposibilita a hablar con atinado juicio- ya que no son conscientes de los problemática ( ruidos de sables e hisopos) que era la situación a la que se tuvieron que enfrentar su generación (?), como si ésta fuese suya y fuera monolítica…¡ vaya por dios!
En este orden de cosas parece como que la madritense universidad Complutense fuese el escenario del que salen estos discursos condenatorios, en respuesta a la voz de algunos jóvenes más o menos airados que trabajan en la facultad de ciencias políticas de dicho campus. Así, si en este segundo bando estaría los celebérrimos Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias, Carlos Fernández Liria y/o yo qué sé, en el lugar de lo atacantes, la más o menos “vieja guardia” envejecida , pueden incluirse a Antonio Elorza, Fernando ( Fernández)-Savater, José Luis Villacañas o José Luis Pardo…Gabriel Albiac…está en la tertulia con Jiménez Losantos, o escribiendo sus filípicas pro-sionistas para el decano de la prensa hispana; ¡ entremos en harina!.
Los dos nombrados primeramente en esta última lista de los críticos-críticos, se dedican con esmero y furia a entregar sus sabatinos sermones, en el periódico global El País, en los que, un día sí y otro también, no descansan en cantar las maldades de los jóvenes podemitas: a) porque no saben, ni conocen lo sucedido en tiempos pasados, b) porque el camino alborotado que proponen sus jóvenes colegas no conducen más que a la barbarie, encarnada en la actualidad por Venezuela, Bolivia, y antes por Cuba y todos los países de “socialismo real” que en el mundo han sido; en el caso del donostiarra el abanico temático se abre al gran espacio, es un decir teniendo en cuenta lo escueto de las columnitas, a la crítica al pasado terrorismo( del practicado por el Estado, ni pamplona pía) y a los perennes y disgregadores nacionalismos catalán y vasco, pasando así del “panfleto contra el todo” al contra todo aquello que ponga en duda la ejemplaridad de la democracia hispana, y pretenda ir más lejos que el marco constitucional vigente, al que no obstante, él daría algunos retoques para que aun manteniendo la monarquía, se fuese asemejando cada vez más a un sistema único e igualitario de los ciudadanos, arrojando a la basura las veleidades nacionalistas ( de las pequeñas nacionalidades)…no sé, tal vez se trate del habermasiano, tan manido en su tiempo, “patriotismo constitucional”, no sé. Tan prolífico y zascandil – como él mismo ha tenido a bien definirse- tampoco pierde comba para embestir contra los animalistas, y más en concreto contra aquellos que se oponen a la matanza espectacular de toros. Mas no sigo, que voy a lo que voy.
Los otros dos a los que he nombrado han llevado las cosas más lejos hasta el punto de dedicar un par de libros, uno cada uno de ellos, para indicar cuál es el mayor enemigo de la democracia hispana: el populismo ( mot-valisse, que diría Roland Barthes: o cáscaras sin fruto como dientes huecos ) que como Jano se presenta bajo dos caras: ellos se centran en la que realmente incordia en la piel de toro ( ¡ muuuuuuu!). El valenciano, tras una brillante carrera académica , ahora pace en Madrid, en la universidad mentada ( que no mentolada), publicó , en La Huerta Grande, un librito con explícito título: « El populismo» en el que se alertaba contra los peligros de las posturas anti-institucionalistas, que se plasman en la presencia líderes carismáticos, casi convertidos en héroes, por sus fieles, y que conducen a la ruina de la democracia (él curiosamente habla de los peligros que suponen para el ideario republicano…no sé de qué país hablará) y al riesgo de caer en las tentaciones insurreccionales y , en consecuencia, totalitarias. Conste que no dudo en declarar lo certero de algunos textos suyos, que he leído, sobre Kant o algunas aproximaciones a la historia de la filosofía…Ahora, contra el enemigo le llama el deber, y la tarea, lo primero es lo primero, exige textos de combate.
