Costa Rica: huyendo de los pentecostales al regazo de los liberales
A nivel internacional se dio a conocer la particular elección presidencial donde dos candidatos habían llegado a la segunda ronda: Carlos Alvarado del oficialista Partido Acción Ciudadana y el insospechado Fabricio Alvarado del cristiano pentecostal Partido Restauración Nacional. El circo electoral se movió, meses atrás, en una lucha entre el conservadurismo evangélico y el supuesto progresismo oficialista en la joven figura de Carlos Alvarado.
No cabe duda que todo se movía en una aparente lucha de extremos, lo cual no era así. Realmente, el candidato oficialista solo discurseó el progresismo a nivel de algunos derechos individuales relacionados con la diversidad sexual y el tema de la mujer. Sin embargo, a estas alturas del año, a más de cien días de haber ganado, todo se quedó en la perorata y la verborrea. Es decir, la agenda prodiversidad y promujer quedó relegada y prácticamente en el baúl del olvido cuando la agenda económica se impuso.
Fabricio Alvarado perdió pero dejó catorce diputados en la Asamblea Legislativa, quienes rozan entre la estulticia y la risible ignorancia de las cuestiones más mínimas de lo relacionado con legislar. El otro Alvarado, Carlos, fue el vencedor, pero para lograrlo debió pactar con miembros de los partidos tradicionales que han llevado a Costa Rica a su crisis fiscal y de corrupción actual. Me refiero particularmente al llamado Gobierno de Unidad Nacional que, en materia económica, puso a lo más rancio de los liberales, se trata de los miembros del Partido Unidad Social Cristiana, agrupación altamente cuestionada años atrás por casos de corrupción que vinculaba a dos expresidentes. El último candidato presidencial, Rodolfo Piza, fue nombrado como ministro de la presidencia y ha sido la cara visible del actual gobierno, dando la percepción de gobernar “detrás del trono”. De igual forma, todo el equipo económico es de ese partido, encabezando con la ministra de hacienda quien es la gran promotora de un combo fiscal que viene en claro detrimento de los sectores más desfavorecidos como el propio ministro-presidente Piza afirmó a los medios de prensa. No contentos con esto, el presidente Alvarado nombró a un grupo de “notables” para plantear la reforma del estado donde todos sus miembros forman parte del ala liberal y conservadora del país, representantes de los sectores acaudalados de la sociedad, incluyendo, paradójicamente, a un miembro del partido evangélico pentecostal perdedor.
El lunes 10 de setiembre da inicio una huelga indefinida del sector público en contra del combo fiscal, el cual viene a aumentar las tasas impositivas y a crear nuevos impuestos como el IVA sobre la canasta básica, medicamentos, salud y educación tanto pública como privada. Esta sería la primera grave crisis del gobierno entrante en sus primeros cien días de estar en el poder. Su amancebamiento con el sector liberal dominante, su monotemática cantaleta de la necesidad de más impuestos y su alejamiento de los sectores que le dieron su voto, empiezan a ponerle cuesta arriba su gobernabilidad.
Un pequeño informe de la situación política en el país más feliz del mundo, donde los más contentos son las cámaras empresariales a quienes esta reforma fiscal no viene a tocar en nada y más bien aplauden gustosos. Un sector trabajador dispuesto a los golpes para evitar el deterioro en la calidad de vida. Las mujeres y la diversidad dejadas en el olvido mientras la violencia y la discriminación aumentan en contra de estos grupos.
José Solano
Desde el estado llamado Costa Rica