La extrema derecha amenaza con una «nueva Batalla de Valencia» el 9 de octubre
La Díada del País Valencià se celebrará este viernes con mucha tensión en el aire. La violencia de la extrema derecha, que llama a «defender la ciudad», se enfrenta con el mensaje conciliador que lanza el Gobierno valenciano.
Pocos días antes de la celebración del 9 de octubre, Día de la Comunidad Valenciana, la extrema derecha amenaza con una «nueva Batalla de Valencia». Esta batalla fue un conflicto sociopolítico violento que dividió a la sociedad valenciana durante la etapa de la transición, y que sigue vigente en la actualidad. A la derecha radical no le ha gustado el cambio político en Valencia, donde ahora gobiernan el PSPV y Compromís después de veinte años de mandato del PP. Tampoco en la ciudad de Valencia, donde el gobierno de Juan Ribó, el alcalde de Compromiso, ha introducido varios cambios en los actos de celebración de esta Fiesta, el eje principal es la unidad del pueblo valenciano y la reivindicación de un sistema de financiación autonómica justo para el Valencia.
El alcalde de Compromiso Joan Ribó, comunicó al arzobispo de Valencia que se haría una Procesión Cívica sin connotaciones religiosas
Ribó hace meses que comunicó al arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, el tipo de celebración que se haría para este 9 de octubre en la ciudad de Valencia, una Procesión Cívica sin connotaciones religiosas. La polémica nace de la decisión que la Senyera no entrara en la Catedral de Valencia, por lo que tampoco se celebrará el acto Te Deum, que fue introducido en la fuerza por el ex-alcaldesa Rita Barberá en 1991 con la misa impartida por uno de los arzobispos más antivalencianos de la historia, Agustín García-Gascó. Este vacío de exaltación católica ha alarmado el sector blavero que ha visto peligrar su tradición. La asociación cultural valenciana Lo Rat Penat, de ideología blavera, expresó que «no hacer el Te Deum es abrir una lucha sin necesidad» y ha amenazado con hacer igualmente el acto con su bandera, invitadas por Cañizares.
El actual gobierno también ha suprimido los piquetes de honor. Una exhibición militar donde se dispara veintidós una veces en el cielo mientras suena de fondo el himno nacional de España y baja la Real Senyera por el balcón del Ayuntamiento de Valencia, es decir, uno de los actos centrales de la Diada protagonizado por entidades ajenas a la sociedad civil valenciana. Ahora, este acto contará con la bajada de la Senyera desde el balcón mientras suena la representación musical de la «Marcha de la Ciudad», una composición anónima del siglo XVI que ha acompañado siempre las procesiones cívicas de Valencia el 9 de octubre y San Jorge. Este himno también la ha adaptado la agrupación Muixeranga de Valencia para la construcción de sus torres, expresión cultural originaria del País Valencià.
Las nuevas medidas tomadas por parte del nuevo gobierno también han seguido la línea de integrar todas las entidades, asociaciones culturales, sociales y sindicales que antes no tenían cabida en este día y que incluso, durante muchos años, han llegado a sufrir toda clase de insultos, ataques y amenazas infundadas en una visión intransigente del valencianismo -de corte conservador criado dentro del regionalismo franquista. La nueva actitud de la convocatoria aspira a dejar de lado todos estos enfrentamientos del pasado para dar paso a una celebración conjunta, festiva y de afirmación del pueblo valenciano «con todas aquellas personas que viven, trabajan y aman Valencia», como afirma Ribó en un video institucional que llama a participar en los actos. En este punto, se hace una clara referencia a la interculturalidad de todas aquellas personas que conviven en Valencia y que nunca habían sido invitadas por razón de diferencias étnicas, religiosas o sexuales, como colectivos migrantes o LGTBI.
A raíz de estos cambios, considerados como «catalanistas» por la extrema derecha, han aparecido pintadas que amenazan el alcalde y el tachan de «traidor»
A raíz de estos cambios, considerados como «catalanistas» por la extrema derecha, han aparecido pintadas en varias zonas de la ciudad que amenazan el alcalde y el tachan de «traidor». Detrás de algunas amenazas está el Grupo de Acción Valencianista (GAV), un grupo de ideología nacional valencianista con una clara vertiente fascista, que ha puesto en marcha toda una campaña de odio de cara al 9 de octubre. Este grupo llega a afirmar en un artículo de opinión que las modificaciones en la celebración de la fiesta «a solas es una gota más en el mar de pancatalanismo que amenaza al ahogarse bocado a todos» (sic) y advierten al nuevo Alcalde que «vaya espacio» (sic), porque «los valencianos somos muy pacífico hasta que se nos hinchan las narices y dejamos de serlo» (sic). Y añaden que «ellos [Compromiso] serán los únicos responsables de lo que pueda pasar este 9 de octubre» (sic). Estas amenazas pretenden amedrentar el actual alcalde de izquierdas tal como ocurrió en 1979, cuando Ricard Pérez Casado, entonces alcalde de Valencia por el PSPV-PSOE, fue ferozmente atacado en la Procesión Cívica de ese año después de las primeras elecciones democráticas.
