Colombia. Mujeres del Cauca: “Ahora defenderemos los proyectos y planes de vida digna”
El segundo encuentro de mujeres campesinas, negras, indígenas y urbanas, fue realizado en el Comité de Integración del Macizo Colombiano -CIMA- el fin de semana del 9 y 10 de junio en Popayán. Dentro de los ejes priorizados para la elaboración de la Agenda de Paz estuvieron la desmilitarización, la inclusión en la participación y representación política, así como las barreras para la titulación y uso de la tierra. Una hoja de ruta para la paz, desde las mujeres, en medio de la guerra que vive el suroccidente colombiano.
La reducción y la precarización de la democracia son dos elementos problemáticos que las mujeres caucanas identificaron y debatieron en torno a la implementación de los Acuerdos de Paz entre las reincorporadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC- y el Gobierno de Juan Manuel Santos, así como en el marco de los diálogos para la paz con el Ejercito de Liberación Nacional -ELN-. Según la facilitadora del espacio, Ángela Rodriguéz: “El trabajo responde al reclamo de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial -PDET- , y el fin es incidir en la agenda pública con los asuntos de las mujeres y el género”.
Militarización
En la región la militarización del cuerpo, la vida y el territorio no es ajena a las comunidades y sí es rechazada con vehemencia. Carolina Sánchez, de la Organización para el Desarrollo Urbano y Campesino -Ordeurca-, expresó: “Al ver que los jóvenes se van a la guerra, que militarizan su vida, exigimos al Gobierno que no haya reclutamiento forzado gracias al derecho de la objeción de conciencia y la alternativa que proponemos como servicio social para la paz, alfabetizando, cuidando a la naturaleza, a la sociedad en general”.
Frente al enfoque que vincula particularmente el cuerpo de las mujeres y el territorio en el que viven y trabajan, Sánchez explicó: “Los grupos armados son muy violentos con nuestros cuerpos, que es nuestro primer territorio. Las violaciones sexuales, los trabajos forzados como lavar los camuflados, son muy comunes. El territorio, encaminado al irrespeto con el río, por ejemplo, cuando se meten al Resguardo, al Cabildo, al Concejo Comunitario sin pedir permiso. Son botas militares y nosotras decimos fuera la bota militar de nuestros territorios”.
Otra de las denuncias de las mujeres acerca de la militarización es sobre las brigadas de salud de las Fuerzas Militares y de la Policía: “Cuando al niño le llegan con la bomba (globo), pero también con el soldado inflable y grandote, los uniforman y a los jóvenes también, sus vidas son militarizadas; acciones que no les corresponden a los militares ni a los policías, y sí ponen en riesgo a la comunidad que asiste a esos eventos”.
Para lograr estas propuestas las mujeres reclaman fortalecer los mecanismos de participación ciudadana como la Consulta Popular, la Revocatoria del Mandato, el Cabildo Abierto, la Acción de Tutela, y la Iniciativa Popular. Herramientas que la Constitución de 1991 garantiza para que la ciudadanía ejerza el poder sobre las corporaciones territoriales, en un contexto realmente democrático.
Participación Política
La corrupción es uno de los factores que más genera rechazo desde las mujeres hacia el ejercicio político gubernamental. Roseli Finscue Chavaco, indígena de la comunidad Nasa, explicó que a pesar de la situación: “Se presentan candidaturas de mujeres pero con muy pocas posibilidades de ganar la representación. Las cuotas de género solo cumplen el requisito pero no representan nuestras necesidades, nuestros planes y proyectos de vida sostenibles y armónicos”.
La representante de la comunidad Nasa insistió en que no les interesa cumplir una cuota de representación sino ocupar un espacio transformador para sus municipios y departamento. Y es que en el Cauca apenas existen dos alcaldesas de 42 municipios; nunca han tenido una Gobernadora; en la Asamblea Departamental solo hay una mujer; y aunque los gabinetes departamentales tienen una cuota de participación cercana al 50%, no tienen el enfoque de género que reclama su comunidad.
