Este 11 de abril se cumplen 186 años de la masacre de Salsipuedes. Un genocidio brutal cometido por el estado contra la nación Charrúa, que ha sido constituyente de las relaciones sociales, políticas y económicas del Uruguay. Un recorrido por una de las zonas más oscuras y sangrientas de la historia de estos territorios.
Gestación de un estado, gestación de una masacre
Tras la convención preliminar de paz de 1828 entre el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata (actual Argentina) y el Imperio del Brasil, y con la intermediación de los embajadores de Gran Bretaña, se creó el Estado Oriental. El nuevo país nació de los intereses de los británicos por consolidar la paz, el orden y la libre circulación de bienes y servicios en la región del Plata, tras la cruenta guerra entre las Provincias Unidas del Río de la Plata (y sus facciones orientales encabezadas por Juan Antonio Lavalleja) y el Imperio del Brasil que se disputaban la Banda Oriental. El nuevo estado surgió entonces prácticamente como un protectorado británico para garantizar el equilibrio geopolítico de Sudamérica.
Sin embargo, quienes habían pelado por la emancipación de la Banda Oriental del Brasil no tuvieron ni voz ni voto. En especial los indígenas charrúas habían jugado, con su caballería de lanzas, un rol sumamente importante en batallas como las de Sarandí, Ituzaingó y en la conquista de las Misiones. A lo que hay que agregar su participación activa en la gesta encabezada por José Artigas contra españoles, portugueses y porteños entre 1811 y 1820.
Si bien los charrúas fueron actores fundamentales en las guerras de independencia, eran también “poseedores desde una edad remota de la más bella porción del territorio de la República”, como diría Fructuoso Rivera más adelante [1]. Y no solo controlaban amplios territorios al norte del Río Negro, sino que frenaban cualquier impulso colonizador. Asimismo, los charrúas no permitían el surgimiento y consolidación de la propiedad privada rural. En consecuencia, las estancias eran fortificaciones militares, ya que los caciques y sus guerreros las atacaban constantemente, ataques de defensa territorial inmortalizados en la literatura rioplatense del siglo XIX como “malones”. Por otra parte, y a diferencia de los guaraníes, los charrúas eran de difícil evangelización, con lo cual la utopía cristiana de los “indios amigos”, sedentarios y agricultores, no era posible.
En el surgimiento de la nueva república se combinaron los intereses de la oligarquía terrateniente y del imperialismo británico. Las gremiales de hacendados venían realizando lobby político desde 1760 para que se arrebatara cada vez más territorio a los “indios infieles” (charrúas y guenoas principalmente), así como para desestructurar el sistema de los Pueblos de Indios, misiones religiosas de indígenas chaná y guaraníes que poseían territorios comunitarios. Precisamente, donde más éxito habían tenido las gremiales de hacendados fue en desestructurar el sistema misionero de los jesuitas y apropiarse de sus tierras. Ahora iban por las tierras que todavía tenían los charrúas. Por otro lado, el imperio británico seguía interesado en la libre circulación de bienes y servicios en la región. Les preocupaba en especial que los cueros de las estancias del interior pudieran llegar sanos y salvos al puerto de Montevideo, para allí ser exportados a Liverpool y Londres. Pero con los malones constantes de los charrúas a las estancias, los cueros no siempre llegaban al puerto. Por lo tanto Gran Bretaña también exigía una solución al “problema del indio”.
Otro factor no menor fue la utopía civilizatoria de las élites rioplatenses, impulsada por Francia y Gran Bretaña, de construir sociedades a imagen y semejanza de las principales potencias europeas, lo que implicaba deshacerse de su herencia hispana, pero sobre todo de su herencia indígena y africana. Con la idea de blanquear la sociedad, se incentivó la llegada de inmigrantes europeos a los que se les dio mayores privilegios que a los criollos, indígenas y afrodescendientes. Con el blanqueamiento surgiría la disciplina laboral para la gestación del capitalismo industrial, debido a que las poblaciones europeas estaban más acostumbradas al sistema fabril que las latinoamericanas.