No es la primera vez que la extrema derecha irrumpe en el 9 de octubre. Grupos fascistas como España 2000 o Democracia Nacional han aparecido en los últimos años en la Procesión Cívica portando banderas nazis y gritando lemas racistas y anticatalanistas, hasta el extremo de hacer burla de la muerte de Guillem Agulló, militante antifascista asesinado por la extrema derecha 1993. Grupos que siempre han gozado de la impunidad que les ha otorgado la policía y la Subdelegación del Gobierno, en manos del PP, que nunca han hecho nada para evitarlo ni para castigar la muestra de símbolos inconstitucionales. La Diada ha estado marcada por el odio de estos grupos, que desde la etapa de la transición han gozado siempre de espacios desde donde insultar públicamente la izquierda valenciana, y de impunidad a la hora de agredir personas y atentar contra espacios que no concordaban con su fanatismo ideológico, con acciones terroristas y que nunca han sido penalizadas por la justicia.
Según la Policía Nacional, encargada de establecer un dispositivo especial para estas situaciones, durante los actos que se celebrarán el 9 de octubre no habrá ningún dispositivo especial a pesar de las amenazas y los mensajes de violencia que está difundiendo la extrema derecha.
De la unidad a la confrontación
Desde que el 9 de octubre de 1238 las tropas aragonesas entraron en la ciudad de Valencia dirigidas por Jaime I, esta fecha ha estado presente, de una u otra forma, en la agenda política y el imaginario social de la ciudad, convirtiéndose a lo largo de los siglos la fecha elegida para recordar la «conquista feudal del Reino de Valencia» y, para algunos, como la fecha simbólica del pueblo valenciano.
Las celebraciones anuales de esta se han mantenido con mayor y menor trascendencia, según las etapas represivas que paralizaron esta reivindicación y con las diferentes connotaciones siempre ligadas a un contexto social, económico y político que marcaría su naturaleza. La celebración del 9 de octubre no se detuvo con el inicio de la Revolución Liberal y con la Renaixença impulsó nuevamente su carácter reivindicativo.
Para comprender la evolución de su carácter hasta la actualidad hay que remarcar ciertos momentos históricos: en 1915, con el inicio del Aplec del Puig y la manifestación convocada por Juventud Valencianista, fue el primer hito reivindicativa del valencianismo político , en una celebración que superó la mera festividad tradicional para convertirse en una jornada de reivindicación popular. La celebración del 7º Centenario en 1938, en plena Guerra Civil, se convirtió en un clamor por el compromiso con la II República y contra el Franquismo, y solo un año después, la primera celebración del 9 de octubre bajo el franquismo mostró un carácter folclórico y católico.
Si durante el inicio de los años 70 la movilización antifranquista recobró el simbolismo del 9 de octubre, la proclamación como Día Nacional de la Comunidad Valenciana por la Mesa de Fuerzas Políticas y Sindicales en 1976 relanzó notablemente la celebración del 9 de octubre que pasó a celebrarse en todo el País. Un año después, el Plenario de Parlamentarios adoptó el mismo acuerdo y se firmó el Compromiso Autonómico de la Comunidad Valenciana con el apoyo de la UCD, PSOE, PSV y PCPV, entre otros.
La proclamación como Día Nacional de la Comunidad Valenciana por la Mesa de Fuerzas Políticas y Sindicales en 1976 relanzó notablemente la celebración del 9 de octubre
La tarde del 9 de octubre de 1977 se celebró la manifestación más multitudinaria hasta el momento en la ciudad de Valencia. Bajo el lema «Ahora, queremos el Estatuto», más de 600.000 personas tomaban la capital al grito de «Libertad, Amnistía, Estatuto de Autonomía». Unos días antes de esta multitudinaria manifestación, el joven Miguel Grau, militante del Movimiento Comunista del País Valenciano, fue atacado en la plaza de los Caballos de Alicante mientras pegaba carteles para el 9 de octubre. Finalmente, Grado moría el 16 de octubre, después de 10 días de hospitalización.
El estallido de la llamada «Batalla de Valencia» y la presencia de la violencia fascista y anticatalanista marcaron las celebraciones de los años posteriores. La agresión a Pérez Casado -alcalde socialista de Valencia- o la quema de bandera del Consejo Preautonómico del País Valenciano colgada en el balcón del Ayuntamiento de la ciudad durante la procesión cívica de 1979, darían el disparo de salida de la presencia de la violencia ultra cada una de las celebraciones anuales del 9 de octubre. Desde aquellos momentos, esta fecha significativa se ha visto inmersa en una batalla identitaria marcada por la presencia del anticatalanismo militante y por una afluencia cada vez mayor, de elementos fascistas.
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