Si el anterior es un pequeño manualillo que incide en los peligros y entrega una brújula, en forma de léxico, características – presentes en el comportamiento y vocabulario utilizado- del fenómeno presentado, el libro que presenta José Luis Pardo está, qué duda cabe, más trabajado y es más pinturero podría decirse. Al libro, «Estudios del malestar. Políticas de la autenticidad en las sociedades contemporáneas» ( Anagrama) se le concedió, por un tribunal en el que entre otros, por cierto, está su colega y amigo Fernando Savater, el Premio Herralde Ensayo; conste, si es que hiciera falta que algo conste, que lo de señalar un miembro del tribunal no tiene ninguna intención malsana, ya que sabido es que a los premios literarios y similares se presentan los trabajos con seudónimo y nadie sabe a quién corresponde ( en este caso José Luis Pardo se presentó de Dylan Dass) . Vaya por delante, antes de entrar en una h/ojeada ( hoja / ojo)del libro de despistante título, que he leído varias obras del ensayista con agrado hasta el gusto ( muy en especial, sus acercamientos al pensamiento de Gilles Deleuze); queda claro, y cada vez lo ha ido quedando más , en el caso que nos ocupa, que la especialización en el estudio de una obra no conlleva que uno se convierta en seguidor del autor estudiado, algo de simpatía sí que concitará obviamente, ya que , como ya quedó claro en las últimas anotaciones del último libro que retomaba / aumentaba su obra de Cincel , editado por Pre-Textos, sobre el pensador francés, el desmarque quedaba explicitado…se acabaron las alegrías y las veleidades disolventes, que al fin y a la postre -según Pardo- son un peligro para la sociedad democrática de la que gozamos. Son tiempos, pues, de dejarse de gaitas y apretar filas, acabemos con los pensamientos-ladilla , frente a lo disolvente reforcemos el cemento social, de esta sociedad, son tiempo de endurecer y unir frente a las tendencias disgregadoras. ¡ Qué le vamos a hacer! La época manda.
Pues bien, si los otros, castizos y chulapos ellos, decían que la culpa fue del cha-cha-cha, Pardo en su libro señala que lo que provocó una situación de incertidumbre y vacío, fue la crisis, que dio al traste con todas las esperanzas del bienestar, muchas veces aplazado, o para algunos, añadiré yo; eso sí, la culpa no se ha de buscar en las instituciones que mangonean las finanzas y los mercados sino igualmente en la sociedad civil: en el pueblo llano que algo habrá hecho mal. Vamos que se trata de repartir ( ¿ equitativamente?)culpas y responsabilidades…no, desde luego, riquezas, etc., etc., etc . El llamado estado del bienestar parece quebrarse, eso sí manteniendo su presencia en las leyes , que se han de defender a capa y espada si no se quiere que cunda el desánimo y se abran las puertas a salidas realmente traumáticas, que no respeten el ordenamiento jurídico ( obviamente de la realidad práctica de los cánticos jurídicos no habla Pardo); esta situación que puede hacer que se desconfíe de las leyes y de la política , del malestar del que habla el autor, es la pendiente por la que se cae en la pérdida de la cohesión del contrato social ( hipótesis a la que a veces parece darse un grado de realidad a la que parece faltar solamente la fecha de la firma que parece consagrar / embellecer el acuerdo entre desiguales, en fuerza y poder; aun en el caso de que tal “contrato” hubiese existido ¿ no podría modificarse?) , y una ausencia de credibilidad en tal dispositivo (?) unificador hace que la desconfianza abarque a los políticos y a otras instancias del estado ( el más monstruoso de los monstruos fríos que dijese Nietzsche). Tal desconfianza hace que crezcan las posturas populistas ( nada por aquí, nada por allá: salió el conejo de la charlatana chistera. Saltó la palabra que abarca desde Trump a los chicos de Podemos, pasando por Le Pen y lo que sea menester); si calificaba, líneas más arriba, el título de la obra como “despistante” es debido a que con rapidez, y claridad y distinción cartesiana, vemos cuál es el objetivo al que apunta el ensayista, más allá de todas las sinuosas derivas: Podemos , y en ello entra a saco, disfrazado de equilibrio y prudencia.
