Cien Octubres (I)
1.- El río y las aguas, introducción
“… si bien el pasado es la madre del presente, tiene varios padres. Lo que yo recuerdo no es necesariamente lo que tú recuerdas y por lo tanto ya en este sentido el presente también modela y remodela el pasado”. William R. Polk.
”Toda revolución es, en sus raíces, una gran desconocida, aunque sea estudiada de cerca por autores de diversas tendencias y en diferentes épocas”. Volin.
No por repetido deja de ser necesario repetirlo. La historia es un río que nos ha traído hasta aquí, pero no vemos aguas arriba desde la orilla sino desde dentro de la corriente y su torbellino. Y si nunca nos bañamos dos veces en el mismo río, menos aun veremos nunca al mirar, dos veces la misma fuente del río. Los cien años de la Revolución de Octubre han sido cien y más diferentes “Revoluciones de Octubre”.
Cada corriente de pensamiento tiene su representación del presente y del pasado y su propia Revolución de Octubre que puede ser cualquier cosa: revolución heroica, modelo para hacer revoluciones, proyecto utópico irrealizable, error histórico, revolución socialista obrera frustrada, revolución capitalista burguesa sui generis, revolución traicionada, contrarrevolución, y hasta que allí no pasó nada.
Y cada una de esas visiones va cambiando, lo que ayer se veía de una manera hoy se ve de otra. Es, por ejemplo, mi propio caso.
Este trabajo a los 100 años es un refrito de algunos trabajos previos. Hace 20 años, a los 80, presenté en un seminario en Florianópolis un trabajo sobre Christian Rakovsky y “Los peligros profesionales del poder”. Hace 10, a los 90, retomé el tema. Esos dos trabajos referidos a la Revolución de Octubre tienen una coherencia, reflejan un punto de vista. Pero entre el primero y el segundo cambié mi forma de ver algún aspecto crucial del tema. En parte porque el río había seguido su curso y las cosas ya podían verse en forma distinta. Lo mismo ocurre ahora.
Para explicarme, comenzaré por proponer una hipótesis de trabajo y a partir de allí desarrollaré las interrogantes que se derivan, y ver qué dicen los hechos a respecto. Por cierto, la hipótesis puede terminar descartada. Es una hipótesis muy modesta.
La Revolución de Octubre fue el INTENTO de llevar adelante una revolución obrera socialista.
¿Qué pasó con ese intento? Ahí comienzan las interrogantes. ¿Por qué pasó? ¿Por factores externos o circunstancias? ¿Por factores internos? ¿Inconsecuencias o contradicciones en el propio intento? ¿Con qué fuerzas se contaba? ¿Qué otras opciones había? ¿Intento de quién o de quiénes, pensaban todos igual, pensaron lo mismo durante todo el proceso? ¿Y qué importancia tiene lo que pensaban? ¿Y en qué es ese “quiénes”, partidos, facciones, clases, masas, dirigentes? ¿Fueron cambiando, cómo, por qué? ¿En Rusia, parte de Rusia, Rusia y su periferia, una parte de Europa?
Si fue el intento de una revolución obrera socialista, se trata del PRIMER intento en la historia que llegó a realizar una revolución triunfante, aunque haya tenido un destino malogrado, frustrante, una traición, una contrarrevolución interna, o algo por el estilo.
Y la primer revolución socialista obrera de la historia (o el intento de) podría haber sido diferente. Tal vez haber evitado o vencido los problemas, haber ocurrido en otro momento y lugar, con otros dirigentes, otros caminos, otras ideas, partido, aliados. Es tema de discusión. Pero hay algo que no podría haber sido diferente. El primer caso en la historia de una revolución obrera socialista, sería necesariamente el primer caso en la historia de una revolución obrera socialista.
Vamos a plantearlo en términos de teoría de la historia. Si pensásemos como Platón y el mundo en que vivimos, mundo de los hechos, fuese un reflejo o proyección de un mundo de las ideas, esa característica específica de esa experiencia revolucionaria tal vez no fuese lo más importante. Si pensásemos así, lo importante sería que los revolucionarios tuviesen la idea “correcta” de la revolución. Si las cosas resultaron mal sería por tener ideas equivocadas. Malas ideas o malos dirigentes, el “ismo” equivocado, producen el mal de la revolución. Y primera o segunda o la que fuese, el problema se plantea igual. Es un problema de lucha de ideas.
