Biografía de Dionís Eroles Batlle, militante histórico de CNT (cast/cat)
Dionís Eroles Batlle
Nació en Barcelona el 2 de noviembre de 1900. Valentín, su padre, había nacido en el pueblo de Pla de Sant Tirs, en la comarca del Alt Urgell, de donde había emigrado a la ciudad de Barcelona. Su madre era barcelonesa, nacida en el barrio de Sants. Dionisio nació en el domicilio familiar, en la calle Manso número 35, quinto piso.
Comenzó a trabajar con sólo 8 años en una fábrica de vidrio, ingresando muy joven en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Fue encarcelado en agosto de 1919, y también en mayo y noviembre de 1920. El 30 de noviembre de 1920 fue desterrado a la fortaleza de la Mola, en Maó, donde permaneció hasta en octubre de 1922.
El barco Giralda salió del puerto de Barcelona con 35 militantes anarcosindicalistas y el concejal del Ayuntamiento barcelonés, Lluís Companys. Estos 35 sindicalistas eran la élite cenetista del momento, y habían sido condenados por su intervención en la huelga de La Canadiense al 1919: Salvador Seguí Rubinat, Manuel Salvador Serrano, Camilo Piñón Orihuela, Francisco Comas Pagès, Vicenç Botella Moya, Narcís Vidal Cucurella, Josep Vidal Cucurella, Eusebio Manzanares Barrera, Martín Barrera Maresma, Miquel Abós Serena, Antoni Soler Cuadrado, José Viadiu Valls, Enrique Rueda López, Aniceto López Dalmau, Emili Albaricias Alorda, Jaume Albaricias Descarga, Manuel Núñez García, Saturnino Meca González, Dionís Eroles Batlle, Antonio Ocaña Martín, Josep Soler Guillemat, Manuel Castarienas Domingo, José Francàs Jarquín, José Roigé Redondo, Guillermo Vales Bruguera, Daniel Rebull Cabré, José Antonio Gómez Vicente, Eusebio Jorge Sánchez, Salvador Pascual Mascaró, Antonio Calomarte Costa, Salvador Caracena Díaz, Ramón Recasens Miret, Francisco Arsia Simón, Jesús Vega Fernández y Antonio Amador Obon.
Al día siguiente, cuando el barco llegó a Mahón, uno de los oficiales de la tripulación comunicó a los deportados que el abogado laboralista Francesc Layret había sido asesinado en Barcelona.
Eroles fue militante cenetista de los grupos de acción del barrio barcelonés de Sants. Fue juzgado en varias ocasiones. En junio de 1926 fue condenado por robo a seis años de prisión y engarjolatal penal de Ocaña. Otra condena de tres años por tenencia de armas incrementó su pena. En la práctica, estuvo encarcelado durante toda la dictadura de Primo de Rivera.
Fue excarcelado gracias a la amnistía que siguió a la proclamación de la República. En agosto de 1931 fue nombrado secretario del Ramo Fabril y Textil. Participó en las insurrecciones de enero de 1932 y de enero de 1933, por lo que de nuevo fue juzgado y condenado a diferentes penas de prisión. De abril a junio de 1933 cumplió pena como preso gubernativo en el barco-prisión Manuel Arnús.
En julio de 1936 ejerció el cargo de secretario del Consejo de Obreros y Soldados (organismo encargado de la depuración de fascistas a la Guardia civil, Guardia de Asalto y Ejército), dependiente del Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña (CCMA)
En octubre de 1936, disuelto ya el CCMA, fue nombrado jefe de servicios de Orden Público de la Junta de Seguridad Interior, en dura rivalidad y continuos enfrentamientos con la Comisaría general y el consejero de Seguridad Interior (Artemi Aguadé de ERC), dominada por estalinistas y ERC. Creó un rondas propio, conocido como «los chicos de Eroles» y un servicio de información, anexos ambos a su cargo policial. Este servicio de información de Eroles colaboraba y compartía datos, investigaciones y noticias con el servicio de investigación e información cenetista dirigido por Manuel Escorza del Val.
Eroles también coordinaba otros grupos de acción:
Lo que ocupó en verano de 1937 en el Palacio de Justicia, que estaba al servicio del Comité de Justicia Revolucionaria de la CNT, después llamado oficialmente por el Diario Oficial de la Generalitat (DOG), Oficina Jurídica.
El Comité de los Escolapios, que gestionaba y coordinaba los diversos grupos que tenían su sede en este edificio, y que, a su vez, se integraba en el comité de defensa del Centro (y Pueblo Seco), con sede en este mismo edificio los Escolapios.
El dirigido a la Junta de Seguridad Interior para Tomás Orts para Comarcas.
Aunque la Junta de Seguridad Interior parecía, al principio (octubre de 1936), una continuidad de los servicios de policía prestados por CCMA, en realidad todo había cambiado. Quien ahora tenía todos los resortes del mando era el Consejero de Seguridad Interior, que a su vez dependía del gobierno de la Generalitat. Que algunos de los cargos importantes de esta nueva Junta fueran en manos de la CNT-FAI era sólo una necesidad inicial, provisional, para la reafirmación y consolidación de esta Junta. Estos cargos cenetistas podían ser revocados por el gobierno, o despreciados por el Consejero de Seguridad Interior, Artemi Aguadé. La dualidad de poderes en el seno de la Junta se convirtió en un campo de batalla más entre los cenetistas y el gobierno.
Mientras los cenetistas querían convertir la Junta de Seguridad en una plataforma, que les permitiera controlar la Orden Público, Aguadé, desde su predominio en las Patrullas de Control potenció y consolidar un nuevo Cuerpo Único de Seguridad, capaz de sustituir las Patrullas de control. Fue este un largo proceso, que comenzó en octubre de 1936 y terminó a principios de junio de 1937. El debate sobre el Reglamento cuestionaba si esta Junta era independiente del gobierno y tenía suficiente personalidad y capacidad para decidir en los asuntos de Orden Público, como pretendían Aurelio Fernández y Dionisio Eroles, o bien era un simple anexo para asesorar al consejero de Seguridad Interior, como pretendía y quería el gobierno de la Generalitat.
Que el 8 de octubre Barcelona sigue estando sometida a numerosos controles internos, mediante barricadas y patrullas, nos da idea de la fuerza amenazadora de la CNT, que el gobierno de la Generalitat quería domesticar mediante la participación de los dirigentes libertarios en una junta de seguridad , considerada como una institución auxiliar del consejero de Seguridad Interior. El gobierno de la Generalitat necesitaba integrar los cenetistas en esta Junta, si quería controlar la Orden Público. Que Dionís Eroles y Aurelio Fernández consideraran la Junta de Seguridad, como un ente independiente del gobierno, y al Consejero, como un mero enlace entre la Junta y la Generalitat, explica las crecientes divergencias en el seno de la Junta.
El 17 de octubre de 1936 el Consejo de la Generalidad efectuó los siguientes nombramientos: Comisario General de Orden Público (OP): Andreu Revertés Llopart (ERC), en sustitución de Enrique Gómez García; secretario general d’OP: Josep Coll Torrelles (POUM); inspector general de Servicios d’OP: Joaquín Olaso Piera (PSUC); Jefe de Servicios d’OP: Dionís Eroles Batlle (CNT).
El 22 de octubre Eroles y Escorza por CNT, Pedro Herrera por la FAI, Antonio Sesé y Rafael Vidiella por UGT y Felipe García por el PSUC, firmaron un pacto conjunto de unidad antifascista, con el objetivo declarado de ganar la guerra al fascismo.
El 4 de noviembre, Solidaridad Obrera publicó, en portada, un breve artículo de exaltación y aliento a los chicos de Eroles, en el que se afirmaba que «los grupos de investigación creados por Dionís Eroles, jefe de los Servicios de Orden público, trabajan sin parar y con el mayor acierto «. Las acciones de estos grupos de investigación eran «mazazos» contra la quinta columna barcelonesa. Se afirmaba que Eroles hablaba de sus nanos con el fervor propio de un padre. El articulista acababa glorificando «a los camaradas de las Patrullas de Control», a los que debía «Barcelona su tranquilidad».
El 13 de noviembre 1936, Eroles impidió la fuga de Azaña en Francia, sometiéndolo a una intensiva vigilancia policial, incluida la amenaza a su guardia personal de las nefastas consecuencias que tendría para ellos la escapada de Azaña a el extranjero.
El 15 de noviembre, La Vanguardia publicó la noticia de una entrega a la Tesorería de la Generalitat por parte de la Comisaría de Orden Público de varios objetos valiosos, encontrados en los registros efectuados en pisos abandonados por elementos facciosos. El diario detallaba el dinero y los objetos entregados, fruto de la labor policial del ronda de Eroles. Al parecer, un porcentaje de estas entregas, habituales y de considerable valor, eran apropiados para Eroles «para el sindicato». Eroles consideraba este «tesoro» como un elemento de negociación o socorro ante un futuro incierto y problemático. Este «tesoro» lo custodiaba Eroles personalmente.