Una «patria» con las manos ensangrentadas
Los otrora “brazo de hierro de la patria vieja”[2] se habían vuelto los principales enemigos de esta nueva “patria”. El 16 de enero de 1830 el parlamento encomienda al general Fructuoso Rivera que investigue “cuál es la situación de los salvajes llamados charrúas, cuál el punto que ocupan actualmente, cuáles los terrenos que se han apropiado después de la paz, y si, como se asegura, es cierto que en sus tolderías se hallan un número considerable de vagos y desertores, tanto de este como de los estados vecinos”[3]. Se desarrolla entonces toda una estrategiade inteligencia y captación. Los encargados de llevarla a cabo serían el coronel Bernabé Rivera (sobrino de Fructuoso) y el general Julian Laguna, quienes se contactan con los principales caciques para ofrecerles la posibilidad de un tratado entre la nación Charrúa y el Estado Oriental. Cabe señalar que si bien los charrúas siempre fueron muy confrontativos, también contaban con la tradición de los tratados, tradición esta que no solo se remontaba a la época de las guerras de independencia sino a la de las autoridades coloniales de España y Portugal.
Mientras se realizaba el trabajo de inteligencia militar hacía la nación Charrúa, se juró la primera constitución, oficializándose la República Oriental del Uruguay, y se eligió al general Fructuoso Rivera como su primer presidente. Las prioridades del gobierno eran dos: “pacificar” la campaña, en especial solucionar el “problema del indio” y atraer inmigración europea. Para justificar estas prioridades se desarrollaron aparatos subjetivos. De este modo, la prensa hablaba constantemente de los malones y del robo de mujeres blancas por parte de los charrúas (como si los criollos y colonos europeos no robaran mujeres indígenas), insistiendo constantemente en la necesidad de utilizar mano dura contra los “indios”. Al mismo tiempo, se alababan las virtudes de la cultura europea y la importancia de los agricultores europeos para el desarrollo de la campaña.
El cebo para reunir a los caciques y sus familias fue hablarles de “una próxima invasión al Brasil por el general Rivera, con el objeto de atraer al Estado Oriental, los ganados de toda clase, que habían llevado los brasileros en épocas anteriores, cuyos ganados serian destinados a poblar los campos fiscales entre los Arapey grande y chico, y que gran parte de esas haciendas les serian adjudicadas a los Charrúas”[4]. Qué más podían querer los caciques que el reconocimiento definitivo de los territorios ancestrales por parte de la nueva República. La reunión fue convocada para el 11 de abril de 1831, fecha que quedaría marcada en la memoria de toda la nación Charrúa.
Ese día un ejercito de 1200 soldados atacó de sorpresa a las familias charrúas que se habían reunido desarmadas y en son de paz. La acción se llevó a cabo en el famoso Paso del Tihatucurá del Salsipuedes (en la actual frontera entre Paysandú y Tacuarembó), un lugar luctuoso de nuestro territorio y de nuestra historia. Hasta el día de hoy no se sabe con certeza cuántos fueron masacrados, pero se estima que como mínimo se asesinó a doscientas personas. Unos cincuenta guerreros pudieron romper el cerco militar y escapar, y más de trescientas mujeres y niños quedaron prisioneros del ejército nacional. Los días que siguieron a la matanza fueron de violación a las mujeres y degollamiento de los varones, hasta que se dio comienzo a una marcha de más de 300 km hasta Montevideo donde serían vendidos como esclavos. Las principales ciudades donde se vendieron mujeres charrúas fueron Paysandú, Durazno y Montevideo. Los militares responsables de la operación (el mismísimo Fructuoso Rivera, Garzón, Laguna, el argentino Lavalle y Bernabé Rivera) se quedaron con niños charrúas que ellos mismos eligieron. La bacanal de regocijo por haber logrado lo que “ocho virreyes no pudieron”, como diría por carta Fructuoso Rivera al ministro Ellauri, se coronó con el envío por parte del gobierno de cuatro charrúas a Francia para ser exhibidos en los zoológicos humanos, reafirmando el lugar de poder de la civilización occidental.
