Dos momentos de la radio y un grito
Por Domingo Sanz
Para ubicarnos bien conviene contextualizar:
- Por una parte, durante la noche anterior habían sido encarcelados en Soto del Real los ya mundialmente conocidos como los Jordi’s, Sánchez y Cuixart.
- Por otra, el día 11, miércoles, Rajoy había requerido a Puigdemont para que respondiera con un SI o un NO, como si se tratara de un examen tipo test puesto por el profesor a los alumnos. Le advirtió, además, que si no contestaba NO, o cualquier otra cosa que no fuera una S más una I en este mismo orden, incluyendo la ausencia de respuesta, sería considerada SI, criterio de evaluación que ni siquiera creo que esté aceptado para los exámenes corregidos por ordenador.
Primer momento.
Serían las nueve y veinte, más o menos, cuando desde la tertulia de la SER, conducida por Pepa Bueno, llamaron por teléfono a Argelia Queralt, también tertuliana habitual de la emisora, doctora en derecho y nada sospechosa de convicciones radicales que puedan nublar su conciencia. La llamaron porque les había contado que la noche anterior, por primera vez, había sentido miedo. Destacaba lo de “por primera vez” desde que habían comenzado, años ha, las movilizaciones por el derecho a decidir en Catalunya. Resulta que Argelia vive en Barcelona, en una vivienda con muchos vecinos que dispone de un gran patio interior y que a primera hora de la noche del lunes, al poco de saberse que los Jordi’s serían encarcelados, se inició una de las ya clásicas caceroladas, que se activan espontáneamente en cuanto las noticias hablan de decisiones de ámbito estatal que se consideran radicalmente injustas y provocan respuestas inmediatas e imparables de una parte importante de la ciudadanía. La diferencia, el factor del miedo estrenado por Queralt estriba en que en esta ocasión, uno de los vecinos puso a todo volumen el himno nacional español y se inició una discusión, al parecer tensa, entre unos y otros.
Tras escuchar a Queralt me vino a la cabeza la siguiente secuencia de hechos acaecidos:
- Tras el discurso del Rey el Ibex35 bajó un 2,89%, la mayor caída desde el Brexit.
- Tras un discurso de Puigdemont, al día siguiente del anterior, el Ibex35 recuperó un 2,54%, casi todo lo perdido.
- Tras el citado discurso de Felipe VI, el Gobierno aprobó el decreto para facilitar la salida de empresas de Catatunya.
- Es a partir del citado discurso, y sobre todo del decreto, cuando se conoce la huida de Catalunya de más del 95% de las empresas que lo han anunciado durante el presente mes de octubre.
- No han experimentado subidas las acciones de las empresas cotizadas que han decidido abandonar Catalunya.
- Y, volviendo a la llamada desde la SER, Argelia Queralt ha sentido miedo, por primera vez, solo cuando uno de los vecinos puso a todo trapo el himno nacional de España, nunca en las ocasiones anteriores, llenas de caceroladas, Segadors, L’estaca y demás sonoridades independentistas.
Lo último que pensé, y concluyo, es que hay un líquido que se llama leche porque es blanco y está dentro de una botella, de donde saqué la conclusión que la crispación, el alarmismo, la tensión, la inseguridad, el riesgo para vidas y haciendas, la amenaza, el miedo y todo lo demás solo proceden del gobierno del Estado, ubicado en Madrid, y han constituido, junto con la acción de una Justicia que trabaja a velocidades de tortuga o vértigo según convenga, la única “política”, por no llamarla estrategia de violencia calculada, que Rajoy y los suyos, ahora con PSOE y C’s, han aplicado y siguen aplicando en Catalunya.
Segundo momento.
Una media hora más tarde del episodio anterior, pero esta vez en Onda Cero, un tertuliano le hacía la siguiente pregunta a Dolors Monserrat, ministra de Sanidad: “Solicitó su ministerio a la Generalitat la lista de lesionados del día del referéndum, igual que hicieron con los heridos y fallecidos del atentado terrorista de Las Rambas”. Pues bien, en lugar de un SI o un NO, que era la única respuesta que procedía, y más teniendo en cuenta que Alsina no se cansaba de pedir brevedad, la ministra respondió con un sí tímido al principio y, sin detenerse, siguió con la clásica retahíla de consignas gubernamentales que nada tenían nada que ver con la pregunta, con lo cual consiguió que no le pudieran repreguntar para, por ejemplo, dar detalles de cómo y cuándo se había realizado esa petición, y si la Generalitat había contestado o no, respuestas todas que un periodista digno de tal nombre debe conocer de antemano. Porque actualmente, y dado el desprestigio acumulado por los políticos, es básico acudir preparados para dejar por embustero al de turno siempre que mienta, pues que engañan cada vez que hablan es ya un lugar común y, en muchos casos, el menor de sus delitos habituales.
