Pepsimodelo argentino: reprimir para reducir la producción
Fue un día frío, apenas soleado y con amenaza de heladas. Ideal para tortas fritas con mate, en Florida como en cualquier otro barrio humilde de la Argentina. “Día de la Bandera” en homenaje a Manuel Belgrano, el insurrecto que levantó un pabellón nacional, celeste y blanco, antes incluso que la política de los porteños declarase la independencia de España y de toda otra dominación extranjera.
Belgrano falleció en la pobreza extrema el 20 de junio de 1820. Por eso aquel martes era feriado, en homenaje a un impulsor de la educación popular, de la industria nacional y de la justicia social, preocupado por el fomento de la agricultura y de la industria y desconfiado de la riqueza fácil que prometía la ganadería, porque daba trabajo a muy poca gente, no desarrollaba la inventiva, desalentaba el crecimiento de la población y concentraba la riqueza en pocas manos. Un patriota que consideraba que “la importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”. (1)
Sin embargo, el 20 de junio de 2017, en su país y a través de WhatsApp, una de las tecnologías que dos siglos después reemplazarían al sistema de chasquis que le llevaban noticias hasta su Ejército del Norte, la mayoría de los 600 trabajadores y trabajadoras de la fábrica alimenticia PepsiCoSnacks se enteraron que se quedaban sin trabajo, precisamente por la política del gobierno de Mauricio Macri, contraria a la producción nacional y el mercado interno, inclinada a las importacionesy a la exportación de la producción primaria. Todo al revés del planteo belgraniano.
Un modelo de pesadilla
“Desde el día que cerró la planta empezó mi pesadilla, porque yo no duermo…”, dice Vanina. Seguramente lo mismo le sucede a Sandra, Mar, Katy y a todos los que perdieron su fuente de trabajo en aquel feriado. Los que se encontraron en el amanecer del día siguiente con el cartelito pegado en la puerta de la fábrica que los invitaba a “comunicarse” con el 0800-666-7377“con motivo del cese de operaciones de Planta Florida y la relocalización de su producción en otro establecimiento”.
Después vendría la decisión presidencial de reprimir, enancado en los tiempos electorales de la gobernadora María Eugenia Vidal que lo empujan a consolidar el núcleo duro de votantesy decidido a intervenir en persona para disolver piquetes o grupos de trabajadores que, a su juicio, “espantan inversiones”, aquellas que supuestamente lloverían desde el 10 de diciembre de 2015 y que nunca llegaron porque, en realidad, su política económica alienta la especulación financiera y no la producción.
El propio Macri llamó el jueves al ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, en medio de la tensión y las negociaciones entre los trabajadores de Pepsico y las policías desplegadas junto a gendarmería a instancia de una decisión judicial que hablaba de un supuesto “riesgo de contaminación” y de “usurpación” de los propios puestos de trabajo de operarias y operarios.
Las tapas de los principales diarios de circulación nacional acompañaron el desalojo a palazs y con gases y anunciaron al unísono el “Choque violento” en el desalojo de una planta de PepsiCo, “ordenado por la Justicia”, contra “ocupantes que resistieron despidos con indemnización”, que “dejó 15 policías heridos” y en el que “una sargento sufrió una fractura expuesta”.Un relato a la medida que, por más datos que agregue o invente, oculta lo esencial.
Concentrados y extranjeros
Los grupos económicos toman decisiones destinadas a orientar la actividad económica en beneficio propio y con ganancias extraordinarias, a costa del resto de los sectores de la producción y del trabajo, afectando de modo directo el desarrollo económico autónomo del país, impidiendo avanzar hacia una verdadera democracia con justicia social.
A pesar de las medidas adoptadas por los gobiernos kirchneristas entre 2003 y 2015, con crecimiento del PBI, recuperación de la actividad industrial con fuerte creación de empleo, inclusión social y disminución de la pobreza y la indigencia, el proceso de concentración y extranjerización de la economía se mantuvo durante esos años. (2)
Esa realidad provoca serios perjuicios a los intereses nacionales y, sobre todo, a la economía de bolsillo de los argentinos, facilita la apropiación de la riqueza generada por las argentinos por parte de las empresas, con remisión al exterior de las ganancias, con demanda paralela de divisas por distintos motivos, como la importación de maquinarias, equipos o insumos; generación de monopolios y oligopolios en la producción y los mercados, lo que les facilita la fijación arbitraria de precios con incidencia en los altos niveles de inflación que sufre de manera especial la canasta alimenticia; prácticamente no se registra reinversión y el desarrollo tecnológico local es casi nulo al igual que la generación de trabajo.