Pero si pensamos que las ideas son construcciones racionales a partir de la experiencia, el problema de aquellos revolucionarios es que no tenían una experiencia previa. Lo que hicieron se hacía por primera vez. Tenían que aprender de su propia experiencia. Es absurdo hablar de “desviación” cuando se está abriendo el camino en tierra virgen, y dibujando a la vez el primer mapa. Esa fue la característica fundamental de aquella revolución.
Se suele decir que es fácil hablar con el diario del lunes en la mano. Como sea, el diario del lunes tiene una enorme importancia, porque es lunes. Nosotros hoy estamos en el lunes, el partido ya terminó. Hoy es tiempo de análisis.
Pero aquellos que salieron de la Caverna y se encontraron con la luz del sol, o si se quiere salieron del vestuario y del pizarrón y a la cancha y a jugar, tienen todavía algo por decir. Y nosotros todavía no terminamos de escucharlos. Los actores de aquella revolución se enfrentaron a los problemas desde adentro. Y esa es la única forma de comprender una revolución.
Christian Rakovsky, bolchevique de primera línea y víctima del estalinismo, no fue la primera voz de alerta entre los bolcheviques, las hubo, y también desde otras corrientes revolucionarias. Tampoco fue el más completo frente a otros que vinieron después. Pero su importancia es única e indiscutible para la comprensión del proceso degenerativo de esa revolución. Y aún no se ha superado.
Una revolución es siempre desconocida por todo lo que dice Volín, pero también por mucho más. Lo que vivieron los revolucionarios es irreproducible.
2. La(s) revolución(es), del dicho al hecho.
Aunque se llama “Revolución de Octubre” porque a fin de octubre de 1917 –noviembre en el nuevo calendario- la clase obrera rusa tomó el poder en Petrogrado, Moscú y otras ciudades, un acontecimiento decisivo como las tomas de tierras por los campesinos comenzó después y siguió muchos meses. Rusia era un país cuya mayor parte del producto interno bruto provenía de la producción agrícola, su población era en gran mayoría campesina. Al analizar el fenómeno histórico que fue sin duda una revolución obrera por sus fuerzas motrices, programa y dinámica, no podemos desconocer ese contexto.
Los bolcheviques no fueron los únicos actores de ese proceso, pero sí los principales impulsores y conductores políticos e intelectuales de la revolución obrera. Mejor es decir que llegaron a serlo, no fueron siempre lo mismo. El núcleo leninista original fue una vertiente que, primero, fue integrando otras hasta llegar a su auge. Y después se fue destruyendo a sí misma. La historia de la revolución bolchevique con sus contradicciones, es asimismo la historia de los bolcheviques.
Todos aquellos revolucionarios rusos fueron una generación excepcional. Pocas veces se vio tal lucidez, capacidad, energía, voluntad, audacia, coraje y abnegación junto a la honestidad intelectual ante los problemas a los que se verían enfrentados y asumieron. Su actitud puede expresarse en lo que dijo el poeta revolucionario Vladimir Maiakovski: “Espolearemos el corcel de la historia hasta que reviente”.
La concepción de los bolcheviques sobre la revolución tampoco fue siempre igual. Todas las corrientes revolucionarias suponían algo más parecido a una revolución democrático-burguesa, las polémicas previas eran sobre el papel del proletariado DENTRO de esa revolución. Aplicando el modelo de la Revolución Francesa a las revoluciones esperadas en los rincones atrasados del continente, derrocarían los antiguos regímenes y habría repúblicas acordes al desarrollo capitalista burgués que maduraba en el seno de la vieja sociedad. Pero Europa había cambiado, el modo capitalista de producción muestra contradicciones internas y límites, entra en escena la clase de los proletarios. Se esperaba que el cambio político abriese la puerta a un cambio social más profundo desbordando el límite burgués. Esa contingencia ya había sido prevista en el prefacio a la edición de 1872 del Manifiesto, y en la respuesta de Marx a los populistas rusos cuando las relaciones sociales capitalistas en Rusia no habían madurado aún. Una revolución democrática podía llevar a Rusia al comunismo siempre y cuando se complementase por la revolución obrera en Europa.
