Jornadas Científicas Stop 5G en Segovia: el impacto negativo en la salud de las futuras redes de telecomunicaciones
La sociedad sigue sin tomar conciencia del impacto sanitario que supondrán los modelos de desarrollo tecnológico al servicio de los intereses industriales
Este fin de semana 16 y 17 de Junio ha tenido lugar en Segovia la I Jornada científica 5G y Salud. En coordinación con la Plataforma Stop 5G la asociación Electro y Químico Sensibles por el Derecho a la salud ha organizado el evento. Durante la Mañana, en la antigua Facultad de Magisterio, ante unas 200 personas procedentes de distintos lugares, expertos en campos electromagnéticos y en Ciencias de la salud han dado un repaso a las implicaciones del desarrollo desmesurado de las tecnologías de transmisión por radiofrecuencia. Entre los ponentes la Doctora Annie Sasco, exdirectora de epidemiología de la IARC y Ceferino Maestu, director del Laboratorio de Bioelectromagnetismo de la Universidad Politécnica de Madrid. Por la tarde se realizó una Cadena Humana por el centro de la ciudad que concluyó con la lectura de un Manifiesto en la Plaza Mayor. La Cadena Humana portó una bufanda tejida de 300 metros de largo simbolizando el equilibrio entre lo tradicional y lo moderno mediante un uso seguro de la tecnología. Al final del recorrido se depositaron zapatos en el suelo recordando a los afectados que por motivos de salud o económicos no pudieron asistir.
La contaminación electromagnética es un problema con cada vez más incidencia entre la población. El excesivo nivel de radiación afecta a la salud de todas las personas y también al resto de seres vivos, incluidas las plantas. Uno de los problemas de salud actuales es el aumento del cáncer, que diversas investigaciones vinculan con la exposición electromagnética. Annie Sasco durante su intervención en las jornadas hizo un repaso de la evidencia que vincula los campos electromagnéticos con el aumento de riesgo de cáncer, que va desde las investigaciones epidemiológicas de Lennart Hardell que establecen una causalidad entre uso de móvil e inalámbrico y la incidencia de tumor cerebral, pasando por la clasificación de la IARC y el estudio Cerenat, hasta la investigación patrocinada por el NTP que recientemente ha establecido una relación dosis respuesta entre la exposición a radiación móvil y el cáncer en ratas.
Desde el ministerio de Turismo y agenda digital español se publicitan las bondades de las nuevas redes 5G, y desde autodenominados comités independientes de Salud al servicio de los intereses de la industria como el CCARS, se niegan los riesgos de la contaminación electromagnética. A pesar de lo que se diga, las futuras redes 5G que darán cobertura móvil a infinidad de aplicaciones y nuevos sistemas «inteligentes», supondrán un incremento de la exposición electromagnética de la población, con el consiguiente aumento de problemas de salud asociados a la misma.
Los medios de comunicación, a veces más preocupados por no contrariar a los grandes anunciantes que de ofrecer información relevante, han recibido el anuncio de la futura red 5G con un silencio cómplice en relación a los riesgos para la salud que supondrá y que grupos científicos y organizaciones ambientalistas están denunciando. La sociedad en su conjunto ha abrazado de manera acrítica unas nuevas tecnologías que utilizan transmisión por radiofrecuencia sin querer saber de las implicaciones del incremento de exposición, especialmente en los sectores más vulnerables como son los niños que van a ser radiados inclusive en las escuelas a través de potentes routers Wifi que el ministerio de educación está instalando al dictado de grandes empresas tecnológicas como Samsung. Entre las recomendaciones de la investigadora Magda Havas, asistente a la Jornada, están la instalación de conexiones a internet por cable en las escuelas, la protección para las personas electrosensibles, la creación de Zonas blancas libres de contaminación electromagnética, la financiación pública de investigaciones independientes a la industria, y la transparencia respecto a los conflictos de interés de los expertos y comités sobre seguridad electromagnética.
Durante 50 años la industria del tabaco consiguió mentir y confundir a la opinión pública sembrando dudas acerca de los peligros de sus productos. Hoy las estrategias de manipulación de la industria del tabaco son utilizadas por las compañías de telecomunicaciones. Los campos electromagnéticos de las telecomunicaciones son el nuevo humo del tabaco, sólo que respirado las 24 horas del día en todos los lugares, sin posibilidad de escapatoria y sin «área de no fumadores». Llama la atención que una factor ambiental relacionado con algunos de los más graves problemas de salud de nuestro tiempo, como el aumento del cáncer, los trastornos de la conducta infantil y la infertilidad no preocupe a la opinión pública. Resulta sorprendente que la sociedad prefiera mirar para otro lado, emplear la estrategia del avestruz y seguir los dictados de los intereses corporativos cuando dicen «no está demostrado» o «no hay evidencia científica» y seguir disfrutando irresponsablemente de unas tecnologías que tendrán un precio mucho más mayor del que cabe imaginar. Tal vez no debería sorprendernos esta actitud de la humanidad si miramos el deterioro medioambiental que estamos produciendo en el planeta y del que no queremos darnos cuenta hasta que sea demasiado tarde.
Lo más triste es que esta situación de gran impacto en la salud podría evitarse. Los electrosensibles y los científicos independientes no están pidiendo que se acabe con el uso de las tecnologías, sino que los consumidores reciban información sobre los riesgos a los están expuestos, algo que debería ser un derecho y que en el caso de la telefonía móvil no se está cumpliendo. Lo que se reivindica es un uso racional de las telecomunicaciones que implique conexiones por cable siempre que sea posible y que se minimice la exposición de los usuarios por medio de unas pautas en ocasiones bastante sencillas. Por supuesto lo fundamental es que en las nuevas infraestructuras de telecomunicaciones se tengan en cuenta los factores de salud y que los consumidores puedan decidir qué usos y qué riesgos quieren asumir teniendo en cuenta toda la información disponible.