Salsipuedes no fue el fin de las masacres hacía los pueblos originarios en el Uruguay. Posteriormente hubo una guerra de guerrillas entre el ejercito nacional y pequeños grupos de charrúas que resistieron hasta 1834. Por otra parte, en 1832, el levantamiento de los guaraníes de Bella Unión terminó en una masacre y brutal escarmiento. Fue así que algunos caciques y lo que quedaba de sus familias optaron por embanderarse en las facciones políticas de las guerras civiles entre blancos y colorados, con la esperanza de obtener algunas tierras y algo de respeto. Esa es la historia de los charrúas que pelearon con Oribe y con Aparicio Saravia, del cacique Amarillo, de Anacleto Medina (quien se vengó de la aristocracia con los “dotores” de la masacre de Quinteros) y de Gervasio y Pablo Galarza. Sin embargo, muy pocos obtuvieron la tierra. Las guerras civiles sirvieron más para desangrar al pueblo que para obtener algo de respeto. Otros pocos eligieron seguir luchando de forma independiente, solos contra el mundo. Uno de ellos fue el cacique Sepé, asesinado en 1864. También la cacica guaraní Luisa Tiraparé y su gente, asesinados en la destrucción de San Borja del Yí en 1862. Pero la mayoría fueron mujeres que sufrieron el abuso sexual, el látigo y el trabajo de sol a sol en las estancias. Algunas prefirieron juntarse con un “gringo” para que sus hijos fuesen más blancos y pudiesen “zafar”. Otras, olvidar y morir. Muchas conservaron la memoria del pueblo en pequeños rincones. La identidad charrúa se mantuvo de la puerta de la casa para dentro. El lugar publico era de la uruguayés. Esa urugayés occidentalista que supo y sabe ser asesina y discriminadora.
Los legados de Salsipuedes
Según el investigador argentino Daniel Feierstein, los genocidios se pueden dividir en cuatro tipos: constituyente, colonial, poscolonial y reorganizador. Los genocidios constituyentes son aquellos “cuyo objetivo, en termino de relaciones sociales, es la conformación de un Estado-Nación, lo cual requiere del aniquilamiento de todas aquellas fracciones excluidas del pacto social, tanto poblaciones originarias como núcleos políticos opositores al nuevo pacto estatal”[5]. Si concebimos a Salsipuedes y las posteriores matanzas cometidas por el estado contra los charrúas y demás grupos indígenas como un genocidio constituyente, podemos entonces entender la fuerte negación de los pueblos originarios en el Uruguay. Es posible comprender que, pese a que los charrúas participaron en las luchas de independencia, el pacto social gestador del estado es el acuerdo entre Argentina, Brasil y Gran Bretaña y que en ese pacto no participaron ni fueron concebidos los pueblos originarios. Esto es reafirmado por la Constitución de la República que no hace ninguna mención a los pueblos originarios.
Todo el sistema político, social y económico construido a partir de 1830 niega a los pueblos originarios, siendo esta una construcción tan fuerte que ha penetrado en amplios sectores del campo popular y de la izquierda. Prácticamente ningún grupo social o político, tanto de los sectores más institucionales como de los menos, plantea un reconocimiento y reparación a los indígenas actuales, en la línea de los derechos internacionalmente consagrados para estos pueblos. El occidentalismo uruguayo sigue siendo absolutamente hegemónico. La negación del indígena constituye al Uruguay y a la uruguayés.
Pero a pesar del genocidio y de esta negación, a partir de salida de la última dictadura militar los colectivos de charrúas se han vuelto a organizar. Desde 1990, cada 11 de abril se hacen actividades públicas en recuerdo de nuestros antepasados asesinados y para reafirmar la vida de la nación Charrúa en un mundo que nos niega. Asimismo, desde 1997, distintos colectivos van al lugar de la masacre a reconectarse con los ancestros.
Este 11 de abril, el Consejo de la Nación Charrúa (Conacha) realiza una actividad en la plaza Líber Seregni de Montevideo donde habrá talleres y actividades artísticas, tanto tradicionales de la cultura charrúa como contemporáneas (ver agenda más abajo). Y el 23 de abril se realizará un encuentro en el lugar de la masacre, en la frontera departamental entre Paysandú y Tacuarembó, en el Uruguay profundo. Porque a pesar de los genocidios eternos y los olvidos intencionados, la nación Charrúa está viva y está de pie.
[1] Parte de guerra de Salsipuedes. En Acosta y Lara, E. 2010. La Guerra de los Charrúas. Ediciones Cruz del Sur. Montevideo
[2] Así era denominada la escolta personal de lanceros charrúas de Artigas.
[3] Bracco, D. 2013. Con las Armas en la Mano: Charrúas, Guenoa-Minuanos y Guaraníes. Editorial Planeta. Montevideo.
[4] Testimonio de Antonio Díaz, soldados que participó en la matanza. También se encuentra en La Guerra de los Charrúas de Acosta y Lara.