Ahora bien, estas mujeres que confluyen en el Espacio Regional de Paz -donde uno de los ejes de trabajo es Diálogos y Movilización por la Paz- celebran los Acuerdos con las FARC-EP, “respaldamos una salida negociada al conflicto y no la vía triunfalista bélica. Es mejor vivir sin las balas porque en su momento nos tocó simplemente sobrevivir, y no defender los proyectos y planes de vida digna. Nos preocupa el incumplimiento del Gobierno pero seguimos apoyando.”, asegura Finscue Chavaco.
Ante la negociación con el ELN, la mujer indígena explicó: “Seguimos exigiendo que dialoguen. Aunque por el incumpliento con las FARC puede haber una reacción negativa desde el ELN, pero estamos convencidas que la salida militar no es la solución y deben fortalecerse las acciones negociadas y las propuestas de la sociedad. Así vamos a fortalecer nuestra apuesta de vida, por eso nos organizamos”.
Tierra
En este ámbito la situación también es desfavorable para las mujeres. Según el Censo Nacional Agropecuario -CNA- realizado por el Departamento Nacional de Estadística -DANE- en el año 2014, las mujeres deciden el uso del 24% de la tierra productiva, tienen un acceso a la maquinaria, crédito y asistencia técnica del 12%, y una tenencia de títulos de propiedad de las Unidades Productoras Agropecuarias -UPA- de las que son cuidadoras que a penas llega al 73%.
Deyanira Gonzalías Rodallega, integrante de la Unidad de Organizaciones Afrocaucanas -Uoafroc-, manifestó que históricamente el norte del Cauca ha sido un territorio agrícola pero con la llegada del ‘monstruo verde de la caña’, la presión del mismo Gobierno y de las empresas, la gente fue perdiendo la tierra: “El acaparamiento de la tierra del Ingenio Incauca, de las empresas industriales de monocultivo, ha generado desplazamiento, conflicto de pandillas, daño al medio ambiente, deterioro del turismo, miseria y descomposición social”.
La propuesta de la Uafroc, y de mujeres como Deyanira, es la producción y venta de semillas nativas de maíz, soya, fríjol, cilantro, yuca, perejil, y tomate, entre otras; para defender y permanecer en el territorio. Una alternativa para el desarrollo que se fortalece desde el proyecto ‘Recuperación de semillas nativas’ y hace frente a multinacionales como Monsanto y sus ‘semillas certificadas’. Organizaciones no gubernamentales como Pan para el mundo, y el Grupo semillas, apoyan el trabajo de esta organización social.
Sin embargo, denuncia Gonzalías que en los Acuerdos de Paz con las FARC-EP: “Nosotros no quedamos representados en los PDET, precisamente porque allá la tierra está en manos de los terratenientes. En los municipios de Puerto Tejada, Villa Rica, Padilla y Guachené, no tenemos una representación de manera positiva. La propuesta es que a pesar de que no fuimos incluidos, estamos presentes y exigimos tierra para supervivir en el territorio”.
Estas propuestas viajarán hacia Cuba, para los Diálogos de Paz entre el Gobierno y el ELN. Según Gonzalías: “Para que no nos pase lo mismo que con las FARC estamos construyendo una propuesta concreta e incluyente hacia las comunidades afro que estamos presentes en el norte del Cauca. La titulación de tierra será fundamental y las mujeres queremos estar presentes, la sociedad civil no se puede dejar por fuera que se van a negociar”.
Finalmente, cabe destacar la movilización social y su importancia para construir la paz, ya que pese a la guerra siguen habiendo acciones que pretenden superar el conflicto armado en Colombia, desde diferentes territorios y comunidades. Este empoderamiento de las mujeres en el departamento del Cauca fortalece el sentido a consignas como “La paz sin las mujeres no será paz” y “La paz sin el Cauca no va”. Necesidades vitales de toda la sociedad y su realización sujeta de derechos. El próximo encuentro de mujeres ‘Agenda de Paz’ será en el mes de julio, también en Popayán.
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