El 20 noviembre de 1936, Eroles tomó rigurosas medidas para impedir las sacas de presos en la Cárcel Modelo, que se temía estallaran en represalia por los bombardeos navales fascistas contra la costa catalana, en Roses y otros poblaciones.
Desde noviembre de 1936 hasta mayo de 1937 hubo constantes enfrentamientos de Dionisio Eroles y Aurelio Fernández contra Artemi Aguadé (ERC), consejero de Seguridad. Eroles se opuso a la constitución de las Patrullas de Comarcas, en contra del criterio de Rebull (Rabassaires), porque escapaban al control de la CNT.
El 23 noviembre de 1936, Eroles propuso la disolución del Consejo de Obreros y soldados, para que obstaculizaban «la verdadera disciplina».
El 25 de noviembre 1936, Eroles, secundado y ayudado por Manuel Escorza, desde el Servicio de Investigación e Información de la CNT-FAI y Liberato Minué (cuñado de Escorza) desde este mismo servicio de espionaje en Francia, desbarató y denunciar la planificación de un golpe de estado nacionalistae independentista, dirigido por Joan Casanovas y Andreu Revertés. Según Eroles, el comisario Revertés había preparado un complot que tenía «por fin la desaparición de los compañeros Aurelio Fernández, Vicente Gil y Solans», este último secretario de Eroles, así como de Companys.
Todo apuntaba a que se trataba del temprano aborto de la preparación de un golpe de estado contra Companys, debido dela su «alianza» con los anarquistas, y que se proponía la eliminación física de varios dirigentes ácratas, «responsables de la anarquía imperante en Cataluña «. El confuso objetivo final orientaba a una independencia de Cataluña, fundamentada en el apoyo de las potencias fascistas de Italia y Alemania, que quedaría al margen de la República y de la España de Franco. Había un hilo, ferozmente anticenetista, que unía la preponderancia catalanista-fascista de Dencás-Bahía, en 1934, el Departamento de Gobernación de la Generalitat, con el descontento de Estado Catalán por haber sido marginado del gobierno de la Generalitat tras el 19 de julio de 1936, que llegaba hasta ese ridículo intento de un golpe de estado contra Companys y sus aliados ácratas.
El 26 diciembre de 1936, Eroles manifestó que presentaría su dimisión si debía enfrentarse al dilema moral de tener que reprimir los disturbios populares que se producían en las colas del pan.
El 04 de enero de 1937, la Junta de Seguridad acordó que cualquier registro o detención debería llevar, en el futuro, la firma del comisario general (Eusebio Rodríguez Salas) o del jefe de servicios d’OP (Eroles). Desde enero hubo constantes y violentos enfrentamientos personales de Aurelio Fernández y Dionisio Eroles, por un lado, contra Rodríguez Salas, por la otra, causados por la pija y provocaciones del comisario general. Eroles ordenó numerosas incautaciones de almacenes ilegales de comestibles, que destinó a abastecer los hospitales. El 27 de enero 1937, Eroles defendió la actuación de Patrullas y de CNT en la Fatarella. El 3 de febrero, Eroles reactivó el Consejo de obreros y soldados, ahora para evitar la creciente influencia y penetración del PSUC y UGT en los cuerpos policiales y en las unidades militares.
El 19 de febrero 1937, Eroles denunció el uso de su nombre por parte de incontrolados que realizaban registros y detenciones indebidos, o no autorizados. Escandalizaba ante el hallazgo de cadáveres en las afueras de Barcelona de gente fusilada, sospechando que algunos de estos excesos (no todos) podían proceder de las filas cenetistas. Se trataba de un difícil proceso de transición, que pretendía que la violencia política y la represión de diestros, cuidados y fascistas fueran ejercidas sólo por las Patrullas de Control. Quería restablecerse el monopolio de la violencia por parte de la Junta de Seguridad Interior. Las jornadas revolucionarias de julio habían troceado el monopolio de la violencia por parte del Estado entre una miríada de grupos autónomos, no sólo anarquistas o sindicalistas, que la ejercían por su cuenta y riesgo, sin casi ningún control, ni obligación de dar cuentas a nadie.
El 24 de febrero 1937, Aguadé citó varios casos «en que agentes de la autoridad han saqueado e incluso han asesinado». Citó los casos de Vilanova y la Geltrú y de Centelles. Al primer lugar una mujer fue sacada del hospital, donde era tratada de las heridas recibidas por los autores del primer intento de asesinato, para rematar la. En el segundo, unos detenidos bajo promesa de no hacerles nada, también fueron asesinados. Informó Aguadé del proceso abierto en Francia con motivo del hallazgo, en Ceret, de una maleta llena de oro, que un delegado del frente de Aragón tenía en su poder. Continuó Aguadé, refiriéndose a la Torre de los Gorriones (Bonanova), «donde actúa un Comité de la FAI, con intervención de elementos que están en la comisaría de Orden Público, a las órdenes del jefe de servicios». Era un ataque directo contra Eroles, que poseía este cargo de jefe de Servicios de UP. Aguadé explicó que, en esta Torre, «había muchos detenidos, a los que se ofrecía pasaportes a tres mil pesetas». Leyó Aguadé «un informe que da detalles de cómo actúan, bajo la dirección de un jorobado». Aguadé atacaba ahora a Escorza, ya que este jorobado no podía ser otro que Manuel Escorza del Val.
Aguadé afirmó que no podía actuar contra estos agentes (Eroles, Escorza y Asens), porque «no están al servicio del Gobierno, sino al servicio personal de Jefes que no secundan las órdenes del consejero». Aguadé planteaba valientemente la cuestión evidente de la existencia de diversos poderes en el departamento de UP. Y lo hacía en un marco favorable: el Consejo de la Generalidad, y en un momento adecuado: la denuncia por parte de Compañeros de la gravedad del desorden público imperante. Pero se echaba de menos la explicación histórica y política de la situación existente en Orden Público. El pacto, que acordó la entrada de la CNT en el gobierno de la Generalitat y la disolución del CCMA, había tenido como contrapartida que la CNT se asegurara un papel preponderante en Defensa y en Orden Público. Se creó especialmente la secretaría de Defensa para que fuera ocupada por Joan García Oliver, y cuando éste dimitió por haber sido nombrado ministro de Justicia de la República, se suprimió este cargo, con la promesa de que Sandino (consejero de Defensa) sería sustituido por un cenetista.
También se creó (a principios de octubre de 1936) la Junta de Seguridad Interior, con un reparto equilibrado entre las diferentes fuerzas en presencia: Aguadé (ERC) consejero de UP, Eroles (CNT) jefe de servicios de OP; Aurelio Fernández, secretario de Patrullas de Control; Asens, jefe de servicios de Patrullas de Control. El cargo de comisario d’OP, controlado también por ERC, tuvo un accidentado curso histórico, más imputable a la incompetencia y corrupción de los que lo ocuparon, que la acción crítica y erosiva de la CNT, con la detención y fusilamiento de Revertés, la dimisión de Martí Rouret y finalmente su ejercicio por parte de Eusebio Rodríguez, militante del PSUC. La situación de ruptura y enfrentamiento existente en la Junta de Seguridad Interior fue uno de los factores fundamentales de la inestabilidad política en la primavera de 1937.
El 27 de febrero de 1937 se produjo una manifestación de guardias civiles dando mueras a Eroles. La Guardia Nacional Republicana (GNR: antigua guardia civil), de Asalto y Seguridad asistió en formación militar al entierro del agente-conductor Joan Vila, muerto a tiros en Granollers, dos días antes, por gente armada de la población, cuando había ido a proveerse de alimentos. Al pasar la comitiva fúnebre por las Ramblas se produjeron incidentes. Los manifestantes, «precedidos por la bandera nacional y de las bandas de tambores y cornetas de la GNR, se encaminaron hacia el Palau de la Generalitat», para protestar por la injurias recibidas por la bandera y por el uniforme. Fueron recibidos por Compañeros: «ferenpresent su entusiasmo y leal adhesión». Se desplazaron a la Comisaría de vía Laietana, donde tuvieron una tensa entrevista con el teniente coronel Arrando. Los manifestantes corearon diversas consignas, y se sintió, entre otros, el grito de «Mori Eroles!». Se presentó en comisaría Aguadé, consejero de Seguridad Interior, para apaciguar los ánimos. Los comisionados de las fuerzas policiales presentes exigieron un mando único, controlado por la Generalitat, y después se disolvieron, sin más incidentes.
