Los golpes bajos de cuatro4Ppelagatos contra Anne-Dominique: miseria intelectual y humana
Entre el 13 y 15 de septiembre de 2016, Anne-Dominique Correa publicó en el diario El Telégrafo un ensayo en tres partes, bajo el título: “El arte (o ciencia) de descalificar democracias”.
El día 13 de septiembre de 2016, José Hernández, uno de los articulistas de la página virtual “cuatro4Ppelagatos”, escribió un trabajo con el título: “Correa mete a su hija en el baile”. El 15 de septiembre, María Dolores Miño, en ese mismo medio, publicó el artículo titulado: “Anne-Dominique, la columnista con suerte”.
En su trabajo Anne-Dominique hace una reflexión interesante sobre los indicadores que algunas organizaciones, ligadas directamente a los centros del poder político y económico, establecen para “medir” y “calificar” a los regímenes de los países, fundamentalmente de América Latina, como democráticos, no democráticos o más o menos democráticos.
Parte Anne-Dominique de una crítica a la adjetivación que se hace a la categoría de democracia, la cual, según lo expresado por ella, muchas veces anularía el sentido de la primera palabra. Tiene mucha razón. Sin embargo, en ocasiones, el adjetivo también queda anulado, como cuando, por ejemplo, permanentemente se designa a los regímenes afines a occidente como democracias capitalistas, dándole mayor énfasis a la categoría de democracia por sobre la de capitalismo. Atilio Boron señala que es necesario invertir el orden de los términos e indicar adecuadamente que se tratan de regímenes capitalistas que, en algunos casos, pueden tener ciertas expresiones democráticas.
Si partimos de dos conceptos que se han generalizado para referirnos a la democracia, diríamos que, en la mayor parte del planeta, es casi imposible encontrar un régimen capitalista democrático. Es realmente un contrasentido. Aristóteles dijo que la democracia es el gobierno orientado al interés de los pobres. Abraham Lincoln señaló que la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Bajo estos dos conceptos: ¿podría decirse que EEUU vive en democracia? De igual manera, tomando en consideración estas definiciones: ¿Qué gobiernos han hecho más por los pobres en América Latina? ¿Los neoliberales como los de Sánchez de Lozada en Bolivia, Carlos Andrés Pérez en Venezuela, Jamil Mahuad en Ecuador o los antineloliberales como los de Evo Morales, Hugo Chávez o Rafael Correa en sus respectivos países?
Al cuestionar las metodologías utilizadas por The Economist Intelligence Unit of Democracy (EIUD) y la Freedom House, que en definitiva son iguales, Anne-Dominique pone en evidencia que la preocupación fundamental de estas organizaciones es la de la fachada democrática, encubierta como libertades políticas y civiles, sin importarles el contenido de las mismas.
Agustín Cueva, pensador marxista ecuatoriano, habló hace casi tres décadas de las democracias vaciadas de contenido en América Latina, continente que sufrió en los años setenta y ochenta del siglo pasado la aplicación del brutal modelo neoliberal, para lo cual el imperialismo y la oligarquía criolla utilizaron la bota militar, policial y paramilitar.
En aquella época, ni siquiera las formalidades eran importantes: bastaba con contraponer propagandísticamente la lucha entre “la democracia”, a secas, frente al brutal comunismo. No importaba que en El Salvador, Guatemala y Honduras se hubiesen producido terribles masacres contra la población indígena y campesina. Salvador Duarte, Efraín Ríos Montt, criminales de lesa humanidad, eran presentados por Reagan y sus aparatos de propaganda como defensores de esa democracia a secas, protectora del libre mercado, es decir del neoliberalismo.
En la década de los 90 del siglo pasado, tras la implosión de la URSS y del campo socialista del Este de Europa, se envalentonaron y empezaron a hablar más que de democracia, de la superioridad del sistema capitalista frente a las locuras del socialismo y del comunismo. El fin de la historia, diría Francis Fukuyama.
Anne-Dominique se distancia de la teoría liberal que pretende separar la política de la economía, cuando señala la necesidad de tomar en cuenta, a más de las libertades políticas y civiles, los índices de calidad de vida de las poblaciones, lo cual tiene que ver con la disminución de la pobreza, de las desigualdades sociales, para poder señalar si un país es o no democrático.
