Catalunya, atreverse o no atreverse, esta es la cuestión
Por Pepe Gutiérrez – Álvarez
De buen seguro que una reunión para hacer una valoración sobre hasta donde se ha llegado en Catalunya, daría para un buen rato y dudo de que se llegara a un acuerdo por más que sus componentes coincidan en las premisas más elementales. De poder decir la mía, comenzaría diciendo que ya no existen “conflictos internos” y que el dilema afecta no solamente al Estado Español. La mera presencia de alguien como Vargas Llosa en el acto de reafirmación conservadora del pasado domingo, es de por sí representativo. Vargas representa mejor que nadie el neoliberalismo combatiente que tiene en el PP su principal exponente entre nosotros. El neoliberalismo ha servido al PP para blanquear sus tradiciones franquistas, tradiciones que tuvieron su principal concreción en el régimen del 78 en la figura de un “jefe de Estado” que lo es de las FFAA, y en el dogma de la “unidad de España”. Dicho régimen tuvo su principal legitimación ante el pueblo de izquierdas gracias a Europa y al PSO-PSC que aparecieron como la alternativa legal y pacífica de la derecha terrible, con la particularidad que en el momento en el que iniciábamos el trayecto europeo, éste comenzaba justamente a andar para atrás. Esta doble vía produjo un profundo desconcierto en los movimientos sociales afectados además por la “crisis del comunismo”, del PCE-PSUC que habían representado el antifranquismo en la clandestinidad, pero que aceptaron las reglas del juego pensando en su momento que –como sucedió en Italia- podrían aspirar el lugar de la socialdemocracia…El régimen además pudo salir victorioso en la crisis de Euzkadi gracias a la locura terrorista de ETA. La mayor manifestación catalana de principios de siglo (noviembre, 2000), se produjo como repudio al asesinato del socialista Ernest Lluch. Entonces, las palabras más audaces.-“negocien ustedes que pueden”-, fueron dichas desde Barcelona.
Un autor tan lúcido como John Le Carre declaraba que la izquierda se había hundido con el desplome de la URSS, pero que todo había comenzado a cambiar con la revuelta de Seattle de 1999. En el camino de esa recuperación estamos, un camino en el que se inscribe la “movida” del 15-M, un hito que el 1-O catalán ha superado desde el momento en el que “el fet nacional catalá” se ha situado en el centro de la marcha de la historia. Forma parte de un proceso de recuperación al que le queda mucho trecho por andar, y que se mueve como respuesta a las agresiones del ultracapitalismo. Pero ya no son respuestas a la d4eseperada como las protagonizada por lo quedaba del movimiento obrero –Sintel-, sino por un pueblo al frente del cual se ha situado una juventud sin futuro que ha ocupado la última pantalla del escenario. La enorme movilización “libertaria” (o sea plural, festiva, audaz) de las urnas contra la policía, quedan como un momento estelar de la historia. Francamente, en esta conversación, el autor de estas líneas que ha poyado con entusiasmo este proceso, no se acaba de creer en la posibilidad del “happy end” de una independencia “triunfant”, que llegará. Hasta aquí hemos llegado sin que la gente se haya marchado a sus casas como lo hicieron con el 78, aceptando aunque fuese a regañadientes las consignas de los Carrillo y Felpe. El movimiento actual es mucha más variado, más culto, más horizontal. No cierra sino que abre una nueva fase sobre la que está todo por hacer.
“Els segadors” del momento se manifiestan en esos jóvenes, sobre todo en esas muchachas que tenían las asignaturas del momento sorprendentemente bien aprendidas.
Esta es una situación que corresponde a los tiempos en los que nos ha tocado vivir. Resulta obvio que, como señala Josep Fontana, que la derecha catalanista no estará tan segura de su apuesta sí tuviera en frente o al lado un movimiento obrero como los que protagonizaron otros escenarios. Ese movimiento no existe aunque sí se trata de recomponerlo. No creo que esta apuesta pueda pasar por una puerta que no sea la de la democracia cuyo logro OBLIGA a la movilización socia, y por lo mismo, al plantearse una recomposición que, a buen seguro, no pasará por los despachos.
Ahora hemos pasado del atrevimiento a la incertidumbre. Hemos medido las fuerzas, la mayoría del pueblo ha respondido, hay otra parte reforzado con la conexión española y empresarial, la pelota está en el Estado y caben dos opciones: atreverse a avanzar con todas las consecuencias o retroceder aunque sea lo más dignamente posible. El atreverse significaría entrar en la República catalana y hacerlo de manera pacífica; o sea sin romper un cristal, pero defendiendo por todos los medios posible a los inculpados que puedan haber; Pablo Casado olvidó que aunque Companys fue detenido, dos años más tarde regresó con mayoría absoluta para el “Front” de las izquierdas…La “marcha atrás” significa entrar en la nueva fase con el independentismo dividido, con la sensación de que tampoco aquí los políticos cumplen sus promesas. En el primer caso, los sectores crecientes, los más activos (esa juventud que es la que más se juega) pueden descolocarse ante otro giro “procesista”, en tanto que la “España nacional” liderada por un partido tan desacreditado como el PP, pueden sacar pecho. Mas que está detrás del “President” subraya la responsabilidad personal cuando esta ha fue asumida colectivamente como parte de una marcha hacia delante de un pueblo que ya está de vuelta de “reformas” que n ose cumplen. Un pueblo que no tiene nada bueno que esperar de un gobierno que se prepara para implantar medidas antisociales todavía más drásticas…
Nadie dijo que iba a ser fácil, la catalanidad social entendió la otra Catalunya como un primer paso con el que avanzar en medidas de reformas avanzadas como las que se ha escenificado en el Parlament a pesar del brazo largo de los poderes fácticos que nunca se fueron. JxSi muestra que tiene al menos dos almas, y que no tiene porque ganar “la más realista”, en tanto que la CUP que muestra su decepción se está viendo obligada a imponer otro proceso, ahora más por abajo. Todo indica que estamos ante una situación que no se había prevista, en Catalunya reinaba una cierta ingenuidad, se jugaba con la idea de un “después” que no será posible al menos por un primer momento. Como todo salto en la historia, el desafío de verdad vendrá en la segunda parte.
En este escenario importan muchos las alianzas, la oposición republicana está obligada a ampliar su base social tendiendo puente con la Catalunya –naturalmente- más renuente, la que fue abandonado por CiU y por las izquierdas en los barrios del “cinturón rojo” que fueron la primera línea en la Transición hasta que llegó la izquierda institucional prometiendo lo que luego no cumplió. Se requieren en este sentido iniciativas para el diálogo, una buena didáctica que explica que una Catalunya que pueda decidir libremente su futuro es lo mejor que le puede pasar a una España sometida al imperio de la Ley…del más fuerte. Es seguramente la hora de desarrollar propuestas amplias a favor del bloque democrático con la otra España, la que está obligada a romper triple alianza del PP, PSOE y C,s si quiere parar los golpes sociales y económicos que vendrán sí o sí. Es verdad que el Gobierno del PP con sus poderes y aliados podrá aplicar el 155 con todas sus secuelas activadas por sus aliados empresariales. Pero no es menos cierto que preferiría no hacerlo porque teme la reacción activa de la izquierda española hasta ahora en estado de proyecto. Que teme ver que en las calles y en las instituciones la democracia y el derecho a decidir son más fuertes que el espantajo fascista que estos días han sacado a relucir.
Cambiar significa ante todo atreverse. Y para ello, todos los apoyos son necesarios, y por lo mismo, toda reacción sectaria debe ser rechazada.