Ese mismo día el CR reivindicó a Eroles y rechazó la manifestación. A continuación, el Comité Regional informó en el Congreso (de sindicatos catalanes de la CNT) sobre la reunión del Consejo de la Generalidad en que se discutieron los temas de orden público, sin llegar a ningún acuerdo «por discrepancias de orientación» . El CR informó que anoche se designó una ponencia, que hoy se había convertido ya en un proyecto de acuerdo, pero entonces se produjo, «el incidente de este mediodía con la manifestación de la fuerza pública «. Reunidos CR, consejeros cenetistas a la Generalitat y la Junta de Seguridad, se acordó «que en el Consejo que se celebra esta noche se ponga como condición previa que el Gobierno de la Generalidad debe publicar una nota reivindicando al compañero Eroles, que representa la CNT-FAI en el seno de la Junta de Seguridad «, ya que en la manifestación de guardias de asalto y guardia civil del mediodía, ante la Comisaría de Orden Público, se habían dado gritos de» Mori Eroles! » . Se había acordado además que, en caso de no aceptación de tal exigencia, los consejeros cenetistas dimitirían de sus cargos. Profesiones Liberales propuso en el Congreso que manifestara «la más completa solidaridad con el camarada Eroles, que está sostenido y apoyado por toda la Organización Confederal de Cataluña». El pleno dio su acuerdo mediante aclamación y el presidente manifestó su aprobación formal por el congreso.
El 1 de marzo de 1937 Mi Revista ensalzaba Eroles por «los nuevos servicios prestados a la causa antifascista por Eroles, Solans y otros nanos a sus órdenes». El 4 de marzo, el DOG va publicó siete Decretos y dos Órdenes, mediante los cuales se disolvían las Patrullas de Control y se creaba el Cuerpo de Seguridad Interior, fundamentado en la unificación de la Guardia de Asalto, que ya estaba a las órdenes del gobierno de la Generalitat y la Guardia Nacional Republicana (GNR: antigua guardia civil), que dependía hasta entonces del gobierno central. La importancia del nuevo cuerpo radicaba en que esta nueva fuerza de orden público, al servicio exclusivo del gobierno, desplazaba totalmente las Patrullas de Control. Ningún funcionario del nuevo cuerpo podría estar afiliado a sindicatos o partidos políticos. Asimismo se decretaba la disolución de todas las consejerías de Seguridad o Defensa en los ayuntamientos, y se disponía la retirada en los puntos fronterizos con Francia de las patrullas de milicianos y de los comités de investigación o control.
Era el final de un largo proceso, que acababa con la dualidad existente en la gestión de la Orden Público en Cataluña, entre CNT y Generalitat. Sin embargo, el orden de disolución de las Patrullas de Control no sería efectiva hasta el 5 de junio de 1937, y aún entonces como consecuencia de la derrota cenetista después de los sucesos de mayo, triste colofón del desarme de los proletarios, previo a la represión generalizada del movimiento obrero anarquista.
El 20 de marzo de 1937, el CR nombró asesores del CR, en el área de Orden Público, a Aurelio Fernández, Dionisio Eroles y Josep Asens; Investigación: Arias, Escorza, Riera, Portela; Justicia: Batlle. El 1 de abril Mi Revista volvió a elogiar el grupo de Eroles por sus acciones contra la Quinta Columna.
El 6 de abril se reunió el Comité Regional en la Casa CNT-FAI. Asistió el compañero Torres, de Perpiñán, que explicó la situación del movimiento anarquista en Francia y los proyectos existentes. Detalló los obstáculos que encontraban para el envío a Cataluña de armas y víveres, así como del sabotaje de los estalinistas. Anunció la celebración de un gran mitin en París a favor de la revolución española. Valeri Mas leyó una carta «dirigida a Companys, referente a la crisis actual» y su respuesta, que se proyectaba publicar en Solidaridad Obrera, como culminación de «un ataque escalonado en defensa de la verdad y justificación» de la posición cenetista. Sanidad narró el recientemente ocurrido en Olesa de Montserrat, donde, en un enfrentamiento con la antigua guardia civil, murió uno de estos, produciéndose posteriormente la detención de ocho militantes cenetistas, su maltrato y el saqueo del pueblo para parte de los refuerzos enviados por la guardia civil. Las órdenes partieron de Rodríguez Salas, que contaba con la colaboración del PSUC. Terrassa, Esparreguera y Olesa declararon la huelga general y los confederales se levantaron en armas, exigiendo la liberación de todos los detenidos. En este momento entró Eroles en la sala de reuniones, manifestando que había intervenido desde el primer momento en este asunto. Aguadé estaba interesado en retener los presos. Abogó en favor de que el CR protestara enérgicamente, exigiendo la inmediata libertad de todos los detenidos. Eroles analizó el momento presente, explicando que la voluntad de dimisión, expresada por Companys, había agravado la situación de la Orden Público, ya que PSUC y UGT aprovechaban cualquier conflicto para alterar el orden, como había sucedido, por ejemplo, con el reciente entierro de un guardia. Eroles puso en alerta al Comité de Defensa (presente en esta reunión), por si al día siguiente estos «indeseables» conseguían amotinaron los asistentes al entierro de un guardia, muerto en Olesa.
El 8 de abril de 1937, Rodríguez Salas, comisario general d’OP, facilitó al mediodía un informe a la prensa, en la que revelaba la enorme tensión vivida recientemente, exigiendo «que la calle no sea controlado por nadie más que no sea la fuerza pública, o bien otras organizaciones de la misma índole «. Aseguró que se había restablecido la normalidad en Olesa de Montserrat, «alterada por los hechos ocurridos el pasado domingo». Eroles, Jefe de los Servicios d’OP, también entregó, este mismo mediodía, una nota, en la que se quejaba del desarme de los serenos en repetidas ocasiones, amenazando con aplicar el máximo rigor de la ley a quienes lo realizarán de nuevo. Explicó que el miércoles día 7, a las cinco de la tarde, había recibido una llamada telefónica, que le informaba del desplazamiento en Olesa de una camioneta de Guardias de Asalto, enviados para sofocar toda alteración del orden que pudiera producirse debido a la declaración de huelga general, «planteada con motivo de las detenciones hechas el día anterior [día 6], relacionadas con la muerte de un guardia nacional republicano».
Eroles informó que había enviado a Olesa al agente Rafael Bardas, acompañado de los agentes Balagué, Jofre y Tudela, «a fin de buscar una solución al conflicto planteado». Bardas dialogó con el mando de los Guardias de Asalto, que le respondió naturalmente que obedecía órdenes superiores. Bardas aseguró a Rodríguez Salas que si ordenaba la retirada de los guardias de Asalto de Olesa, él se comprometía a normalizar la situación en el pueblo. Rodríguez Salas exigió a Bardas un documento firmado en el que constara tal compromiso. Entregado tal papel al mando de los guardias de Asalto, estos se retiraron y volvió la tranquilidad al pueblo de Olesa. Bardas contactó con los responsables cenetistas para acabar con la huelga, que se desconvocó para el día siguiente mediante un pregón.
El sábado 10 de abril, el cenetista Hilario Esteban, en un detallado informe a Eroles sobre recientes acopios de armamento, anunciaba que ERC, PSUC y gobierno de la Generalitat se estaban preparando para un inminente enfrentamiento armado contra la CNT. Deducía el informador «que la Izquierda de Cataluña y la UGT y el PSUC son una misma persona ya que se reúnen Artemi Aguadé, Sesé, Rodríguez Salas y otros que no sé quiénes son, pero que esto es en vísperas de eventos» .
El 14 de abril de 1937 se produjeron disturbios y manifestaciones en todos los mercados de Barcelona en protesta por los precios y la escasez de los alimentos y del pan. Después «la manifestación se dirigió por la vía Durruti hasta la Comisaría General de Orden Público, destacando también una comisión, que subió a entrevistarse con el jefe de los Servicios, compañero Dionisio Eroles, de lo que solicitaron la libertad del individuo que había sido detenido por la mañana, con motivo de los incidentes promovidos por la protesta «.
La eficiencia de Dionisio Eroles en la persecución de desafectos al régimen y en el descubrimiento de grupos fascistas y depósitos de armas fue un hecho muy destacado y excelente, y así lo reconoció toda la prensa e incluso muchos de los sus peores enemigos.
El sábado 17 de abril los periódicos recogieron las declaraciones realizadas por Eroles el día anterior (16) que, a preguntas de los periodistas, «sobre varias denuncias presentadas por varios ciudadanos perjudicados en varios registros efectuados, en los que han sido recogidas armas cortas , controladas por entidades sindicales y políticas «, dijo:» Desconozco que haya disposiciones que ordenen a las fuerzas de Orden Público llevó a cabo registros y recogida de armas de fuego, aunque sus portadores sean autorizados por las respectivas sindicales o partidos políticos que forman el bloque gubernamental. Los poseedores de estas armas lo son para seguridad personal del militante, que no deja de ser un movilizado en la retaguardia «. Tras negar Eroles que tal orden de recogida de armas fuera suya, y para acabar con el confusionismo existente en el campo de la Orden Público, quiso recordar a todos los ciudadanos, y muy especialmente «a los jefes responsables del Cuerpo de investigación y Vigilancia de la Generalitat «los acuerdos tomados en la Junta de Seguridad, publicados en el DOG del 25 de octubre de 1936, según los cuales» las autorizaciones para practicar registros domiciliarios deberán emanar del comisario general de Orden Público, del ninguno de los Servicios de Comisaría o de las autoridades en que ellos deleguen «. Existía, además, la obligatoriedad de que figuraran, en la autorización, los nombres de los funcionarios encargados del registro.