En 1917 Rusia ya había dejado atrás la época de la comuna rural entrando en el capitalismo, que, débil y dependiente, no pudo dar un nivel de autosuficiencia productiva. La revolución que ocurrió fue en muchos sentidos diferente a la que esperaban. Las tareas propias de una revolución democrático-burguesa radical resultaron imposibles, la burguesía fue abiertamente contrarrevolucionaria. Tampoco lograron los bolcheviques arrastrar al resto de los partidos socialistas. Incluso habiendo logrado una alianza con el Partido Social-revolucionario de Izquierda, la misma duró apenas unos meses.
Supusieron siempre que su revolución iniciaría un proceso de revoluciones obreras en Europa Occidental para compensar el atraso de Rusia en desarrollo productivo, del que eran conscientes al lanzarse a una audaz aventura histórica sin los elementos para realizar su proyecto. Confiaban ser el disparador de la revolución en países más industrializados.
Esa hipótesis de Marx de revolución en un país atrasado de comunas campesinas complementada por la solidaridad proletaria de un país industrial más avanzado no era carente sentido. Se cumpliría en cierta forma más tarde, cuando la Revolución China de 1949 se recostó en la URSS industrializada. Ni en caso el chino ni en el ruso fue el desarrollo industrial en gran escala que condujo a una revolución obrera, la revolución obrera abrió un camino no capitalista de desarrollo industrial. Los rusos, habiendo dado la señal, esperaban que la clase obrera europea se levantase para ayudarlos a salir de su atraso y aislamiento.
Y esa oleada revolucionaria en algunos países europeos ocurrió, pero también fue distinta a lo esperado. Hay levantamientos en varios países, como Hungría y su breve Comuna de 1919. Pero aun en el improbable caso de sobrevivir, no podría aportar el auxilio proletario y complemento industrial necesario para los bolcheviques. Eso debía venir de Alemania. La revolución alemana ocurrió, pero terminó siendo derrotada.
Durante décadas se dijo que en noviembre de 1917 comenzó una nueva era; hoy mejor diríamos que allí se abre un período, sin una opinión única sobre su cierre. Paro sin menoscabo del impacto de la Revolución Rusa sobre el mundo actual es necesario comprender que el período no se abre solamente con su triunfo, sino con la bifurcación de “los dos noviembres”, el ruso de 1917 y el alemán de 1918, que tienen destinos muy distintos pero complementariamente vinculados.
Lo que marca la época no es el triunfo bolchevique sino el triunfo bolchevique aislado, y el feedback negativo que distorsiona la revolución rusa y devuelve la distorsión ampliada al movimiento revolucionario mundial. Los revolucionarios rusos se vieron así en una encrucijada nueva e inesperada, no prevista por la teoría que portaban.
Pero no retrocedieron. Las discusiones en los años ’20 entre las distintas fracciones y dirigentes bolcheviques son de una riqueza enorme y apasionante. Sería una pobre actitud de nuestra parte repetir lo que dijeron sin una valoración crítica, no les haríamos honor que merecen.
Los bolcheviques levantaron una consigna que era “Pan, Paz y Tierra”, pero ¿cuál fue la realidad? El tema del pan fue terrible, la hambruna mató a 20 millones, las dificultades en la construcción de la URSS fueron espantosas. Pero la revolución logró asegurar el pan para su gente aunque a un costo social enorme, y durante décadas fue poco más que el pan. La industria colapsó y tardó mucho en volver a la situación anterior a la Primera Guerra y superarla. La revolución enfrentó la guerra civil y la intervención extranjera, y las venció luego de tres años de lucha. Con un esfuerzo enorme se construyó en una década una base industrial importante. Pero después vino la Segunda Guerra, y hubo otros 20 millones de muertos, otra debacle, un nuevo desmantelamiento de la URSS. Tampoco la paz fue fácil.
Pero el problema crucial fue la tierra. La revolución obrera en una nación mayoritariamente rural terminó extrayendo el producto agrícola en contra de los campesinos. La alianza obrero-campesina dicha en el papel duró muy poco en los hechos. Vino una guerra en los campos, los campesinos escondían el trigo y las patrullas del gobierno lo requisaban. Se respondía a la resistencia campesina con represión, asegurando una producción agrícola estable contra de esa resistencia. Los bolcheviques eran un partido de obreros e intelectuales, sin base campesina.
