Mi abuela murió en un campo de concentración
Por Iñaki Urdanibia
Recuerdo algunas frases, y hablo de memoria, de Thomas Bernhard quien al hablar de Austria decía que allá mientras en el primer piso se oía a Mozart en los sótanos se abrían las espitas de gas; es más, hasta llegó a prohibir la representación de sus obras teatrales como protesta por el pasado nazi de alguno de los gobernantes del país. Erich Hackl tampoco se queda corto y es que las historias en las que centra sus libros son dulzones caramelitos de fresa; siempre se ha movido su prosa por los pagos de las tropelías organizadas por el nacionalsocialismo: ahí esta La boda en Auschwitz, por ejemplo, en donde narraba la historia de un austriaco y una española que se habían conocido en la guerra civil , y tras diversas separaciones lograron legalizar su situación.
Queda claro que el profesor, traductor, escritor y miembro de de la Academia de la Lengua y Poesía Alemanas Erich Hackl ( Steyr-Austria, 1954), no es la alegría del huerto y es que los temas tratados tampoco son para echar festivos cohetes como queda dicho.
Dos cosas resultan necesarias aclarar: una, referida al estilo, que huye de cualquier tipo de truculencia; dos, sus novelas están basadas en hechos reales y son el resultado de arduas investigaciones, entrevistas y visitas a archivos varios, y tres: Hackl pone especial énfasis en subrayar que en los campos de concentración / exterminio nazis no solo se llevaba a judíos, sino que igualmente eran poblados por opositores al régimen del führer
Estas tres aspectos señalados se cumplen en la novela que ahora propongo para su lectura: « El lado vacío del corazón » ( Periférica, 2016). La frase con la que encabezo este artículo es la que va a desencadenar un salvaje acorralamiento laboral al protagonista que acaba siendo expulsado de su empleo en la Seguridad Social austriaca de Graz, en Estiria. Un día en plan amistoso confiesa a un compañero de trabajo que su abuela había fallecido en el campo de Ravensbruck; el receptor de la confidencia la cuenta a los demás compañeros, y la noticia se extiende cual reguero de pólvora por las oficinas en las que trabajan. El hecho de la muerte en un campo de concentración, al que las mentes más calenturientas- y extremistas por la derecha- añaden el tema del apellido, Salzmann, deduciendo que la abuela era judía, como demostraba haber muerto en el lager y el apellido hace que la vena anti-judía nazi, que perdura en su amplitud en la democrática Austria, va a hacer que toda la furia se vuelque sobre el joven, Hanno, al que se le hace la vida imposible, tanto por parte de sus compañeros como se sus superiores que le echan la culpa a él del mal ambiente existente recriminándole sus orígenes, su supuesta pertenencia y para colmo de colmillos, el tener un hermano con serias deficiencias de salud y movilidad…muestra inequívoca .-para la tropa de altos y rubios- de que la familia no es de pura raza ; tres años duró el infierno de Hanno que tras ser despedido hubo de recibir tratamiento psicológico. Habiendo puesto el caso en manos de los tribunales, y aun dándole estos la razón, no fue readmitido en el trabajo . Este es el episodio desencadenante y también concluyente de la historia que, con ejemplar sobriedad, nos narra el escritor austriaco.
La obra se va a convertir en una saga familiar en la que se desvela la realidad de la familia desde los abuelos al nieto nombrado. El autor retrocede al nacimiento de la abuela Juliana, siendo una de las supervivientes entre los hermanos , cuatro de los trece habían fallecido a causa del hambre. Esa familia pobre bautizó a la chica de lo que quedó constancia en el libro parroquial en el que quedó inscrita con el nombre señalado. De modo y manera que de judía nada de nada. La tal Juliana se casaría con Hugo Salzmann, entregado totalmente a la causa comunista y a favor del proletariado; el matrimonio tuvo un hijo al que le llamaron igual que su padre, Hugo.