En realidad, lo que Eroles estaba denunciando era que Rodríguez Salas había iniciado el desarme sistemático de los militantes cenetistas, en preparación de un enfrentamiento planificado y previsible a corto plazo. La definición que da Eroles del militante cenetista armado como MOVILIZADO EN LA RETAGUARDIA merece ser subrayada como propia de la mentalidad anarcosindicalista del momento: la guerra se entregaba en la frente, pero también en la retaguardia. Ese mismo día, Dionís Eroles envió una nota, dirigida a todos los Comités y Presidentes de Sindicatos, en la que les comunicaba que había autorizado Riera a reunirse con todos ellos, uno a uno, «para acabar con las famosas desapariciones de ciudadanos y para acabar con ciertos hechos que en nada favorecen a la Organización «, con el objetivo de unificar las actividades en el campo de la Orden Público.» Hoy no es posible hacer lo que podía realizarse en los primeros meses del movimiento. Estamos en otra etapa del mismo, el cual determina actuar de otra manera «.
El 27 de abril de 1937, Dionisio Eroles hizo revisar los expedientes de los presos gubernativos en Comisaría y al Preventorio Judicial, consiguiendo la libertad de cien detenidos cenetistas.
El 3 de mayo de 1937 Solidaridad Obrera precisaba que las fuerzas d’OP estaban formadas por guardias de asalto y guardias civiles (ahora Guardia Nacional Republicana), que al parecer no pudieron tomar el edificio para que el despliegue de las fuerzas a calles y azoteas adyacentes al edificio de la Telefónica serespectacular, «con gran lujo de armamento y atuendo bélico», atrayendo la atención «de miles de personas». Se hicieron correr rumores de que la FAI era quien asaltaba el edificio. A la media hora de iniciarse el asalto a la Telefónica, «se presentaron en esta Díaz, de defensa; Asens del Secretariado General de Patrullas, y Eroles «, que» intervinieron oportunamente «para que los cenetistas de Telefónica» depusieran su justa actitud y dando una prueba de cordura y serenidad, obedecieron las indicaciones de los camaradas citados «. Esto era falso: Asens y Eroles fueron desbordados por los comités de defensa.
El 4 de mayo, cinco compañeros de la escolta de Eroles (los chicos) fueron sacados de sus hogares y asesinados. Era una auténtica caza a hombres concretos.
El 5 de mayo, Valeri Mas, secretario regional cenetista, había sido nombrado consejero de la Generalitat, siendo sustituido en la secretaría de la CNT por Eroles, que fue secretario provisional de la CRTC desde el 5 de mayo al 2 de julio de 1937 , cuando dimitió por miedo a ser detenido.
El 16 mayo, José del Barrio, secretario regional de UGT, elaboró un informe en el que lamentaba que Eroles ocupara el cargo de secretario del CR cenetista, porque lo consideraba «representante y defensor de los grupos de incontrolados y de las Patrullas de Control , ex jefe de servicios d’OP durante los últimos sucesos sangrientos «.
El 19 de mayo 1937, Eroles aconsejó «a todos los presentes que mañana, ponemos toda nuestra capacidad para atenuar los efectos desastrosos que a nuestros compañeros les habrá causado la solución de esta crisis». Alentó a los presentes a que se prepararan «para trabajar aunque sea en la clandestinidad con los mismos esfuerzos [con los] que lo hacíamos antes». Se entabló un debate entre el CR de la CNT y el compañero representante del CR de la FAI (Severino Campos), porque éste no estaba de acuerdo con que en el manifiesto del CN ensalza de tal forma a Largo Caballero. Eroles y varios compañeros intentaron convencer Severino Campos.
El 17 de agosto de 1937 un Juzgado emitió orden de búsqueda y captura contra Aurelio Fernández y Dionisio Eroles. Este último decidió desaparecer una buena temporada para evitar la cárcel.
En 1938 trabajó en la Comisión Asesora Política (CAP), junto a Juan Arans, José Corbella, Antonio Costa, Germinal Esgleas, Aurelio Fernández Sánchez, José Gallart, Joan García Oliver, Francisco Isgleas Piarnau, Emilio Mas, Eulario Oña y Josep María Sabaté. Prosiguió sus tareas en el Servicio Especial de Información, investigando las personas, acciones y tácticas que suponían un peligro para la CNT. En agosto de 1938 los servicios de espionaje de Eroles y Escorza intercambiaron información sobre Domènech Padrós, en una estrecha colaboración para desenmascararlo y detenerlo, como habían hecho anteriormente en numerosas ocasiones con óptimos resultados.
De los campos de concentración a su desaparición
Eroles abandonó Barcelona el 26 de enero de 1939, cuando las tropas franquistas entraban ya por el Tibidabo y Montjuïc. Llegó en coche a la frontera. En París participó en los esfuerzos para reconstruir la CNT en el exilio, junto a Marianet y Esgleas, pero pronto fue apartado ante su negativa a entregar el botín que se suponía que atesoraba.
Cuando Eroles consiguió establecerse cerca de Perpiñán, encontró a Juan Solans Vallverdú, su mano derecha durante tanto tiempo. Eroles fue detenido por indocumentado, en marzo de 1939, en un control rutinario y condenado a un mes de prisión. Al poco de su liberación, el Prefecto del departamento de los Pirineos Orientales supo que estaba fichado por los servicios centrales de la policía francesa como «anarquista fanático muy peligroso». De hecho, el espionaje francés tenía informes de los principales líderes anarquistas desde 1936: constaban Durruti, Mariano Rodríguez, García Oliver, Federica Montseny, Abad de Santillán, Portela, Aurelio Fernández y alguno más. Todos fueron calificados como muy peligrosos, y se recomienda prohibir su entrada en el país. Por eso el Prefecto decidió la expulsión de Eroles, ordenando su búsqueda y captura, pero él ya se había ido. Desde Toulouse se fue a Montauban, a principios de mayo. Sabiéndose perseguido, cambió de identidad y consiguió pasar un tiempo desapercibido. La policía terminó localizándolo unos meses después, pero los informaron que había embarcado en Burdeos con destino a Chile; escapó, pero fue detenido el 28 de marzo de 1940, cerca de Montauban, y fue llevado al campo de concentración de Le Vernet d’Ariège. Aquí coincidió con otros cenetistas, como Antonio Ortiz y Víctor Castán, destacados jefes militares durante la contienda.
Victor Castán, durante los primeros años del exilio, fue uno de los hombres de confianza de Germinal Esgleas. Éste, al frente del Consejo del Movimiento Libertario, utilizó todos los medios para recuperar los fondos dispersos de la CNT. Eroles analizó con Ortiz las posibilidades de escapar del campo. Castán preguntó inquisitivamente a Eroles sobre el paradero del boniato (término coloquial con el que se referían al botín acumulado durante la guerra). Eroles procuró evitar Castán, pero su situación personal era desesperada. Estaba solo y aislado, tanto de la red del grupo Ponzán como los viejos compañeros cenetistas. El testimonio de Ortiz, cuando aún seguían en el campo de Le Vernet, señala que los encuentros entre Eroles y Castán eran muy violentas.
Asesinato y desaparecido en 1940, en el exilio andorrano, según una vieja y temprana versión, hay una línea de investigación que sitúa su muerte en 1942, en Marsella, tras varios meses de servicios en el Deuxième Bureau del espionaje francés, según declaraciones de su «hermano» Isidro Eroles, a la policía española en 1951. Pero todo es muy confuso y no pasa de ser una mera hipótesis, no confirmada documentalmente. Quizá se trataba sólo de unas declaraciones de Isidro Eroles para librarse de la presión policial.
El mejor investigador del exilio y de la desaparición de Eroles, su sobrino-nieto Roland Eroles (véase su biografía sobre Dionís Eroles en Entusiastas Olvidados, Descontrol, 2016) explica que la desaparición de Dionisio se debió ala su terca negativa a entregar el botín de guerra a la organización cenetista en el exilio. Tras unacolèricatrobada con Víctor Castán, hombre de confianza de Germinal Esgleas, y miembro del grupo Ponzán, que le reclamaba la entrega del boniato, Dionís Eroles desapareció en 1941 sin dejar rastro.
Agustín Guillamón
Publicado en Cataluña (de la CGT)
número 194 (julio-agosto 2017)
(català)
DIONÍS EROLES BATLLE
Va néixer a Barcelona el 2 de novembre de 1900. Valentí, el seu pare, havia nascut al poblet de Pla de Sant Tirs, a la comarca de l’Alt Urgell, d’on havia emigrat a la ciutat de Barcelona. La seva mare era barcelonina, nascuda al barri de Sants. Dionís va néixer en el domicili familiar, al carrer Manso número 35, cinquè pis.