Como decía líneas más arriba, ya no son tiempos de veleidades, ni caretas, al pan, pan y al vino, vino, se han de cerrar las puertas por las que puede arribar el desastre, para ello hay que denunciar / abandonar, si es caso utilizando tramposos fórceps, a quienes facilitan los estados de desconfianza ( ciertos pensadores de riesgo como Gilles Deleuze, Michel Foucault – seres anarquizantes-, y, por supuesto, el inevitable Ernesto Laclau y su compañera Chantal Mouffe – que junto a los Alain Badiou o Antonio Negri, conforman la cara actual del “comunismo”) y a quienes lo representan en sus discursos, más o menos incendiarios, que no hacen sino ocultar tras sus caretas, la actualización del comunismo (hoy sería “neo-comunismo”), sin tener en cuenta qué supuso históricamente tal experiencia o señalando un horizonte que se plasma, por ejemplo, en la Venezuela de Maduro ( leo en Espectros de Marx, a Jacques Derrida-y conste que esto no lo dice Pardo-: « el comunismo siempre ha sido y permanecerá espectral: siempre está por venir y se distingue, como la democracia misma, de todo presente vivo como plenitud de la presencia a sí, como totalidad de una presencia efectivamente idéntica a sí misma . Las sociedades capitalistas siempre pueden dar un suspiro de alivio y decirse a sí mismas: el comunismo está acabado desde el desmoronamiento de los totalitarismos del siglo XX, y no sólo está acabado, sino que no ha tenido lugar, no fue más que un fantasma. No pueden sino denegarlo, denegar lo innegable mismo: un fantasma no muere jamás, siempre está por aparecer y por (re)aparecer» )…Vamos – y vuelvo al discurso pardiano- que se vista como se vista, y adoptando las máscaras que quiera, el “comunismo” es el coco, el “comunismo” es uno y no hay más ni como esperanza de organizar en común los asuntos de la comunidad humana, sin abrir la mirada a la posibilidad que éste, que -como el ser en Aristóteles – se dice de múltiples maneras, al menos como horizonte ( cual idea reguladora kantiana). Dicho sea al pasar, afirmaba el propio Derrida en el mismo lugar que «no habrá porvenir sin Marx…no habrá futuro sin la memoria de Marx, al menos de un determinado Marx, de su genio y de alguno de sus espíritus, pues hay más de uno, debe haber más de uno ». Esto es claro que Pardo no lo contempla ni como remota posibilidad. [ Con respecto a esta fijación, inamovible, de considerar como tal en denominar “comunismo” al cuartel que fue puesto en pie, vía Lenin&Stalin, en el país de los llamados soviets, cerrando la puerta a cualquier otra interpretación, me permito , aun a riesgo de resultar pelín pelma, traer a la palestra una reflexión de Jean-François Lyotard – nada sospechoso de ortodoxias, a no ser en sus tiempos de juventud- cuando afirmaba que « el marxismo no ha acabado, como sentimiento de diferendo (différend)…[ señalando no al marxismo anquilosado sino a aquel que se opone al discurso del capital y de la burocracia de quienes imponen ] sus reglas a los demás ( sin aceptar que) hay diferentes géneros de discurso inconmensurables en juego en la sociedad y que nadie puede transcribirlos todos – concluyendo que- lo que restó vivo del marxismo es al menos ese sentido del diferendo, que prohíbe la reconciliación de las partes realizada en el idioma e una de ellas ».
En su recorrido, el de Pardo, no podía faltar la aclaración de la distinción debida a Carl Schmitt entre amigos y enemigos, diferencia a la que las posturas que son criticadas -según Pardo, reitero – se atienen [ diré que, a mi modo de ver, hay influencias declaradas del peligroso politólogo -nazi él- en obras poco sospechosas, de autoritarismo o similares, como las de Giorgio Agamben, por ejemplo; aunque también éste es un radical-acratoide, y como tal pensador de riesgo], lo que no hace sino replicar la lógica totalitaria de o nosotros o ellos, plasmándose este segundo polo en la denominada “casta”, y el primero representado por su coco particular: Podemos, nueva careta del comunismo, reitero; y ahí sí que Pardo mete la directa y traza, con trazo grueso, la deriva que lleva de la ortodoxia comunista al populismo podemita, aun sin llamarlo por su nombre y apellido, si bien no hace falta rizar mucho el rizo para adivinar de quién está hablando, populismo que se traduce en una presencia práctica en los me gusta o similares de las redes sociales, y con cierta presencia en las facultades de filosofía, pues, por lo visto, los alumnos son muy maleables ( ¡¡¡ uy ,qué miedo!!!).
Esta corriente populista ningunea la acción política, aunque luego participe a su modo en ella, mas tratando de desprestigiarla por ser una actividad tramposa de una casta de profesionales de la política que no hacen sino defender los intereses de quienes detentan el poder; subyace, en opinión del ensayista, el ideario comunista como una ilusión ( de “totalitarismo líquido”, habla Pardo; de él podría decirse que defiende un “centrismo sólido” o un “conformismo gaseoso”). ilusión que exige presencia mediática y líderes, que no parecen estar dispuestos a aceptar los tonos grises de la política de todos los días…como si estuvieran a la espera de los horizontes luminosos y gloriosos que sus padres ( ¿será cuestión de genes?) no pudieron construir, y para ello proponen un proceso constituyente que lleve a cabo una verdadera transición, proceso que no esté controlado por los poderes fácticos de la política y de la economía.