Tras escuchar a la ministra, pero sobre todo a los periodistas dirigidos por el Carlos Alsina del histórico “¿Y la europea?” que hizo soltar al Rajoy más ignorante cuando lo de Catalunya aún se habría podido encauzar, me vinieron a la cabeza los siguientes pensamientos:
- Que los oyentes de entrevistas a políticos estamos hartos de que no contesten a lo que se les pregunta.
- Que el señor Rajoy ha pretendido entrevistar al señor Puigdemont, requiriéndolo a que contestara en términos monosilábicos y con solo dos posibles palabras de dos letras cada una, a una pregunta cuya respuesta, la única posible, ya había sido escrita en la historia mundial el día 10 de octubre, por la tarde, desde el Parlament de Catalunya.
- Que sorprende que, en esta ocasión, Rajoy haya cambiado su estrategia y, en lugar de canalizar hacia la Justicia ordinaria el conocimiento y decisión de cualquier actividad de Puigdemont y los suyos, se haya erigido, él mismo, en juez supremo y sentenciador de una respuesta a una pregunta improcedente entre políticos, por muy enfrentados que puedan estar mientras no hayan desenfundado antes las armas de matar, de las que en este caso solo dispone don Mariano.
Que, a partir de ahora, lo acertado es que los periodistas aprendan del registrador de la propiedad, entrevistador, requirente y cada día menos presidente Rajoy que, siempre que la pregunta lo permita, adviertan al político al que interrogan que la respuesta solo admitirá un SI o un NO, y que si tras dos oportunidades de respuesta, separadas la segunda de la primera por un minuto que los oyentes soportaremos estoicos con publicidad, se tomarán contra él o ella, sea quien sea, la decisión inmediata de apagarle la señal a su micrófono y, además, castigarlo a uno, tres, seis o doce meses de inhabilitación ante esa emisora, según el grado de mala educación con que haya recibido el silencio en su “alcachofa” y, también, los antecedentes del mismo o similar abuso de poder mediático que haya podido cometer en otros momentos.
El grito.
Periodistas y entrevistadores, por favor, permitan que les grite pidiendo, a partir de este mismo momento, mucha más valentía ante cualquier político. Necesitan de ustedes como del aire que respiran y eso convierte al periodismo en casi la última esperanza que nos queda para marcar de cerca a unos personajes que con demasiada facilidad se convierten en delincuentes comunes. Como en ese saco raído que cuando le tapas un agujero se abren dos más, al señor Rajoy le está ocurriendo que, acosado por los rebeldes catalanes, tiene que ceder, inconsciente, nuevos espacios para la libertad de expresión de todos nosotros, que no somos sino ustedes cuanto le están entrevistando a él y a cualquiera de los suyos.
Y el inevitable momento del mono tema.
Imposible terminar de escribir sin abrir un paréntesis sobre el último minuto catalán. Si Puigdemont no tiene ninguna carta triunfadora guardada en la manga me temo que va a tener más que problemas. En mi opinión, a los cinco minutos del encarcelamiento de los Jordi’s, o como muy tarde durante la mañana del martes, debería haber disuelto el Parlament y convocado elecciones, aunque fueran autonómicas, explicando que con tanta represión no se puede gobernar. Con ambos líderes en la cárcel cada día que pasa son miles de votos a favor de los independentistas y Rajoy, atrapado por su estrategia únicamente judicial, no podría forzar su libertad y, es más, si los soltaran se interpretaría siempre como un victoria de los independentistas. Además, al ser la convocatoria anticipada una competencia exclusiva del President podría haber asumido toda la responsabilidad, liberando de la misma a la CUP, ERC y PDCAT, que son los que tienen que ganar en las urnas. La prueba de la oportunidad perdida se confirmó al día siguiente, el miércoles 18, ayer. Al intuir el peligro de que Puigdemont se anticipara, Rajoy ofreció las elecciones como alternativa al 155 y, para mucha gente, ha llamado cobarde a Puigdemont desde la portada de “El País”, convirtiendo en victoria parcial lo que no era más que el único farol posible para ocultar un retroceso en toda regla. A fin de cuentas, ese mismo día estaban contestando a Puigdemont que defendiera sus tesis en el Congreso de los Diputados, una letanía infumable. De repente, proponen una batalla electoral en las mismas calles de una violencia policial imposible de olvidar y convocando a los mismos electores que fueron machacados mientras votaban el 1 de octubre para romper con España. Gracias a esa provocación electoral de ayer Rajoy, envalentonado, ha contestado hoy a los diez minutos de recibir una respuesta de Puigdemont en la que se confirma lo que saben hasta los niños, que hasta este momento no se ha declarado la república independiente de Catalunya. Es decir, el NO que exigió en el primer requerimiento.
Rajoy, que ya demostró una gran sangre fría para conseguir que todos los demás no se pudieran de acuerdo para sacarle de Moncloa el 20D, que qué fácil nos parece ahora y qué caro estamos pagando tan inmenso error de cálculo demoscópico, aprovechando una vez más las contradicciones de sus adversarios. Sabe muy bien que basta que él mismo o Rivera hagan una propuesta para que no sea aceptada por quienes tienen que pactar para responderle, incluso aunque pudiera beneficiarles.