Va començar a treballar amb només 8 anys en una fàbrica de vidre, ingressant molt jove en la Confederació Nacional del Treball (CNT). Va ser empresonat a l’agost de 1919, i també al maig i novembre de 1920. El 30 de novembre de 1920 va ser desterrat a la fortalesa de la Mola, a Maó, on va romandre fins a l´octubre de 1922.
El vaixell Giralda va sortir del port de Barcelona amb 35 militants anarcosindicalistes i el regidor de l’Ajuntament barceloní, Lluís Companys. Aquests 35 sindicalistes eren l’elit cenetista del moment, i havien estat condemnats per la seva intervenció en la vaga de La Canadenca al 1919: Salvador Seguí Rubinat, Manuel Salvador Serrano, Camilo Piñón Oriola, Francesc Comas Pagès, Vicenç Botella Moya, Narcís Vidal Cucurella, Josep Vidal Cucurella, Eusebio Manzanares Barrera, Martín Barrera Maresma, Miquel Abós Serena, Antoni Soler Quadrat, Josep Viadiu Valls, Enrique Rueda López, Aniceto López Dalmau, Emili Albaricias Alorda, Jaume Albaricias Descarrega, Manuel Núñez García, Saturnino Meca González, Dionís Eroles Batlle, Antonio Ocaña Martín, Josep Soler Guillemat, Manuel Castarienas Domingo, José Francàs Jarquín, Josep Roigé Rodó, Guillermo Vals Bruguera, Daniel Rebull Cabré, José Antonio Gómez Vicente, Eusebio Jorge Sánchez, Salvador Pascual Mascaró, Antonio Calomarte Costa, Salvador Caracena Díaz, Ramón Recasens Miret, Francisco Arsia Simó, Jesús Vega Fernández i Antonio Amador Obon.
L’endemà, quan el vaixell va arribar a Maó, un dels oficials de la tripulació va comunicar als deportats que l’advocat laboralista Francesc Layret havia estat assassinat a Barcelona.
Eroles va ser militant cenetista dels grups d’acció del barri barceloní de Sants. Va ser jutjat en diverses ocasions. Al juny de 1926 va ser condemnat per robatori a sis anys de presó i engarjolatal penal d’Ocaña. Una altra condemna de tres anys per tinença d’armes va incrementar la seva pena. A la pràctica, va estar empresonat durant tota la dictadura de Primo de Rivera.
Va ser excarcerat gràcies a l’amnistia que va seguir a la proclamació de la República. A l’agost de 1931 va ser nomenat secretari del Ram Fabril i Tèxtil. Va participar en les insurreccions de gener de 1932 i de gener de 1933, pel que de nou va ser jutjat i condemnat a diferents penes de presó. D’abril a juny de 1933 va complir pena com a pres governatiu al vaixell-presó Manuel Arnús.
Al juliol de 1936 va exercir el càrrec de secretari del Consell d’Obrers i Soldats (organisme encarregat de la depuració de feixistes a la Guàrdia civil, Guàrdia d’Assalt i Exèrcit), dependent del Comitè Central de Milícies Antifeixistes de Catalunya (CCMA)
A l’octubre de 1936, dissolt ja el CCMA, va ser nomenat cap de serveis d’Ordre Públic de la Junta de Seguretat Interior, en dura rivalitat i continus enfrontaments amb la Comissaria general i el conseller de Seguretat Interior (Artemi Aguadé d’ERC), dominada per estalinistes i ERC. Va crear un rondí propi, conegut com «els nanos d’Eroles» i un servei d’informació, annexos tots dos al seu càrrec policial. Aquest servei d’informació d’Eroles col·laborava i compartia dades, investigacions i notícies amb el servei d’investigació i informació cenetista dirigit per Manuel Escorza del Val.
Eroles també coordinava altres grups d’acció:
- El que va ocupar a l’estiu de 1937 al Palau de Justícia, que estava al servei del Comitè de Justícia Revolucionària de la CNT, després anomenat oficialment pel Diari Oficial de la Generalitat (DOG), Oficina Jurídica.
- El Comitè dels Escolapis, que gestionava i coordinava els diversos grups que tenien la seva seu en aquest edifici, i que, al seu torn, s’integrava en el comitè de defensa del Centre (i Poble Sec), amb seu en aquest mateix edifici dels Escolapis.
- El dirigit a la Junta de Seguretat Interior per Tomàs Orts per a Comarques.
Tot i que la Junta de Seguretat Interior semblava, al principi (octubre de 1936), una continuïtat dels serveis de policia prestats pel CCMA, en realitat tot havia canviat. Qui ara tenia tots els ressorts del comandament era el Conseller de Seguretat Interior, que al seu torn depenia del govern de la Generalitat. Que alguns dels càrrecs importants d’aquesta nova Junta fossin en mans de la CNT-FAI era només una necessitat inicial, provisional, per a la reafirmació i consolidació d’aquesta Junta. Aquests càrrecs cenetistes podien ser revocats pel govern, o menyspreats pel Conseller de Seguretat Interior, Artemi Aguadé. La dualitat de poders en el si de la Junta es va convertir en un camp de batalla més entre els cenetistes i el govern.
Mentre els cenetistes volien convertir la Junta de Seguretat en una plataforma, que els permetés controlar l’Ordre Públic,Aguadé, des del seu predomini en les Patrulles de Control va potenciar i consolidar un nou Cos Únic de Seguretat, capaç de substituir les Patrulles de Control. Va ser aquest un llarg procés, que va començar l’octubre de 1936 i va acabar a principis de juny de 1937. El debat sobre el Reglament qüestionava si aquesta Junta era independent del govern i tenia prou personalitat i capacitat per decidir en els assumptes d’Ordre Públic, com pretenien Aurelio Fernández i Dionís Eroles, o bé era un simple annex per assessorar el conseller de Seguretat Interior, com pretenia i volia el govern de la Generalitat.
Que el 8 d’octubre Barcelona seguís estant sotmesa a nombrosos controls interns, mitjançant barricades i patrulles, ens dóna idea de la força amenaçadora de la CNT, que el govern de la Generalitat volia domesticar mitjançant la participació dels dirigents llibertaris en una junta de seguretat, considerada com una institució auxiliar del conseller de Seguretat Interior. El govern de la Generalitat necessitava integrar els cenetistes en aquesta Junta, si volia controlar l’Ordre Públic. Que Dionís Eroles i Aurelio Fernández consideressin la Junta de Seguretat, com un ens independent del govern, i al Conseller, com un mer enllaç entre la Junta i la Generalitat, explica les creixents divergències en el si de la Junta.
El 17 d’octubre de 1936 el Consell de la Generalitat va efectuar els següents nomenaments: comissari general d’Ordre Públic (OP): Andreu Revertés Llopart (ERC), en substitució d’Enrique Gómez García; secretari general d´OP: Josep Coll Torrelles (POUM); inspector general de Serveis d´OP: Joaquín Olaso Piera (PSUC); Cap de Serveis d´OP: Dionís Eroles Batlle (CNT).
El 22 d’octubre Eroles i Escorza per CNT, Pedro Herrera per la FAI, Antonio Sesé i Rafael Vidiella per UGT i Felipe García pel PSUC, van signar un pacte conjunt d’unitat antifeixista, amb l’objectiu declarat de guanyar la guerra al feixisme.
El 4 de novembre, Solidaridad Obrera va publicar, en portada, un breu article d’exaltació i alè als nanos d’Eroles, en el qual s’afirmava que «els grups de recerca creats per Dionís Eroles, cap dels Serveis d’Ordre Públic, treballen sense parar i amb el major encert». Les accions d’aquests grups de recerca eren «cops de maça» contra la cinquena columna barcelonina. S’afirmava que Eroles parlava dels seus nanos amb el fervor propi d’un pare. L’articulista acabava glorificant «als camarades de les Patrulles de Control», als quals devia «Barcelona la seva tranquil·litat».
El 13 novembre 1936, Eroles va impedir la fugida d’Azaña a França, sotmetent-lo a una intensiva vigilància policial, inclosa l’amenaça a la seva guàrdia personal de les nefastes conseqüències que tindria per a ells l’escapada d’Azaña a l’estranger.
El 15 de novembre, La Vanguardia va publicar la notícia d’un lliurament a la Tresoreria de la Generalitat per part de la Comissaria d’Ordre Públic de diversos objectes valuosos, trobats en els registres efectuats en pisos abandonats per elements facciosos. El diari detallava els diners i els objectes lliurats, fruit de la tasca policial del rondí d’Eroles. Pel que sembla, un percentatge d’aquests lliuraments, habituals i de considerable valor, eren apropiats per Eroles «per al sindicat». Eroles considerava aquest «tresor» com un element de negociació o socors davant un futur incert i problemàtic. Aquest «tresor» el custodiava Eroles personalment.