[5] Daniel Feierstein, citado en Bayer, O et al. 2010. Historia de la Crueldad Argentina: Julio A. Roca y el Genocidio de los Pueblos Originarios. Ediciones El Tugurio. Buenos Aires. Agenda de actividades del Conacha para el martes 11 de abril en la Plaza Líber Seregni:
15hs:
• Taller de identidad, por Mónica Michelena
• Taller de educación ambiental: flora nativa y exhibición de especies autóctonas, por Tierra Semilla
• Taller de música con instrumentos indígenas
• Taller de cerámica
• Zona para niños
18 hs:
• Presentación de la obra “Latido de Inambí”
• Lectura de poesía de Fabiana Costa
• Recitados de Pocho
19 hs, música en vivo:
• Grupo Basquadé
• Jam-improvisación musical abierta de Wayna Runa
• Rap de los artistas Csea, Dedos y freestyle indigenista abierto
21 hs, djs:
• Piedra Jaguar Del Monte Sombrío (paleo-tech)
• Pobvio (tribal prehispánico)
• Ex Randomyko (house andino)
Además:
• Instalaciones de la artista plástica charrúa Marithué.
Sindicato tiene plan para bajar la UTE
La Asociación de Trabajadores de UTE (AUTE), el sindicato de la empresa energética, presentará al Poder Ejecutivo una propuesta para reducir un 16% las tarifas de electricidad en los hogares.
Foto: F. Ponzetto
15 abr 2017 – El Paìs uy
La propuesta fue elaborada por el sindicato apoyado por técnicos del Instituto Cuesta Duarte, del Pit-Cnt. Será presentada formalmente la semana que viene cuando se realice en Montevideo el Encuentro Internacional de Trabajadores de la Energía.
Según Gabriel Soto, titular de AUTE, la propuesta elaborada por los trabajadores parte de la concepción de que actualmente el consumo de electricidad «es indispensable para la vida». Como se lo considera un consumo «básico», el sindicato de UTE estima que su precio no debería estar gravado con el IVA, el Impuesto al Valor Agregado.
La propuesta de AUTE consiste en la eliminación del IVA en las tarifas de electricidad. Según esta idea, la quita del impuesto se haría con un sistema de franjas, de forma tal de favorecer especialmente a los pequeños consumidores, que según el sindicato actualmente pagan «el doble que los grandes consumidores».
Soto defendió además ante medios de prensa el hecho de que la renuncia fiscal que se requiere para implementar este mecanismo es posible y puede ser introducida por la empresa sin afectar sus finanzas.
El presidente de AUTE afirmó que el sindicato espera que la propuesta sea conocida por la gente y luego sean los propios usuarios de UTE quienes pidan su aplicación. De todos modos, aseguró que el sindicato presentará formalmente su fórmula al Poder Ejecutivo más adelante.
Durante el encuentro internacional de la semana que viene en Montevideo, el sindicato de UTE también presentará otro documento para advertir sobre lo que los trabajadores consideran un proceso de «privatización» de la generación de energía eléctrica.
Soto declaró que los contratos firmados por UTE con los propietarios de parques eólicos obligan al ente a comprar la totalidad de la energía que generan, independientemente de si es necesaria, a un precio mayor al costo de la generación.
En este sentido, la propuesta del sindicato es que la empresa eléctrica no extienda los contratos ya firmados con los privados, los que vencerán en 20 años.
AUTE – Agrupación UTE – Sitio Oficial
4 de abril a las 4:55 ·
1949 – 4 de Abril – 2017
68 años de lucha!!!Desde ese 4 de abril de 1949 ya nada volvería a ser igual para los trabajadores de UTE…, ya que después de 37 años de creada UTE los trabajadores se organizaban y construían SU herramienta sindical.
AUTE es un sindicato que fue y es un protagonista activo del movimiento sindical de nuestro país, aportando con ideas y acción a las distintas luchas del pueblo.
AUTE dio enormes batallas en defensa de los intereses de los trabajadores, desde aquellas históricas ocupaciones del 12 de agosto de 1959 y las heroicas huelgas de los años 60, siendo activista constructor de la unidad de todos los trabajadores en la CNT (hoy PIT-CNT), enfrentando a la dictadura en los años 70, defendiendo el patrimonio público contra la arremetida Neoliberal, y hoy continúa comprometido con el conjunto de las organizaciones sociales y el pueblo defendiendo el servicio público de energía eléctrica en manos del Estado.
