La manifestación de la vergüenza
No es fácil de enmarcar la manifestación por los peatones no advertidos. Ninguna bandera ni consigna a gritos, gris sobriedad en vestir y una masa humana considerablemente más musculada que la de cualquier marea por la sanidad o la educación. Algo no cuadra. Un chico con gafas y sudadera de Metallica, perdido, pregunta de qué va la historia y cuando le dicen que es una protesta policial se sorprende: «normalmente está en el otro lado». A la postre, y salvo alguna rara avis con pañuelo palestino y cabello largo, aquí todo el mundo vestido como los ‘secretas’ en una mani normal, con ropa de deporte poco definida, pequeñas bolsas en bandolera y peinados estándar. Es fácil perderse, si no se presta atención, entre los corros de agentes de paisano, la mayoría entre los veinte y los cuarenta, la mayoría hombres. La mayoría, en fin, hablando más de banalidades, teléfonos móviles, gimnasio, compañeros perdidos de vista y oposiciones, que de la supuesta dignidad perdida de su profesión. Son los más grandes, los que rozan los sesenta o los retirados, los que parecen tener las reivindicaciones a flor de piel. Las corporativas, pero también las políticas, que uno no sabe dónde termina la defensa de su cuerpo y donde empieza el ataque al cuerpo de los demás.
De entre la gente más entrada en canas, aparte de alguna víctima de la nostalgia producto de la edad, un señor bajito, con bandera de España en la bufanda, rompe la atonía en la vestimenta y las formas y, carne de fotografía, se pasea. Habla con un grupo de jóvenes sobre la abundancia de cámaras de televisión y en concreto de la presencia de TV3. «Después nos dicen fachas, ya verás», y ambos hacen que sí con la cabeza. Pero se rompen las miradas de comprensión intergeneracional cuando el señor bajito, de repente en catalán para que no sea dicho, sorprende el joven policía y llama orgulloso que es que él además se siente facha . «No, hombre, no», le dice el chico incómodo. Unas corros más allá, un agente joven y graso se toma a broma la espera y señala las cámaras: «Mira, Antena 3,
A un lado y otro de la plaza, rodeados de cámaras y micros, comienza el baile de declaraciones, y David Miquel, portavoz de la plataforma, insiste en que no van en contra de ningún partido, que la presencia del concejal de la CUP, Josep Garganté, en el cartel de la convocatoria es sólo «un ejemplo gráfico», y que en realidad la suya es una reivindicación corporativa global, razón por la que han venido también policías de Francia. Pero después de Miguel, el discurso empieza a desbordarse en boca de otros portavoces, como Xavier Moron, del sindicato mayoritario de la Guardia Urbana (SAPOL), cuando afirma que la protesta «no es sólo contra la CUP. Que también, pero no sólo «. O cuando Josep Miquel Milagros, de USPAC, vestido de mozo y satisfecho de su papel protagonista, nos dice que protestan entre otras cosas contra las »
De lo de hoy, finalmente, se han desvinculado el sindicato mayoritario de los mozos (SAP-UGT) y el sindicato de funcionarios CSIF, que a pesar de seguir en la plataforma convocante, recomendaron no ir, por peligro de atentado y por la posible manipulación política de la manifestación. Diez años después de la última gran protesta policial en Barcelona, celebrada durante el mandato de Joan Saura como conseller de Interior y convocada sólo para mozos pero con todos los sindicatos del cuerpo implicados, esta vez los asistentes no han llegado ni a la mitad los de entonces, apenas un millar. A pesar de que en esta ocasión estaban representados todos los cuerpos policiales -con una plantilla conjunta de 35.000 agentes en toda Cataluña- ya pesar de los invitados franceses que mencionaba Miguel.
Detrás ya medida que ha ido llegando la gente, los organizadores iniciaban el tráfico de adhesivos, sólo de dos tipos pero omnipresentes. Uno con el logo de la Plataforma, con los escudos de todos los cuerpos policiales dentro, y otro, naranja y bien reluciente, donde se lee POLICÍA y deja claro quiénes son ellos y que nosotros. Nos fijamos en si piden identificación o carné, pero todos los coge sin demasiados rodeos, por lo que deducimos que cumplen una función más bien decorativa hasta que nos ocurre pedir uno. Tal vez por la inseguridad en la petición, porque aquí se conoce todo el mundo o porque nos faltan horas de fitness , pero nos miran de arriba abajo y nos dicen que ni de broma. Que sólo por los compañeros.
Un ataúd y Chopin
Como punto de partida de la marcha, se empiezan a explotar los primeros petardos de protesta que asustan a los débiles de oído pero levantan la moral de los del ramo, bien acostumbrados como están a detonaciones diversas. Uno de los manifestantes, de hecho, compara ese pedo excesivo con el sonido de un arma de fuego que él identifica con un código terminado en 29. Entonces, la camioneta que irá al frente de la marcha enciende las luces, y los agentes se preparan con expectación, como quien hace algo por primera vez que sabe que será divertida. Pero siempre con orden, y cuando. Más allá camina otro policía que a juzgar por la edad probablemente estará retirado, y le dice a su mujer que hará las fotos desde lejos, que no quiere que salgan caras. A muchos agentes les da igual, porque ya sea por el frío o para evitar fotos, vídeos e identificaciones,
Detrás del camión unos agentes levantan un ataúd coronado con cuatro gorras y un tricornio, que dará vida a una manifestación más bien gris. Sin gritos -salvo algún «Gargantééééé» venido de muy adentro de las gónadas de alguno de los presentes-, sin cánticos y sin ningún alboroto ni signo de pasión. Todo bajo control. Desde la cabecera suena la marcha fúnebre de Chopin, claro. También uno de sus nocturnos más célebres, que da ganas de llevarse cualquiera de los sobres manifestantes en un encantador paseo en barca en el lago del parque de la Ciutadella y que, por tanto, da miedo.