El 20 novembre de 1936, Eroles va prendre rigoroses mesures per impedir les saques de presos a la Presó Model, que es temia esclatessin en represàlia pels bombardejos navals feixistes contra la costa catalana, a Roses i d´altres poblacions.
Des de novembre de 1936 fins a maig de 1937 hi va haver constants enfrontaments de Dionís Eroles i Aurelio Fernández contra Artemi Aguadé (ERC), conseller de Seguretat. Eroles es va oposar a la constitució de les Patrulles de Comarques, en contra del criteri de Rebull (Rabassaires), perquè escapaven al control de la CNT.
El 23 novembre de 1936, Eroles va proposar la dissolució del Consell d’Obrers i soldats, perquè obstaculitzaven «la veritable disciplina».
El 25 novembre 1936, Eroles, secundat i ajudat per Manuel Escorza, des del Servei d’Investigació i Informació de la CNT-FAI i Liberato Minué (cunyat de Escorza) des d’aquest mateix servei d’espionatge a França, va desbaratar i denunciar la planificació d’un cop d’estat nacionalistae independentista, dirigit per Joan Casanovas i Andreu Revertés. Segons Eroles, el comissari Revertés havia preparat un complot que tenia «per finalitat la desaparició dels companys Aurelio Fernández, Vicente Gil i Solans», aquest últim secretari d’Eroles, així com de Companys.
Tot apuntava que es tractava del primerenc avortament de la preparació d’un cop d’estat contra Companys, a causa dela seva «aliança» amb els anarquistes, i que es proposava l’eliminació física de diversos dirigents àcrates, «responsables de l’anarquia imperant en Catalunya». El confús objectiu final s’orientava a una independència de Catalunya, fonamentada en el suport de les potències feixistes d’Itàlia i Alemanya, que quedaria al marge de la República i de l’Espanya de Franco. Hi havia un fil, ferotgement anticenetista, que unia la preponderància catalanista-feixista de Dencàs-Badia, el 1934, al Departament de Governació de la Generalitat, amb el descontentament d´Estat Català per haver estat marginat del govern de la Generalitat després del 19 de juliol de 1936, que arribava fins a aquest ridícul intent d’un cop d’estat contra Companys i els seus aliats àcrates.
El 26 desembre de 1936, Eroles va manifestar que presentaria la seva dimissió si havia de enfrontar-se al dilema moral d’haver de reprimir els aldarulls populars que es produïen en les cues del pa.
El 4 gener de 1937, la Junta de Seguretat va acordar que qualsevol registre o detenció hauria de portar, en el futur, la signatura del comissari general (Eusebio Rodríguez Salas) o del cap de serveis d´OP (Eroles). Des de gener hi va haver constants i violents enfrontaments personals d’Aurelio Fernández i Dionís Eroles, d’una banda, contra Rodríguez Salas, per l’altra, causats per la fatxenda i provocacions del comissari general. Eroles va ordenar nombroses confiscacions de magatzems il·legals de queviures, que va destinar a proveir els hospitals. El 27 de gener 1937, Eroles va defensar l’actuació de Patrulles i de CNT a la Fatarella. El 3 de febrer, Eroles va reactivar el Consell d’obrers i soldats, ara per evitar la creixent influència i penetració del PSUC i UGT als cossos policials i a les unitats militars.
El 19 de febrer 1937, Eroles va denunciar l’ús del seu nom per part d’incontrolats que realitzaven registres i detencions indeguts, o no autoritzats. S’escandalitzava davant la troballa de cadàvers als afores de Barcelona de gent afusellada, sospitant que alguns d’aquests excessos (no tots) podien procedir de les files cenetistes. Es tractava d’un difícil procés de transició, que pretenia que la violència política i la repressió de dretans, cures i feixistes fossin exercides només per les Patrulles de Control. Volia restablir-se el monopoli de la violència per part de la Junta de Seguretat Interior. Les jornades revolucionàries de juliol havien trossejat el monopoli de la violència per part de l’Estat entre una miríada de grups autònoms, no només anarquistes o sindicalistes, que l’exercien pel seu compte i risc, sense gairebé cap control, ni obligació de donar comptes a ningú.
El 24 de febrer 1937, Aguadé va citar diversos casos «en què agents de l’autoritat han saquejat i fins i tot han assassinat». Va citar els casos de Vilanova i la Geltrú i de Centelles. Al primer lloc una dona va ser treta de l’hospital, on era tractada de les ferides rebudes pels autors del primer intent d’assassinat, per rematar-la. En el segon, uns detinguts sota promesa de no fer-los res, també van ser assassinats. Va informar Aguadé del procés obert a França amb motiu de la troballa, a Ceret, d’una maleta plena d’or, que un delegat del front d’Aragó tenia en el seu poder. Va continuar Aguadé, referint-se a la Torre dels Pardals (Bonanova), «on actua un Comitè de la FAI, amb intervenció d’elements que són a la comissaria d’Ordre Públic, a les ordres del cap de serveis». Era un atac directe contra Eroles, que posseïa aquest càrrec de cap de Serveis d’OP. Aguadé va explicar que, en aquesta Torre, «hi havia molts detinguts, als quals s’oferia passaports a tres mil pessetes». Va llegir Aguadé «un informe que dóna detalls de com actuen, sota la direcció d’un geperut». Aguadé atacava ara a Escorza, ja que aquest geperut no podia ser un altre que Manuel Escorza del Val.
Aguadé va afirmar que no podia actuar contra aquests agents (Eroles, Escorza i Asens), perquè «no estan al servei del Govern, sinó al servei personal de Caps que no secunden les ordres del conseller». Aguadé plantejava valentament la qüestió evident de l’existència de diversos poders en el departament d’OP. I ho feia en un marc favorable: el Consell de la Generalitat, i en un moment adequat: la denúncia per part de Companys de la gravetat del desordre públic imperant. Però es trobava a faltar l’explicació històrica i política de la situació existent en Ordre Públic. El pacte, que va acordar l’entrada de la CNT al govern de la Generalitat i la dissolució del CCMA, havia tingut com a contrapartida que la CNT s’assegurés un paper preponderant en Defensa i en Ordre Públic. Es va crear especialment la secretaria de Defensa perquè fos ocupada per Joan García Oliver, i quan aquest va dimitir per haver estat nomenat ministre de Justícia de la República, es va suprimir aquest càrrec, amb la promesa que Sandino (conseller de Defensa) seria substituït per un cenetista.
També es va crear (a principis d’octubre de 1936) la Junta de Seguretat Interior, amb un repartiment equilibrat entre les diferents forces en presència: Aguadé (ERC) conseller d’OP, Eroles (CNT) cap de serveis de OP; Aurelio Fernández, secretari de Patrulles de Control; Asens, cap de serveis de Patrulles de Control. El càrrec de comissari d´OP, controlat també per ERC, va tenir un accidentat curs històric, més imputable a la incompetència i corrupció dels que el van ocupar, que a l’acció crítica i erosiva de la CNT, amb la detenció i afusellament de Revertés, la dimissió de Martí Rouret i finalment el seu exercici per part d’Eusebio Rodríguez, militant del PSUC. La situació de ruptura i enfrontament existent a la Junta de Seguretat Interior va ser un dels factors fonamentals de la inestabilitat política a la primavera de 1937.
El 27 de febrer de 1937 es va produir una manifestació de guàrdies civils donant moris a Eroles. La Guàrdia Nacional Republicana (GNR: antiga guàrdia civil), d’Assalt i Seguretat va assistir en formació militar a l’enterrament de l’agent-conductor Joan Vila, mort a trets a Granollers, dos dies abans, per gent armada de la població, quan havia anat a proveir-se d’aliments. En passar la comitiva fúnebre per les Rambles es van produir incidents. Els manifestants, «precedits per la bandera nacional i de les bandes de tambors i cornetes de la GNR, es van encaminar cap al Palau de la Generalitat», per protestar per la injúries rebudes per la bandera i per l’uniforme. Van ser rebuts per Companys: «ferenpresent el seu entusiasme i lleial adhesió». Es van desplaçar a la Comissaria de via Laietana, on van tenir una tensa entrevista amb el tinent coronel Arrando. Els manifestants van corejar diverses consignes, i es va sentir, entre d’altres, el crit de «Mori Eroles!». Es va presentar a comissaria Aguadé, conseller de Seguretat Interior, per apaivagar els ànims. Els comissionats de les forces policials presents van exigir un comandament únic, controlat per la Generalitat, i després es van dissoldre, sense més incidents.