Añadiría que, cuando hablan estas instituciones, entre cuyos exponentes están los think tank del imperialismo, de las libertades políticas y civiles, nos han creado una ficción, puesto que en las sociedades bajo los regímenes neoliberales y proimperialistas, estos derechos también han sido conculcados.
Bien hace Anne-Dominique al preguntar ¿qué se entiende por cultura política?
¿Acaso se refieren a la participación en elecciones periódicas? o ¿hacen referencia a la reproducción de opiniones sobre diversos temas que la población hace a partir de los criterios que se forman por las noticias e informaciones que reciben de los medios de comunicación o de los llamados “líderes de opinión”?
Ni arte, ni ciencia diría yo. Pura propaganda, al servicio de la ideología dominante, del neoliberalismo, disfrazada de estudio científico.
Anne-Dominique posibilita, a través de sus escritos, estas reflexiones.
Sin embargo, los iluminados, destructores del pensamiento crítico, la han descalificado. No han hecho críticas a su análisis y reflexión sobre el tema de la democracia. Simplemente la estigmatizaron. Mucho más al tratarse de la hija del presidente Rafael Correa.
José Hernández y María Dolores Miño, en la página web cuatro4Ppelagatos, en los artículos señalados al inicio de este trabajo, menosprecian la producción intelectual de Anne-Dominique.
Dice Hernández que “con esa chica no hay para que meterse”. Nótese como el preclaro articulista, la descalifica al señalarla como una “chica”, es decir una muchachita más. Luego remata: “Es joven y seguramente cree que su padre es el nuevo prócer de esta segunda y definitiva independencia. Es hija y es creyente.” Da la impresión que al ser joven está desubicada, según Hernández. Luego se burla y cree que la chica, como él la llama, tiene fe, más que conocimiento. José Hernández no deja de señalar que el trabajo de Anne-Dominique se trata de un “texto escolar”, “vacuo”. Así lo expresa repetidamente en su artículo.
Esas son las críticas profundas de Hernández a Anne-Dominique. No hubo una sola palabra sobre las cuestiones de fondo del ensayo escrito por ella. Nada. Puro insulto y descalificación.
Lo mismo hace María Dolores Miño en su artículo, el cual parece la continuación del de José Hernández, pero con otra firma. Repite en esencia lo mismo. Empieza con la descalificación intelectual.
Dice esta célebre columnista “pelagata”: “No voy a detenerme a comentar el contenido de su artículo porque básicamente repite, en fondo y forma, el formato de una sabatina: despotrica contra el malvado “imperio”, exacerba resentimientos históricos de la región, marea con cifras, tecnicismos y esnobismos académicos para defender lo indefendible, etc. Nada que su papá no nos haya repetido hasta el cansancio en cualquiera de sus intervenciones.” Es decir, no vale la pena hablar de lo sustancial del artículo, porque según ella, no hay nada fundamental. Eso no importa, no tiene sentido lo que la chica, como la llama su colega, dice. Puras fanfarronadas.
Nótese la pedantería seudointelectual en ambos pelagatos: ellos no pierden el tiempo en el análisis de un “trabajo escolar”. Ellos están a otro nivel.
Luego, María Dolores Miño, aparece como exponente de la libertad de expresión que ha sido conculcada supuestamente por el régimen de Correa. Se acuerda de Emilo Palacios y dice que tuvo que escapar, sin mencionar que él difamó y mintió en un artículo por el cual se le interpuso una acción legal, al haber dicho que el presidente Correa ordenó el 30 de septiembre de 2010 abrir “fuego a discreción y sin previo aviso en un hospital lleno de civiles”.
Lo extraordinario de estos personajes es la forma como utilizan su medio propagandístico para victimizarse. Hablan de persecución, de ataques, de la formación de trolls para insultarlos, etc.
Lo que ellos dicen sobre Correa, sobre su hija, sobre su entorno y sus seguidores, con insultos y descalificaciones, son opiniones sagradas, que quiere impedirlas el régimen correista. Eso sí, a ellos, nadie puede calificarles de cínicos, de soberbios, de prepotentes, de mentirosos, de odiadores. No. Eso solo pueden hacerlo ellos.
Al final quedan dos cosas claras: hay personas que producen ideas, que quieren desarrollar el pensamiento crítico. Entre ellas está Anne-Dominique. Hay otras que reproducen opiniones, banalidades y cosas insustanciales. Entre ellas están Hernández y Miño. Es la diferencia entre los que piensan y los que sufren el síndrome de idiocia.
Quito, 19 de septiembre de 2016