El compromiso nombrado compromiso que venía de lejos, de los tiempos de la República de Weimar,en los que el padre además de notorio militante comunista era entregado sindicalista. Esta entrega a la causa de los obreros les condujo a la huida y al exilio;. En París, tras el incendio del Reichstag y la llegada de Hitler al poder, vivirían durante tres años como refugiados debiendo sortear serios obstáculo ya que hasta tres años después no se les facilitaron los papeles de residencia; siendo frecuente la separación de la pareja por las misiones en otros países que debía cumplir el padre. Al final, la madre será detenida y llevada al campo nombrado en el que falleció; el marido también fue detenido y trasladado de cárcel en cárcel y de campos en campos, hasta la liberación; siempre con la incertidumbre de cuál habría sido el destino de su mujer de la que tenía noticias fragmentarias por medio de mujeres que la habían visto en Ravensbruck.
Con la liberación del campo , Hugo no cesó en su militancia llegando a ocupar el cargo de alcalde y desviviéndose por satisfacer las necesidades y las reclamaciones de sus conciudadanos. En su momento, el hijo Hugo, fue enviado junto a la hermana de Juliana, y de manera entrecortada, por medio de esporádicas notas y cartas se irá componiendo el rompecabezas de la desunión familiar, y del fatal destino de Juliana, tras haber andando por varias cárceles.
La relación entre Hugo padre, absolutamente volcado en la entrega a la causa, y a la caza de los nazis solapados que seguían trepando en los tiempos democráticos., y Hugo hijo no se establecerá más que de manera fugaz, sintiéndose el hijo marginado ( su padre vivía con otra mujer con la que había tenido una hija) en todo momento, y viendo los lazos de afectividad absolutamente ausentes e Indudablemente el lado vacío del corazón quedó reservado para el hijo que no recibió ni atenciones ni cariños, sino que al contrario fue despreciado por la falta de compromiso debido…Hugo, hijo, tuvo un hijo con su esposa, Herta, y ambos tras un periodo en la RDA, se instalaron en Austria entre otras buscando solución a los problemas de salud de su hijo mayor , Peter, pues en Alemania no podía recibir la atención debida y los viajes a otros países les eran obstaculizados cuando no prohibidos lisa y llanamente; el padre afeó la huida de la pareja con sus hijos. Ya desde entonces la relación ya fría, distante y casi ausente, se quebró absolutamente hasta el punto de afeara su hijo en un encuentro su modo de vestir, y más tarde-ya sin reconocerle- ensimismado la elaboración de manualidades, en madera, dedicación que le ocupaba desde que se le había apartado de la política, prohibiciones mediante . Las cosas no resultaron realmente fáciles para la pareja y sus hijos ya que , por una parte, se desconfiaba de ellos que como procedentes de la Alemania llamada socialista eran considerados espías…De la suerte del hijo, Hanno ya hemos hablado.
Erich Hackl nos entrega una crónica potente e inquietante que abarca la vida de una familia y la de unos tiempos en los que los restos del pasado tienen todavía- y lo que te rondaré, morena- unas hondas raíces., y nos coloca ante una escenario conmovedor del que no se nos hurta las cuitas personales de los personajes, los recovecos de sus intimidades y que nos provoca cierto asco al ver cómo muchos de los antiguos verdugos, o colaboradores necesarios, vivían sin problemas, llegando a ocupar altos cargos de responsabilidad institucional, mientras que otros que habían sido víctimas, debido a su tenaz lucha, eran atacados o mantenidos en los márgenes del desprecio.
En fin, si damos por buena la valoración que Franz Kafka tenía sobre los libros -y cito de memoria- <<un libro que merece la pena es aquel que te sienta como un puñetazo en toda la boca>>, o por decirlo con palabras de otros gran escritor contemporáneo, el luso António Lobo Antunes: <<…en el acto de escribir hay mucho de combate de boxeo. Los malos libros son aquellos que nos dejan la cara y el estómago intactos. En general venden más por eso mismo, pero no nos tiran a la lona. Cualquier gran libro nos tira a la lona y le quedamos agradecidos por eso, puesto que vivimos a ras de tierra y no logramos levantarnos del suelo sin ayuda>>, en la presente ocasión estamos ante una gran libro.