Este aniversario lo recordaremos con organizaciones hermanas de todo el continente, dándonos un espacio para discutir y construir en un ENCUENTRO INTERNACIONAL DE TRABAJADORES DE LA ENERGÍA, y como siempre AUTE conmemora luchando, y aunque el camino parezca y sea muy difícil acabamos de resolver y elaborar una PROPUESTA DE NUEVO CONVENIO LABORAL que de inmediato saldremos a impulsar y defender.
AUTE está comprometido con los trabajadores, con defender el servicio público de energía eléctrica y con la unidad, distanciados para siempre de cualquier interés corporativo este es un sindicato de todas y todos los trabajadores de UTE…
68 años de lucha nos llenan de orgullo!!!
Salud trabajadores de UTE, SU SINDICATO CUMPLE 68 AÑOS!!!
Miércoles, 05 Abril 2017 14:27
1º de mayo, Día Internacional de los Trabajadores: “Ahora es tiempo, a concretar”
Gabriel Molina, Secretario de Prensa, Propaganda y Relaciones Nacionales del PIT-CNT, informó que la consigna de este 1º de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, será “Ahora es tiempo, a concretar”. El Secretariado Ejecutivo de la central sindical entendió que en esta coyuntura “es tiempo de concretar trabajo, concretar salario, educación, salud, inversión pública, cuentas públicas, porque son los ejes fundamentales de la plataforma programática que se aprobó en el último Congreso del PIT-CNT”.
El dirigente del movimiento sindical reconoció que al ser un lunes el 1º de mayo “muchos lo tomarán como un fin de semana largo. Por esta razón este año se proporcionarán más medios de transporte, los cuales saldrán de distintos puntos del área metropolitana a fin de lograr una buena participación en el acto en el cual se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores y se recuerda la lucha por la dignidad obrera de los mártires de Chicago. Esta jornada no es de festejo, es un alto en el camino para reforzar el compromiso de lucha que llevan adelante los trabajadores del mundo en defensa de sus derechos”.
Como ya es tradicional el acto y la oratoria se realizará a partir de las 10 horas en la Plaza 1º de Mayo. Si bien los encargados de dar a conocer la proclama del PIT-CNT se ha acordado que la representación de género será contemplada.
Con la finalidad de profundizar en la organización y en la difusión propagandística del Día Internacional de los Trabajadores mañana jueves a partir de las 9 horas en la sede del PIT-CNT, ubicada en Jackson 1283, se reunirá el Frente de Propaganda y Organización de la central sindical.
“Situación compleja”
Molina se manifestó muy preocupado por la “situación compleja que se está viviendo y que la misma pasa por una de las crisis más grande del mundo capitalista. Para nosotros es una crisis sistémica y estructural. Sistémica porque ha sido arrastrada por las distintas crisis como, por ejemplo, la de la burbuja inmobiliaria y alimenticia. Lo que determina la crisis estructural. Todo esto se ve reflejado en los países del mundo y nosotros no estamos ajenos a esta situación. En este marco es que decimos hay que hacer cosas y cumplir con los cambios que se promovieron, los cuales no han llegado”.
Para el dirigente del PIT-CNT el Sistema Integrado de Salud “está estancado y esto hace retrasar los avances que se han conquistado en el área de la salud. La falta de inversión pública lleva a que la desocupación crezca, si bien no se ha notado mucho aún porque existen seguros de paro especiales. No podemos ignorar los cierres en los últimos años de Fanapel, Fripur, Molino de Dolores y de Florida, más las dificultades que existen en la industria láctea nos llevan a preocuparnos. Todo esto afecta al país y por supuesto al conjuntodel movimiento sindical. Lo peor es que muchos de estos trabajadores afectados están en el entorno de los 40 años y hay muchas jefas de hogar en esos sectores”.
HOMENAJE 15 de abril de 2017, 21:04hs – LR21
Colocarán placa en homenaje a “Las pibas de abril” asesinadas en 1974 por las Fuerzas Conjuntas
El viernes 21 de abril instalarán una placa recordatoria en la casa de la calle Mariano Soler 3098, en homenaje a Laura Raggio, Diana Maidanick y Silvia Reyes, conocidas como “Las pibas de abril”, asesinadas por las Fuerzas Conjuntas en 1974.
En el marco de lo dispuesto por los artículos 7 y 8 de la Ley 18.596, el Ministerio de Educación y Cultura realizará la ceremonia de instalación de una placa en homenaje a Laura Raggio, Diana Maidanick y Silvia Reyes, asesinadas en su domicilio en un operativo de las Fuerzas Conjuntas, en la madrugada del 21 de abril de 1974.
