Chile. Hombres de dos sombras
Hay títulos de novelas que llaman la atención, como por ejemplo “El hombre de dos mundos”, o ese que sugiere misterio: “El país de las sombras largas”. Pero en el asunto que pretendo abordar hay uno que viene de perillas: “Hombres de dos sombras”, o “Los colonizados”. No busque en Internet amigo lector, porque el titulillo no pertenece a libro ni cuento alguno. Se me acaba de ocurrir. ¿A propósito de qué?
Mi abuelo materno era un español de Castilla la Vieja que, sin haber pasado muchos años de su vida en actividades escolares, tenía aquella sabiduría simple y efectiva que se adhiere a la genética de un pueblo merced a la Historia de su propio terruño. Esa que se pega a la piel e ingresa hasta los tuétanos sin necesidad de estudiarla: para asirse a ella basta vivir diariamente el pasado que llamamos presente.
“Los sudamericanos son personas geniales, simpatiquísimas, muy humanas… hasta que se ponen una camiseta de fútbol y se transforman en orangutanes”. Eso decía mi abuelo, agregando de corrido y casi como una muletilla: “o ingresan a un partido político y pierden de inmediato la cordura, la razón y la dignidad”.
Seres humanos que por los motivos señalados dividen sus almas en dos entes distintos. Dos personas… O tal vez sólo una, pero con dos sombras.
Doble estándar, dirán algunos. “El otro yo del Dr. Merengue”, acotarán los lectores con más años, que recuerdan aquella vieja historieta argentina. O el yin y el yang, afirmará un enterado que gusta de la filosofía china. Dr. Jekill y Mr. Hyde, dirán los amantes de la literatura escosesa.
Pero yo pienso en otro tipo de gentes: aquellas que deambulan por el sucio zigzag del ‘acomodo’ que reniega de su propia realidad. Exigiendo de los demás no sólo respeto, sino también aplauso y adhesión.
Los ‘doble sombra’ pontifican sobre asuntos en los que siempre el pueblo termina siendo el principal (cuando no el único) perjudicado. Tienen mentalidad de “colonizado”, aplauden y ensalzan a quien les exprime como a un limón, les engaña y absorbe su sudor y su esfuerzo.
Son como ovejas aplaudiendo al lobo, o polluelos llamando al peuco. Proletarios vergonzantes que endiosan a su explotador, ‘clasemedieros’ que admiran al dueño del capital que les ahoga, al mega empresario que los esclaviza, al especulador financiero que vive de su endeudamiento.
“Colonizados” que aceptan –y hasta solicitan– la injerencia de naciones poderosas dentro de su propio país. Sostienen opiniones contrarias a los intereses de su patria y de sus semejantes. Despotrican contra lo que no tiene origen ni sabor primermundista. Son los vástagos de la Malinche que ayudó a Cortéz a conquistar México, esclavizar a su propio pueblo, y arrasar sus tesoros y su cultura.
Son “hombres de dos sombras”. Se emocionan cuando algún aborigen sobresale con luces propias –sobre todo en el extranjero– pero se empeñan en actuar y pensar como forasteros.
Entonan emocionados el himno patrio, pero a la vuelta de la última estrofa ya están agitando aguas en contra de su propio pueblo,
Estos “colonizados” –o “doble sombra”– derraman lágrimas de cocodrilo con el cine que relata el sufrimiento indecible de afroamericanos y latinos en naciones del mundo desarrollado.
Sin embargo, y a pesar de los sollozos, tales “colonizados” son los primeros en desdeñar al inmigrante, en ningunear al extranjero de piel oscura, en recibir con los brazos abiertos –y el gesto obsequioso– al forastero de piel blanca y ojos claros.
“Parte de los inmigrantes están llegando para realizar trabajos que los chilenos están menos dispuestos a hacer, lo cual está en línea con los patrones encontrados en los países que aumentan su nivel de desarrollo”, afirma el economista Juan Bravo, de Clapes-UC.
El informe “Análisis del empleo inmigrante en Chile” indica que la movilidad del empleo entre países permite contribuir al crecimiento, destacando que de acuerdo a un estudio de 2016 –de la economista Ekrame Boubtane– que midió el impacto de la inmigración en la expansión de la economía para 22 países de la OCDE durante el período 1986-2006, se concluyó que la inmigración ha tenido un impacto pequeño, pero positivo, en el crecimiento de las economías OCDE a través de un incremento en la productividad.
Todo esto le interesa un rábano a los “doble sombra” que proceden mayoritariamente de familias inmigrantes. Pero suelen olvidarlo, inventándose ancestros de alcurnia. Unos cuantos ni siquiera saben cuál es su verdadera procedencia… y son precisamente los que más critican y denuestan.
Los “doble sombra” se erigen en críticos de espectáculos, películas, libros, obras de teatro o eventos que tratan temáticas controvertidas. Es común escucharles despotricar y exigir de la autoridad que “haga algo para evitar que tamañas suciedades sigan circulando en kioskos, cines, canales de televisión y radios”.
Esos mismos defensores de la moral victoriana, no bien abordan un avión rumbo al trópico o a Europa, buscan los “sex-shops”, los cines triple equis, los “barrios rojos”, la comunidad gay, los casinos de juego y, en su tiempo, las “conejitas”.
Interés por el ‘turismo aventura’, dirá alguno… Sin embargo, ese mismo ‘turismo aventura’ les parece inmoral en Chile. La ‘doble sombra’, el doble rasero, la doble moral, una vez más.
Los más relevantes ‘doble sombra’ de nuestro país, –usted les conoce–, son los que fungen de empresarios exitosos, pero se llevan sus dineros (obtenidos acá) a paraísos fiscales.
Luego, se atreven a llamerse “patriotas” y a candidatearse a cualquier cosa, incluso a presidente de la república. Quieren la mantequilla, el dinero de la mantequilla, y el culo de la cremera.
Y nosotros les dejamos hacer.