En el 80º aniversario del incendio de Gernika por los rojo-separatistas
Hace 80 años las hordas rojo-separatistas quemaron Gernika. Esa era la explicación oficial del bando golpista de la destrucción de la Villa vasca. La mayoría de los medios se hicieron eco de esa exégesis. Pero la versión oficial comenzó a desmoronarse cuando un testigo directo, un periodista británico, George Steer, relataba con informaciones precisas la verdad ocultada: Gernika había sido bombardeada por las fuerzas facciosas de un modo especialmente atroz: con bombas incendiarias sobre población civil.
Operativo de castigo al símbolo separatista. Operación de ensayo logístico en plena escalada armamentística nazi. Devastación calculada para generar terror y sumisión en los opositores al golpe fascista. Todas en una. No había razones tácticas o estratégicas derivadas de las operaciones militares en curso, si acaso Gernika, sin defensas antiaéreas, era perfecta para probar sin riesgo los explosivos incendiarios.
Los fanáticos pilotos nazis de la Lutwaffe iban entre sorprendidos y cautos con su inusual carga de muerte. No era para menos, eran verdaderas bombas volantes. Pero Gernika era un campo de tiro perfecto. Sin nadie que pudiera sorprenderlos defendiéndola. Sin defensas antiaéreas. Era una operación fácil de riesgo nulo y fines inescrutables.
El fake-conflagration o falso incendio rojo separatista se montó después, una vez tomada lo que quedaba de la villa foral, por los facciosos. En el surtidor que había frente a la Iglesia se volcaron bidones para que los periodistas “empotrados con las fuerzas rebeldes” fotografiasen las pruebas inequívocas de la piromanía rojo-separatista como bramaba la versión franquista. Era el protoNODO en acción. Luego, pese a Steer, se siguió mintiendo durante décadas, en algunos ámbitos hasta la actualidad, sobre el número de muertos, la irresponsabilidad del Gobierno vasco , lo malos profesionales que eran los bomberos gernikeses etc. Revisionismo cómplice.
Fueron pioneros. Como por aquella época recordaba Goebbels, ministro nazi de propaganda, “una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad incontestable”. Y desde entonces en esas estamos pero a nivel exponencial.
Desde hace 80 años sabemos de muchas versiones oficiales conspiradas ajenas a la verdad convertidas en verdades oficiales indiscutibles. Las recurridas Armas de Destrucción Masiva de Sadam que juraban existían, Powell con “fotos de satélite” o Aznar con su arrogante vehemencia servil, son el paradigma contemporáneo para explicar de modo común una práctica integral, estructural y perversa: la flagrante mentira como Arma de Destrucción Masiva.
En base a embustes o falsas verdades, a montajes, a noticias ficticias…se derrocan gobiernos, se masacran países, se malean soberanías, se espía por y a millones…Muchos lo sospechamos pero muchos más lo ignoran, por desconocimiento, por complicidad o por comodidad.
La Fake o falsedad puede ser ideológica, desinformativa, intoxicadora, teatral o especulativa pero siempre al servicio de la Verdad Oficial Indiscutible. Falsos acontecimientos, falsas imputaciones, falsas identidades, falsas condenas, datos falsos, falsos muertos y heridos, falsos ataques, falsas banderas…
El Fake debe copar la información, desvirtuarla, apabullar para lograr crear una realidad virtual inducida que contamina cualquiera intento legítimo de racionalización de los acontecimientos. Un atrezzo que impulsa la reacción irracional basada en la sugestión sensacionalista, el estímulo aterrador del horror gratuito, el atolondramiento que produce la impotencia ante el terror impío.
Su antídoto son los Steer contemporáneos: periodistas, analistas…no empotrados, independientes. Pero están mal vistos, criminalizados, ridiculizados. Los testigos incómodos sobran. La Mentira Perfecta, la que prevalece, debe adolecer de testigos. Por eso se les mata, margina y desautoriza públicamente.
Como recuerda el coronel Pedro Baños, poco sospechoso de defender teorías conspiranoicas, “Ante la avalancha de noticias falsas, solo queda esperar al único juez objetivo: el tiempo”. En efecto ese es el valor real de la impostura. Mientras se dilucida la veracidad, la espera dilata los posicionamientos, contemporiza o desvía la denuncia y alimenta las medidas contrarias a las que en función de la realidad debieran adoptarse.
En un mundo en el que el acceso a la información es el mayor del Historia, información que pese a ser múltiple e integral es paradójicamente sostén de una etapa en la que el acriticismo es pandemia. Quizá seamos rehenes de la superlativa oferta informativa, de la enrevesada inmediatez y de la falta de rigurosidad programada pero víctimas fáciles ante la Mentira programada.
Preocupados por todo ello el próximo día 29 de abril en Gernika reflexionaremos en un taller-encuentro en Astra con la intención de indagar en claves explicativas, conocer mejor de la mano de expertos este tema y pensar en técnicas que ayuden a dilucidar qué es información y qué desinformación. Estas invitad@.
NKAP (Nazioarteko Kazetaritza eta Azterketa Politologikoa)
Pablo González, Asier Blas, Jon Kortazar, Gabirel Ezkurdia