Nos despierta del sueño el servicio de seguridad, un perímetro de policías de edad avanzada con chaleco reflectante que se esfuerzan a mirar mal al respetable que se acerca al grueso de la protesta. Las miradas duras se vuelven salvajes cuando hay un teléfono grabando y asesinas si lo que grava tiene pinta de ser uno de esos antipolicials los que hablaba Milagros. Dura tarea la de estos policías que hoy andan en el interregno entre sus compañeros de servicio uniformados y sus compañeros manifestantes. En la calle Pelai nos piden por favor que tocamos el dos, que si no somos «compañeros» es necesario que salgamos de la procesión, bajo el argumento inapelable de la seguridad. Tanto es que intentamos rebatir el sin-sentido de tener que marchar de una manifestación en la vía pública, que digamos que somos periodistas con el orgullo herido, o que nos ponemos pesados con los derechos civiles. La respuesta, suave, es de nuevo la seguridad. Y con una voz tierna como la de una abuela insiste en que salimos del perímetro y nos recuerda que hasta ahora «no nos ha pedido la identificación».
Enfrente, la camioneta gritando que si quieren más armas, que si quieren pistolas Taser, que si quieren seguir siendo policías tras pagar la pena judicial ante cualquier irregularidad, que si quieren medidas contundentes contra los que los insultan, mezclando lo que afecta esta etérea dignidad de los cuerpos policiales con los derechos del resto. La protesta baja Via Laietana entre fotos de turistas fascinados y al final, y tal como nos han prometido, no hay bloque negro que rompa escaparates ni queme contenedores. La cosa pinta avorridota . La próxima vez, que en lugar de decirle mande le digan patrulla.
Abucheada en Santiago
Al llegar a la plaza donde llegan todas las manifestaciones, comienzan los silbidos y los agravios, primero hacia un lado, la de la Generalidad, y luego, con mucha más intensidad, hacia la otra. Es buen momento para que dos personajes que han seguido desde fuera toda la protesta intenten colarse en el hueso de la misma en este momento clave. Una policía joven los detiene los pies y les comunica que como no son miembros de ningún cuerpo, no pueden estar en la cabecera. Son dos señores antiguos, rígidos y bien puestos, que se nos presentan como presidente y vicepresidente de Vox, aquella especie de escisión por la derecha del PP. «Bueno, pero no pasa nada», y se llevan su frustración a otro lado. También muestran su apoyo desinteresado el concejal de Ciudadanos, Paco Sierra, el caudillo de extrema derecha Jordi de la Fuente (ex MSR y ahora PxC) y el impulsor de Societat Civil Catalana Javier Barraycoa.
Toca cerrar el cortejo fúnebre de los cuerpos policiales, con las reivindicaciones que la camioneta ha ido repitiendo disciplinadamente a lo largo de todo el recorrido. Ninguna referencia explícita a ningún partido pero los gritos de cara al Ayuntamiento de Ada Colau han sido considerablemente fervientes y se espera antes de plegar una invocación esta vez colectiva en «Gargantééééé». Pues no, sólo un minuto de silencio.
https://directa.cat/actualitat/mil-policies-funebres
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La CUP pide investigar el ‘tuit’ de un sindicato de Mossos: «All perroflautas are bastard»
- La CUP exige que se investigue un ‘tuit’ de la Unió Sindical de la Policia Autonòmica de Catalunya (Uspac) que reza «All Perroflautas Are Bastard. A.P.A.B.»
- La singular petición se enmarca en el contexto de las multas a ciudadanos que llevan las siglas inglesas A.C.A.B (all cops are bastards, todos los policías son unos bastardos).
La CUP ha pedido a la Conselleria de Interior de la Generalitat investigar un ‘tuit’ de la Unió Sindical de la Policia Autonòmica de Catalunya (Uspac) que reza «All Perroflautas Are Bastard. A.P.A.B.» y acompañan la leyenda con la imagen de un agente antidisturbios utilizando su defensa.
En un apunte de Twitter de este martes, la CUP ha aludido a dicho ‘tuit’ del sindicato y se ha dirigido a los Mossos y a la Conselleria de Interior: «Hola @mossos @interiorcat, quizás este ‘tuit’ se debería investigar. Gracias».
Uspac, que se define como sindicato independiente y libre de los Mossos d’Esquadra, ha publicado el ‘tuit’ como llamada a los agentes a participar la tarde de este martes en la manifestación en defensa de la dignidad policial que se ha convocado en el centro de Barcelona.
El concejal de la CUP en el Ayuntamiento de Barcelona Josep Garganté vistió en el pleno del 27 de mayo una camiseta con la cara de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, con unas orejas de Mickey Mouse y las siglas A.C.A.B. -Ada Colau Alcaldesa de Barcelona-.
Se trata de unas letras que se acostumbran a identificar con la frase ‘All Cops Are Bastards’ -‘Todos los policías son unos bastardos’- en castellano, y que él justificó entonces: «La impunidad policial es insoportable».
http://www.lainformacion.com/policia-y-justicia/policia/CUP-investigar-Mossos-All-perroflautas_0_991102358.html