El acto se realizará el viernes 21 de abril a las 18:00 horas, en Mariano Soler 3098, lugar donde las jóvenes fueron ultimadas por las fuerzas represivas.
La Ley 18.596 de Actuación ilegítima del Estado entre el 13 de junio de 1968 y el 28 de febrero de 1985 y de reconocimiento y reparación a las víctimas, establece en su artículo 7º que “el Estado promoverá acciones materiales o simbólicas de reparación moral con el fin de restablecer la dignidad de las víctimas y la responsabilidad del mismo”.
Tales acciones tenderán a “honrar la memoria histórica de las víctimas del terrorismo y del uso ilegítimo del poder del Estado, ejercido entre junio de 1968 y febrero de 1985”.
Si bien la dictadura comenzó el 27 de junio de 1973, la norma toma el inicio del período de reparación el 13 de junio de 1968 por el comienzo de la aplicación sistemática de las “Medidas Prontas de Seguridad e inspirado en el marco ideológico de la Doctrina de la Seguridad Nacional”.
Se reconoce la responsabilidad del Estado uruguayo en la realización de prácticas sistemáticas de tortura, desaparición forzada y prisión sin intervención del Poder Judicial, homicidios, aniquilación de personas en su integridad psicofísica, exilio político o destierro de la vida social.
Dicho período culmina el 28 de febrero de 1985, ya que al día siguiente asumió la Presidencia de la República, Julio María Sanguinetti, electo en forma democrática en las elecciones de noviembre de 1984.
Mientras que el artículo 8 determina que “en todos los sitios públicos donde notoriamente se identifique que se hayan producido violaciones a los derechos humanos de las referidas en la Ley, el Estado colocará en su exterior y en lugar visible para la ciudadanía, placas o expresiones materiales simbólicas recordatorias de dichos hechos. Podrá definir el destino de memorial para aquellos edificios o instalaciones que recuerden esas violaciones y podrá determinar la celebración de fechas conmemorativas de la verificación de los hechos”.
Las pibas de abril
Las jóvenes luchadoras sociales Silvia Reyes, Laura Raggio, y Diana Maidanick, fueron acribilladas en la madrugada del 21 de abril de 1974 en una casa de la calle Mariano Soler al 3098.
Las tres jóvenes fueron asesinadas en un operativo dirigido por el Batallón de Artillería Nº 1 con apoyo de Artillería Nº 2, a cargo del general Juan Rebollo y la participación de los generales Julio César Rapela y Esteban Cristi, y los mayores A. Méndez y José “Nino” Gavazzo, el coronel Manuel Cordero y los entonces capitanes Mauro Mauriño, Julio César Gutiérrez y el teniente Jorge Silveira.
El operativo realizado por las Fuerzas Conjuntas se desarrolló en la madrugada del 21 de abril de 1974, en la casa de la familia Barrios-Fernández en busca de Washington Barrios, militante del MLN-T y esposo de Silvia Reyes.
Pero Washington Barrios para entonces supuestamente ya había desaparecido en Córdoba, Argentina.
“En medio de ráfagas de ametralladoras se dirigieron al apartamento contiguo de la calle Mariano Soler 3098 bis, del barrio Brazo Oriental, y luego de derribar la puerta acribillaron a tres jóvenes compañeras de estudio y de militancia que en ese momento se encontraban durmiendo”, relata el historiador Álvaro Rico en “Ovillos de la Memoria”, y en el Tomo 1 de “Investigación Histórica sobre la dictadura y el terrorismo de Estado en Uruguay 1973 – 1985).
Ellas eran: Diana Maidanick de 21 años, Laura Raggio de 19 años, y Silvia Reyes también de 19 años, quien además se encontraba cursando su tercer mes de embarazo, y esposa de Washington Barrios,
Por su parte, Stella Reyes hermana de Silvia, relató tiempo después en el libro “Guerrilleras. La participación femenina en el MLN-T”, del periodista Mauricio Cavallo: “A mi hermana y a sus compañeras las mataron y remataron en forma brutal dentro de su casa, fue un operativo espantoso. A mi hermana la entregaron a la familia para velarla, tenía más de 30 impactos de bala, le faltaba más de la mitad de la cabeza y tenía las dos piernas acribilladas a metralla, de cerca”.
Al cumplirse los 40 años de los hechos, en 2014, se realizaron diversos homenajes y también se colocó una “Marca de la Memoria” en la calle Mariano Soler.