Sigue Pardo señalando que siguen los muchachos de quienes habla, solapadamente, los pasos propuestos por Laclau: señalar el enemigo, hacer amigos, ampliando el abanico, al moverse en un programa, que no es programa, y que es entregado en pequeñas dosis discursivas, sin mayores rigores políticos…incurre Pardo en un desfondamiento al subrayar que el denominado populismo propone metas inalcanzables, y no señala por qué son irrealizables…¿ no es posible que lo sean por la rendición de ciertas fuerzas que proclamándose de izquierdas no hacen más que defender políticas de derechas…como paso en la ejemplar transición: en que mientras se bajaban los pantalones, algunos esperaban el beneplácito de la CIA y los maletines de la socialdemocracia germana, repletos de sabrosos marcos?
La falta a la que me refiero de nombres y apellidos, y de siglas, hace que el ejercicio de Pardo sea un discurso para buscar el aplauso de sus amigos ( ampliando él mismo el abanico de amistades -aunque especialmente hallará mayor grado de ternura en las finas de la socialdemocracia de derechas- a todos aquellos que defienden el estado actual de cosas) y que desde luego no es una muestra de honradez… Ah, que no se me olvide, quienes defienden el derecho a decidir -nacionalistas y cierta izquierda- también son populistas, únicamente se salvan de la maldita etiqueta quienes defienden el statu quo.
No seguiré ya que el libro se me cae, casi se me derrite ( a no ser en el caso de algunas pinceladas que traza acerca de la educación como negocio y los planes Bolonia que, por cierto, no han caído del cielo, sino que los han implantado sus adoradas, y defendidas fuerzas de llamada izquierda y de derecha que son los que copan mayormente desde hace años los escaños parlamentarios y otros: neoliberales de izquierda y neoliberales de derecha, que se distinguen fundamentalmente por las cuestiones relacionadas con la cintura pabajo, y que se me permita la expresión); digo que se me escabulle de las manos, además de provocarme un herpes en corona y advierto que no es porque me duela mayormente Podemos, sino porque me duele mi corazón de izquierdas y rebelde…ante la defensa descarada del mejor de los mundos posibles, o casi , que es la que atraviesa el discurso pardiano de principio a fin. En esta ocasión no se ve el ensayista en la necesidad de recurrir al socorrido y lampedusiano que todo cambie para que todo siga igual sino a cambiarlo por un que todo siga igual sin cambiar nada…a los más unos pequeños retoques de chapa, sin tocar para nada el desvencijado motor, ya que fuera del estado e derecho, tal como funciona desde el siglo pasado, no hay salvación. Y la autenticidad de la que habla el título, y naturalmente algunas páginas, del libro no se refiere a la probidad –de justicia – con los tiempos que nos toca padecer sino a la defendida y perseguida pos sus criticados.
* Tanto en esta cita como en algunas posteriores cuando se nombra el “marxismo” podría sustituirse -en mi visión- éste por el espíritu de rebeldía, de justicia que critica las injustas bases del sistema capitalista y señala un horizonte que trate de subsanar tales vicios.
N.B. personal: advierto que no pertenezco, ni voto al partido de Pablo Iglesias y comparsas, ya hasta veo en muchos de sus comportamientos ciertas réplicas casi especulares ( de speculum = espejo) de los modos de hacer política que critica ( la usurpación de los valores del 15M como si fuesen suyos, la confección oportunista, y maniobrera, hasta los topes de las listas electorales entre otras – en las que se trata de que funcione una simple etiqueta como banderín de enganche, abriéndose a personajes realmente implicados en guarradas varias : militares o jueces , o guiados por el nombre aunque anden en la inopia – , el progresivo descafeinamiento de sus iniciales presupuestos con respecto a las instituciones europeas -militares, económicas y políticas-, su cambiante tibieza con respecto al derecho a decidir o los ideales anti-monárquicos, y no sigo) , del mismo modo que no reivindico –ismo, ni –ano alguno ( a no ser la defensa de cierto paganismo, en el sentido lyotardiano, frente a los discursos monoteístas) , ya que el escribe en el terreno político, qué decir del religioso, se declara ateo y si se me apura idiota – forzado – ya que no entiende ni palote de muchas de las cosas que a su alrededor acontecen…a lo más, por agotamiento, simpatiza con ciertos postulados libertarios, aunque sin tener fe en ellos en lo que respecta a su posibilidad de realización.