Aquest mateix dia el CR va reivindicar a Eroles i va rebutjar la manifestació. A continuació, el Comitè Regional va informar al Congrés (de sindicats catalans de la CNT) sobre la reunió del Consell de la Generalitat en què es van discutir els temes d’ordre públic, sense arribar a cap acord «per discrepàncies d’orientació». El CR va informar que ahir a la nit es va designar una ponència, que avui s’havia convertit ja en un projecte d’acord, però llavors es va produir, «l’incident d’aquest migdia amb la manifestació de la força pública». Reunits CR, consellers cenetistes a la Generalitat i la Junta de Seguretat, es va acordar «que en el Consell que se celebra aquesta nit es posi com a condició prèvia que el Govern de la Generalitat ha de publicar una nota reivindicant al company Eroles, que representa la CNT-FAI en el si de la Junta de Seguretat «, ja que en la manifestació de guàrdies d’assalt i guàrdia civil del migdia, davant la Comissaria d’Ordre Públic, s’havien donat crits de»Mori Eroles!». S’havia acordat a més que, en cas de no acceptació de tal exigència, els consellers cenetistes dimitirien dels seus càrrecs. Professions Liberals va proposar al Congrés que manifestés «la més completa solidaritat amb el camarada Eroles, que està sostingut i recolzat per tota l’Organització Confederal de Catalunya». El ple va donar el seu acord mitjançant aclamació i el president va manifestar la seva aprovació formal pel congrés.
El 1 de març de 1937 Mi Revista enaltia Eroles per «els nous serveis prestats a la causa antifeixista per Eroles, Solans i altres nanos a les seves ordres». El 4 de març, el DOG va publicar set Decrets i dues Ordres, mitjançant els quals es dissolien les Patrulles de Control i es creava el Cos de Seguretat Interior, fonamentat en la unificació de la Guàrdia d’Assalt, que ja estava a les ordres del govern de la Generalitat i la Guàrdia Nacional Republicana (GNR: antiga guàrdia civil), que depenia fins llavors del govern central. La importància del nou cos radicava que aquesta nova força d’ordre públic, al servei exclusiu del govern, desplaçava totalment les Patrulles de Control. Cap funcionari del nou cos podria estar afiliat a sindicats o partits polítics. Alhora es decretava la dissolució de totes les conselleries de Seguretat o Defensa en els ajuntaments, i es disposava la retirada als punts fronterers amb França de les patrulles de milicians i dels comitès d’investigació o control.
Era el final d’un llarg procés, que acabava amb la dualitat existent en la gestió de l’Ordre Públic a Catalunya, entre CNT i Generalitat. No obstant això, l’ordre de dissolució de les Patrulles de Control no seria efectiva fins al 5 de juny de 1937, i encara llavors com a conseqüència de la derrota cenetista després dels Fets de Maig, trist colofó del desarmament dels proletaris, previ a la repressió generalitzada del moviment obrer anarquista.
El 20 de març de 1937, el CR va nomenar assessors del CR, en l’àrea d’Ordre Públic, a Aurelio Fernández, Dionís Eroles i Josep Asens; Recerca: Arias, Escorza, Riera, Portela; Justícia: Batlle. L’1 d’abril Mi Revista va tornar a elogiar el grup d’Eroles per les seves accions contra la Cinquena Columna.
El 6 d’abril es va reunir el Comitè Regional a la Casa CNT-FAI. Va assistir el company Torres, de Perpinyà, que va explicar la situació del moviment anarquista a França i els projectes existents. Va detallar els obstacles que trobaven per a l’enviament a Catalunya d’armes i queviures, així com del sabotatge dels estalinistes. Va anunciar la celebració d’un gran míting a París a favor de la revolució espanyola. Valeri Mas va llegir una carta «adreçada a Companys, referent a la crisi actual» i la seva resposta, que es projectava publicar a Solidaridad Obrera, com a culminació d'»un atac escalonat en defensa de la veritat i justificació» de la posició cenetista. Sanitat va narrar el recentment ocorregut a Olesa de Montserrat, on, en un enfrontament amb l’antiga guàrdia civil, va morir un d’aquests, produint-se posteriorment la detenció de vuit militants cenetistes, el seu maltractament i el saqueig del poble per part dels reforços enviats per la guàrdia civil. Les ordres van partir de Rodríguez Salas, que comptava amb la col·laboració del PSUC. Terrassa, Esparreguera i Olesa van declarar la vaga general i els confederals es van aixecar en armes, exigint l’alliberament de tots els detinguts. En aquest moment va entrar Eroles a la sala de reunions, manifestant que havia intervingut des del primer moment en aquest assumpte. Aguadé estava interessat en retenir els presos. Va advocar en favor que el CR protestés enèrgicament, exigint la immediata llibertat de tots els detinguts. Eroles va analitzar el moment present, explicant que la voluntat de dimissió, expressada per Companys, havia agreujat la situació de l’Ordre Públic, ja que PSUC i UGT aprofitaven qualsevol conflicte per alterar l’ordre, com havia succeït, per exemple, amb el recent enterrament d´un guàrdia. Eroles va posar en alerta al Comitè de Defensa (present en aquesta reunió), per si l’endemà aquests «indesitjables» aconseguien amotinar als assistents a l’enterrament d’un guàrdia, mort a Olesa.
El 8 d’abril de 1937, Rodríguez Salas, comissari general d´OP, va facilitar al migdia un informe a la premsa, en què revelava l’enorme tensió viscuda recentment, exigint «que el carrer no sigui controlat per ningú més que no sigui la força pública, o bé altres organitzacions de la mateixa índole». Va assegurar que s’havia restablert la normalitat a Olesa de Montserrat, «alterada pels fets ocorreguts el passat diumenge». Eroles, Cap dels Serveis d´OP, també va lliurar, aquest mateix migdia, una nota, en la qual es queixava del desarmament dels serens en repetides ocasions, amenaçant amb aplicar el màxim rigor de la llei als qui ho realitzaran de nou. Va explicar que dimecres dia 7, a les cinc de la tarda, havia rebut una trucada telefònica, que li informava del desplaçament a Olesa d’una camioneta de Guàrdies d’Assalt, enviats per sufocar tota alteració de l’ordre que pogués produir-se a causa de la declaració de vaga general, «plantejada amb motiu de les detencions fetes el dia anterior [dia 6], relacionades amb la mort d’un guàrdia nacional republicà».
Eroles va informar que havia enviat a Olesa a l’agent Rafael Bardas, acompanyat dels agents Balagué, Jofre i Tudela, “per tal de buscar una solució al conflicte plantejat». Bardas va dialogar amb el comandament dels Guàrdies d’Assalt, que li va respondre naturalment que obeïa ordres superiors. Bardas va assegurar a Rodríguez Sales que si ordenava la retirada dels guàrdies d’Assalt d’Olesa, ell es comprometia a normalitzar la situació al poble. Rodríguez Sales va exigir a Bardas un document signat en el qual constés tal compromís. Lliurat tal paper al comandament dels guàrdies d’Assalt, aquests es van retirar i va tornar la tranquil·litat al poble d’Olesa. Bardas va contactar amb els responsables cenetistes per acabar amb la vaga, que es va desconvocar per al dia següent mitjançant un pregó.
El dissabte 10 d’abril, el cenetista Hilari Esteban, en un detallat informe a Eroles sobre recents abassegaments d’armament, anunciava que ERC, PSUC i govern de la Generalitat s’estaven preparant per a un imminent enfrontament armat contra la CNT. Deduïa l’informador «que l’Esquerra de Catalunya i la UGT i el PSUC són una mateixa persona ja que es reuneixen Artemi Aguadé, Sesé, Rodríguez Salas i altres que no sé qui són, però que això és en vigílies d’esdeveniments».
El 14 d’abril de 1937 es van produir aldarulls i manifestacions en tots els mercats de Barcelona en protesta pels preus i l´escassetat dels aliments i del pa. Després «la manifestació es va dirigir per la via Durruti fins a la Comissaria General d’Ordre Públic, destacant també una comissió, que va pujar a entrevistar-se amb el cap dels Serveis, company Dionís Eroles, del que van sol·licitar la llibertat de l’individu que havia estat detingut per matí, amb motiu dels incidents promoguts per la protesta».
L’eficiència de Dionís Eroles en la persecució de desafectes al règim i en el descobriment de grups feixistes i dipòsits d’armes va ser un fet molt destacat i excel·lent, i així ho va reconèixer tota la premsa i fins i tot molts dels seus pitjors enemics.
El dissabte 17 d’abril els diaris van recollir les declaracions realitzades per Eroles el dia anterior (16) que, a preguntes dels periodistes, «sobre diverses denúncies presentades per diversos ciutadans perjudicats en diversos registres efectuats, en els quals han estat recollides armes curtes, controlades per entitats sindicals i polítiques «, va dir:»Desconec que hi hagi disposicions que ordenin a les forces d’Ordre Públic dur a terme registres i recollida d’armes de foc, tot i que els seus portadors siguin autoritzats per les respectives sindicals o partits polítics que formen el bloc governamental. Els posseïdors d’aquestes armes ho són per seguretat personal del militant, que no deixa de ser un mobilitzat a la rereguarda». Després de negar Eroles que tal ordre de recollida d’armes fos seva, i per acabar amb el confusionisme existent en el camp de l’Ordre Públic, va voler recordar a tots els ciutadans, i molt especialment «als caps responsables del Cos d’Investigació i Vigilància de la Generalitat»els acords presos en la Junta de Seguretat, publicats al DOG del 25 d’octubre de 1936, segons els quals»les autoritzacions per practicar registres domiciliaris hauran d’emanar del comissari general d’Ordre Públic, del cap dels Serveis de Comissaria o de les autoritats en que ells deleguin». Existia, a més, l’obligatorietat que figuressin, en l’autorització, els noms dels funcionaris encarregats del registre.