Así fue que se diferenció un sector social, una burocracia estatal que llevó adelante un proceso de colectivización vertical y forzosa y la llamada “la liquidación de los kulaks en tanto clase”, campesinos capitalistas ricos que fueron masacrados, pero también muchos campesinos medios y pobres, todo el que se resistiese a esa colectivización. Tampoco así se logró desarrollar la producción agrícola que incluso cayó, resultado de los métodos brutales y la impericia de la burocracia partidaria trasplantada.
Cuando esos recursos no alcanzaron para la inversión industrial, la novel burocracia gobernante recurrió como única fuente posible a la superexplotación de la misma clase obrera de donde provenía. Se rompió así el vínculo entre el sector social dominante y la base obrera. Se abrió un abismo, ante la pasividad de los nuevos obreros venidos del campo sin tradiciones de lucha ni educación ni capacidad de auto-gestionarse, sin defensa.
En su hazaña histórica desproporcionada, la clase obrera rusa agotó sus fuerzas y la revolución colapsó, dando origen a este proceso de burocratización, al mismo tiempo su negación y su forma de sobrevivir.
Se vieron así ante otro problema, que no estaba previsto por la teoría marxista de su tiempo: la diferenciación social dentro de la clase obrera misma.
La revolución y la guerra civil trajeron la descomposición de la clase. El colapso de la industria la redujo a la mitad, nuevos contingentes vinieron incultos del campo sin tradiciones obreras. Muchos militantes obreros formados habían muerto en la guerra, o habían sido reclutados para otras funciones -ejército, administración-, la clase estaba diezmada, paralizada y hambrienta. Dentro de ella comienza una diferenciación social entre los militantes administradores del poder, y el resto de la clase.
Hasta entonces el problema del poder en la literatura marxista era la conquista del poder y su defensa ante las clases enemigas, locales o del exterior. Es nuevo lo de preservar la naturaleza de clase del poder, evitar su degeneración no por enemigos de otras clases sino por la transformación de la propia clase. De eso no había casi nada salvo alguna observación de Rosa Luxemburgo. En la teoría de Marx el proletariado toma el poder y establece su dictadura como un instrumento relativamente breve (ese es el significado de ‘dictadura del proletariado’) porque lo habilitan las condiciones de los países capitalistas industrializados donde Marx esperaba la revolución obrera, el desarrollo de las fuerzas productivas permite la extinción del Estado en un plazo no muy definido pero dentro del horizonte histórico de la revolución.
Marx no supone esa extinción automática por el mero desarrollo de las fuerzas productivas, sin necesidad de un programa político específico. Dice es que ese desarrollo creará las condiciones que la harán posible. Cómo plasmar ese proceso en la política no estaba planteado, ni las contradicciones que generaría el propio poder, sus obstáculos internos. La teoría marxista original era un poco “inocente” en eso. Pero tenía en su riqueza analítica las herramientas teóricas para abordar este nuevo problema, como quedaría demostrado.
Bibliografía
Polk. William. Al borde de la guerra nuclear. ¿Qué hacer?:
https://n0estandificil.blogspot.com.uy/2017/09/al-borde-de-la-guerra-nuclear.html
Volin: La revolución desconocida
http://uni-lliure.ourproject.org/wp-content/uploads/2011/10/La-Revolucion-Desconocida-Volin.pdf
Marx, Karl y Engels, Frederich. Prefacio a la edición rusa del Manifiesto Comunista
https://pendientedemigracion.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/47mpc/p2.htm
Marx, Karl, Proyecto de carta a Vera Zasulicht
https://n0estandificil.blogspot.com.uy/2017/10/cien-octubres-laspolemicas-sobre-la.htmlPublicado en Hemisferio Izquierdo:
https://www.hemisferioizquierdo.uy/single-post/2017/10/23/Cien-Octubres-Las-pol%C3%A9micas-sobre-la-revoluci%C3%B3n-que-a%C3%BAn-no-terminaron-c%C3%B3mo-empezaron-entre-los-mismos-bolcheviques