Las corporaciones tienen una participación aún más significativa en aquellos sectores de la economía con ventajas comparativas o situaciones de privilegio, como las que ofrece Macri a las ramas dedicadas al procesamiento de recursos básicos con escaso grado de transformación local como minería, hidrocarburos, agroindustria, comodities industriales y la armaduría automotriz e hidrocarburos. Un sector que logró una alta concentración económica fue la industria alimenticia, vinculada al mercado interno que, a partir del desembarco macrista en el gobierno avanza hacia la sustitución de la elaboración local por productos importados. Como Pepsico.
El coloso de las papitas y la Pepsi
La segunda multinacional de alimentos y bebidas en el mundo, con productos presentes en 200 países y alta participación en cada uno de esos mercados -como el argentino-, describió como “cese de operaciones” a lo que en realidad fue un lockout patronal destinado a forzar retiros voluntarios en su planta de la localidad de Florida, partido de Vicente López, bajo la cobertura de una falsa “crisis”, supuestamente generada por la “la inviabilidad económica derivada de su alta estructura de costos; y las dificultades logísticas de acceso y traslados” y por un “Procedimiento Preventivo de Crisis (PPC)” tramitado fuera de tiempo y con las persianas ya bajas ante el Ministerio de Trabajo de la Nación.
Tan endeble fueron los argumentos de la transnacional que después de la represión contra los operarios, la Justicia ordenó recontratar a un grupo de despedidos.
PepsiCo Argentina SRL opera en el país desde hace 58 años, cuenta con 15 sucursales de venta mayorista, 5 centros de acopio y una red de distribuidores que cubre 900 rutas que abastecen a 200.000 puntos de comercialización en todo el territorio nacional. Además de la sede cerrada compulsivamente en la zona Norte del GBA, tiene establecimientos en Barracas, destinado a la elaboración de productos de la marca Quaker, Munroy La Rioja, especializado en la producción de polvos chocolatados. En marzo de 2017 vendió a Tía Maruca la planta sanjuanina de Dilexis, que fabrica galletitas Toddy. En mayo pasado también se cerró, con el despido de 50 empleados, la planta embotelladora y distribuidora de Pepsi Cola ubicada en Trelew, a cargo de Quilmes. Esta empresa, con posición dominante en el mercado de las cervezas en Argentina, tiene la franquicia para producir, distribuir y comercializar toda la línea de productos de PepsiCoen el país: Pepsi, Pepsi Max, Pepsi Light, 7Up, 7Up Free, Mirinda, Gatorade, Paso de los Toros, aguas saborizadas H2OH y los jugos Tropicana, además de los alimentos envasados como Lays.
Gracias al trabajo de sus 300 mil empleados en Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, España, México, El Salvador, Paraguay, Uruguay, el Caribe, Europa Central y del Este y sus embotelladoras con plantas en 19 estados de EEUU, tuvo una ganancia global anual de u$s 10,3 mil millones en 2016, año en que las ventas de la compañía con casa matriz en la periferia neoyorkina sumaron u$s 63 mil millones, 11% de los cuales los obtuvo en Latinoamérica, en los que se incluyen los $4.800 millones facturados en la Argentina sumando el producido por las divisiones de bebidas y snacks, con un incremento nominal del 26% frente a 2015, de acuerdo a sus datos públicos.
En el mercado argentino de elaboración de panificados, dulces y pastas se destacan tres corporaciones: Arcor (Grupo Pagani – Argentina, asociado a Danone – Francia), Molinos Río De la Plata – (Grupo Pérez Companc – Argentina) y Mondelez International (EEUU). En la producción de productos específicos aparecen otros grupos, como la estadounidense que motiva esta nota que, junto a la canadiense Mc Cain, concentra el 80% del mercado de los “snacks” salados de los que se consume 1,25 kilo por habitante, a través de marcas de papas fritas, maníes, palitos salados o chizitos como Lay’s, Pep, Cheetos, Doritos, Twistos, Pehuamar, 3D’s, Bun, Tostitos, Pop Korn, Quaker, Toddy y Zucoa, entre otras.
.
estrategia.la/2017/07/20/pepsimodelo-argentino-reprimir-para-reducir-la-produccion/