En realitat, el que Eroles estava denunciant era que Rodríguez Sales havia iniciat el desarmament sistemàtic dels militants cenetistes, en preparació d’un enfrontament planificat i previsible a curt termini. La definició que dóna Eroles del militant cenetista armat com MOBILITZAT A LA REREGUARDA mereix ser subratllada com a pròpia de la mentalitat anarcosindicalista del moment: la guerra es lliurava al front, però també a la rereguarda. Aquest mateix dia, Dionís Eroles va enviar una nota, adreçada a tots els Comitès i Presidents de Sindicats, en la que els comunicava que havia autoritzat Riera a reunir-se amb tots ells, un a un, «per acabar amb les famoses desaparicions de ciutadans i per acabar amb certs fets que en res afavoreixen a l’Organització», amb l’objectiu d’unificar les activitats en el camp de l’Ordre Públic.“Avui no és possible fer el que podia realitzar-se en els primers mesos del moviment. Estem en una altra etapa del mateix, el qual determina actuar d’una altra manera».
El 27 d´abril de 1937, Dionís Eroles va fer revisar els expedients dels presos governatius a Comissaria i al Preventori Judicial, aconseguint la llibertat de cent detinguts cenetistes.
El 3 de maig de 1937 Solidaridad Obrera precisava que les forces d´OP estaven formades per guàrdies d’assalt i guàrdies civils (ara Guàrdia Nacional Republicana), que pel que sembla no van poder prendre l´edifici perquè el desplegament de les forces als carrers i terrats adjacents a l’edifici de la Telefònica va serespectacular, «amb gran luxe d’armament i abillament bèl·lic», atraient l’atenció «de milers de persones». Es van fer córrer rumors que la FAI era qui assaltava l’edifici. A la mitja hora d’iniciar-se l’assalt a la Telefónica, «es van presentar en aquesta Díaz, de defensa; Asens del Secretariat General de Patrulles, i Eroles», que»van intervenir oportunament»perquè els cenetistes de Telefónica»deposessin la seva justa actitud i donant una prova de seny i serenitat, van obeir les indicacions dels camarades citats». Aixó era fals: Asens i Eroles van ser desbordats pels comitès de defensa.
El 4 de maig, cinc companys de l’escorta d’Eroles (els nanos) van ser trets de les seves llars i assassinats. Era una autèntica caça a homes concrets.
El 5 de maig, Valeri Mas, secretari regional cenetista, havia estat nomenat conseller de la Generalitat, sent substituït en la secretaria de la CNT per Eroles, que va ser secretari provisional de la CRTC des del 5 de maig al 2 de juliol de 1937, quan va dimitir per por a ser detingut.
El 16 maig, José del Barrio, secretari regional de la UGT, va elaborar un informe en què lamentava que Eroles ocupés el càrrec de secretari del CR cenetista, perquè el considerava «representant i defensor dels grups d’incontrolats i de les Patrulles de Control, excap de serveis d´OP durant els últims successos sagnants».
El 19 de maig 1937, Eroles va aconsellar «a tots els presents que demà, posem tota la nostra capacitat per atenuar els efectes desastrosos que als nostres companys els haurà causat la solució d’aquesta crisi». Va encoratjar els presents a que es preparessin «per treballar encara que sigui en la clandestinitat amb els mateixos esforços [amb els] que ho fèiem abans». Es va entaular un debat entre el CR de la CNT i el company representant del CR de la FAI (Severino Campos), perquè aquest no estava d’acord amb que en el manifest del CN s´enaltís de tal forma a Largo Caballero. Eroles i diversos companys van intentar convèncer Severino Campos.
El 17 d´agost de 1937 un Jutjat va emetre ordre de cerca i captura contra Aurelio Fernández i Dionís Eroles. Aquest últim va decidir desaparèixer una bona temporada per evitar la presó.
El 1938 va treballar en la Comissió Assessora Política (CAP), al costat de Juan Arans, José Corbella, Antonio Costa, Germinal Esgleas Jaume, Aurelio Fernández Sánchez, José Gallart, Joan García Oliver, Francisco Isgleas Piarnau, Emilio Mas, Eulario Oña i Josep María Sabaté. Va prosseguir les seves tasques al Servei Especial d’Informació, investigant les persones, accions i tàctiques que suposaven un perill per a la CNT. A l’agost de 1938 els serveis d’espionatge d’Eroles i Escorza van intercanviar informació sobre Domènech Padrós, en una estreta col·laboració per desemmascarar-lo i detenir-lo, com havien fet anteriorment en nombroses ocasions amb òptims resultats.
Dels camps de concentració a la seva desaparició
Eroles va abandonar Barcelona el 26 de gener de 1939, quan les tropes franquistes entraven ja pel Tibidabo i Montjuïc. Va arribar en cotxe a la frontera. A París va participar en els esforços per reconstruir la CNT a l’exili, al costat de Marianet i Esgleas, però aviat va ser apartat davant la seva negativa a lliurar el botí que se suposava que atresorava.
Quan Eroles va aconseguir establir-se prop de Perpinyà, va trobar a Joan Solans Vallverdú, la seva mà dreta durant tant de temps. Eroles va ser detingut per indocumentat, al març de 1939, en un control rutinari i condemnat a un mes de presó. Al poc del seu alliberament, el Prefecte del departament dels Pirineus Orientals va saber que estava fitxat pels serveis centrals de la policia francesa com «anarquista fanàtic molt perillós». De fet, l’espionatge francès tenia informes dels principals líders anarquistes des de 1936: constaven Durruti, Mariano Rodríguez, García Oliver, Federica Montseny, Abad de Santillán, Portela, Aurelio Fernández i algun més. Tots van ser qualificats com molt perillosos, i es recomana prohibir la seva entrada al país. Per això el Prefecte va decidir l’expulsió d’Eroles, ordenant la seva recerca i captura, però ell ja s’havia anat. Des de Tolosa se’n va anar a Montauban, a principis de maig. Sabent-se perseguit, va canviar d’identitat i va aconseguir passar un temps desapercebut. La policia va acabar localitzant-lo uns mesos després, però els informaren que havia embarcat a Bordeus amb destinació a Xile; va escapar, però va ser detingut el 28 de març de 1940, prop de Montauban, i va ser portat al camp de concentració de Le Vernet d’Ariège. Aquí va coincidir amb altres cenetistes, com Antonio Ortiz i Víctor Castán, destacats caps militars durant la contesa.
Victor Castán, durant els primers anys de l’exili, va ser un dels homes de confiança de Germinal Esgleas. Aquest, al capdavant del Consell del Moviment Llibertari, va utilitzar tots els mitjans per recuperar els fons dispersos de la CNT. Eroles va analitzar amb Ortiz les possibilitats d’escapar del camp. Castán va preguntar inquisitivament a Eroles sobre el parador del moniato (terme col·loquial amb el qual es referien al botí acumulat durant la guerra). Eroles va procurar evitar Castán, però la seva situació personal era desesperada. Estava sol i aïllat, tant de la xarxa del grup Ponzán com dels vells companys cenetistes. El testimoni d’Ortiz, quan encara seguien en el camp de Le Vernet, assenyala que les trobades entre Eroles i Castán eren molt violentes.
Assassinat i desaparegut el 1940, a l’exili andorrà, segons una vella i primerenca versió, hi ha una línia d’investigació que situa la seva mort el 1942, a Marsella, després de diversos mesos de serveis en el Deuxième Bureau de l’espionatge francès, segons declaracions del seu «germà» Isidro Eroles, a la policia espanyola el 1951. Però tot és molt confús i no passa de ser una mera hipòtesi, no confirmada documentalment. Potser es tractava només d’unes declaracions d’Isidro Eroles per lliurar-se de la pressió policial.
El millor investigador de l’exili i de la desaparició d’Eroles, el seu nebot-nét Roland Eroles (vegeu la seva biografia sobre Dionís Eroles en Entusiastas Olvidados, Descontrol, 2016) explica que la desaparició de Dionís es va deure ala seva tossuda negativa a lliurar el botí de guerra a l’organització cenetista a l’exili. Després d’unacolèricatrobada amb Víctor Castán, home de confiança de Germinal Esgleas, i membre del grup Ponzán, que li reclamava el lliurament del moniato, Dionís Eroles va desaparèixer l´any 1941 sense deixar rastre.
Agustín Guillamón
Publicat al Catalunya (de la CGT)
número 194 (juliol-agost 2017)